Valentí Almirall, la Restauración Española y la Crisis del 98: Corrupción Electoral y Ocaso Imperial


Valentí Almirall y la Crítica al Sistema de la Restauración

El Autor y su Obra: España tal cual es

El fragmento que hemos leído proviene del texto España tal cual es, escrito por Valentí Almirall en 1886. Este texto es un claro ejemplo de crítica política y social hacia el sistema electoral de la Restauración. Almirall, en su obra, dirige su mensaje a toda la población española, buscando despertar la conciencia de la ciudadanía sobre las manipulaciones y fraudes que ocurrieron en las elecciones de la época.

Valentí Almirall fue un destacado intelectual, político y activista catalán, conocido por su crítica al sistema político español de su tiempo. Fue defensor de las ideas republicanas y regionalistas y se opuso firmemente a la corrupción del sistema electoral de la Restauración. A través de sus escritos y su participación política, Almirall intentó reformar la estructura política del país, defendiendo la transparencia, el sufragio universal y la verdadera democracia.

La Denuncia de Almirall: Fraude Electoral y Corrupción

Almirall critica en este fragmento el sistema electoral corrupto de la Restauración. Su denuncia está dirigida contra las manipulaciones que se realizaban para asegurar la victoria de los candidatos del régimen. Señala cómo, tanto con sufragio restringido como con sufragio universal masculino (aprobado en 1890), el poder real residía en unas élites que manipulaban las urnas. Describe prácticas como la inclusión de nombres de difuntos en el censo electoral (lázaros), evidenciando la falta de transparencia y legitimidad. La ironía en su crítica, como la de los muertos ‘resucitando’ para votar, enfatiza la falsedad del sistema y el control absoluto sobre el proceso. Almirall subraya que los resultados electorales siempre favorecían a los candidatos del régimen, sin importar la voluntad popular.

Contexto Histórico: La España de la Restauración (1874-1931)

La Regencia de María Cristina (1885-1902)

En cuanto al contexto histórico, nos encontramos en la época de la Regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902), posterior a la muerte de Alfonso XII en 1885. Durante este período, España vivió bajo el sistema de la Restauración Borbónica (1874-1931), caracterizado por el monopolio del poder entre dos grandes partidos, el Partido Liberal y el Partido Conservador, que se alternaban pacíficamente en el gobierno (el turnismo). Aunque formalmente se presentaba como un sistema democrático, estaba profundamente viciado por la corrupción y el fraude electoral (pucherazo), impidiendo que el sufragio reflejara la voluntad popular. Almirall denuncia cómo el sistema electoral era manipulado por el Ministro de la Gobernación, gobernadores y otros funcionarios, quienes controlaban las elecciones mediante el fraude y la manipulación de las listas de votantes.

El Sistema Canovista: Turnismo y Oligarquía

El sistema ideado por Antonio Cánovas del Castillo se basaba en la alternancia pacífica (turnismo) entre los dos grandes partidos dinásticos, el Partido Liberal (liderado por Práxedes Mateo Sagasta) y el Partido Conservador (liderado por el propio Cánovas), con el objetivo de mantener el orden y evitar los pronunciamientos militares y conflictos del periodo anterior (Sexenio Democrático). Aunque se estableció el sufragio universal masculino en 1890, en la práctica las elecciones estaban manipuladas (caciquismo y pucherazo) para asegurar que las élites políticas conservaran el poder. La alternancia no era resultado de una competencia democrática real, sino una fachada pactada (Pacto de El Pardo, 1885) que aseguraba la continuidad del régimen y el poder de la oligarquía. El sistema de la Restauración puede definirse como una oligarquía o ‘democracia formal’, donde el pueblo carecía de influencia real y servía para legitimar un orden corrupto.

Fundamentos Ideológicos y Prácticas Políticas

El sistema de la Restauración se fundamentaba en principios del conservadurismo y el liberalismo doctrinario, buscando estabilidad y reconciliación tras los convulsos años del Sexenio Democrático (1868-1874). La alternancia entre los dos grandes partidos tenía como objetivo garantizar una transición pacífica del poder sin poner en peligro el control de las élites. Ideológicamente, los conservadores (Cánovas) defendían el orden, la monarquía, la propiedad y un papel relevante para la Iglesia, mientras que los liberales (Sagasta) eran partidarios de mayores libertades individuales y un Estado más laico, pero ambos compartían la defensa del sistema monárquico y el control oligárquico. Como ya se mencionó, el sufragio universal masculino, aunque legalmente establecido, era desvirtuado por el fraude electoral denunciado por Almirall. Este sistema estaba diseñado para perpetuar el control de una minoría sobre la mayoría, bajo la apariencia de un régimen parlamentario.

Cronología y Figuras Clave de la Época

Hitos Cronológicos (1874-1890)

  1. Manifiesto de Sandhurst (1874)
  2. Paz de Zanjón (1878)
  3. Pacto de El Pardo (1885)
  4. Fundación de la UGT (Unión General de Trabajadores) (1888)
  5. Aprobación del Sufragio Universal Masculino (1890)

Partidos y Líderes

  • Partidos dinásticos y líderes: Partido Conservador (Cánovas del Castillo) y Partido Liberal (Sagasta).

Nacionalismos Emergentes

  • Catalán: Lliga Regionalista (1901, aunque con antecedentes), Enric Prat de la Riba.
  • Vasco: Sabino Arana, Partido Nacionalista Vasco (PNV) (1895).

La Crisis de 1898 y el Fin del Imperio Español

Antecedentes: El Problema Cubano y la Presión Estadounidense

Cuando Cánovas del Castillo era nuevamente presidente del gobierno en 1885, murió el rey Alfonso XII. La situación era delicada, ya que la reina María Cristina estaba embarazada y aún no había nacido el heredero al trono (el futuro Alfonso XIII). Para garantizar la estabilidad y la continuidad de la monarquía, los líderes de ambos partidos, Cánovas y Sagasta, formalizaron el turnismo en el Pacto de El Pardo (1885). Cánovas cedió el poder a Sagasta. Tras el nacimiento del futuro Alfonso XIII, se estableció la Regencia de María Cristina de Habsburgo hasta la mayoría de edad del rey (1902). Sagasta, durante su ‘gobierno largo’ (1885-1890), aprobó importantes leyes, como la de Asociaciones y la del sufragio universal masculino (1890), que daban una apariencia democrática al régimen, aunque este seguía siendo oligárquico y corrupto.

Durante estos años, España vio disminuir su peso en la política internacional. Mientras las potencias europeas se repartían África y Asia en la era del imperialismo, España apenas lograba mantener el reconocimiento sobre sus posesiones existentes.

El Camino hacia la Guerra: El Problema Cubano

Tras la Guerra de los Diez Años (1868-1878) y la Paz de Zanjón, el problema cubano parecía temporalmente resuelto, pero las demandas de autonomía o independencia persistían. A las cuestiones políticas se sumaban las económicas: España imponía un fuerte proteccionismo. Estados Unidos (EE. UU.) compraba casi el 90% de la producción cubana (azúcar, tabaco), pero los cubanos estaban obligados a comprar productos españoles, encarecidos por altos aranceles que dificultaban la importación de bienes estadounidenses más baratos. EE. UU., perjudicado por esta política y con intereses económicos y estratégicos en la isla, presionaba a España y amenazaba con cerrar sus mercados a los productos cubanos. En España se temía tanto una nueva sublevación cubana como el apoyo estadounidense a la misma.

La Guerra de Cuba (1895-1898) y la Intervención de EE. UU.

En 1895 estalló la definitiva sublevación independentista en Cuba, iniciada con el Grito de Baire y bajo el lema ‘¡Viva Cuba Libre!’. El movimiento, liderado inicialmente por figuras como José Martí, se extendió por toda la isla. En septiembre de 1895, una asamblea constituyente nombró presidente a Salvador Cisneros Betancourt y aprobó una constitución. Cánovas intentó primero una solución negociada enviando al general Martínez Campos, pero fracasó. Posteriormente, envió al general Valeriano Weyler, quien aplicó una dura política de reconcentración de la población campesina, lo que aumentó la oposición internacional y no logró sofocar la rebelión. La guerra de guerrillas en la selva, el desconocimiento del terreno, la escasez de provisiones y las enfermedades tropicales causaron numerosas bajas españolas. La injerencia de EE. UU. era cada vez más evidente.

En 1897, Cánovas fue asesinado por un anarquista. Un año después, España perdería sus últimas colonias importantes: Cuba, Puerto Rico (PR) y Filipinas. Tras el asesinato de Cánovas, Sagasta volvió al poder, destituyó a Weyler y nombró al general Ramón Blanco. Se ofreció autonomía política y arancelaria a Cuba, pero ya era demasiado tarde; los independentistas, apoyados por EE. UU., la rechazaron. EE. UU. intentó comprar la isla, pero el gobierno español se negó.

En febrero de 1898, la explosión del acorazado estadounidense Maine en el puerto de La Habana sirvió de pretexto a EE. UU. para acusar a España y declararle la guerra. El conflicto duró pocos meses y supuso la rápida destrucción de la Armada española. Las batallas navales decisivas fueron la de Cavite (Filipinas) y la de Santiago de Cuba.

El Desastre del 98: Derrota y Consecuencias

Derrotada, España se vio obligada a firmar el Tratado de París (diciembre de 1898), por el cual cedía Cuba (que obtuvo una independencia tutelada por EE. UU.), Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam a Estados Unidos. España perdía así los restos de su imperio colonial. Para muchos independentistas, significó simplemente un cambio de dominio. Este conjunto de hechos se conoce como el Desastre del 98.

Impacto Político y Social: El Regeneracionismo

La derrota en la guerra hispano-estadounidense y las consiguientes pérdidas territoriales y humanas (aproximadamente 50.000 combatientes) provocaron una profunda conmoción en la sociedad española. Políticos como Francisco Silvela, junto a republicanos y socialistas críticos con el sistema canovista, e intelectuales como Joaquín Costa, promovieron una revisión crítica de la vida nacional. El Desastre del 98 provocó:

  • Una crisis de la conciencia nacional, expresada a través de las obras de los escritores de la Generación del 98 (Unamuno, Baroja, Maeztu, etc.).
  • Propuestas de reformas y modernización política englobadas en el Regeneracionismo, con vertientes como la reforma política y la reforma educativa.
  • Un mayor protagonismo de los nacionalismos periféricos (catalán y vasco).

Consecuencias Militares y Económicas

A esto se unieron otras consecuencias:

  • Desde el punto de vista militar, se puso de manifiesto la incapacidad del ejército, con un número excesivo de mandos y un injusto sistema de reclutamiento por quintas (redimible mediante pago).
  • Desde la economía, supuso la pérdida de mercados para las manufacturas españolas (especialmente textiles) y de las materias primas importadas de las colonias.
  • Conllevó la repatriación de capitales (‘indianos’) desde Cuba, lo que paradójicamente tuvo un efecto positivo a corto plazo en la economía peninsular.

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