De la Crisis de 1917 a la Segunda República: Un Análisis Histórico


Crisis de la Restauración y Proclamación de la Segunda República Española

Explicitada en el movimiento obrero, la conflictividad social planteó un problema permanente que radicalizó las actitudes hasta llegar a la gran crisis de 1917, con la huelga revolucionaria protagonizada por grupos anarquistas. El sindicalismo fue ganando posiciones, destacando la UGT, sindicato socialista. Más radical fue el anarquismo, cuyo sindicato era la CNT, fundado en 1911. La FAI, fundada en 1927, mantuvo el extremismo revolucionario anarcosindicalista. Como consecuencia de la Revolución Rusa, se crea la Tercera Internacional socialista, a la que no se adhirió el PSOE, provocando divisiones internas y el nacimiento del PCE.

Los gobiernos alfonsinos respondieron a la cuestión social con tímidas medidas, como el descanso dominical (1903) y la creación del Instituto de Reformas Sociales. No supieron integrar en el sistema a estos partidos políticos y sindicatos que se mantuvieron fieles a su vocación republicana. Alfonso XIII acarició la idea de establecer un turno en el gobierno con el PSOE y el Partido Conservador, pero la actitud contraria de Indalecio Prieto abortó este propósito.

Para muchos historiadores, la crisis de 1917 fue uno de los momentos clave del reinado de Alfonso XIII y de la historia del siglo XX español, al considerar que la no solución a los problemas planteados aceleró la caída del sistema y de la propia monarquía. Tuvo su origen en la crisis de los partidos y en los efectos de la Primera Guerra Mundial, en la que España permaneció neutral. Esto favoreció a los grandes negocios y a la exportación, pero las clases medias y trabajadoras sufrieron una subida de precios. Además, la Revolución Rusa de 1917 avivó los ánimos del proletariado, que creía en un proceso revolucionario semejante en nuestro país.

La crisis de 1917 se manifestó de dos formas: en primer lugar, la convocatoria de una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona organizada por Francesc Cambó que aglutinó a las Juntas de Defensa Militares, nacionalistas, republicanos y socialistas. Estos se reunieron el 19 de junio sin consentimiento del gobierno con el fin de elaborar una nueva constitución que se adaptara a la realidad del país. En segundo lugar, al mismo tiempo, se desencadenaba en España la primera huelga general que se extendió por Andalucía, Madrid, Asturias, País Vasco y Barcelona. Fue convocada por los socialistas en apoyo a los anarquistas, pero la durísima represión la hizo fracasar con un gran número de muertos. Esto tuvo como consecuencia directa el fracaso de la Asamblea de Parlamentarios, cuyos esfuerzos por redactar una nueva constitución se vieron abortados.

Se entendió entonces como única salida la formación de un gobierno de concentración nacional presidido por Maura e integrado por las figuras principales de los partidos dinásticos. La falta de entendimiento hizo que en 1918 el gobierno se deshiciera. A partir de esa fecha y hasta 1923, se entró en un periodo de gran inestabilidad política en el que se sucedieron 13 gobiernos que no consiguieron solucionar los problemas planteados. En este ambiente enardecido, el sistema de la Restauración entró en una crisis total y dio paso a la dictadura.

En 1921, dos acontecimientos vinieron a agravar la situación: el asesinato de Eduardo Dato, jefe de gobierno, por un grupo anarquista y el desastre de Annual en la guerra de Marruecos. Ambos sucesos conmovieron a la opinión pública, de manera que el general Miguel Primo de Rivera el 13 de septiembre de 1923 da un golpe de Estado en Barcelona. Tras este, Alfonso XIII le encargó formar gobierno, constituyendo así un Directorio Militar, que mantenía un régimen autoritario y dictatorial. Se suprimió la Constitución de 1876, disolviendo las Cortes y anulando la actividad de los partidos políticos.

Cansada la sociedad del caos político, militar y social, Primo de Rivera recibió el apoyo de la llamada «masa neutra» y también contó con las simpatías del ejército y de la Iglesia, incluso de las del propio rey. Además, le concedieron un cierto crédito la burguesía catalana, los socialistas y los republicanos disidentes del sistema constitucional.

Durante la dictadura distinguimos dos fases:

  • La primera, correspondiente al Directorio Militar (1923-1925), caracterizada por la paz social, el orden público y la ordenación de la Administración central, provincial y municipal. Solucionó la guerra de Marruecos mediante el desembarco de Alhucemas (1925).
  • La segunda, con la formación del Directorio Civil, caracterizado por dar paso en el gobierno a personajes civiles. También intentó establecer un partido político único, la Unión Patriótica, así como la elaboración de una nueva Constitución.

Fue una época de realizaciones: sociales, con la creación de comités de trabajadores y empresarios; de obras públicas y financieras, como la reforma tributaria. Todo ello acompañado por el monopolio de CAMPSA y de las Confederaciones Hidráulicas. Esta política se vio favorecida por la buena coyuntura de la economía mundial, los “felices años veinte”, que tuvieron como correlato la organización de la Exposición Universal de Barcelona (1929) y la Exposición Iberoamericana de Sevilla, que ocasionaron un gran dispendio económico, aumentando la deuda pública.

El fin de la dictadura de Primo de Rivera precedió a la caída de la Monarquía Alfonsina y a la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931. La monarquía había quedado muy dañada tras el respaldo prestado por Alfonso XIII a Primo de Rivera y ser acusado de haber violado la legalidad constitucional al disolver las Cortes y no convocar nuevas elecciones. Además, el ambiente sociopolítico tampoco era favorable por el rechazo de los intelectuales, republicanos, socialistas, anarquistas y la agudización del regionalismo catalán y vasco y el enconamiento del movimiento obrero.

Dimitido Primo de Rivera, Alfonso XIII encargó formar gobierno al general Dámaso Berenguer con la intención de restablecer la normalidad constitucional sin hacer peligrar a la monarquía, lo cual significaba volver a la situación anterior, con los mismos problemas pero agravados. Berenguer, inseguro, gobernó por decreto y dilató la convocatoria de elecciones un año, por lo que muchos políticos empiezan a no ver más salida que la implantación de la República.

Mientras tanto, crecía la agitación popular, reavivada con el triunfal regreso de Unamuno tras su destierro, y los políticos republicanos, socialistas y catalanistas firman el Pacto de San Sebastián, el 27 de agosto de 1930, con el propósito de terminar con la Monarquía. Allí concurrieron personas tan dispares como el ex monárquico Alcalá Zamora, el intelectual Manuel Azaña, el catalanista Nicolau d´Olwer y los socialistas Fernando de los Ríos e Indalecio Prieto en calidad de observadores. Casi al mismo tiempo se organizaba la Asociación Republicana Militar y los intelectuales se unían en una agrupación al servicio de la República, que integraba personas tan prestigiosas como Ortega y Gasset y Gregorio Marañón. Es ahora cuando Ortega y Gasset escribe su célebre artículo EL ERROR DE BERENGUER, que finaliza con la frase: Delenda est Monarquía, es decir, la monarquía debe ser destruida. También en el ámbito militar se preparó, a mediados de diciembre, una conspiración antimonárquica, pero la anticipada sublevación de los catalanes Fermín Galán y Ángel García Hernández en la guarnición de Jaca la hizo fracasar. Tampoco tuvo éxito la insurrección del aeródromo de Cuatro Vientos. Ante el malestar, se produjo el fusilamiento de los capitanes sublevados en Jaca y el encarcelamiento del Comité Revolucionario en Madrid. El general Berenguer se vio obligado a dimitir.

Después de muchas gestiones con la izquierda monárquica, y con Sánchez de Guerra, el rey encargó formar gobierno al almirante Juan Bautista Aznar, que organizó el gabinete con componentes de los antiguos partidos dinásticos. Muy cauto, decidió convocar elecciones municipales previas a unas generales en el mes de abril. El resultado fue favorable a los monárquicos, que ganaron en las zonas rurales, pero los republicanos triunfaron en ciudades y capitales de provincia e inmediatamente se proclamó la República en Éibar y Barcelona, mientras que en Madrid el general Sanjurjo se hacía cargo del poder. Alfonso XIII, aconsejado por Romanones, cesó en sus funciones y salió hacia el exilio por el puerto de Cartagena.

La República se convertirá en el nuevo modelo de Estado en el año 1930.

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