2º Procedimiento: Los Conceptos Temporales y el Tiempo Histórico
Pese a ser uno de los pilares de nuestro pensamiento y de nuestras vivencias, el concepto tiempo tiene difícil definición debido a su variedad de matices y dimensiones: existe al mismo tiempo un tiempo absoluto y medible; un tiempo más variable que puede depender de la cultura (distintos calendarios) o de uno mismo; incluso existe lo que llamamos el tiempo histórico. Por ello, antes de abordar la didáctica del concepto tiempo, conviene aclarar las distintas dimensiones que coexisten de dicho concepto, entre las que están el tiempo físico, el tiempo humano, el tiempo civil y el tiempo histórico.
El Tiempo Físico o Astronómico
Es el tiempo medible, absoluto, observable, lineal, unidireccional, resultado de la observación de la duración de las cosas (astros) en función del movimiento y cambio. Algunos autores lo han considerado desde dos perspectivas:
- Un tiempo objetivo, absoluto, ajeno a la persona: como Aristóteles, para quien el tiempo es el número o medida del movimiento según el antes o después; o Newton (siglo XVIII), quien lo definía como una sucesión de momentos infinita, separada por intervalos; un gran contenedor donde situamos las cosas en su duración y sucesión.
- Un tiempo relativo y no ajeno a la persona: como Einstein (siglo XX), en cuya Teoría de la Relatividad afirmó que tiempo –y espacio– son relativos. Depende de que el observador esté en movimiento o reposo y de la velocidad de lo que se quiere medir. Más allá de la velocidad de la luz, el tiempo se detendría. Como el espacio, que se contrae y se dispersa, el tiempo también tuvo un principio y puede tener un final.
El Tiempo Humano
Es el tiempo que se vive y experimenta individual y colectivamente. Es un tiempo relativo porque depende de la experiencia de cada persona. Las duraciones y los ritmos no son necesariamente lineales (los tiempos se hacen cortos o largos dependiendo de la vivencia…).
El Tiempo Civil o Cronológico
Sería la unión del tiempo físico (lineal, absoluto, etc.) y el tiempo humano (relativo, no lineal). Es el tiempo que organiza las actividades de cada cultura y que se mide por el reloj y el calendario (tiempo cronológico). Es objetivo (porque se puede medir objetivamente) y también relativo (cada cultura tiene su propio calendario…).
El Tiempo Histórico
Es el que nos ayuda a explicar la historia porque ordena y explica los cambios producidos en la sociedad. Sitúa los acontecimientos en el tiempo (pasado, presente, futuro), permitiéndonos revivir el pasado desde el presente y hacernos una idea de futuro (anticipar acontecimientos). El tiempo histórico incluye el tiempo cronológico, porque no podríamos entender la historia si no aceptamos la sucesión lineal de unos hechos en el tiempo y aprendemos los rudimentos de la medida del tiempo (reloj, calendario), pero a la vez es un tiempo puramente relativo, que aporta sus propios tiempos humanos y colectivos derivados de la naturaleza de los hechos y supera lo estrictamente lineal y progresivo adecuándose a una realidad histórica formada por distintos estratos temporales (media, corta o larga duración), así como rupturas, aceleraciones, progresiones, retrocesos, etc.
Esta noción del tiempo histórico apareció a mediados del siglo XX. Hasta entonces, siguiendo las indicaciones del positivismo, se enseñaba la historia como una relación de hechos perfectamente situados en sus fechas precisas para hacerlos más entendibles; tendencia a la periodización de los hechos en una única línea del tiempo regular y progresiva que se ha mantenido casi hasta nuestros días. Para superar esta concepción epistemológica y didáctica de la historia fue fundamental la aportación del historiador francés Ferdinand Braudel (1902-1985), uno de los miembros más destacados de la Escuela de los Annales. En su intento de explicar una historia total que incluyera la interrelación de los hechos económicos y geográficos, reconoció en la historia la existencia de tres tipos de duraciones temporales:
Tiempos Cortos
Son las fechas y datos precisos, el tiempo corto y rápido de los acontecimientos que se manifiestan tanto a nivel de la vida cotidiana como en la vida política, cultural, etc. Por ejemplo, una jornada electoral, un día de huelga, el estreno de una película, el discurrir de un día de trabajo, etc. Para Braudel, la historia positivista basada en hechos o fechas era sólo la corteza de la realidad social, un tiempo engañoso porque explicaba poco o nada los acontecimientos históricos sirviendo apenas para ser memorizados.
Tiempo Medio o Coyuntura
Frente a los tiempos cortos, destacaba otro tiempo más largo, que es cíclico, llamado tiempo medio o coyuntura, que envuelve a los acontecimientos, extendiéndose hasta una generación (aproximadamente 50 años). El tiempo medio explica mejor los hechos históricos sin que la memoria los pierda a poco que indague en ellos, y acoge más fácilmente los hechos económicos. Se trata de las coyunturas medias (políticas, económicas, ideológicas, etc.) que nos permiten o no realizar determinados actos (por ejemplo, la existencia de una determinada ley que favorece o no la incorporación de la mujer en el mundo laboral, determinada coyuntura económica que determina el nivel de vida, un movimiento de salarios, un período de gobierno que determina una coyuntura política concreta, una ideología, etc.).
Tiempo de Larga Duración o Estructura
Finalmente destacaba un tiempo de larga duración o estructura, que se mueve lentamente y que explica mejor que ninguno el acontecer humano a pesar de que apenas lo percibimos, operando desde el inconsciente colectivo, desde las mentalidades. Las estructuras serían constantes de tipo social, económico, culturales, psicológicas, etc., que se imponen durante largos períodos de tiempo y que suponen límites a los cambios; son permanencias y estructuras que impiden sobre todo cambios a corto o medio plazo. Por ejemplo, una estructura económica de larga duración sería la imposibilidad de producir más y, en consecuencia, la escasez que vivía la población antes de la industrialización; también es estructural la educación machista que los gobiernos han fomentado hasta fechas recientes y que ha impedido que la mujer no pudiera participar en distintas esferas de la vida pública; al igual que es estructural la influencia de determinado marco geográfico en el desarrollo histórico de la población que lo habita, etc. Otros autores han llamado a este tiempo estructural: “playas de larga duración” (M. Vovelle, 1985, Ideologías y mentalidades, p. 48) y “cárceles de larga duración” (J. Le Goff et al., 1988, La Nueva Historia, Bilbao, p. 367).
Con esta jerarquía de tiempos y planos, Braudel pretendía privilegiar el estudio de los dos primeros tiempos invitando a practicar una historia estructural o coyuntural y a relegar y menospreciar la historia episódica de “individuos y acontecimientos”. La existencia de estos tiempos simultáneos es lo que configura y determina realmente el tiempo histórico, que actualmente se define como la simultaneidad de duraciones, movimientos y cambios diversos que se dan en una colectividad humana a lo largo de un período determinado (M. C. Domínguez, Coord., 2008, Didáctica de las Ciencias Sociales, Pearson, p. 239).
La enseñanza del tiempo histórico (que requiere la enseñanza previa de las convenciones del tiempo cronológico) es mucho más constructiva que la simple historia positivista lineal porque supone abordar una historia total, en tanto que hay que analizar distintos estratos (ideológico, económico, cultural, etc.), cada uno de los cuales tiene su propia dimensión temporal. Según lo dicho, la enseñanza del tiempo en la escuela supondrá la explicación de las diversas dimensiones o nociones del tiempo histórico.