El Conflicto de 1936-1939: Causas, Frentes y Repercusiones


Revuelta y Guerra Civil. Dimensión interna e internacional del conflicto.

Las causas de la guerra civil

Los historiadores distinguen tres tipos de causas:

  1. Causas estructurales o de «larga duración». Y se citan:

    • el problema del latifundismo agrario meridional y la miseria de las masas campesinas jornaleras;
    • la tensión entre el débil poder civil y los militares;
    • el enfrentamiento entre clericalismo y anticlericalismo;
    • el conflicto entre centralismo y nacionalismos;
    • la dureza de las relaciones laborales.
  2. Causas coyunturales o de radio temporal «medio». Y se cita:

    • el impacto de la crisis del 29 y a las dificultades de la Hacienda para afrontar la crisis económica;
    • la fragmentación y polarización del sistema político;
    • la debilidad u hostilidad de la administración y de las fuerzas de seguridad en manos del gobierno republicano;
    • la fractura ideológica y política de las fuerzas armadas;
    • la división obrera entre revolucionarios y reformistas;
    • la quiebra de las clases medias divididas en función de sus creencias religiosas (católicas o anticlericales) o nacionales (españolas, catalanistas o vasquistas).
  3. Causas inmediatas o detonantes propias del «tiempo corto». Y se citan:

    • la revolución socialista y catalanista de octubre de 1934;
    • el frágil triunfo electoral del Frente Popular en febrero de 1936;
    • la destitución del presidente Alcalá Zamora en abril de 1936 y su sustitución por Azaña;
    • la debilidad del gobierno presidido por Casares Quiroga tras las elecciones de febrero del 36;
    • las huelgas de mayo y junio;
    • el asesinato del líder derechista Calvo Sotelo el 13 de julio del 36, días antes de la sublevación militar.

El historiador Santos Juliá escribe sobre el significado de la guerra:

«Es una lucha de clases por las armas, una guerra de religión, de nacionalismos enfrentados, guerra entre dictadura militar y democracia republicana, entre revolución y contrarrevolución, guerra entre fascismo y comunismo.

En los primeros meses hay tantos muertos en las cunetas como en las trincheras, con campesinos con alpargatas y fusiles al hombro enfrentados a militares al mando de fuerzas mercenarias. Una vez internacionalizada la guerra, es el prólogo a la guerra futura, de tanques y aviones, de ciudades bombardeadas, con una coalición de democracias y comunismo enfrentados a las potencias fascistas, anuncio de la división de Europa tres años después».

La Guerra Civil: la división de fuerzas a finales de julio de 1936.

El 18 de julio del 36 se sublevó solo una parte del Ejército. Los militares, dirigidos por los generales Mola, Sanjurjo, Franco y Queipo de Llano, se sublevaron por varias razones: porque creían que la República no tenía legitimidad política; porque creían que la concesión de autonomía a las regiones era una amenaza a la unidad de España; porque pensaban que las huelgas y los desórdenes revelaban la falta de autoridad de la democracia; porque consideraban que las leyes republicanas atacaban la esencia católica de España. Los militares rebeldes creyeron que el golpe de Estado triunfaría de manera inmediata. Se equivocaron: se desencadenó una devastadora guerra civil de tres años.

Días después del inicio de la sublevación militar, los sublevados solo habían logrado el dominio sobre todas las colonias (Marruecos, Ifni, Sahara y Guinea), una amplia zona del oeste y centro peninsular (Navarra, Álava, Castilla la Vieja, Galicia, Cáceres y la mitad de Aragón), un reducido núcleo andaluz en torno a Sevilla, Córdoba, Cádiz y Granada y en las islas Canarias y Baleares (excepto Menorca).

La sublevación había sido derrotada por un pequeño sector del Ejército fiel al gobierno, con ayuda de las milicias obreras armadas, en dos grandes zonas separadas entre sí: la zona centro-sur y el este peninsular (Madrid, Barcelona, Valencia, Badajoz, La Mancha, y toda la costa mediterránea hasta Málaga) y una estrecha franja del norte que comprendía Guipúzcoa, Vizcaya, Cantabria y Asturias, aislada del territorio republicano.

El territorio republicano era el más densamente poblado y urbanizado, el más industrializado porque incluía la siderurgia vasca, la minería asturiana y la industria textil y química catalana y el de menos posibilidades agrarias y alimenticias exceptuando los productos hortofrutícolas de las huertas.

Por el contrario, el área de los militares sublevados tenía menos población y mayor población rural, escasa industria e importantes recursos alimenticios agrarios y ganaderos (70% del trigo, la mayor parte de la patata y legumbres y la mitad del maíz).

No obstante, ese reparto era desventajoso para el bando republicano por su separación geográfica y la falta de conexión entre las zonas industriales y las zonas de consumo: ni el carbón asturiano ni el hierro vasco podían abastecer a la industria catalana o levantina ni los productos de esta podían llegar a los mercados urbanos de la zona norte leal a la República.

La dimensión interna de la Guerra Civil.

En la zona republicana, la sublevación militar provocó que se iniciara una revolución social colectivista, realizada por la CNT, la FAI y la UGT, que abolió la propiedad privada de la tierra, de la industria, de los transportes y abastecimientos alimenticios.

En los primeros meses se desencadenó la persecución contra la Iglesia, los empresarios, los propietarios, las clases acomodadas, los católicos y los simpatizantes de los partidos de derechas. Se produjeron unos 30.000 asesinatos (unos seis mil sacerdotes y religiosos), detenciones, saqueos e incendios de numerosas iglesias por parte de militantes de la izquierda.

La República careció inicialmente, durante varios meses, de unidad en la dirección política y militar de la guerra. Desde un punto de vista militar el resultado fue desastroso porque la revolución deshizo el ejército republicano, sustituido por milicias de partidos y sindicatos mandadas por oficiales improvisados. Hasta la primavera del 37 la República no pudo disponer de un Ejército operativo.

Durante la Guerra se sucedieron tres gobiernos republicanos:

Gobierno de José Giral (Julio-Septiembre 1936)

Entre julio y septiembre de 1936, el gobierno estuvo presidido por José Giral de Izquierda Republicana y estuvo formado por republicanos de izquierda. El gobierno entregó armas a los milicianos de los partidos y de los sindicatos, disolvió el Ejército y creó batallones de voluntarios dirigidos por los oficiales leales a la República.

Durante este gobierno el poder del Estado se desplomó y fue sustituido por Comités o Juntas, dispuestas a imponer el orden revolucionario, formadas por militantes de los partidos y sindicatos obreros.

Gobierno de Largo Caballero (Septiembre 1936-Mayo 1937)

El rápido avance hacia Madrid del ejército sublevado que consiguió unir las dos zonas y llegar a las puertas de Madrid provocó un cambio de gobierno. Largo Caballero, líder de la UGT y miembro del PSOE, fue llamado a formar gobierno para dirigir la guerra.

Entre septiembre del 36 y mayo del 37, el gobierno estuvo presidido por Largo Caballero, que formó un gobierno de unidad con republicanos, socialistas, comunistas, PNV, ERC y cuatro ministros anarquistas (Sanidad, Justicia, Industria y Comercio).

El gobierno republicano se trasladó a Valencia ante el ataque a Madrid de los sublevados. Los objetivos del gobierno fueron: recuperar la autoridad del Estado, eliminar los Comités y Juntas, y dirigir la guerra con energía creando el Ejército Popular.

Largo Caballero tuvo problemas con los anarquistas y comunistas. Los anarquistas se negaron a integrar a sus milicias en el Ejército Popular y a renunciar a las colectivizaciones. En mayo del 37 se desarrolló en Barcelona un enfrentamiento sangriento entre los anarquistas de una parte y los republicanos y comunistas que controlaban la Generalitat, que terminó con la derrota de los primeros. El gobierno quedó debilitado y los ministros anarquistas abandonaron el gobierno.

Gobierno de Juan Negrín (Mayo 1937-Fin de la Guerra)

Desde mayo del 37 hasta finales de la guerra, el socialista Juan Negrín dirigió un gobierno formado por socialistas, comunistas, republicanos y PNV. Su política perseguía realizar un esfuerzo militar y por otra parte buscar un acuerdo con los sublevados para salvar la República y el sistema democrático. En 1938 propuso los Trece Puntos para conseguir la paz. Franco no aceptó e hizo saber que solo aceptaría una rendición sin condiciones.

El año 38 fue difícil: escasez de alimentos, derrotas militares y cansancio de la población. La esperanza de Negrín era que la guerra se alargara hasta el inicio de la guerra europea entre las potencias democráticas y las fascistas. Sin embargo, la República tenía los días contados.

A finales del 37, los sublevados ocuparon el País Vasco, Cantabria y Asturias; en mayo del 38 separaron Cataluña de Valencia y en el verano del 38 se inició la batalla del Ebro que hundió al ejército republicano. Franco ocupó Barcelona en enero del 39. El gobierno republicano, el de la Generalitat y las Cortes huyeron a Francia. El 28 de marzo del 39 ocuparon Madrid, Albacete, Alicante y Valencia. El 1 de abril la guerra ha terminado.

La zona sublevada: Creación del Nuevo Estado

En la zona sublevada se crea un nuevo Estado. El general Sanjurjo, jefe de la sublevación, murió el 20 de julio en accidente de aviación cuando regresaba a España desde Lisboa para hacerse cargo de los sublevados.

Los militares sublevados crearon una Junta de Defensa Nacional que se estableció en Burgos y que era presidida por el general más antiguo, Miguel Cabanellas. La Junta prohibió las actividades de todos los partidos del Frente Popular, los sindicatos de clase, abolió la Constitución del 31 y paralizó la reforma agraria.

Desde el primer momento se desencadenó una represión a gran escala. Los militares rebeldes fusilaron a afiliados a partidos de izquierda y sindicatos, a cientos de maestros, a algunos intelectuales como García Lorca, incluso a varios curas vascos próximos al nacionalismo. Badajoz, donde los nacionales fusilaron a más de 2.000 prisioneros en agosto del 36, es un símbolo de la violencia franquista. Unas 60.000 personas fueron ejecutadas en la zona de Franco.

El 30 de septiembre de 1936, Franco, que había trasladado a la Península al Ejército de Marruecos formado por las unidades mejor preparadas mediante un puente aéreo gracias a la ayuda de aviones alemanes e italianos, fue elegido como jefe supremo debido a sus éxitos militares al mando del Ejército de África tras la conquista de Toledo y el reconocimiento de Hitler y Mussolini. El 1 de octubre es nombrado Jefe del Estado, jefe del Gobierno y Generalísimo de los Ejércitos. Su Cuartel General se estableció en Salamanca. El nuevo poder político se inspira en el modelo de los Estados fascistas italiano y alemán, es decir, un Estado de partido único con un jefe con plenos poderes. En abril del 37 Franco publicó el Decreto de Unificación por el cual se creaba un partido único, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, unificando a falangistas y carlistas. Franco asumió la Jefatura del Partido. El uniforme de sus miembros: Camisa azul de Falange y boina roja carlista; saludo al estilo fascista. Se respetaba la influencia de la Iglesia que publicó una Carta Colectiva de apoyo a los sublevados en la que legitimaba la guerra como una cruzada en defensa de la religión.

En enero del 38 se crea el primer gobierno de Franco que concentra todos los poderes y pasa a llamarse Caudillo. Su gobierno promulgó las siguientes leyes:

  • El Fuero del Trabajo inspirado en el modelo fascista italiano: los sindicatos verticales son una organización estatal que agrupa a empresarios y trabajadores. Queda prohibida la huelga y las peticiones colectivas.
  • Leyes para controlar los medios de comunicación que estarán al servicio del Estado.
  • Leyes favorables a la Iglesia: derogación del matrimonio civil y del divorcio, y reanudación de la enseñanza religiosa y del presupuesto del clero.
  • Ley de Responsabilidades Políticas para formar tribunales con jueces, militares y falangistas para juzgar a las personas vinculadas a los partidos y sindicatos de izquierda.

Dimensión Internacional de la Guerra Civil.

Iniciada la guerra, ambos bandos pidieron ayuda extranjera porque en España no existían equipos militares suficientes. El gobierno republicano de Giral se dirigió al gobierno del Frente Popular de Francia solicitando aviones y municiones. El general Franco, al mando de los sublevados de Marruecos, envió emisarios a Roma y Berlín pidiendo aviones para transportar sus tropas a la Península.

Hitler y Mussolini respondieron afirmativamente y Franco pudo trasladar sus tropas a Andalucía e iniciar la marcha sobre Madrid. Ambos dictadores deseaban contar con una España aliada para debilitar la posición franco-británica y evitar una victoria del bolchevismo.

El gobierno Francés, favorable en un principio a prestar ayuda a la República, la denegó por presiones de Gran Bretaña y de la derecha francesa.

Los esfuerzos de Gran Bretaña y Francia para imponer la No Intervención en España (según el acuerdo firmado el 8 de agosto del 36), que prohibía la venta o envío de armas a ambos bandos y localizar así el conflicto que amenazaba con desembocar en una nueva guerra europea, fracasaron.

Alemania e Italia, firmantes del acuerdo, reconocieron a Franco y violaron el acuerdo, cuando su entrada en Madrid parecía inminente. Alemania envió la Legión Cóndor, integrada por un centenar de aviones con pilotos alemanes, y unos cinco mil asesores a lo largo de la guerra. Italia mandó 70.000 soldados, que entraron en combate a partir de enero del 37 y abundante material y que intervinieron en la ocupación de Málaga, batalla de Guadalajara y toma de Santander.

La URSS de Stalin firmó el acuerdo de No-Intervención, pero tras el apoyo de los Estados fascistas a Franco puso al servicio de la República unos 2.000 asesores (instructores, aviadores, artilleros) y envió más de 1.000 aviones y 900 carros y tanquetas. El material militar se pagó con las reservas de oro del Banco de España que fueron enviadas a Moscú. Stalin apoyó el envío de las Brigadas Internacionales, integradas por voluntarios socialistas, comunistas y militantes de izquierdas de diversos países, que llegaron para defender Madrid en septiembre del 36 cuando estaba en peligro de ser ocupada por Franco. Negrín en septiembre de 1938 ordenó su retirada con la esperanza de que Franco renunciara a la ayuda alemana e italiana.

Las operaciones militares.

El avance de los sublevados hacia Madrid (VII-XI 1936).

Las tropas de África (legionarios y regulares) pasan el Estrecho con un puente aéreo de aviones italianos y alemanes. Ocupan Badajoz y enlazan con la zona sublevada del Norte. Ocupan Toledo y se preparan para asaltar Madrid. La capital resiste de noviembre de 1936 a enero de 1937 gracias a la movilización general, la ayuda de las Brigadas Internacionales y de la columna de anarquistas de Cataluña mandada por Durruti. Dirigen la defensa los militares republicanos Miaja y Rojo. El lema es: «No pasarán» o «Madrid tumba del fascismo«. En noviembre el gobierno republicano se traslada a Valencia.

Batallas en torno a Madrid y ocupación del Norte por los sublevados.

Los sublevados realizan dos intentos de aislar Madrid cortando la carretera de Valencia: la batalla del río Jarama en febrero del 37 y la batalla de Guadalajara en marzo. Estos intentos fracasan. Franco abandona el ataque a Madrid e inicia la ocupación del Norte: Guipúzcoa, Vizcaya, Santander y Asturias entre abril y octubre del 37. Guernica fue arrasada por la aviación alemana por orden de Franco. Las zonas mineras y la industria siderúrgica caen en manos de los sublevados.

La República, para aliviar la presión en el Norte, desencadenó dos ofensivas: Brunete en las cercanías de Madrid y Belchite cerca de Zaragoza que no pudieron evitar la caída de la zona Norte.

El avance hacia el Mediterráneo.

El ejército republicano toma la iniciativa y ocupa la ciudad de Teruel en el invierno del 37 y 38 pero la ciudad es recuperada por los sublevados. Franco desencadena la campaña militar de Aragón y llega al Mediterráneo en Vinaroz (abril del 38). El territorio republicano queda dividido en dos partes y Cataluña aislada.

La batalla del Ebro y el fin de la guerra.

La batalla del Ebro se inició con el ataque republicano a lo largo del Ebro entre Teruel y Tarragona con un éxito inicial. La batalla duró todo el verano del 38 y los republicanos tuvieron que retroceder y Franco ocupó la desembocadura del Ebro.

En enero del 39 cae Barcelona y el gobierno republicano, las Cortes y los gobiernos vasco y catalán huyen a Francia. En febrero la República solo controla la zona Centro comprendida entre Madrid, Valencia, Ciudad Real y Almería. A comienzos de marzo el coronel republicano Casado, jefe de la defensa de Madrid, se subleva contra el gobierno republicano de Negrín e intenta negociar el fin de la guerra con Franco. Francia y Gran Bretaña reconocen a Franco. El 28 de marzo las tropas de Franco entran en Madrid y el 1 de abril del 39 la guerra ha terminado.

Balance de la Guerra.

La Guerra provocó la muerte de 300.000 personas, de ellas unas 140.000 en el frente y el resto en ambas retaguardias. Otras 300.000 marcharon al exilio, y un número similar, sufrió penas de cárcel entre el 39 y 45. La mayor parte de los exiliados se instalaron en Francia y algunos lucharon en las guerrillas contra los nazis durante la ocupación de Francia. Un grupo importante de políticos e intelectuales logró embarcarse hacia América Latina y se refugiaron en México, Argentina, Chile y Cuba. El conjunto más numeroso de exiliados en la URSS fue el de los tres mil niños que fueron evacuados hacia la URSS durante la guerra civil.

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