La Caricatura Política y el Debate sobre la Esclavitud en Cuba
El tema fundamental de la viñeta es mostrar el enfrentamiento en España por el problema de la abolición de la esclavitud en Cuba, un negocio muy rentable para los sectores conservadores y grandes empresarios.
La caricatura muestra una serie de personajes españoles unidos por una figura central que representa a una esclava cubana con una bandera de España donde puede leerse la palabra «libertad».
A la derecha, podemos ver a partidos y líderes abolicionistas, quitándole simbólicamente las cadenas (entre ellos, Segismundo Moret, quien había aprobado la Ley de Vientres que liberaba a los hijos de los esclavos).
Del otro lado, los sectores opuestos eran figuras vinculadas por su sentimiento al ejército, a los sectores esclavistas y al carlismo; incluso se aprecia un caballero vestido con armadura, asociado a la vieja nobleza.
El torso de la esclava lleva la representación de la isla de Cuba.
La obra tiene un claro sentido satírico (crítica política) y se refiere alegóricamente a la situación de Cuba y a la profunda división que se vivía en España entre los sectores conservadores y abolicionistas. La esclavitud provocaba intensos debates en la época porque aún seguía siendo fundamental para el comercio y las plantaciones en la isla. Cronológicamente, se sitúa durante la época del Sexenio Democrático, concretamente al final del reinado de Amadeo de Saboya (comienzos de 1873).
No obstante, el problema cubano no era nuevo y persistiría hasta la independencia de la isla en 1898. En cuanto a los antecedentes, debemos observar la independencia de las colonias españolas gracias a la victoria de los insurgentes en la Batalla de Ayacucho (1824). Tras esta independencia, solo quedaban bajo poder español Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
Cuba era un territorio de gran importancia para España debido a sus plantaciones, que requerían una considerable mano de obra esclava.
En este sentido, la situación se volvió similar a los movimientos abolicionistas en otros países, incluidos los Estados Unidos tras la Guerra de Secesión (1865), que abolió la esclavitud. Desde Cuba, surgieron discursos y movimientos que desafiaron la soberanía de la Corona de España.
Los intereses económicos en Cuba eran de vital importancia para la burguesía criolla, que los defendía activamente en la revista La Flaca.
Los hechos representados en la caricatura están directamente relacionados con el problema cubano durante el convulso Sexenio Democrático (1868-1874).
El Manifiesto de Manzanares y el Bienio Progresista
Idea Principal
El Manifiesto de Manzanares es una proclama cuyo contenido permitió unir a los progresistas al movimiento de repulsa contra el gobierno moderado, posibilitar el triunfo de la sublevación y permitir la constitución de un gobierno progresista. Este evento marcó el paso del reinado de Isabel II de la Década Moderada (1844-1854) al Bienio Progresista (1854-1856).
Naturaleza del Texto y Contexto Histórico
Se trata de una proclama de naturaleza política que contribuyó a poner fin a la Década Moderada y a permitir el acceso al poder de los progresistas durante un periodo corto de dos años, el llamado Bienio Progresista. Aunque este periodo no permitió la promulgación de una nueva Constitución, sí posibilitó la aprobación de un conjunto de leyes de gran importancia para el desarrollo económico del país, tales como:
- La Ley de Desamortización de Madoz (1855)
- La Ley General de Ferrocarriles (1855)
- La Ley de Bancos de Emisión (1856)
- La Ley de Sociedades de Crédito (1856)
La Década Moderada había sido monopolizada por los moderados, quienes, sin embargo, se encontraban divididos en grupos o facciones. Curiosamente, los enfrentamientos por el control del poder no se produjeron con el partido de la oposición (los progresistas), sino entre ellos mismos. Cuando el conde de San Luis (Sartorius) presidió el último gobierno de la Década, las acusaciones de inmoralidad en la política ferroviaria alcanzaron su punto álgido. El gobierno respondió recortando las pocas libertades existentes. Este descontento movilizó a un sector del ejército, incluyendo a generales perseguidos por el gobierno de Sartorius. El mecanismo a favor del cambio se puso en acción: el pronunciamiento militar de los generales O’Donnell y Dulce, que fracasó tras un enfrentamiento contra las tropas gubernamentales en Vicálvaro (conocido como la «Vicalvarada»). Al no poder tomar la capital, las fuerzas sublevadas se retiraron hacia el sur y, en Manzanares, el entonces joven Cánovas del Castillo redactó un manifiesto que firmó O’Donnell (7 de julio de 1854). La difusión de este manifiesto permitió que la sublevación militar se transformara en una revolución popular. En Madrid, se prendió fuego a las viviendas de Sartorius, José Salamanca y al palacio de María Cristina, entre otros. La Revolución de Julio estaba en marcha. En distintas ciudades, los progresistas formaron Juntas revolucionarias y organizaron la Milicia Nacional. La reina Isabel II solo tenía un camino: formar un gobierno dirigido por un progresista. En efecto, Espartero fue el encargado de presidirlo, con O’Donnell como ministro de Guerra.
La Abdicación de Amadeo I: Un Reinado Efímero
Idea Principal
El propósito de este texto es explicar las razones de la abdicación de Amadeo I y justificar su actuación como rey. El propio Amadeo expone en su discurso que el verdadero enemigo del país eran las facciones políticas, más preocupadas por luchar entre ellas y acceder al poder que por gobernar un Estado que llevaba largo tiempo a la deriva.
Contexto Histórico
La monarquía de Amadeo I se instauró tras la expulsión de Isabel II en la Revolución Gloriosa de 1868, que dejó a España como una monarquía sin monarca. Tras numerosos problemas para encontrar un rey, el trono recayó en Amadeo de Saboya, hijo de Víctor Manuel II de Italia, un monarca muy apreciado por haber encabezado la unificación italiana desde las bases del liberalismo político.
Sin embargo, Amadeo se enfrentó a un país profundamente dividido, económicamente atrasado y con una clase política que no lo aceptaba, lo que le hizo prácticamente imposible llevar a cabo las reformas planeadas. La consecuencia directa de esta abdicación fue la proclamación de la Primera República Española, un periodo de duración efímera y gran inestabilidad, marcado por el estallido de tensiones preexistentes.
Las circunstancias que rodearon su abdicación corresponden a los momentos finales de su monarquía. Desde 1871, Amadeo I había ocupado el trono español con enormes dificultades, ya que no fue bien aceptado ni por republicanos, ni por canovistas, ni por el ejército. Su único gran valedor, el general Prim, uno de los líderes de la Revolución de 1868, fue asesinado días antes de la llegada del monarca a España.
Precisamente, su voluntad de reconciliarse con el ejército llevó a Amadeo a ponerse del lado del Cuerpo de Artillería, después de que este fuera suprimido por el gobierno tras altercados con motivaciones políticas protagonizados por algunos de sus integrantes. Sin embargo, las Cortes dieron la razón al gobierno, evidenciando al rey que no contaba con el respaldo parlamentario. Este hecho, unido al atentado que sufrió, lo llevaron finalmente a abdicar.