Eventos Clave de la Segunda República: Elecciones, Reformas y Conflictos (1933-1936)


Las Elecciones de 1933 y el Gobierno de Derechas

La izquierda se presentó a los comicios desunida, enfrentada por los conflictos sociales de la etapa anterior; además, importantes masas obreras optaron por la abstención a petición de la CNT. Por el contrario, la derecha se presentó unida y organizada. El resultado fue la victoria de los partidos de centro-derecha, lo cual inauguró dos años de gobierno conservador, también conocido como Bienio Negro. Los mejores resultados los obtuvieron el Partido Radical de Alejandro Lerroux y la CEDA de Gil Robles. El presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, confió la formación de gobierno al Partido Radical, que conformó un gabinete monocolor, pero que contaba con el apoyo parlamentario de la CEDA, bajo la promesa de una inmediata rectificación de las reformas del bienio de izquierdas.

La Paralización de las Reformas

Alejandro Lerroux inició su mandato paralizando una buena parte del proyecto reformista anterior. Se frenó la reforma agraria: se fijó la devolución de tierras a la nobleza y se anuló la cesión de tierras mal cultivadas; los campesinos respondieron con huelgas. La cuestión agrícola enfrentó también al gobierno central con la Generalitat de Cataluña. El gobierno de la Generalitat no aceptó la anulación y aprobó una nueva ley prácticamente idéntica, dejando el conflicto en una situación crítica. También se enemistó con los nacionalistas vascos al paralizar, en las Cortes, la discusión del proyecto de estatuto vasco impulsado por el PNV.

El gobierno también intentó contrarrestar la reforma religiosa aprobando un presupuesto de culto y clero. En cuanto al ejército, se aprobó una amnistía para los sublevados con Sanjurjo en 1932 y para los colaboradores con la dictadura de Primo de Rivera. En materia de educación se redujo considerablemente el presupuesto.

El viraje conservador y la obstrucción de las reformas impulsadas en el bienio de izquierdas tuvieron como consecuencia una radicalización del PSOE y de la UGT. El sector radical del PSOE y los anarquistas declararon una guerra abierta contra el nuevo gobierno, que se materializó en la proliferación de huelgas y conflictos. La CEDA endureció su posición y reclamó una acción más contundente en materia de orden público, exigiendo participar directamente en el gobierno bajo la amenaza de retirar su apoyo parlamentario. El jefe del gobierno, Lerroux, accedió a estas peticiones y otorgó tres carteras ministeriales a la CEDA.

La Revolución de Octubre de 1934

La izquierda interpretó la entrada de la CEDA en el gobierno como una deriva hacia el fascismo. Se produjeron huelgas y manifestaciones para defender las reformas sociales. El movimiento fracasó a nivel nacional por la falta de coordinación y la contundente respuesta del gobierno; pero los acontecimientos fueron especialmente graves en Asturias y Cataluña.

En Asturias, los mineros protagonizaron una revolución social. Sustituyeron los ayuntamientos por comités revolucionarios. El gobierno envió desde África a la Legión, al mando del general Franco, para reprimir el levantamiento. La revolución fue finalmente derrotada y la represión fue durísima.

La Crisis del Segundo Bienio

Una fuerte crisis de gobierno estalló en el otoño de 1935. El Partido Radical se vio afectado por una serie de escándalos de corrupción, incluyendo la malversación de fondos por parte de varios políticos radicales. Los radicales de Lerroux estaban completamente deslegitimados para gobernar. Alcalá Zamora convocó nuevas elecciones para febrero.

Las Elecciones de Febrero de 1936

El nuevo gobierno quedó formado exclusivamente por republicanos, mientras que los socialistas y el resto de partidos de la coalición se comprometieron a prestarles apoyo parlamentario. Manuel Azaña fue nombrado presidente de la República.

El Frente Popular y la Polarización Social

El nuevo gobierno puso rápidamente en marcha el programa pactado en la coalición electoral. Se decretó una amnistía —30 mil presos políticos excarcelados— y se obligó a las empresas a readmitir a los obreros despedidos a raíz de las huelgas de octubre. El gobierno de la Generalitat volvió de nuevo al poder y se restableció el Estatuto de Autonomía de Cataluña; y en el País Vasco y Galicia se iniciaron las negociaciones para la aprobación de sus respectivos estatutos. Se procedió a la devolución de los bienes comunales a los municipios y la reanudación de los asentamientos de campesinos.

La movilización popular fue intensa. Los anarquistas defendían la necesidad de acciones revolucionarias, y también un sector del socialismo, encabezado por Largo Caballero, se orientaba hacia soluciones radicales cercanas a las del PCE. En las ciudades se convocaron huelgas para pedir la mejora de las condiciones laborales; en el campo, especialmente en Andalucía y Extremadura, los jornaleros se adelantaban a la legislación y ocupaban las tierras.

Las derechas rechazaron la nueva situación: muchos propietarios de tierras se opusieron a las medidas del gobierno; industriales cerraron fábricas y expatriaron capitales, y la Iglesia volvió a lanzar campañas contra la República. Falange Española asumió un fuerte protagonismo y fomentó un clima de enfrentamiento civil y crispación política. Grupos de falangistas formaron patrullas armadas que iniciaron acciones violentas contra los líderes izquierdistas, respondidas del mismo modo por los militantes más radicales de la izquierda.

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