La Ética Formal de Kant: Crítica a las Éticas Materiales y el Imperativo Categórico


El Giro Copernicano en la Teoría Moral: Las Éticas Materiales

Si Kant describe su teoría del conocimiento como un giro copernicano, lo mismo cabe decir respecto a su teoría moral. Todas las éticas anteriores a él eran materiales. Pero, según Kant, a partir de ellas no se puede fundar la universalidad inherente a la ética. De ahí que proponga una ética formal, vacía de contenido, la única que puede superar las deficiencias de las éticas materiales.

Una ética material es una ética con contenido, que establece un bien supremo válido para todos los hombres y determina las normas concretas para alcanzar dicho bien supremo. Ejemplos:

  • La ética aristotélica establece como bien supremo la felicidad y determina los medios para alcanzarla: la virtud como término medio.
  • La ética epicúrea identifica el bien con el placer y concreta las reglas que lo garantizan: «nada en exceso».
  • Para la ética cristiana, el bien supremo es la felicidad consistente en la contemplación del ser divino en la otra vida, y los medios son cumplir los mandamientos y preceptos de la ley de Dios.

Críticas de Kant a las Éticas Materiales

Kant critica tres aspectos fundamentales de las éticas materiales:

1. Son Empíricas (A Posteriori)

Su contenido se ha extraído de la experiencia y es a posteriori. Sabemos que es bueno en la Ética de Epicuro no abusar de los placeres porque la experiencia nos ha demostrado las consecuencias negativas que se siguen de un abuso. Para Kant, este es un asunto importante, pues de la experiencia no se puede extraer ningún principio universal, y todo proyecto ético ha de aspirar a la universalidad.

2. Sus Preceptos son Hipotéticos

Solo tienen un valor condicional. La ética cristiana, por ejemplo, prescribe la necesidad de no robar o no matar, pero tales preceptos solo valen si se acepta esta condición: la de querer ganar la beatífica vida eterna. Si no crees que existe otra vida o prefieres desaparecer totalmente, todos los preceptos cristianos se vienen abajo para ti. Lo mismo ocurre con la ética de Epicuro: si quieres una vida larga y moderadamente placentera, debes abstenerte de los excesos. Pero si no se aspira a esto, la norma epicúrea carecerá de valor. Todas las éticas materiales presentan la misma condicionalidad. Por ello, a partir de ellas no puede fundarse una ética universalmente válida.

3. Son Heterónomas

Mientras que la autonomía implica que el sujeto se dé a sí mismo la ley, la heteronomía supone que la ley le viene al sujeto desde fuera de la propia razón. Esta característica aparece muy clara en la ética cristiana. Pero lo mismo ocurre con la ética aristotélica o epicúrea. Hemos de cultivar ciertos placeres porque nuestra naturaleza está constituida de tal manera que plantea esas exigencias. Mi voluntad queda determinada por algo ajeno a ella: el deseo o la inclinación natural al placer. Pero en este sentido, mi voluntad no es autónoma, sino heterónoma.

El Imperativo Categórico: La Ley Moral Formal

Kant distingue entre imperativos hipotéticos y categóricos. Los primeros determinan la voluntad solo en el caso de que esta quiera alcanzar determinados objetivos o fines. Por ejemplo: «Si quiero aprobar, debo estudiar». El imperativo categórico determina a la voluntad no en vista de obtener determinado objetivo, sino prescindiendo de los efectos que se quieran lograr. No es «si quieres, debes», sino «debes porque debes». Así, la voluntad queda determinada a priori y no a posteriori de los efectos o resultados.

Este imperativo categórico es válido para todos los hombres y en todas las circunstancias. Y este imperativo actúa como una fórmula aplicable a casos concretos. La ley moral no depende del contenido, sino de la forma. De acuerdo con esto, Kant establece varias formulaciones:

Las Formulaciones del Imperativo Categórico

  1. Primera Formulación (Ley Universal)

    «Obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal.»

    Una máxima es el principio subjetivo de la acción. Lo que está proponiendo Kant con su imperativo categórico es que aquello que me lleve a obrar me gustaría que fuera lo mismo que inspirara a todos los seres humanos. Consideremos, por ejemplo, la máxima: «es lícito copiar en los exámenes». Para someterla a prueba, imaginemos un mundo en el que esta máxima moral se convirtiera en ley. Un mundo en el que todos los alumnos por sistema copiaran. Ese mundo es imposible: si todos copiaran y nadie estudiase, no existirían exámenes ni clases porque no habría profesores (ellos tampoco habrían estudiado en su momento, solo habrían intentado copiar de otro). Un mundo así sería impensable, contradictorio en sí mismo, lo cual prueba su irracionalidad y, por tanto, la maldad de la máxima.

    Se trata de un imperativo formal, pues no establece qué contenido concreto ha de tener mi acción, sino que se limita a señalar la estructura que ha de poseer cualquier acción moral: si quieres que tu acción sea correcta moralmente, no tienes más que preguntarte si el deseo o la norma que la anima te gustaría que fuera el mismo que inspirara a todos los seres humanos.

  2. Segunda Formulación (Humanidad como Fin)

    «Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin y no solamente como un medio.»

    Para Kant, solo las personas tienen valor absoluto y pueden ser consideradas como fines en sí mismas. Se obra inmoralmente cuando se usa a alguien para conseguir un fin.

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