Atmósfera humillante


La agricultura del trigo es la protagonista en Europa, ya que presenta la forma más barata de obtener energía. El trabajo de la siega es muy demandante físicamente y por tanto lo relevante es la cantidad de calorías por encima de la calidad del producto. Durante los siglos XIII- XIV aumentos en la productividad de la tierra se deberán al paso del sistema de año y vez al sistema trienal, y cuando este fracase ante la emergente presión demográfica del siglo XV, se sustituirá por el sistema de alternancia de cultivos hasta el Siglo XVII. La aldea campesina se organizaba en torno a tres tipos de propiedad.
Una zona de huertos situadas a las orillas de los ríos y cerca del lugar habitado en los que se cultivaban frutas verduras y legumbres. Era una tierra de propiedad privada que producía un alto rendimiento, pero constituía un porcentaje muy pequeño del terreno. Por otro lado, la zona labrada de “año y vez” presentaba una propiedad privada con servidumbre colectiva y en ella se cultivaba el cereal.
El sistema de año y vez consistía en dividir el terreno en dos hojas, en una se labra y se si siembra el trigo y la otra se deja en barbecho, para paliar la falta de abono y que la tierra recupere su fertilidad natural; y al año siguiente se altera el proceso. El tipo de propiedad de la zona labrada de año y vez permitía a los vecinos que, durante un determinado tiempo, entraran con sus pastos en la hoja de barbecho, evitando así conflictos entre los ganaderos y los agricultores. De esta manera, el tiempo de cultivo y el tiempo de descanso lo marca la propiedad. Por último, la zona de dehesa boyal es una propiedad comunal que servían para el pasto de los animales de tiro y todos los vecinos dispónían del mismo derecho de uso. En la primera mitad del Siglo XIV, el aumento de la población hizo necesario roturar más tierra, por lo que el territorio agrario aumentó, reduciendo la tierra destinada a pasto. La dificultad para integrar cultura y ganadería tuvo como consecuencia la reducción de la cantidad de ganado y por ende de abono, provocando una ruptura del equilibrio ecológico y disminuyendo los rendimientos por hectárea. La solución ante el límite demográfico que no pudo superar el sistema de año y vez fue resuelta con el sistema trienal que pretendía aumentar las roturas sin romper el equilibrio. Para ello, la tierra se divide en tres hojas, en una se siembra cereal de verano como el trigo o el centeno, en otra el cereal de primavera o forrajero y la tercera hoja se deja descansar. El aumento de la tierra dedicada a cereal forrajero, destinada a alimentar al ganado, permitíó aumentar la superficie roturada sin romper el equilibrio ecológico, aumentando el rendimiento por hectárea. Sin embargo, supuso el aumento de las horas de trabajo ya que a medida que aumentaba la tierra roturada, aumentaba el cereal forrajero en la misma proporción. Los cambios en la organización de la producción y el espacio agrario fueron acompañados por cambios tecnológicos como el collarín, la herradura o el arado de reja. Hasta la revolución industrial los aumentos en la producción están ligados a un uso más efectivo de la energía animal, gracias a nuevos inventos tecnológicos. El collarín sustituyó a la cincha de cuero que se ceñía a la yugular del animal dificultando la respiración y provocando fatiga, permitiendo la circulación y una mayor eficacia. La herradura servía para proteger las pezuñas de los caballos ya que debido a las grandes cantidades de peso a las que se les sometía, el proceso de desgaste era más rápido que el de recuperación natural. Por otro lado, el arado romano de madera fue sustituido por el arado de vertedera o de reja que contaba con una hoja más grande con perfil cóncavo que penetra en la tierra con profundidad y la voltea, duplicando de este modo la tierra de uso agrario, y favoreciendo el drenaje del agua. Sin embargo, es mucho más pesado que el arado romano y por tanto necesitas herraduras y collarines para poder moverlo. El uso del arado de vertedera produjo aumentos espectaculares en la producción por hectárea y los primeros indicios en el aumento de la productividad. El problema de la falta de nitrógeno en todas las tierras de Europa después de siglos cultivando el trigo, fue resuelto con el sistema de alternancia de cultivos que permitía crear una secuencia de cultivos dentro de una parcela, y se alternaban uno tras otro. Los campesinos europeos observaron que la alternancia de cereales y leguminosas provocaban que los rendimientos de los cereales aumentaran de manera prodigiosa, ya que las leguminosas obténían el nitrógeno de la atmósfera y lo fijan en la tierra en forma de nitrato, enriqueciendo el suelo y resolviendo la carencia de abono y por tanto falta de nitrógeno. Una de las implicaciones más importantes del sistema de alternancia de cultivos fue que permitíó aumentar el rendimiento por hectárea ya que disminuyó considerablemente las tierras en barbecho y el 100% de la tierra se roturaba. Al tener mayor forraje, aumentaron la cantidad de animales de tiro, que comenzaron a estabularse lo que permitíó aprovechar el 100% de los excrementos, aumentando el abono disponible por hectárea y la productividad total. Las granjas comenzaron a estar mejor equipadas para animales de tiro, se desarrolló el arado de vertedera de cuatro rejas que multiplicó por cuatro la productividad de la labranza, produciendo por primera vez ganancias significativas. El sistema de alternancia de cultivos logró aumentos significativos de la productividad por hombre logrando una red urbana más densa. La disponibilidad de forraje permitíó a las granjas alimentar a más animales, como ovejas y vacas. Productos derivados de estos animales como la carne, la leche el queso o la mantequilla enriquecieron la dieta del campesinado, mejorando el nivel de vida de amplias capas de la sociedad. En el Siglo XVII la red urbana holandesa constituía una de las más densas, ya que hicieron de Holanda un jardín, desecando el mar y aplicando un sistema de drenaje, aumentando de este modo la tierra labrada. Por este motivo, se decía que los campesinos mejor alimentados del planeta eran los holandeses, que poseen uno de los índices de desarrollo humano más altos. El desarrollo del sistema de alternancia de cultivos supuso el fin de la comunidad aldeana y un cambio en la concepción de la propiedad, ya que la necesidad de disponer de absoluta libertad en el uso de la tierra para alternar los cereales de invierno y verano con la leguminosa acabó con las servidumbres colectivas del uso de la tierra. Además, el desarrollo de este sistema también provocó cambios en los hábitos de trabajo. 

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