Grandes Maestros del Renacimiento y la Escultura Clásica: Sofonisba Anguissola, Miguel Ángel y Figuras Clave


Grandes Maestros del Renacimiento y la Escultura Clásica

Sofonisba Anguissola (1535-1625) fue una pintora italiana del Renacimiento y la primera mujer en alcanzar reconocimiento en este ámbito. Se especializó en retratos y autorretratos, innovando en la representación femenina. A los 27 años, fue invitada a la corte de Felipe II en España, donde tuvo un papel clave en la evolución del retrato español e italiano del siglo XVI. Su influencia perduró en el desarrollo de este género. Entre sus obras más destacadas están sus numerosos autorretratos, Lucía, Minerva y Europa y el Retrato de la familia Anguissola.

Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564): Es un genio polifacético del Renacimiento italiano: escultor, arquitecto, pintor, poeta. Nació en Florencia, pero tras la muerte de su mecenas Lorenzo de Médici, se va a Roma, donde trabajará al servicio de los papas Julio II y León X. Estudió la obra de Jacopo della Quercia, de quien tomó los cuerpos robustos y monumentales. Le obsesionaba el estudio del cuerpo humano, masculino y desnudo, que consiguió captar a la perfección. Entre sus obras destacan las esculturas (David, Piedad del Vaticano, Moisés del sepulcro de Julio II, sepulcros de los Médici, Piedad de Rondanini), la cúpula de San Pedro del Vaticano y las pinturas de la Capilla Sixtina. Ejerció enorme influencia.

El Greco: Pintor cretense que desarrolló su carrera en Toledo, destacándose como una de las figuras más originales del final del Renacimiento. Influenciado por Miguel Ángel y los pintores venecianos, evolucionó hacia un estilo manierista muy personal, combinando influencias de Creta, Venecia, Roma y España. Su pintura se caracteriza por figuras alargadas y expresivas, con iluminación propia, colores contrastados (predominando los tonos fríos) y ambientes indefinidos, creando una atmósfera espiritual y mística. Su estilo se alineó con los ideales de la Contrarreforma y se extremó en sus últimos años. Entre sus obras más destacadas están El Expolio, La Trinidad, San Mauricio y la Legión Tebana, El entierro del Conde de Orgaz.

Juan de Herrera: Arquitecto español del Renacimiento con amplios conocimientos en matemáticas y geometría. En 1562 comenzó a trabajar en la construcción de El Escorial junto a Juan Bautista de Toledo, y tras la muerte de este en 1567, asumió la dirección del proyecto, consolidando su propio estilo. Es el creador del estilo herreriano, caracterizado por la horizontalidad, uniformidad compositiva y sobriedad decorativa, dando lugar a edificaciones monumentales y austeras. Antes de finalizar El Escorial en 1584, trabajó en proyectos como la fachada sur del Alcázar de Toledo. Su otra gran obra, la Catedral de Valladolid (1585), quedó inconclusa, pero reflejó su complejidad estructural.

Pedro Machuca: Hidalgo toledano, pintor y arquitecto renacentista español. Se formó en Italia, posiblemente con Miguel Ángel y Rafael. En arquitectura, adoptó un estilo italianizante de líneas severas y puras, diferenciándose del plateresco predominante en España. Desde 1520 vivió en Granada, donde realizó sus obras más importantes, destacando el Palacio de Carlos V en la Alhambra y la Puerta de las Granadas. Aunque fue más reconocido como arquitecto, también tuvo una notable producción pictórica en estilo manierista, con obras como Virgen y las ánimas del Purgatorio, El Descendimiento de la Cruz y La Virgen de la Cinta.

Escultores de la Antigua Grecia

Mirón (siglo V a.C.): Escultor de la Escuela de Argos, famoso por su obra El Discóbolo, un atleta lanzando un disco, del que solo se conservan copias romanas en mármol. Su estilo se caracteriza por la representación del movimiento en potencia sin expresar emociones en el rostro. Sus figuras son equilibradas y rompen con la rigidez del arte arcaico. También realizó Atenea y Marsias, basada en la Metamorfosis de Ovidio.

Fidias (siglo V a.C.): Considerado el mayor escultor de la Grecia clásica y cercano a Pericles. Destacó por su idealización de las figuras humanas, creando esculturas con equilibrio, perfección y naturalidad. Fue el responsable de las esculturas del Partenón, incluyendo los relieves de las metopas y el friso de las Panateneas. Empleó la técnica de paños mojados, que permite visualizar la anatomía a través de los pliegues de la ropa. Entre sus obras más importantes están las esculturas crisoelefantinas de Atenea Partenos y Zeus de Olimpia, hechas de oro y marfil, aunque solo se conservan copias y referencias literarias.

Policleto (siglo V a.C.): Buscó representar la proporción ideal del cuerpo humano mediante el estudio matemático, reflejado en su obra Canon, donde estableció que el cuerpo debía medir siete veces el tamaño de la cabeza. Introdujo el contrapposto, una postura en la que el peso del cuerpo se apoya en una pierna mientras la otra se relaja, aportando dinamismo a sus figuras. Sus esculturas más representativas son el Doríforo (atleta portando una lanza), el Diadumenos (atleta colocándose la cinta de la victoria) y la Hera de Argos.

Skopas (siglo IV a.C.): Innovador en la escultura griega, introdujo un fuerte dramatismo y expresividad (pathos). Sus figuras reflejan sufrimiento, tensión y dinamismo, con ojos hundidos y bocas entreabiertas. En su obra Ménade, la figura aparece con el cuerpo inclinado y retorcido, transmitiendo un estado emocional intenso. También se le atribuyen la Cabeza de Meleagro y Heracles. Influyó en el arte helenístico.

Praxíteles (siglo IV a.C.): Destacó por la representación de figuras juveniles con posturas elegantes y gráciles, caracterizadas por la curva praxitélica, que suaviza el contrapposto arqueando la cadera. Sus esculturas transmiten sensualidad y melancolía, con rostros serenos y ligeras sonrisas idealizadas. Entre sus obras más importantes están Hermes con Dionisos, posiblemente un original en mármol, Apolo Sauróctono (joven a punto de aplastar un lagarto) y Afrodita de Cnido, el primer desnudo femenino en la escultura griega.

Lisipo (siglo IV a.C.): Escultor oficial de Alejandro Magno, modificó el canon de Policleto alargando las proporciones, haciendo que el cuerpo midiera ocho veces la cabeza, logrando mayor esbeltez y movimiento. Su obra Apoxiomenos representa a un atleta limpiándose el sudor con una estrígile, destacando por su naturalismo y tridimensionalidad, ya que puede apreciarse desde distintos ángulos. También realizó múltiples retratos de Alejandro Magno, en los que lo representó con un ideal heroico.

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *