La Condición de los Obreros en el Siglo XIX
Los trabajadores se veían obligados a vivir en situaciones muy precarias. Los asalariados eran considerados una fuerza de trabajo que se compraba.
Las condiciones laborales eran impuestas por los propietarios de fábricas, minas, etc.
No había legislaciones que protegieran a los trabajadores. Si se organizaba una protesta, esta era perseguida por las autoridades.
Las Alternativas Socialista y Anarquista
La indignación ante la miseria de los obreros dio origen a nuevas ideologías políticas: el socialismo y el anarquismo. Estas denunciaban los abusos del capitalismo liberal y aspiraban a construir una sociedad más libre e igualitaria.
El Socialismo Utópico
Los socialistas utópicos eran un grupo de pensadores herederos de la tradición ilustrada y de la corriente radical jacobina. Criticaban la propiedad privada de los medios de producción, la explotación de los trabajadores y la concentración de la propiedad y la riqueza.
Estos pensadores buscaban un nuevo modelo social. Aspiraban a sustituir la propiedad privada por la propiedad colectiva, garantizar la igualdad de derechos básicos y establecer sistemas políticos democráticos con sufragio universal y soberanía popular.
Figuras como François Babeuf y Louis Auguste Blanqui sostenían que la sociedad igualitaria solo se podía conseguir de forma revolucionaria y violenta. Sin embargo, la mayoría creía en una transformación social pacífica mediante la difusión de la educación, la asociación y la cooperación.
Charles Fourier, por su parte, defendió la creación de falansterios: agrupaciones comunitarias donde la propiedad sería colectiva y todos sus miembros compartirían las tareas y los beneficios del trabajo.
El Marxismo: Socialismo Científico
Karl Marx y Friedrich Engels publicaron el Manifiesto del Partido Comunista, que fue la primera formulación del marxismo. Esta corriente socialista tendría un impacto profundo en el movimiento obrero y en la cultura mundial.
El marxismo defendía la necesidad de destruir el orden liberal y el sistema económico capitalista para crear una sociedad más igualitaria. Marx y Engels creían que el proletariado era la clase social que debía establecer, mediante la revolución, un orden social sin clases.
La teoría marxista se fundamentaba en tres ejes principales:
- Un análisis del pasado.
- Una crítica del presente.
- Un proyecto de futuro: la sociedad comunista.
Análisis del Pasado: La Lucha de Clases
El análisis del pasado se entendía como una lucha de clases: un antagonismo constante entre los opresores y los oprimidos.
Crítica del Presente: El Capitalismo y la Plusvalía
En su crítica del presente, Marx denunciaba la propiedad privada de los medios de producción y la explotación inherente al capitalismo. Un concepto central en esta crítica es la plusvalía.
Proyecto de Futuro: La Sociedad Comunista
Marx proponía la necesidad de superar este sistema de explotación y planteaba un proyecto de futuro: la sociedad comunista. Para alcanzarla, consideraba necesaria una fase de dictadura del proletariado, durante la cual se socializarían los medios de producción. El objetivo final era la desaparición de las clases sociales y la constitución de una sociedad igualitaria.
El Anarquismo
El anarquismo no presentaba una doctrina tan homogénea como el marxismo, sino que agrupó propuestas individuales de distintos ideólogos.
Pierre-Joseph Proudhon, uno de sus principales pensadores, afirmaba que «la propiedad es un robo» y defendía un sistema social basado en el mutualismo y el cooperativismo. Pretendía superar el sistema de producción capitalista al margen de las organizaciones políticas y de toda forma de autoridad.
Los ejes principales del pensamiento anarquista pueden resumirse en:
- Defensa de la propiedad colectiva.
- Oposición a la existencia del Estado y a toda forma de autoridad.
- Apoliticismo y rechazo de los partidos políticos.
- Defensa de la espontaneidad revolucionaria de las masas.
El Nacimiento de los Sindicatos
A partir de las décadas de 1820 y 1830, los trabajadores tomaron conciencia de que el sistema fabril se consolidaría y que acciones como el ludismo no mejorarían sus condiciones de vida y de trabajo a largo plazo. Por ello, comenzaron a crear organizaciones para defender sus derechos y plantear alternativas al capitalismo industrial: los sindicatos.
Un Nuevo Marco Económico: La Segunda Revolución Industrial
En el último tercio del siglo XIX, una serie de innovaciones tecnológicas impulsaron la Segunda Revolución Industrial. Este avance fue el resultado de una estrecha relación entre la investigación científica y su rápida aplicación práctica en la industria. Las principales innovaciones incluyeron:
- Nuevas fuentes de energía: la electricidad y el petróleo. La electricidad, en particular, tuvo múltiples aplicaciones en la industria, el transporte y la vida cotidiana.
- Nuevos medios de transporte: la electricidad revolucionó el transporte urbano (tranvía y metro) y se aplicó también al ferrocarril. El petróleo se utilizó como combustible para el motor de explosión en los primeros automóviles, barcos y en la incipiente aviación.
- Nuevas comunicaciones: la expansión de las redes de telegrafía y la invención y difusión del teléfono permitieron una comunicación más rápida y eficiente a largas distancias.
- Desarrollo de nuevos productos y sectores: se impulsaron nuevos sectores productivos. Las industrias química y farmacéutica conocieron un gran avance, así como la construcción (con el uso generalizado del hierro y del cemento armado) y las industrias alimentarias (con nuevas técnicas de conservación y producción).
Estas innovaciones estuvieron acompañadas de una nueva organización del capital y del trabajo, destacando la aplicación del taylorismo, que activó un proceso de concentración industrial.
Esta revolución transformó profundamente la estructura de la producción mundial.
Expansión del Comercio y Consumo de Masas
El comercio internacional se multiplicó significativamente entre 1850 y 1914, impulsado por los progresos del transporte, la expansión del librecambio y la producción masiva de bienes cada vez más diversificados.
El comercio interior también conoció una gran expansión. El aumento paulatino de los salarios (en algunos sectores) y los nuevos sistemas de venta (grandes almacenes, venta por catálogo) inauguraron la era del consumo de masas. La necesidad de generar más consumidores para absorber el aumento de la producción revolucionó los sistemas de venta y dio origen a la publicidad moderna.
Crecimiento Demográfico
Los progresos médicos y sanitarios, junto con el desarrollo económico, estimularon una nueva fase de crecimiento de la población europea.
Aunque las tasas de natalidad iniciaron un paulatino descenso en muchos países industrializados, la drástica caída de la mortalidad hizo que, entre 1850 y 1914, la población europea conociera el mayor aumento de su historia hasta ese momento.
Taylorismo y Fordismo: Nuevas Formas de Organización del Trabajo
La Segunda Revolución Industrial estuvo acompañada de nuevos métodos de organización de la producción, como el taylorismo.
Frederick Winslow Taylor demostró que la eficiencia en el trabajo podía mejorar significativamente si se eliminaban los tiempos muertos y se optimizaban los movimientos de los obreros. Su objetivo era aumentar la productividad mediante la especialización del trabajo (división de las tareas en operaciones simples y cronometradas) y, de esta forma, abaratar costes de producción y, consecuentemente, los precios de los productos.
El taylorismo sentó las bases para el fordismo, un sistema de producción en masa desarrollado por Henry Ford en sus fábricas de automóviles. El fordismo combinaba la producción en serie (cadena de montaje) con incentivos salariales a los trabajadores (el famoso «Five Dollar Day») para aumentar su poder adquisitivo y convertirlos en consumidores de los propios productos que fabricaban.
Concentración Empresarial
La fabricación en serie y la necesidad de grandes inversiones estimularon la concentración de capitales y de empresas.
Muchas empresas se unieron para pactar precios, distribuirse mercados o conseguir la exclusividad en la producción o venta de un producto, dando lugar a diversas formas de concentración:
- Cártel: asociación de empresas similares para fijar precios, cuotas de producción o distribuirse el mercado.
- Trust: fusión de diversas empresas para crear una nueva bajo una única administración, controlando así un sector productivo.
- Holding: sociedad financiera que posee capital (acciones) en diversas y variadas empresas, controlándolas sin intervenir directamente en su gestión diaria.
- Monopolio: situación en la que una única empresa controla la producción o venta de un producto o servicio.
Además, surgieron las primeras empresas multinacionales, que superaron el marco nacional y realizaban la producción o venta en otros países.
La Formación de los Imperios Coloniales: El Imperialismo
A finales del siglo XIX, las principales potencias industriales europeas, junto con Estados Unidos y Japón, se lanzaron a la conquista y colonización de amplias zonas del mundo. Este fenómeno se conoce como imperialismo.
Causas del Imperialismo
- Políticas y estratégicas: El dominio de los mares y la posesión de colonias eran signo de poder y prestigio internacional. Las colonias se convirtieron en enclaves estratégicos para controlar rutas comerciales y militares.
- Demográficas: Los territorios conquistados ofrecieron una válvula de escape para el excedente de población de las metrópolis.
- Económicas: Las potencias imperialistas buscaban nuevos mercados para sus productos industriales, fuentes de materias primas baratas y oportunidades de inversión de capital. Los europeos pusieron en explotación los recursos coloniales (agrícolas, mineros) utilizando mano de obra indígena, a menudo en condiciones de explotación. Se apropiaron de vastos territorios para establecer plantaciones, explotaron los recursos mineros y construyeron infraestructuras (ferrocarriles, puertos) para facilitar el transporte de estas materias primas hacia la metrópoli.
El Reparto del Mundo
Las potencias imperialistas se lanzaron a la conquista y reparto de extensas zonas de África y Asia, principalmente. La rivalidad entre ellas desató una verdadera carrera colonial.
África
África fue el continente más afectado por la colonización. Destacaron los proyectos expansionistas del Imperio Británico (que buscaba crear un eje continuo de norte a sur, desde Egipto hasta Sudáfrica) y de Francia (que pretendía dominar una franja de oeste a este).
Ante la creciente rivalidad y para evitar conflictos mayores entre las potencias, se convocó la Conferencia Internacional de Berlín (1884-1885). En ella se estipularon las condiciones para la ocupación de nuevos territorios en África, básicamente legalizando el reparto colonial y estableciendo el principio de la ocupación efectiva.
Asia
En Asia, la colonización británica se centró en la India, considerada «la joya de la Corona».
Francia estableció su principal dominio colonial en Indochina (actuales Vietnam, Laos y Camboya).
China, aunque no fue ocupada formalmente por ningún país (a excepción de algunos enclaves como Hong Kong), sí sufrió la injerencia de múltiples potencias que establecieron zonas de influencia y obtuvieron concesiones comerciales.
La Organización y Administración de los Imperios Coloniales
Las potencias coloniales establecieron diferentes formas de dominio y administración en los territorios conquistados:
- Colonia: Territorio conquistado que carecía de gobierno propio y dependía directamente de la administración de la metrópoli. La población nativa estaba sometida a las leyes y autoridades metropolitanas.
- Protectorado: Territorio que, teóricamente, conservaba un gobierno indígena y sus propias instituciones. Sin embargo, la metrópoli ejercía el control sobre la política exterior, el ejército y la explotación de los recursos económicos.
- Concesión: Zona o territorio cedido por un Estado independiente a una potencia colonial durante un tiempo determinado, generalmente para la explotación económica (puertos, minas) o el establecimiento de enclaves comerciales.
- Mandato: Figura jurídica surgida tras la Primera Guerra Mundial. Eran territorios coloniales que habían pertenecido a los países vencidos (Imperio Otomano, Alemania) y que fueron confiados por la Sociedad de Naciones a algunas potencias vencedoras para su administración, con el compromiso teórico de prepararlos para la independencia.