Nietzsche y Marx: Pilares del Pensamiento Crítico Moderno


El Problema de Dios en Nietzsche

Nietzsche es un maestro de la sospecha: cree que la conciencia no busca la verdad, sino que es una forma de valorar la vida. Su proyecto filosófico es criticar la cultura occidental, que ha negado la vida, y superarla mediante una transvaloración de todos los valores. En el centro de su pensamiento está la voluntad de poder, que crea valores, y de esos valores nacen la moral, la religión y la filosofía. Un hecho fundamental para Nietzsche es la muerte de Dios, que cambia por completo la forma en que los seres humanos deben enfrentarse a la vida.

La Moral y el Origen de Dios

La idea de Dios tiene un origen moral. La moral occidental, nacida del resentimiento de los débiles, niega la vida.

  • En la moral antigua, los fuertes afirmaban la vida (moral de señores).
  • La moral de esclavos, en cambio, transforma la debilidad en virtud.

Sócrates y Platón pervierten el pensamiento: empiezan a valorar más lo eterno y lo inmutable que la vida real y cambiante.

El cristianismo lleva esta negación al máximo: presenta a Dios como un ser supremo y perfecto, que da sentido a todo, pero que en realidad es una manifestación de la voluntad de nada: la negación de la vida real.

La Muerte de Dios y el Nihilismo

La muerte de Dios lleva directamente al nihilismo, que Nietzsche describe como el gran problema de Occidente:

  • El nihilismo negativo es la voluntad de nada, causada por la división entre un mundo verdadero (ideal) y uno falso (el real).
  • El nihilismo reactivo muestra que la cultura está agotada: ya no hay voluntad de crear, solo representación del mundo y pesimismo.
  • Con la muerte de Dios llega el último hombre: un ser conformista, sin grandes aspiraciones, que solo busca comodidad.

La Transvaloración de los Valores y el Superhombre

Sin embargo, Nietzsche ve un aspecto positivo en la muerte de Dios: abre la puerta a la transvaloración de todos los valores.

  • El nihilismo activo es crear nuevos valores afirmando la vida tal como es.
  • Así nace el proyecto del superhombre, que acepta la vida con todo su dolor y caos.
  • Esta nueva actitud supone la recuperación del sentido de la tierra: abrazar el mundo sensible, el cambio constante, la inmanencia, la contingencia y el caos.
  • Todo esto se resume en la idea del eterno retorno: vivir la vida como si la quisieras repetir eternamente.

El Problema del Ser Humano en Marx

Marx entiende al ser humano como un ser concreto, social e histórico. Somos seres reales, que vivimos en sociedad y cambiamos con la historia. Además, Marx destaca que el ser humano es homo faber, es decir, un ser que transforma el mundo a través del trabajo. Aunque el trabajo tiene un potencial liberador, en muchas épocas ha sido usado como herramienta de dominación.

La Alienación Humana

Marx habla de la alienación para describir cómo, en determinadas condiciones, las personas se sienten extrañas a su propio trabajo y existencia. Hay dos tipos de alienación: la alienación económica y la alienación ideológica. En la alienación económica, el trabajador pierde el significado y valor de su trabajo y sufre. En la alienación ideológica, la sociedad crea una falsa conciencia que impide a los trabajadores ver su situación real.

El Materialismo Histórico y las Clases Sociales

La historia, para Marx, se explica a través del materialismo histórico: una ciencia que estudia cómo la producción económica organiza la sociedad. Siempre ha existido antagonismo entre clases sociales en los diferentes modos de producción. Además, las ideas, las leyes y las instituciones (la superestructura ideológica) sirven para mantener estos antagonismos y proteger a la clase dominante.

En el capitalismo, la división de clases es clara: la burguesía posee los medios de producción y el proletariado solo tiene su fuerza de trabajo. Los obreros son obligados a vender su trabajo a cambio de un salario, mientras que la burguesía se apropia del plusvalor, es decir, de la riqueza generada por el trabajador. El trabajo en el capitalismo provoca varias formas de alienación: el obrero se separa del producto que crea, de su propia actividad laboral, de sus compañeros de trabajo, y termina siendo tratado como una cosa, mientras que los productos parecen tener vida propia (fetichización de la mercancía). Además, el Estado y el derecho en el capitalismo refuerzan esta conciencia alienada, haciendo ver como natural un sistema que es injusto.

El Comunismo como Emancipación

Frente a esta situación, Marx propone el comunismo como horizonte de emancipación. Según él, el capitalismo lleva dentro de sí las semillas de su destrucción, porque genera sus propios problemas y, al mismo tiempo, un proletariado que tomará conciencia de su situación. En el comunismo, se abolirá la propiedad privada, desaparecerán las clases sociales, se eliminará la explotación y la alienación, y el trabajo dejará de ser forzado para convertirse en una actividad libre y humana.

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