Consecuencias de la Crisis del 98
La pérdida de los restos del imperio no supuso pérdidas económicas importantes. Sin embargo, la pérdida de 60.000 combatientes causó una conmoción inmensa en la sociedad española. La crisis política resultó inevitable; la incapacidad de los sucesivos gobiernos hizo que el conflicto se les escapara totalmente de las manos. El desprestigio militar, quizás, fue la más grave de las consecuencias.
Políticos de todo signo e intelectuales promovieron una profunda revisión de la situación de España, provocando:
- una crisis de la conciencia nacional, que se expresará a través de la Generación de escritores del 98
- propuestas de reforma y modernización política, el llamado regeneracionismo
- un mayor empuje y protagonismo para los nacionalismos periféricos.
El final de la Regencia
En marzo de 1899, la derrota y un voto de censura contra Sagasta llevaron al Partido Conservador al poder, con Silvela como líder. Su gobierno presentó un programa regeneracionista para moralizar el país, con un plan de reformas e inversiones. En marzo de 1901, Sagasta volvía a formar gobierno.
Sociedad y mentalidad (1875-1902)
Durante el último cuarto del siglo XIX, la población española aumentó a un ritmo inferior al de Europa occidental. El atraso general del país se manifestó en el comportamiento demográfico: la modernización llegó a España más tarde. Las tasas de natalidad eran muy elevadas (33,8%) en 1900, y la tasa de mortalidad, aunque con un leve retroceso, también era muy elevada (28,8%). Las causas de la elevada mortalidad eran el atraso médico, económico y social, y el efecto negativo de las guerras.
Evolución social
La sociedad española a fines del XIX aún estaba dominada por una oligarquía conservadora. Aunque seguía siendo un país agrario, poco a poco, las ciudades polarizaron la vida social. La vida urbana fue influyendo cada vez más en la mentalidad colectiva y fue concentrando el interés nacional. La composición y características de estas clases altas eran básicamente las mismas de la sociedad isabelina. Las “clases medias” también vivieron este proceso diferenciador. Para las clases populares, la situación era bastante más desoladora. Barrios caóticos formados por barracas; la tuberculosis y otras enfermedades epidémicas estaban siempre presentes.
La enseñanza
La Ley de Instrucción Pública de Moyano estableció, en 1857, los tres niveles actuales de enseñanza: primaria, secundaria y universitaria. La reforma educativa supuso el acceso a la enseñanza de las clases medias urbanas. En 1877, el 67% de la población era analfabeta, y los colegios laicos o católicos educaban sólo a los hijos de las clases dirigentes. Hasta 1900 no se crearía un Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. La secundaria contaba con unos 50 institutos, y la universidad estaba muy masificada. Parte del profesorado progresista fundó la Institución Libre de Enseñanza. Otros centros de enseñanza destacados fueron la Escuela Moderna, fundada por Ferrer Guardia, y las Escuelas del Ave María, creadas por el padre Manjón.
El pensamiento, la cultura y el arte del siglo XIX
El régimen liberal, al conquistar las libertades públicas, permitió a los intelectuales y artistas españoles acercarse a Europa y participar en el desarrollo de sus actividades culturales. Almirall, Ganivet, Macía Picavea, Costa forman parte de la primera oleada de intelectuales que analizan con vehemencia la postración del país y denuncian la corrupción política y la inmoralidad del régimen oligárquico de la Restauración. Proponían una regeneración de España que fue muy bien recibida por la pequeña y mediana burguesía. Frente a los regeneracionistas, pensadores católicos como Menéndez Pelayo se esforzaron en demostrar el valor de la creación intelectual del pasado.
Características generales de la vida política (1902-1923)
El rasgo general del período que va de 1902 a 1923 es el de una permanente crisis política, que afectará a los fundamentos del sistema que ideara, veinticinco años antes, Antonio Cánovas. Los sucesivos gobiernos fueron incapaces de superar dicha crisis. Las causas de esa crisis, y de esa incapacidad, son:
- La personalidad del propio Rey: Alfonso XIII, desde el principio, jugó un papel activo en la acción política, alejándose de lo que caracterizó a sus padres como Rey y como Regente: se implicó en los cambios de gobierno; se dejó influir por las opiniones de los generales. Esta actuación será decisiva para el descrédito final en el que cayó la Monarquía.
- La división de los partidos del turno. La desaparición de los líderes históricos (Cánovas, Sagasta) provocó esta división. Los nuevos jefes conservadores (Fdez. Villaverde, Maura, Dato) y liberales (Moret, Montero Ríos, Canalejas, Romanones) lucharon por el control de sus grupos, provocando conflictos internos que impidieron la aparición de liderazgos fuertes.
- El régimen político corrupto y artificial en el que las instituciones más importantes no representaban al pueblo, ya que las elecciones eran manipuladas por los caciques y alcaldes, aunque el modelo político era una democracia.
- La progresiva pérdida de influencia del caciquismo: el mayor peso de las ciudades impedía una manipulación tan descarada como la de las zonas agrarias.
- La aparición y crecimiento de partidos políticos ajenos al sistema de la Restauración: Socialistas, radicales, republicanos y nacionalistas (estos últimos, con un crecimiento espectacular, sobre todo en Cataluña, generaron numerosas tensiones con el gobierno central) incrementaron cada vez más su fuerza electoral.
- La oposición política e ideológica del movimiento obrero.
- El resurgir de dos viejos problemas: el clerical y el militar.
Los primeros años del reinado de Alfonso XIII (1902-1917) y la Semana Trágica
Alfonso XIII accedió al trono en 1902 tras jurar la Constitución de 1876. Entre 1902 y 1907 se alternaron en el gobierno conservadores y liberales. La publicación por dos periódicos catalanes de algunos comentarios y caricaturas antimilitaristas, considerados ofensivos por muchos militares, provocó una gran protesta militar que se extendió a toda España, en la que exigieron al gobierno una Ley de Jurisdicciones. Entre 1907 y 1912 se produjeron los intentos del conservador Maura y del liberal Canalejas por renovar y afrontar los problemas reales de la sociedad española.
Antonio Maura
Antonio Maura, jefe de gobierno entre 1907 y 1909, intentó acabar con el caciquismo y legitimar la vida política. Los acontecimientos de la Semana Trágica, desencadenados en julio de 1909, interrumpieron su labor de gobierno. La causa fue la llamada a filas de reservistas para nutrir el ejército español en Marruecos.