La Distribución Moderna: Estrategias y Prácticas Comerciales
La formación de oligopolios en la distribución comercial les otorga un dominio sobre la cadena agroalimentaria y un elevado poder de negociación. Esto favorece la implementación de prácticas destinadas a mejorar su rentabilidad, lo cual repercute en el resto de la cadena, incluyendo a los consumidores.
Entre estas prácticas se encuentran las marcas blancas, que son productos propios de cada empresa de distribución. Estos productos son fabricados por proveedores de estas superficies y suelen ser entre un 35% y un 40% más baratos que las marcas de los fabricantes. La marca blanca está presente principalmente en productos commodity, es decir, en bienes de compra habitual, que se ofrecen a precios más reducidos para atraer al comprador. La estrategia de la distribución comercial consiste en maximizar las ventas de productos con márgenes comerciales muy reducidos para eliminar la competencia y aumentar su cuota de mercado.
Estrategias de los Productores de Marca Blanca
Los productores de marca blanca suelen seguir tres tipos de estrategias:
- Mixta: Producen su propia marca y la marca blanca del distribuidor.
- Esencial: Solo producen marca blanca.
- Marginada: Solo producen su propia marca (excepcionalmente marca blanca).
Hoy en día, los productos de marca blanca ofrecen una calidad comparable a la de los productos de marca comercial. Además, ha surgido una nueva línea de marca blanca enfocada en la venta de alimentos preparados, los llamados «listos para comer». Esta tendencia responde a las nuevas demandas de los consumidores, mejora la rentabilidad y contribuye a la fidelización del cliente.
El Retraso en los Pagos a Proveedores como Estrategia Financiera
Una estrategia clave para maximizar beneficios y generar un importante colchón económico es el retraso en los pagos a los proveedores, utilizado como fuente de financiación. Esta práctica favorece la expansión de la gran distribución comercial. Este negocio financiero puede llegar a ser más lucrativo que la propia venta de productos, al aportar una mayor cantidad de beneficio.
Solo las grandes industrias agroalimentarias pueden soportar los prolongados retrasos en los pagos de la Gran Distribución Comercial, lo que obliga a las pequeñas y medianas industrias agroalimentarias a desarrollar canales de venta alternativos. En el caso de los productos frescos, el pequeño comercio aún mantiene un cierto protagonismo en las ventas finales, si bien la tendencia de los últimos años se inclina cada vez más a favor de la gran distribución comercial.
La Implantación de un Nuevo Modelo Alimentario en España
A comienzos de la década de 1950, la alimentación española se basaba en gran medida en los componentes de la dieta mediterránea, y el consumo alimentario de la población era relativamente modesto. Por ello, se produjo una notable intervención del Estado en la economía para modificar esta situación, impulsando una progresiva aproximación al modelo alimentario de los países europeos desarrollados (considerado el fin último de todos los pasos anteriores).
Fomento de la Revolución Verde
El Estado fomentó activamente la Revolución Verde, que implicó:
- Sustitución de las variedades tradicionales y aplicación de nuevos inputs químicos.
- Incremento significativo de los rendimientos y la producción agrícola.
- Introducción de maquinaria moderna en los cultivos.
- Pérdida del carácter ecológico de la producción agrícola debido al uso intensivo de inputs químicos.
Crecimiento Industrial y Urbanización
Paralelamente, se produjo un importante desarrollo industrial en regiones como el País Vasco y Cataluña. Las grandes ciudades se convirtieron en focos de atracción de población, debido a un significativo proceso migratorio y de urbanización. En estas ciudades se impulsó un gran desarrollo industrial para modernizar la economía, con la aparición de nuevos sectores como el metalúrgico y el de electrodomésticos, y un notable crecimiento de la industria agroalimentaria. Estos cambios implicaron que los productos agrarios se alejaran de su estado original, al someterse a numerosos procesos intermedios antes de convertirse en alimentos.
Paralelamente, se produjo un aumento de la renta disponible como consecuencia de las nuevas ocupaciones en los sectores industrial y de servicios. También se implementaron cambios en el marco institucional para atraer inversores y liberalizar sectores productivos, destacando el Plan de Estabilización de 1959. Se observaron cambios en la estructura del gasto del hogar: si antes la mayor parte de la renta se destinaba a alimentos, ahora se buscaba y se logró que una parte de esa renta se derivara a otro tipo de gastos para adquirir otros bienes.
Repercusiones en el Modelo de Consumo
Los dos cambios más relevantes fueron el aumento de la producción en serie homogénea, impulsado por la Revolución Verde, y un incremento de los salarios debido a las nuevas ocupaciones industriales y la introducción del salario mínimo. Todo esto condujo a un aumento del consumo, ya que el incremento del poder adquisitivo creó nuevos consumidores y permitió a los consumidores habituales adquirir los nuevos productos ofertados por la industria agroalimentaria. Como resultado, se implantó un nuevo modelo de consumo de masas.
Repercusiones en la Dieta
Debido al aumento de la producción cárnica y la disminución de sus precios, gracias a la introducción de razas muy productivas como el pollo y el cerdo, se puso fin a la preferencia exclusiva por el trigo. Además, la introducción de nuevos productos como el maíz o la cebada contribuyó a una disminución general de los precios y al aumento de la renta disponible. Todo esto conllevó un aumento del consumo de carne en toda la población, que hasta entonces solo estaba al alcance de muy pocos. Así, aumentaron las ventas de carne y sus derivados, popularizándose su consumo, lo que configuró un nuevo modelo de consumo con menos productos de origen vegetal y más productos de origen animal.
Activa Intervención Pública en la Distribución Comercial de Alimentos
Se impulsó la creación de una red de mercados centrales (MERCASA) en la práctica totalidad de las grandes ciudades españolas, con el fin de favorecer las operaciones entre mayoristas y minoristas de productos frescos. Su finalidad principal era garantizar el abastecimiento de productos básicos a la población de los grandes núcleos urbanos. En la actualidad, estos mercados siguen desempeñando un papel importante, ya que suministran a los pequeños comercios y contribuyen a su mantenimiento. La red de mercados centrales (MERCASA) en España tuvo una gran importancia, llegando a suministrar el 65% del total de frutas y hortalizas consumidas en España, el 55% de los pescados y mariscos, y el 45% de las carnes.
Implantación de un Nuevo Formato de Venta al por Menor: El Autoservicio
A finales de la década de 1960, surgieron los autoservicios, impulsados por modelos y programas de Estados Unidos. De esta manera, el comprador realizaba el pago de forma automática a la salida del establecimiento, ahorrando tiempo y reduciendo costes operativos.