Regencia de María Cristina estatuto real


Isabel II, tuvo que hacer frente desde el principio de su reinado, aunque tuviese 3 años, a quienes estaban en contra de que se convirtiera en reina de España. Principalmente, los grupos que no apoyaban su investidura eran: los absolutistas, que se resistían a que terminase el Antiguo Régimen y  rechazaban un liberalismo cada vez más poderoso; y los carlistas, que pretendían que Carlos Mª Isidro se convirtiese en rey.

El carlismo se trata de un movimiento de reivindicación dinástica, marcado por un fuerte componente ideológico y de clase. Nace cuando Carlos Mª Isidro vuelve de su exilio y reclama sus derechos dinásticos frente a Isabel II. El movimiento carlista fue promovido por el sector tradicional de la sociedad española, teniendo poca repercusión en las ciudades pero mucha importancia en el campo. Por ende, es un movimiento fundamentalmente rural.***

A partir de 1833, se van a suceder una serie de conflictos bélicos conocidos como Guerras Carlistas. Destacamos la primera de ellas, que sucedíó de 1833 a 1839 y tuvo tres partes. 

En la primera etapa, se producen alzamientos en varias ciudades del País Vasco y Navarra, apoyados por el clero desde el principio. Destaca el Asedio de Bilbao por parte de las tropas isabelinas, en el que fallece el líder de los carlistas y los isabelinos frenan su avance hacia el sur.

En la segunda etapa, el carlismo se amplia por el norte de España (Galicia, Asturias, Cantabria), llegando incluso a Aragón y Cataluña. Destaca la victoria de las tropas isabelinas en la Batalla de Luchana, a manos del general
Espartero.

En la fase final, la guerra llega a un estado de equilibrio. Los carlistas se fragmentan entre los que quieren continuar la guerra y los que la quieren finalizar.

El final de la guerra llega con el llamado Convenio o Abrazo de Vergara (1839), un acuerdo entre el general Carlista Maroto y el Isabelino Espartero, que incluía numerosos beneficios y reconocimientos para cada bando. No obstante, algunos lideres carlistas siguieron promoviendo ataques, los cuales fueron fácilmente defendidos por el general Espartero.

En cuanto a los partidos políticos de esta época, estarán divididos en dos sectores: absolutistas y liberales. Los absolutistas o carlistas defienden a la rama más tradicional, en contra de Isabel II. Están apoyados principalmente por el Clero (en contra de las desamortizaciones) y los campesinos con pequeños terrenos (pensaban que sus posesiones estarían a salvo con Carlos). 

Por otra parte, los liberales o isabelinos se opusieron al absolutismo. Cuando llegan a gobernar, se dividen en dos tendencias: moderados (liderados por Narváez), que es un término medio entre el absolutismo carlista y el progresismo, y defendían en parte la restricción de derechos y el poder de la Corona; y los progresistas (liderados por Espartero, Mendizábal…), quienes creían en una ampliación de derechos y disminución del poder de La Corona. Posteriormente, surgiría la Uníón liberal, partido creado por O’Donnell que acoge a los más moderados de los progresistas y a los más progresistas de los moderados. Por último, aparecerá el Partido demócrata a partir de la división de los progresistas.

 Al comienzo de su regencia, Mª Cristina es consciente del apoyo de los liberales hacia su hija y nombra presidente a Martínez De la Rosa, liberal moderado.
Este promulga el Estatuto Real, una especie de “carta otorgada” (no llega a ser Constitución) que tenía como objetivo aumentar el poder de la regente con medidas moderadas. Entre ellas, destaca la capacidad de Mª Cristina de convocar y suspender las leyes y Cortes en cualquier momento. La soberanía era real y no contaba con separación de poderes.

Más tarde, durante el gobierno de los liberales progresistas liderado por Calatrava se aprueba la Constitución de 1837, similar a “la Pepa” de 1812, con el objetivo de satisfacer a progresistas y moderados por igual. Como novedad, se vuelve a instaurar la soberanía nacional, un sufragio más amplio, separación de poderes y con más derechos para la población. 

La siguiente constitución se aprueba en 1845, en época del reinado efectivo de Isabel (1843-1868). Se suprime la de 1837, que era muy progresista para los liberales moderados. Esta va a defender principalmente que la soberanía recae en el rey y en las Cortes, y se va a dar un sufragio censitario y más restringido. 



Se conoce como Restauración Borbónica (1874-1902) al periodo que se desarrolló bajo sistema monárquico tras el fin de la I República Española por pronunciamiento del general Martínez Campos. Se basa en el turnismo, es decir, la alternancia pactada entre dos partidos: el conservador y el liberal. Tras la muerte de Alfonso XII, el sistema se mantiene con la Regencia de María Cristina.

Existieron una serie de fuerzas políticas no integradas en el sistema que se opónían al régimen.

En primer lugar, encontramos los movimientos antidínásticos, formados por los carlistas y los republicanos. Los primeros se sitúan a la derecha de los partidos monárquicos. Tras la derrota en la Tercera Guerra Carlista (1876), quedaron divididos en dos grupos: los que rechazaban el régimen frente a los que formaron o se unieron a un partido y se adaptan a la vida política. A su vez, los republicanos se sitúan a la izquierda y estaban en crisis tras el Sexenio, por lo que sus miembros se dividen en varias tendencias ideológicas. Por ejemplo, Castelar terminará integrándose dentro del partido Liberal de Sagasta.

En segundo lugar, los movimientos nacionalistas y regionalistas. Entre sus objetivos, los más importantes son la creación de instituciones propias, obtener autonomía, y en algunos casos lograr la independencia. 

El nacionalismo catalán. Sus origines se encuentran en la «Reinaxenca», movimiento intelectual y literario basado en la recuperación de la lengua catalana, en el republicanismo federal, en el carlismo y en la demanda de proteccionismo económico. Su programa se recogíó en las Bases de Manresa, como intento de uníficar todas las agrupaciones catalanistas en torno a un nacionalismo conservador. Además, en 1901 se crea el primer partido catalanista, la Lliga Regionalista.

El nacionalismo vasco deriva del fuerismo y del rechazo del proceso industrializador que rompía la sociedad tradicional vasca. En este contexto, en Sabino Arana fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV). Defiende los valores católicos y antiliberales, y la raza vasca. Plantea la independencia política aunque posteriormente considera la integración autónoma.

Finalmente, el regionalismo gallego surge con el movimiento cultural “O Rexurdimiento” por el atraso y la marginación social de Galicia. Reivindican la descentralización administrativa y el uso de su lengua. Entre sus líderes está Martínez Murguía.

En España, el movimiento obrero tuvo mucha mayor fuerza que en otros países vecinos. Las causa principal puede ser la enorme miseria en la que vivían 

tanto los obreros en la ciudad como campesinos en el campo.

En cuanto al socialismo, Pablo Iglesias funda el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1879. Entre sus acciones principales, destaca la creación de una red de Casas del pueblo, el periódico El Socialista y un sindicato afín, la UGT.

El anarquismo tuvo un enorme peso en España. Sus ideas de abolición de la propiedad individual, desconexión con los partidos políticos y revolución social eran atractivas para la población en aquel contexto. Llegó a España de la mano de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), y posteriormente se crea dentro de ella la Federación Regional Española (F. R. E). 

Un sector anarquista se radicaliza, con asociaciones como la mano negra, y los posteriores asesinatos a líderes políticos como Cánovas o Martínez Campos. Por ello, se reprime duramente este movimiento desde un principio. También crearon su sindicato, la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), que fue clave para asentar el anarquismo en España en el 1er tercio del S.XX.


Mendizábal: Durante la regencia de Mª Cristina de Borbón (1833-40) va a tener lugar uno de los acontecimientos que va a marcar el final de la sociedad estamental y va a provocar una serie de transformaciones económicas en el S.XIX. Mendizábal, liberal progresista que gobernaba en la época, crea una nueva ley electoral que sustituye al Estatuto Real. Como medida principal encontramos la desamortización (1836), basada en la expropiación forzosa de propiedades improductivas de la Iglesia. Su principal objetivo fue sanear la Hacienda Pública y sufragar los gastos de la guerra carlista, mediante la venta de estas infraestructuras en subasta públicas a la Nobleza. 

Madoz: Se produjo durante el bienio progresista (1854-1856). Completó la desamortización eclesiástica, pero tuvo un número mucho mayor de expropiaciones civiles. Alcanzó más ventas que la de Mendizábal.

Evolución política en Reinado Isabel II:

– Década moderada (1944-54): al llegar Isabel II al trono español, optó por un gobierno liberal moderado presidido por el general Narváez, el gran enemigo del general progresista Espartero. Va a proponer medidas para imponer el orden a través de la represión y el falseamiento electoral. Se crea la Guardia Civil (1844) para proteger a los terratenientes de las desamortizaciones. Se propone la Ley de Ayuntamientos (1845) para reformar el centralismo, reservando al gobierno el nombramiento de los alcaldes. Se crea la Constitución de 1845.

– Bienio progresista (1854-56): Comienza con “La Vicalvarada”, un intento de Golpe de Estado en la que el general O’Donnell encabeza un levantamiento militar en el cuartel de Vicálvaro para comenzar con una sublevación civil. Fue causado por el descontento de los progresistas ante el autoritarismo de los gobiernos moderados. Fue reprimida por el general Narváez.

O’Donnell va a promulgar el Manifiesto de Manzanares, mediante el cual se muestra su rebelión contra Narváez y sus causas. Este texto va a conseguir el apoyo popular y de parte del ejército, lo que va a obligar a Isabel II a entregar el gobierno al progresista Espartero en el Bienio progresista.

– Bienio moderado (1856-58): gobierna Narváez. Etapa de inestabilidad y fuerte represión para los progresistas, con fusilamientos.

– Gobierno Uníón Liberal O’Donnell (1858-63): O’Donnell funda un nuevo partido, la Uníón Liberal, que acoge a los más moderados de los progresistas y a los más progresistas de los moderados. Se trata de mantener La Paz en las calles y mejorar la imagen exterior de España. Continua la desamortización de Madoz, consiguiendo fondos para implantar el ferrocarril.

– Crisis reinado Isabel II (1863-68): la Uníón Liberal se va encontrando con una extensa oposición. O’Donnell perdíó apoyos en su partido, y esto sumado a su mala relación con la reina propició su expulsión. Posteriormente, ningún partido va imponer sus ideas claramente.

FIN: los progresistas (Prim) y demócratas (Castelar) firmaron el Pacto de Ostende, con el que tratan de destituir a la reina. Con las muertes de O’Donnell y Narváez, Isabel II se queda sin apoyo y se exilia.

Sociedad estamental a sociedad de clases:

Desde la Edad Media, la sociedad española vivíó condicionada por una estructura social estamental que apenas experimenta modificaciones. En el Siglo XIX, sobre todo a partir de la muerte de Fernando VII se sentaron las bases de una nueva sociedad donde en teoría todos los individuos son iguales ante la ley. La sociedad deja de dividirse en estamentos cerrados, con derechos y obligaciones establecidos para cada uno, y se estructura en una sociedad de clases, donde el criterio de división de la población es fundamentalmente el nivel de renta.

La nobleza desaparece como categoría en los censos oficiales, pero no pierde su posición dominante en la sociedad. Resultó beneficiada por la desamortización y perjudicada con la abolición de los mayorazgos. Junto a los nobles aparece la alta burguésía, que gozaban de una poderosa situación económica y un espíritu modernizador, razón por la que apoyaban el liberalismo (aunque con sufragio censitario y defensa de la propiedad privada). Otro grupo importante es el ejército, conformado por soldados tanto de clase alta como media.

En la clase media se situaba la pequeña burguésía, que se dedicaban al comercio, la empresa, la agricultura, funcionarios… Y por último, la clase baja seguía siendo la más numerosa. Su trabajo seguía siendo muy duro y estaba anclado en el pasado debido a las escasas reformas y mantenimiento de los latifundios.

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