Origen de la antropología y la evolución del concepto de “cultura”
La antropología es la ciencia que estudia al ser humano de una forma integral. Para abarcar la materia de su estudio, recurre a herramientas y conocimientos producidos por las ciencias sociales y las ciencias naturales. La aspiración de la disciplina antropológica es producir conocimiento sobre el ser humano en diversas esferas, intentando abarcar tanto las estructuras sociales de la actualidad, la evolución biológica de nuestra especie, el desarrollo y los modos de vida de pueblos que han desaparecido, y la diversidad de expresiones culturales y lingüísticas que caracterizan a la humanidad.
La pregunta antropológica es, ante todo, una pregunta por el otro. En términos estrictos, está presente en todo individuo y en todo grupo humano, en la medida en que ninguna de las dos entidades puede existir aislada, sino en relación con un Otro. Ese otro es el referente para la construcción de la identidad, puesto que esta se construye por «oposición a» y no «a favor de». La preocupación por aquello que genera las variaciones de sociedad en sociedad es el interés fundador de la antropología moderna. De esa manera, para Krotz, el asombro es el pilar del interés por lo «otro» (alter), y son las «alteridades» las que marcan tal contraste binario entre los hombres.
Desarrollo histórico de la disciplina
Durante el siglo XIX, la llamada entonces Antropología general incluía un amplísimo espectro de intereses, desde la paleontología del cuaternario al folclore europeo, pasando por el estudio comparado de los pueblos aborígenes. Fue, por ello, una rama de la Historia Natural y del historicismo cultural alemán que se propuso el estudio científico de la historia de la diversidad humana. Tras la aparición de los modelos evolucionistas y el desarrollo del método científico en las ciencias naturales, muchos autores pensaron que los fenómenos históricos también seguirían pautas deducibles por observación.
El desarrollo inicial de la antropología como disciplina más o menos autónoma del conjunto de las Ciencias Naturales coincide con el auge del pensamiento ilustrado y, posteriormente, del positivismo, que elevaba la razón como una capacidad distintiva de los seres humanos. Su desarrollo se vinculó muy pronto a los intereses del colonialismo europeo derivado de la Revolución Industrial.
Históricamente, el proyecto de Antropología general se componía de cuatro ramas:
- Lingüística
- Arqueología
- Antropología biológica
- Antropología social o cultural (también llamada etnología)
Estas últimas ponen especial énfasis en el análisis comparado de la cultura —término sobre el que no existe consenso entre las corrientes antropológicas—, que se realiza básicamente por un proceso trifásico:
- Una investigación de gabinete.
- Una inmersión cultural, que se conoce como etnografía o trabajo de campo.
- El análisis de los datos obtenidos mediante el trabajo de campo.
La antropología cultural y el concepto de cultura
La antropología cultural es la rama de la antropología que centra su estudio en el conocimiento del ser humano por medio de su cultura, es decir, costumbres, mitos, creencias, normas y valores que guían y estandarizan su comportamiento como miembro de un grupo social.
La concepción dominante en Occidente hasta el siglo XIX distinguía a las civilizaciones dominantes de los estados inferiores de desarrollo de la evolución cultural de las sociedades humanas: el estado de barbarie (bárbaros) y el de salvajismo (salvajes o indígenas, los pueblos periféricos o primitivos que se consideraba que vivían en «estado de naturaleza» o bajo el mito del buen salvaje). Contra esta concepción dominante, la antropología cultural sostiene, siguiendo el paradigma del relativismo cultural, que buena parte de las experiencias y conceptos considerados «naturales» son en realidad construcciones culturales. Estas comprenden las reglas según las cuales se clasifica la experiencia, se reproduce esta clasificación en sistemas simbólicos y se conserva y difunde esta clasificación.
Los seres humanos, como animales sociales, viven en grupos más o menos organizados: las sociedades humanas. Sus miembros comparten siempre formas de comportamiento que, tomadas en conjunto, constituyen su cultura. Un debate intelectual muy antiguo discute si cada sociedad humana posee su cultura propia, distinta en su integridad de cualquier otra, y si los conceptos de civilización y cultura son asimilables o no.
El objeto de estudio de la etnología
El antropólogo cultural estudia todas las culturas, ya sean de sociedades tribales o de naciones civilizadas complejas. Examina todos los tipos de conducta, racional o irracional. Considera todos los aspectos de una cultura, incluidos los recursos técnicos y económicos utilizados frente al medio natural, los modos de relación con otros hombres o las especiales experiencias religiosas y artísticas. No solo se estudian las actividades correspondientes a los diversos aspectos, sino que revisten especial interés sus relaciones recíprocas; por ejemplo, la relación entre la estructura de la familia y las fuerzas económicas o entre las prácticas religiosas y las agrupaciones sociales.
Aunque hoy se considera a la antropología social o cultural una subdisciplina de la antropología, históricamente procede de la etnología, que se ocupa de recoger material que permita describir e interpretar las distintas culturas. El estudio de la etnología se originó en el siglo XIX, cuando estudiosos e historiadores buscaron por primera vez proporcionar una interpretación sistemática de los mitos, tradiciones y costumbres de los pueblos extraeuropeos recopiladas por exploradores y misioneros. Esta primera fase de la disciplina, desdeñosamente denominada «antropología de poltrona» por las generaciones posteriores, estuvo caracterizada por la falta de contacto directo entre investigadores e investigados y por la dedicación a problemáticas predominantemente históricas y genéticas.
Los teóricos de esta primera generación —entre ellos James Frazer y Edward Burnett Tylor— se ocuparon del problema de la difusión de los elementos culturales, de los métodos de transmisión del contenido cultural y de la elaboración de soluciones alternativas a problemas tecnológicos comunes. En línea con la filosofía positivista dominante en la teoría de la ciencia de la época, el consenso disciplinario se inclinó por suponer que las diferentes culturas pasaban por una serie homóloga de etapas en su evolución, aun sin tener necesariamente contacto entre sí.
El pensamiento humano evolucionó a través de los años, así como las creencias religiosas crecieron y se esparcieron por todo el mundo. Cuando se difunden por ciertos lugares, si estas son aceptadas por la sociedad, quedan instaladas, creando así una nueva cultura. La cultura que va creciendo en esta sociedad durante un plazo de tiempo es lo que el antropólogo social estudia.
Un ejemplo de ello es la reflexión de Hegel:
“Como el punto de partida fijado a la filosofía por el tiempo todopoderoso y su cultura es una razón afectada de sensualidad, tal filosofía no puede encaminarse al conocimiento de Dios, sino al conocimiento del hombre”.
Aunque la teología y la antropología social están ligadas, la antropología social se basa más en el conocimiento del cambio del pensamiento y los rasgos físicos del hombre que de su cambio o creencia espiritual.
Definición e historia del neoliberalismo
El neoliberalismo es la corriente económica y política capitalista, inspirada y responsable del resurgimiento de las ideas asociadas al liberalismo clásico o primer liberalismo desde las décadas de 1970 y 1980.
Los defensores del neoliberalismo apoyan una amplia liberalización de la economía, el libre comercio en general y una drástica reducción del gasto público y de la intervención del Estado en la economía en favor del sector privado, que pasaría a desempeñar las competencias tradicionalmente asumidas por el Estado. Sin embargo, el uso y la definición del término han ido evolucionando en las últimas décadas y no hay un criterio unificado para determinar qué es «neoliberalismo».
Originalmente, el neoliberalismo era una filosofía económica surgida entre los eruditos liberales europeos en la década de 1930 que trataban de encontrar un «tercer camino» o un «camino intermedio» en la disputa que en ese momento se libraba entre el liberalismo clásico y la planificación económica. El impulso de desarrollar esta nueva doctrina surgió del deseo de evitar nuevos fracasos económicos tras la Gran Depresión y el hundimiento económico vivido en los primeros años de la década de 1930, fracasos atribuidos en su mayoría al liberalismo clásico.
En las décadas siguientes, la teoría neoliberal tendió a oponerse a la doctrina laissez-faire del liberalismo, promoviendo una economía de mercado tutelada por un Estado fuerte, modelo que llegó a ser conocido como la economía social de mercado.
Sociedades tribales: forma, organización y situación global
Tanto para evolucionistas como para funcionalistas, la tribu es un grupo social con una organización preestatal, basada en la agrupación de numerosas familias.
Perspectivas teóricas
Para los evolucionistas, la tribu es uno de los cuatro estadios esenciales que marcan la evolución de la sociedad: banda, tribu, jefatura y Estado. En esta clasificación, la relación con el territorio es un factor clave: es inexistente para bandas y tribus, pero fundamental para definir las jefaturas y los Estados.
Por su parte, el funcionalismo considera que la existencia o no de una asociación territorio-grupo social no es el hecho determinante. En su lugar, se basa en si el orden social está fundado en un poder centralizado y existe segmentación social (jefatura y Estado) o si el poder no es centralizado y no existe segmentación social (banda y tribu).
Complejidad y contradicciones del concepto
La generalización del uso del concepto “tribu” a diferentes grupos sociales de cualquier parte del mundo hace aflorar contradicciones en cualquiera de las dos aproximaciones. A continuación, se presentan algunos ejemplos:
- En la Polinesia, las tribus tienen una cierta segmentación social (aristocracia tribal) y poder central (el jefe de la tribu asume funciones ejecutivas, militares y económicas, además de las religiosas, que van más allá de las típicas de un “big man”).
- En Nueva Zelanda, las tribus (iwi) son el resultado de la agregación de grupos de descendencia cognaticios (hapu) con un territorio claramente delimitado.
- En la India, los estudios etnográficos desarrollados entre 1881 y 1961 muestran unas 50.000 subcastas agrupadas en 3.000 castas que dan lugar a 427 tribus. Esta agrupación no responde a ninguno de los dos ejes mencionados, y se presume que su origen proviene de la evolución en la división del trabajo y de la intrusión del legislador brahmán, que al codificarlo lo fijó.
- En la sociedad árabe preislámica, las tribus venían determinadas por hechos religiosos (como compartir sacrificios).
- En Siberia, se basaban en uniones exogámicas de filiación patrilineal (intercambio de mujeres).
- En Japón, una misma palabra (zoku) designa tanto a familia como a tribu o raza.
- En Alaska, las tribus estaban formadas por «casas» (agrupaciones diferentes de familias, también existentes en sociedades arcaicas de Guinea o Madagascar o en la Edad Media de Europa o del Extremo Oriente) que mantenían una fuerte autonomía económica y política.
Esta es una verdadera constelación de significados bajo un concepto demasiado potente como para que pueda ser descrito de una única forma, sin olvidar que la aproximación a estas realidades se ha hecho muchas veces con ojos románticos que buscan (y, por lo tanto, ven) el exotismo de lo diferente.
Otro aspecto que complica la conceptualización de «tribu» viene dado por la falta de teorías documentadas empíricamente que demuestren cómo las tribus evolucionan hacia las jefaturas.
El término «tribu» en el contexto africano
En general, en África se ha asimilado el concepto de tribu al de nación, como en el caso de entidades sociopolíticas estatales como los Yorubá, los Mandinga, los Mossi y centenares de conjuntos culturales y estatales que en ningún caso pueden ser considerados como tribus. Este tipo de definición peyorativa minimizaba la importancia de las entidades sociopolíticas africanas como forma de justificar la intervención del colonizador con un sistema supuestamente superior. Asimismo, los antropólogos colonialistas hicieron uso del término como herramienta de división que justificaría las fronteras impuestas; ese es el caso de la división del grupo cultural Fang en grupos menores atendiendo a criterios lingüísticos no científicos.
Una definición contemporánea
Una reciente definición del término, aportada por el antropólogo y defensor de los derechos indígenas Stephen Corry, pone en relación el concepto «tribu» con la adscripción «indígena» y se concentra en el componente diferencial de las formas de vida respecto a los modelos dominantes. El aporte de Corry es que los «pueblos indígenas tribales» preservan «formas de vida eminentemente autosuficientes» durante generaciones, que se distinguen de aquellas de la «sociedad mayoritaria», a la cual los sujetos «indígenas tribales» no se integran.
Conclusión crítica
Como análisis crítico final, cabe señalar que la enorme dificultad que la Antropología ha encontrado al momento de definir “tribu” pone de relieve las carencias reales de los fundamentos empíricos de la vía antropológica para su estudio.
