El periodo comprendido entre 1898 y 1902 estuvo marcado por la regencia de María Cristina. La profunda crisis generada por la pérdida de las últimas colonias en 1898 dio origen a un importante movimiento intelectual y cultural conocido como el Regeneracionismo. Este movimiento diagnosticó la grave situación de España y propuso soluciones para modernizar el país. En este contexto, se creó la Institución Libre de Enseñanza (ILE), que tuvo un impacto significativo en el sistema educativo y contribuyó a la formación de grandes intelectuales.
El Regeneracionismo, liderado por figuras como Joaquín Costa, abogaba por la modernización del Estado y defendía la mejora del sistema político, criticando especialmente el caciquismo. Costa popularizó el lema «Escuela y despensa» para enfatizar la necesidad de invertir en educación y en la mejora de la economía, especialmente en la agricultura y la industria. El Regeneracionismo influyó notablemente en la política de este periodo, impulsando nuevos enfoques y cambios en la educación.
El Reinado de Alfonso XIII (1902-1931)
El Regeneracionismo continuó influyendo en el siglo XX, coincidiendo con el inicio del reinado personal de Alfonso XIII (1902-1931). Este extenso periodo puede dividirse en tres fases principales:
- Gobiernos Regeneracionistas (1902-1914)
- Crisis del Sistema (1914-1923)
- Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
1. Gobiernos Regeneracionistas (1902-1914)
Esta etapa estuvo marcada por los intentos de reforma desde dentro del sistema de la Restauración.
Gobierno de Maura (1903-1904 y 1907-1909)
Entre 1907 y 1909, gobernó Antonio Maura, líder del Partido Conservador, nombrado jefe de gobierno por Alfonso XIII. Maura impulsó una política reformista conocida como «revolución desde arriba». Entre sus medidas destacaron:
- Una ley electoral que buscaba limitar el caciquismo.
- La creación del Instituto Nacional de Previsión (INP), precursor de la Seguridad Social.
- Planteamientos de descentralización, como la Ley de Administración Local que permitía la creación de mancomunidades.
- Medidas para mejorar la economía y la situación social.
Sin embargo, Maura tuvo que dimitir en 1909 a raíz de la Semana Trágica de Barcelona. Este conflicto se originó por el envío de tropas de reserva a Marruecos, donde España, tras la Conferencia de Algeciras (1906), había obtenido un protectorado. Los ataques de las tribus rifeñas llevaron a la movilización de reservistas, lo que provocó protestas obreras y antimilitaristas en Barcelona. La represión de estas protestas derivó en una semana de violentos enfrentamientos. La ejecución de Francisco Ferrer Guardia, acusado de ser el instigador, generó una fuerte reacción nacional e internacional que forzó la caída de Maura.
Gobierno de Canalejas (1910-1912)
Tras la dimisión de Maura, asumió el poder el Partido Liberal con José Canalejas al frente. Canalejas continuó con una política reformista:
- Intentó reformar la ley electoral para acabar con el caciquismo.
- Buscó una mayor separación entre Iglesia y Estado. Ante la imposibilidad de lograrlo plenamente, aprobó la Ley del Candado (1910), que prohibía el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España sin autorización.
- Impulsó leyes de tipo social para mejorar las condiciones de vida de obreros y mujeres (por ejemplo, la prohibición del trabajo nocturno femenino).
- Estableció la Mancomunidad, una unión de diputaciones provinciales que recibían ciertas atribuciones, creándose la primera en Cataluña (1914).
Canalejas fue asesinado en 1912 por un anarquista. Durante estos años, se desarrolló el fenómeno del Pistolerismo, una espiral de violencia en la que se producían atentados y asesinatos de sindicalistas, empresarios y políticos, especialmente en Barcelona. Esto llevó a empresarios y políticos a contratar guardaespaldas.
A estos problemas se sumó una creciente crisis dentro de los partidos dinásticos (Conservador y Liberal), que carecían de líderes fuertes y sufrían divisiones internas, perdiendo progresivamente importancia y capacidad para gobernar de forma estable.
La situación política y social se vio temporalmente aliviada por el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). España se declaró oficialmente neutral, lo que la convirtió en proveedora de los países beligerantes. Esto generó un importante incremento de las exportaciones (botas, uniformes, alimentos, etc.), impulsando la economía y aumentando los beneficios empresariales. Sin embargo, esta bonanza económica tuvo una contrapartida social: los precios subieron considerablemente, pero los salarios se mantuvieron estancados, lo que provocó una disminución del poder adquisitivo de los trabajadores y un aumento de la conflictividad social.
2. Crisis del Sistema (1914-1923)
El periodo posterior a la Primera Guerra Mundial estuvo marcado por una profunda crisis que afectó a todos los ámbitos del sistema de la Restauración.
La Crisis de 1917
En 1917 confluyeron tres movimientos de protesta que pusieron en jaque al gobierno:
- Protesta militar: Los oficiales de baja y media graduación, descontentos con sus bajos salarios, la lentitud de los ascensos (especialmente comparado con los africanistas) y la corrupción, formaron las Juntas de Defensa, que actuaron como sindicatos militares y desafiaron la autoridad del gobierno.
- Crisis política: Los partidos de la oposición (republicanos, socialistas, nacionalistas), marginados del poder por el turnismo, se reunieron en una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona, convocada por la Lliga Regionalista. Exigieron un cambio constitucional, el fin del turnismo y la convocatoria de Cortes Constituyentes.
- Huelga general: Las organizaciones obreras (UGT y CNT) convocaron una huelga general revolucionaria en agosto de 1917 para exigir mejoras salariales y un cambio político profundo.
El gobierno, apoyado por el ejército (que reprimió la huelga obrera), logró superar la crisis inmediata, pero los problemas de fondo no se resolvieron. La inestabilidad política se acentuó, con frecuentes cambios de gobierno.
El Trienio Bolchevique (1918-1920)
Inspirados por la Revolución Rusa, los jornaleros y campesinos del sur de España (Andalucía, Extremadura) protagonizaron un periodo de intensa agitación social, conocido como el Trienio Bolchevique. Exigían mejoras laborales, reparto de tierras y se producían ocupaciones de fincas y huelgas.
El Desastre de Annual (1921)
La crisis culminó con el Desastre de Annual en 1921. En el contexto de la Guerra del Rif en Marruecos, una ofensiva mal planificada y dirigida por el general Silvestre terminó en una catastrófica derrota para el ejército español, con más de 12.000 soldados muertos, incluido el propio general. Este desastre generó una enorme conmoción en España y provocó una investigación oficial. La comisión encargada elaboró un informe, conocido como Informe Picasso, que señalaba graves negligencias y responsabilidades militares y políticas, llegando incluso a salpicar al propio rey Alfonso XIII.
La inestabilidad política, la conflictividad social y el escándalo del Desastre de Annual crearon un clima propicio para un golpe de Estado. En septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, dio un golpe de Estado. Alfonso XIII, en lugar de oponerse, le ofreció formar gobierno y suspender la Constitución, lo que significó el fin del sistema parlamentario de la Restauración.
3. Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
La Dictadura de Primo de Rivera suprimió la Constitución de 1876, disolvió las Cortes, prohibió los partidos políticos, los sindicatos de clase y las manifestaciones de nacionalismo periférico. La dictadura se dividió en dos fases:
Directorio Militar (1923-1925)
En esta primera fase, el gobierno estuvo formado exclusivamente por militares. El objetivo principal era restablecer el orden público y acabar con la conflictividad social y el terrorismo. Se tomaron medidas para impulsar la economía, coincidiendo con los «Felices Años Veinte» a nivel internacional. Se promovieron obras públicas (carreteras, pantanos), lo que generó empleo y contribuyó a reducir el paro y aumentar el consumo.
El principal éxito del Directorio Militar fue poner fin a la Guerra de Marruecos. En 1925, España colaboró con Francia en una operación conjunta, el Desembarco de Alhucemas, que resultó decisiva para derrotar a los rebeldes rifeños liderados por Abd el-Krim.
Directorio Civil (1925-1930)
A partir de 1925, Primo de Rivera formó un nuevo gobierno que incluyó a algunos ministros civiles, aunque la mayoría seguía siendo militar. Se intentó institucionalizar el régimen creando un partido único, la Unión Patriótica, y una asamblea consultiva, la Asamblea Nacional Consultiva, que nunca llegó a ser un verdadero parlamento.
A pesar del éxito en Marruecos y la inicial bonanza económica, la dictadura fue perdiendo apoyos. La oposición política (republicanos, socialistas, intelectuales, nacionalistas) se reorganizó. La crisis económica mundial de 1929 (el Crack del 29) afectó también a España. Primo de Rivera, aislado y sin apoyos suficientes (incluso el rey empezaba a desconfiar), presentó su dimisión a Alfonso XIII en enero de 1930.
El Fin de la Monarquía y la Proclamación de la II República
Tras la caída de Primo de Rivera, Alfonso XIII intentó volver al sistema parlamentario de la Restauración, nombrando gobiernos de transición (los gobiernos de Berenguer y Aznar). Sin embargo, la oposición republicana y antimonárquica se había fortalecido.
En agosto de 1930, los principales líderes de la oposición (republicanos, socialistas, nacionalistas catalanes y gallegos) firmaron el Pacto de San Sebastián. En este acuerdo, se comprometieron a trabajar conjuntamente para derrocar la monarquía e instaurar una república. Se creó un comité revolucionario que sería el futuro gobierno provisional de la República.
Para medir el apoyo popular, el gobierno del almirante Aznar convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Aunque los monárquicos obtuvieron más concejales en el conjunto del país (debido al peso del voto rural y el caciquismo), las candidaturas republicanas y socialistas triunfaron de forma aplastante en las grandes ciudades, que eran el reflejo de la opinión pública más activa.
El resultado de las elecciones fue interpretado como un plebiscito contra la monarquía. Ante la presión popular y la falta de apoyo, el 14 de abril de 1931 se proclamó la II República Española en diversas ciudades. Alfonso XIII, para evitar una guerra civil, decidió abandonar España ese mismo día, permitiendo el establecimiento del nuevo régimen republicano.