Relatos Esenciales de la Mitología Griega y su Simbolismo
El Rapto de Europa
Europa, una princesa fenicia, estaba jugando con sus amigas en las playas de Sidón (o de Tiro, según otras versiones). Zeus, al verla, se quedó prendado de su belleza y deseó hacerla suya. Para ello, adquirió la forma de un toro blanco y se tumbó a los pies de la joven. Ella comenzó a acariciar el lomo del toro y, poco a poco, adquirió tanta confianza que se sentó encima de él. El toro aprovechó ese momento para levantarse y echar a correr hacia el mar. Europa solo pudo agarrarse a los cuernos. Emprendió una travesía que la llevó a Creta. Allí, Zeus recobró su forma y se unió a la princesa, que acabó dándole tres hijos: Minos, Sarpedón y Radamantis.
Interpretación: Tal vez el mito quiera dar a entender que la civilización vino de Oriente y que tuvo en Creta, encrucijada entre los dos mundos, un enriquecimiento y un desarrollo especial. Hoy en día, las monedas de dos euros de Grecia muestran a Europa a lomos de un toro, agarrada a sus cuernos.
Teseo y el Minotauro
Teseo, hijo de Egeo, un legendario rey de Atenas, había acudido a Creta para matar al Minotauro, mitad hombre, mitad toro, que había nacido de los amores de Pasífae, la mujer del rey cretense Minos, con un toro. Este monstruo, que vivía encerrado en un Laberinto, exigía aplacar su hambre con muchachas y muchachos atenienses, que eran sacrificados cada año. Teseo interrumpió tan bárbara costumbre dando muerte al Minotauro. Pero el héroe no habría sabido cómo salir del Laberinto si no hubiese sido por la ayuda de Ariadna, la hija de Minos. Ella le dio un ovillo de lana que él debía sujetar por un cabo mientras ella sujetaba el otro a la puerta del Laberinto. Así, Teseo consiguió culminar su hazaña con éxito.
Interpretación: Ariadna actuó por amor, desobedeciendo a su padre, y huyó con Teseo. Sin embargo, en el camino de regreso a Atenas, este la abandona en la isla de Naxos. Este mito invita a reflexionar sobre la violencia, la fuerza, el amor y la astucia.
Eco y Narciso
Eco es el nombre de una ninfa de los bosques que estaba locamente enamorada de un joven muy bello, Narciso. Según la profecía del adivino Tiresias a sus padres, Narciso viviría una larga vida si no llegaba a conocerse a sí mismo. Narciso fue pretendido no solo por Eco, sino por otras muchas ninfas, pero no correspondió a ninguna.
Desenlace: Ambos amantes, Eco y Narciso, terminaron mal. Ella, al ser rechazada, se retiró a un lugar apartado y, por tristeza e inanición, se fue consumiendo hasta que no quedó de ella más que la voz. Narciso, cansado tras un día de caza, llegó a una fuente cristalina y allí se agachó para beber. Contempló su imagen y se encontró tan bello que se enamoró de sí mismo. Intentó besar y abrazar su propia imagen y, absorto en su reflejo, perdió la vida (o se consumió de amor imposible). En ese lugar brotó una flor, el narciso, que recuerda esta historia.
Interpretación: Este mito habla de la sensualidad y de la belleza de los sentidos (el oído, la vista y el tacto) y también de sus peligros, como la vanidad y el amor no correspondido.
Laocoonte
Laocoonte era un sacerdote troyano del dios Apolo. Cuando, durante la contienda en Troya, los griegos simularon abandonar la ciudad dejando el famoso Caballo de Troya, Laocoonte desconfió. Poco antes, se había opuesto vehementemente a la entrada del caballo de madera en Troya, advirtiendo del engaño. Mientras iniciaba un sacrificio a Poseidón (para que el supuesto regreso de los griegos estuviera lleno de tempestades y contratiempos), dos serpientes gigantes salieron del mar y se enroscaron en los cuerpos de sus dos hijos y, a continuación, en su propio cuerpo, matándolos.
Interpretación: Por ese motivo, los troyanos, al ver que el sacerdote estaba siendo devorado por las serpientes, pensaron que su muerte obedecía a un castigo divino por oponerse al regalo (el caballo) y a la opinión de los demás. Pero en esta ocasión todos estaban equivocados: los griegos (con su engaño), los troyanos (al no escucharle)… e incluso los dioses (si fue Poseidón quien envió las serpientes por otra ofensa, o Atenea por desvelar el plan). No le creyeron; Laocoonte estaba solo frente a todos, pero tenía razón. Frente a la ofuscación colectiva, Laocoonte representa la visión clara y la evaluación crítica de la situación, al margen de presiones, imposiciones e influencias del grupo que no razona y se deja llevar por la corriente de la mayoría.
Edipo y la Esfinge
De los muchos episodios existentes en la azarosa vida de Edipo, uno de los más llamativos es el que habla de su encuentro con la Esfinge, ese ser monstruoso con rostro de mujer, pechos, patas y cola de león, provista además de alas gigantescas. Establecida en una montaña cercana a Tebas, devoraba a quienes pasaban cerca de ella sin ser capaces de responder a su misterioso y enigmático acertijo: «¿Qué ser camina con cuatro patas por la mañana, dos al mediodía y tres por la tarde?». Obviamente, el ser vivo al que aludía la Esfinge no podía ser otro que el ser humano (gatea de bebé, camina sobre dos piernas de adulto y usa un bastón en la vejez). Con serenidad y con ingenio, Edipo resolvió el enigma, venciendo a la Esfinge (que se arrojó al vacío), y de esta forma pudo continuar su camino hacia Tebas.
Interpretación: Este episodio hace reflexionar sobre la inteligencia y el ingenio del ser humano como herramienta para superar obstáculos, sobre las etapas de la vida y, quizás, sobre las deformaciones y exageraciones monstruosas que puede crear nuestra mente o el destino.