Introducción a la Filosofía de Hume, Rousseau y Kant
Este documento explora las ideas clave de tres figuras centrales de la filosofía moderna: David Hume, Jean-Jacques Rousseau e Immanuel Kant. Analizaremos sus contribuciones en áreas como el conocimiento, la moral, la política y la metafísica, destacando sus diferencias y puntos en común.
David Hume: Empirismo y Escepticismo
El Conocimiento según Hume
Hume aplicó el principio empirista, según el cual todo conocimiento proviene de la experiencia. Afirma que solo conocemos nuestras percepciones, es decir, lo que experimentamos en nuestra conciencia.
Tipos de Percepciones
- Impresiones: Son intensas, fuertes y vivaces.
- Ideas: Son menos intensas, derivadas de las impresiones mediante la memoria o la imaginación.
Clasificación de las Impresiones
- De sensación: Surgen sin depender de otras impresiones, como la percepción de colores.
- De reflexión: Se originan en el entendimiento a partir de impresiones previas, como el placer de un paseo.
Impresiones e Ideas: Simples y Complejas
- Simples: No pueden dividirse. Ejemplo: percibir el color blanco de una pared.
- Complejas: Se componen de varias impresiones simples, como la percepción de una habitación con paredes blancas o la combinación de ideas.
Leyes de Asociación de Ideas
- Semejanza: Unimos ideas que se parecen. Ejemplo: varios naranjos nos hacen formar la idea de un naranjal.
- Contigüidad: Asociamos ideas que están cercanas en tiempo y espacio.
- Causalidad: Relacionamos ideas como causa y efecto. Ejemplo: pensar en una naranja nos hace pensar en un naranjo.
Tipos de Juicios
Hume distingue dos tipos de juicios:
- Relaciones de ideas: Son verdades necesarias, basadas en la razón y sin necesidad de experiencia (ejemplo: un triángulo tiene tres ángulos). Se utilizan en ciencias exactas.
- Cuestiones de hecho: Su verdad se obtiene por observación o memoria, no solo por razonamiento. Se basan en la inducción y la relación causa-efecto, pero no son verdades absolutas (ejemplo: “El sol saldrá mañana” es solo probable).
Crítica de la Causalidad
Hume fue un gran crítico de la causalidad, afirmando que es solo una idea sin una impresión directa que la respalde. Hume explica que nuestro entendimiento sigue ciertas leyes de causalidad:
- Ley de la contigüidad: Observamos que ciertos eventos ocurren juntos en el espacio y el tiempo.
- Ley de sucesión o prioridad temporal: El evento que llamamos causa siempre ocurre antes que el efecto.
- Ley de la conexión constante: Notamos que ciertos eventos se repiten de manera regular.
Sin embargo, no observamos la necesidad de esta conexión, solo la percibimos como una regularidad. Por eso, Hume concluye que la causalidad no es una verdad objetiva, sino un hábito mental basado en la experiencia.
El principio de causalidad es una idea compleja creada por la imaginación, donde conectamos eventos por costumbre. La creencia en la causalidad no tiene una base ontológica (no es una verdad absoluta), sino que es solo una expectativa generada por la repetición de experiencias pasadas.
Metafísica según Hume
Hume considera que la idea de sustancia es una idea compleja creada por la imaginación siguiendo las leyes de asociación de ideas. Por ello, niega la existencia de toda sustancia, ya sea material o inmaterial.
- Sustancia física: Es solo una colección estable de ideas simples agrupadas bajo un mismo nombre. No tenemos una impresión directa de ella ni puede entenderse como algo que existe por sí mismo.
- Sustancialidad del yo: Hume rechaza la idea de un yo permanente. No tenemos una impresión directa de nosotros mismos como sustancia, sino solo una sucesión de percepciones. No hay una realidad permanente que unifique estas percepciones en el tiempo, lo que haría imposible la existencia del yo como entidad fija.
- El yo como una colección de percepciones: Para Hume, el yo no es algo separado de sus percepciones, sino un haz de percepciones en constante cambio. No hay identidad fija, solo una sucesión rápida de impresiones. La creencia en la identidad del yo surge únicamente por hábito, no por evidencia empírica.
La Moral: La Teoría de las Pasiones
Hume sostiene que las distinciones morales entre bien y mal, justicia e injusticia, no provienen de la razón, ya que esta solo se ocupa de relaciones entre ideas o hechos. Si la moral se basara en la razón, descubriríamos el bien o el mal de la misma manera en que hallamos verdades lógicas, lo cual no sucede.
En su lugar, Hume desarrolla una teoría de las pasiones, donde estas se convierten en la base del juicio moral. Su postura es conocida como emotivismo moral. Distingue entre:
- Pasiones directas: Son respuestas inmediatas al bien o al mal, como la alegría, la tristeza o la esperanza.
- Pasiones indirectas: Surgen a través de la mediación de ideas, como el orgullo y la humildad, que dependen de nuestra relación con los demás.
La moral es subjetiva y cambiante, lo que sugiere que el criterio moral no es absoluto. Sin embargo, Hume considera que todos los seres humanos compartimos un sentido moral basado en la simpatía, que nos permite comprender y sentir las emociones ajenas.
Finalmente, Hume afirma que aprobamos o desaprobamos acciones en función de su utilidad, es decir, si generan felicidad o placer para la mayoría y para uno mismo.
Filosofía Política
Hume rechaza la idea de que la sociedad se origine en un pacto o en un estado de guerra que requiera un contrato social. Tampoco acepta que su origen esté en el derecho divino, ya que considera que este tipo de explicaciones metafísicas están fuera del alcance de la razón. Para Hume, la sociedad surge de manera natural debido a la simpatía entre los seres humanos, quienes se asocian por utilidad e interés común. A medida que la sociedad se desarrolla, se requiere organización y autoridad, lo que lleva a la formación de estructuras políticas.
El poder es legítimo cuando se basa en el interés común, garantizando el bienestar de los ciudadanos y la estabilidad de la sociedad. La organización política ayuda a evitar conflictos y permite la cooperación entre individuos.
En cuanto al modelo político, Hume sigue el liberalismo de Locke, defendiendo la división de poderes en el legislativo, ejecutivo y judicial. Además, propone que los representantes sean elegidos mediante elecciones libres y que sus cargos no sean remunerados para evitar abusos y corrupción.
El Siglo de las Luces: Contexto de la Filosofía Moderna
El Siglo de las Luces
La Ilustración fue un movimiento cultural que surgió entre las revoluciones inglesa (1688) y francesa (1789), alcanzando su mayor expresión en Francia y un notable desarrollo en Alemania. No fue solo un movimiento filosófico, sino que abarcó aspectos religiosos, políticos, jurídicos, literarios y artísticos.
El pensamiento ilustrado se basaba en la razón como herramienta para liberar a la humanidad de las trabas impuestas por la religión y la tradición.
El espíritu de la Ilustración
La principal característica de la Ilustración fue la confianza en la razón, considerada un saber puramente natural y construido por el ser humano. Kant definió la Ilustración como el abandono de la incapacidad de pensar por uno mismo, expresado en la frase “sapere aude” (atrévete a saber).
La unión del racionalismo y el naturalismo permitió el desarrollo de las ciencias y fomenta una actitud optimista ante la vida. Su origen se encuentra en el Renacimiento y tuvo influencia en la Reforma protestante, destacando el deísmo, que rechazaba la religión revelada en favor de una religión basada en la razón. También influyó en el naturalismo moral.
La confianza en las capacidades humanas promovió el avance de instituciones, educación, ciencia, arte y economía, con el objetivo de construir una sociedad más perfecta y feliz.
- Exaltación de la libertad: Los ilustrados rechazaban toda forma de autoridad, ya fuera religiosa o política, promoviendo la libertad de pensamiento y acción.
- Autonomía de la razón: Se consideraba que la razón debía analizar y criticar todo conocimiento recibido para liberarlo de prejuicios y sustituir la autoridad de la tradición.
- Siglo de las Luces: La Ilustración fue vista como una era de razón y claridad, confiando en la razón como el instrumento que disipará las tinieblas de la ignorancia y permitiría dominar la naturaleza (humanismo naturalista).
- Racionalismo y empirismo: Se buscó unir ambos enfoques, priorizando la razón sobre la experiencia para expandir el conocimiento.
- Progreso indefinido: El optimismo y la confianza en la razón impulsaron la idea de un avance continuo y sin límites, con la aspiración de un futuro mejor para la humanidad.
Transformaciones Socioculturales
Durante el siglo XVIII, surgieron academias y sociedades científicas que fomentaban el progreso del conocimiento y la comunicación entre científicos.
La educación cobró gran importancia, permitiendo la publicación de tratados pedagógicos y promoviendo una mentalidad más didáctica y filantrópica. Esto facilitó el acceso a la enseñanza para niños de familias menos privilegiadas y llevó a la creación de sistemas educativos para personas con discapacidad (ciegos y sordomudos).
La prensa escrita experimentó un gran desarrollo, con una mayor variedad de contenidos y periodicidad. Esto impulsó el espíritu viajero y la proliferación de libros de viajes con descripciones detalladas y observaciones agudas.
En 1765, Voltaire usó por primera vez la expresión “filosofía de la historia”, buscando eliminar interpretaciones sobrenaturales de los acontecimientos históricos y proponer una visión basada en causas humanas.
Jean-Jacques Rousseau: El Contrato Social y la Crítica a la Sociedad
El Ser Humano según Rousseau
Rousseau sostenía que la naturaleza hace al ser humano feliz y bueno, pero la sociedad lo corrompe, volviéndolo miserable y depravado. Su lema era “volvamos a la naturaleza”, pues la veía como perfecta, mientras que el hombre debía reconectarse con ella para alcanzar la felicidad.
Su pensamiento estuvo influenciado por el mito del buen salvaje, que idealiza la vida primitiva como más pura y libre de corrupción. Sin embargo, aunque Rousseau admiraba ese pasado, su interés se centraba en cambiar la sociedad actual, a la que veía como corrupta.
En su teoría del estado de naturaleza, el ser humano era libre, regido por el amor de sí (instinto de supervivencia) y la compasión (empatía por el sufrimiento ajeno). No era un estado de violencia, sino de equilibrio.
No obstante, en la sociedad moderna, el individuo ha desarrollado un espíritu competitivo y conflictivo, lo cual no es natural, sino una consecuencia histórica.
Finalmente, Rousseau criticaba el papel de las letras, las artes y las ciencias, pues, en lugar de mejorar a la humanidad, las consideraba responsables de su corrupción.
Rousseau tenía una visión pesimista de la historia y de la cultura, ya que consideraba que los productos culturales no han hecho progresar a la humanidad, sino que han causado su retroceso y alejamiento de su verdadera felicidad.
Para él, existía una oposición radical entre el hombre en estado de naturaleza y el hombre civilizado. Mientras el primero es inocente y no es ni bueno ni malo, el segundo está corrompido por los vicios de la vida en sociedad.
Aunque el estado de naturaleza no era un hecho histórico real, Rousseau lo utilizaba como un modelo para explicar la corrupción del ser humano en la sociedad.
Su idea fundamental era que el ser humano nace naturalmente inocente, pero la civilización lo hace malo, lo que lo llevó a condenar el impacto de las ciencias y las artes en la humanidad.
La Sociedad y el Poder
Rousseau afirmaba que el ser humano en estado de naturaleza era libre y feliz, pero al volverse social surgieron problemas como la propiedad privada, que originó desigualdades y ambiciones de poder y riqueza.
Dado que volver al estado de naturaleza era imposible, Rousseau propuso el contrato social, un acuerdo en el que los individuos renuncian a su libertad natural a cambio de la libertad civil dentro de la sociedad.
De esta unión nace la voluntad general, que no es simplemente la suma de voluntades individuales, sino una voluntad colectiva que representa el bien común. Esta voluntad se manifiesta en las leyes, que todos deben obedecer para garantizar la verdadera libertad.
El pueblo, surgido del pacto social, es la colectividad que está por encima de cualquier individuo y en la que reside la soberanía.
Rousseau distingue entre soberanía y gobierno. La soberanía pertenece al pueblo y representa el poder legislativo, mientras que el gobierno es solo un cuerpo intermediario encargado de ejecutar las leyes y garantizar la libertad.
El gobierno no tiene soberanía propia, ya que su función es administrar en nombre del pueblo.
En cuanto a las formas de gobierno, Rousseau no consideraba que hubiera una ideal para todos. En general, veía que los gobiernos democráticos eran más adecuados para Estados pequeños, mientras que los gobiernos monárquicos lo eran para Estados grandes. Sin embargo, advertía que cualquier forma de gobierno tiende a degenerar cuando se impone sobre la voluntad general del pueblo.
Immanuel Kant: Idealismo Trascendental y la Filosofía Crítica
El Proyecto Kantiano
Kant revolucionó la filosofía al intentar conciliar el racionalismo y el empirismo, adoptando elementos de ambos. Su enfoque se basó en la razón pura como fuente de conocimiento y en investigar los límites del conocimiento humano.
A partir de esto, desarrolló el idealismo trascendental, que sostiene que el conocimiento no depende de los objetos en sí, sino de la forma en que el entendimiento humano los percibe. Esta postura transformó la filosofía moderna y marcó el pensamiento de los siglos XIX y XX.
La Filosofía Crítica y el Problema de la Metafísica
Kant distinguió entre soberanía y gobierno. La soberanía reside en el pueblo y equivale al poder legislativo, mientras que el gobierno ejerce el poder ejecutivo.
El gobierno es un cuerpo intermedio entre el pueblo y la soberanía, encargado de ejecutar las leyes y mantener la libertad.
Respecto a las formas de gobierno, Rousseau no consideró que hubiera una ideal para todos los pueblos. Observó que los gobiernos democráticos eran más adecuados para Estados pequeños, mientras que los monárquicos funcionaban mejor en Estados grandes.