La Metamorfosis Económica de Gran Bretaña: Agricultura e Industria en la Revolución Industrial


Transformaciones Agrícolas e Industriales en Gran Bretaña durante la Revolución Industrial

La Revolución Agraria en Gran Bretaña (1800-1850)

La edad de oro de la agricultura inglesa se sitúa entre 1800 y 1850, periodo en el que se recogen los frutos de los cambios anteriores y comienzan a asomar nuevas transformaciones, calificadas como segunda revolución agraria, que se prolongaría hasta el siglo XX.

Cambios Técnicos en la Agricultura

Respecto a los cambios técnicos de la agricultura, el elemento clave fue la supresión del barbecho y la práctica del cultivo continuo o casi continuo. Las transformaciones técnicas consistieron, en resumen, en la ampliación del área de cultivo efectivo, en técnicas de cultivo más intensivas, nuevas plantas y sistemas de rotaciones que suprimieron el barbecho. Estas técnicas, por tanto, eran ahorradoras de tierra más que de trabajo, y empleaban más capital vivo (ganadero) que mecánico, lo que derivó en un alza significativa de los rendimientos por superficie. Por consiguiente, creció más la productividad de la tierra que la del trabajo.

Cambios Institucionales y Organizativos

En cuanto al cambio institucional de la agricultura, este se vincula con la idea de los cercamientos (enclosures). Estos consistían en la privatización de las tierras comunales o la concentración de parcelas en las tierras abiertas (open fields), en el cercado propiamente dicho y en la supresión de los derechos y prácticas colectivas de cultivo. Todo ello derivó en una redefinición de los derechos de propiedad y de explotación de la tierra, una distribución de la propiedad más concentrada o polarizada y un mayor tamaño de las explotaciones.

El cambio organizativo se relaciona con la nueva forma de organizar la producción, que constituía una excepción importante en el escenario europeo: se difundió y profundizó, al amparo de los cercamientos, la formación de explotaciones capitalistas, sin que ello significara la desaparición de las pequeñas explotaciones familiares. Estas aumentaron, pero el proceso de proletarización del campesinado avanzó irremediablemente. Con ello, la nueva forma de organizar la producción se materializó en una trilogía de agentes económicos:

  • Propietario: preceptor de la renta de la tierra.
  • Gran arrendatario: quien, cual empresario, organizaba la producción utilizando trabajo asalariado.
  • Asalariado: el trabajador.

Para cubrir la demanda de consumo, además de con las importaciones, se contó, gracias al transporte, con una mejor distribución interregional del producto, así como con una mejora cualitativa y nutricional de la producción agrícola nacional.

Transformaciones Industriales en Gran Bretaña durante la Revolución Industrial

Las transformaciones en la industria se consideran el núcleo central de los cambios en la Revolución Industrial.

La Industria Textil Algodonera

En la época precapitalista, la manufactura textil era la industria principal, y dentro de ella, la más importante era la de la lana, siendo la algodonera la de menor importancia. A la industria algodonera británica se le planteó en sus inicios el problema que siempre acechó a toda industria textil: el atraso de la mecanización del hilado respecto a otras fases del proceso productivo. En efecto, la primera innovación de importancia se produjo en la fase del tejido, con la divulgación de la lanzadera volante de Key (1733). Esto generó un estrangulamiento o cuello de botella en el proceso de tejido y producción (si una fase mejora, pero las demás no, se está en las mismas). Todo ello dio lugar en 1765 a la aparición de la spinning-jenny de Hargreaves, que permitía hilar varios husos a la vez; luego, en 1769, la water-frame de Arkwright; y, finalmente, en 1779, la mule de Crompton.

La mejora de la productividad en el hilado derivó en otro desfase, pero de signo contrario al anterior: se estaba provocando un exceso de oferta de hilo en relación con la capacidad de tejer con la tecnología existente. La respuesta sería más mecanización: el telar mecánico de Arkwright (1787) y, más tarde, el de Richard Roberts (1822). Con el equilibrio así conseguido, se cerraba el ciclo del cambio tecnológico en el textil algodonero. Toda esta mecanización impulsó la química para la obtención de colorantes y nuevos materiales para el blanqueo de algodón, así como para la obtención de la fibra en la propia agricultura.

La Industria Siderúrgica

Las transformaciones en la industria siderúrgica se producirían con retraso respecto a la textil, aunque culminaron antes que estas. La manufactura inglesa del hierro se enfrentaba en el siglo XVIII a graves dificultades: la escasez de carbón vegetal y la deforestación. La búsqueda de un sustitutivo se convirtió en una obsesión, y los experimentos tuvieron su recompensa al descubrir el procedimiento para servirse del carbón mineral, del que Gran Bretaña tenía importantes yacimientos tanto en cantidad como en calidad. Sin embargo, no se conocía el procedimiento para emplear dicho combustible en la siderurgia, y fue mérito temprano (1709) de Abraham Darby el llevar a cabo fusiones en un alto horno utilizando coque (producto resultante de la destilación de ciertos carbones minerales en hornos a muy altas temperaturas). Otras invenciones a destacar fueron la de 1784 de Henry Cort con su sistema de pudelado combinado con el laminado al carbón mineral. Llegó a emplearse carbón mineral en todo el proceso. Ello permitió incrementar de manera espectacular la producción siderúrgica en un país como Inglaterra, con buenas disponibilidades de mineral de hierro y excepcionales de carbón. Las ventajas en los inputs siderúrgicos de Gran Bretaña hicieron de ella el mayor productor y exportador de hierro del mundo.

La Nueva Energía: El Vapor

Además, dentro de los cambios industriales, cabe destacar la nueva energía: el vapor. La industrialización es sinónimo, entre otras cosas, de nuevas fuentes de energía. Los efectos de esta energía en el proceso de industrialización pueden considerarse tan importantes como el conjunto de otros cambios técnicos, ya que sustentaba el maquinismo y sostenía la productividad del trabajo. El vapor suministró a la nueva industria cantidades mucho mayores de energía. Hacia 1870, la capacidad de las máquinas de vapor inglesas era equivalente a la fuerza que podían desarrollar 40 millones de hombres o 5 millones de caballos. La sociedad industrial no habría podido sustentarse solo en las energías tradicionales. No obstante, los sistemas hidráulicos persistieron, registrando avances significativos. Las potencialidades de la nueva energía multiplicaron el número de empresas y, además, posibilitaron su deslocalización.

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *