Intelectualismo Moral
El intelectualismo moral es una teoría ética que sostiene que el ser humano, desde el ejercicio de la razón, es capaz de conocer el bien. La propuesta ética de Sócrates es el prototipo del intelectualismo moral; es heterónoma. Una vez conocido el bien, Sócrates sostiene que la voluntad se adhiere de manera necesaria a él. Quien obra mal lo hace por ignorancia.
Eudemonismo
¿Qué debo hacer? Lo que es bueno, aquello que me acerca al fin propuesto; ese fin es la felicidad. La primera formulación sistemática eudemonista la encontramos en la propuesta aristotélica. La felicidad se presenta como el bien máximo que debe alcanzarse. Actuamos para ser felices. La afirmación aristotélica parece sensata, pero el problema es que cada uno define la felicidad de una forma. Para resolver este problema, Aristóteles recurre a la finalidad del ser humano. La finalidad del ser humano está basada en la consideración del hombre como animal racional. Esta definición se desprende de considerar al alma intelectual como específica del ser humano. La felicidad, por tanto, reside en vivir conforme a la razón, esto es, en procurar la consecución de los bienes que son propios del alma racional: el conocimiento y la sabiduría.
Un nuevo inconveniente surge de lo dicho hasta ahora: no siempre hacemos lo que la razón nos presenta como bueno. En este punto de la argumentación, Aristóteles introduce el concepto de virtud, un “remedio” para esos nuevos problemas. Aristóteles distingue dos tipos de virtudes: virtudes dianoéticas, relacionadas con la operación del alma (el entendimiento), y virtudes éticas, vinculadas con la voluntad.
Virtudes Dianoéticas
Las virtudes dianoéticas se relacionan con la parte racional del alma, es decir, con el entendimiento y la sabiduría práctica.
Virtudes Éticas
Aristóteles somete la voluntad al entendimiento. No se puede querer lo que no se conoce previamente; no se puede ser justo si no se conoce qué es la justicia. Sin embargo, dicho conocimiento no implica su cumplimiento. Para ello, son necesarias las virtudes éticas, que al estar relacionadas con la voluntad, se vinculan con el comportamiento. Se adquieren mediante la repetición de actos y se definen como término medio entre dos extremos: uno por defecto y el otro por exceso. Los extremos son vicios para Aristóteles. Este término medio no es abstracto (debe discernirse en función de las circunstancias).
Estoicismo
Tiene sus orígenes en la escuela estoica fundada por Zenón de Citio (335-264 a. C.) en Atenas. Su nombre proviene del término griego “stoa” (pórtico) y hace alusión al pórtico del ágora ateniense, lugar en el que Zenón impartía sus enseñanzas. Para los estoicos, la naturaleza está gobernada por una razón divina (logos) caracterizada por su providencia. Ocurre lo que debe ocurrir y carece de sentido rebelarse contra el destino.
El ser humano, dotado de razón, debe discernir dicha lógica y aprender a vivir conforme a lo que la naturaleza le depara. Se anulan las pasiones y se evita el sufrimiento, lo que conduce a la serenidad del alma. La ataraxia (serenidad del alma) para los estoicos es garantía de felicidad. En la escuela estoica destacaron las figuras de Séneca, Epicteto y Marco Aurelio.
Hedonismo
Tiene sus primeras formulaciones sistemáticas (al igual que el estoicismo) en las escuelas helenísticas, en concreto en el epicureísmo, fundada por Epicuro (341-271 a. C.) en Atenas en el año 306 a. C. La tesis básica del epicureísmo consiste en identificar el bien con el placer y este como ausencia de dolor. Para evitar el dolor, Epicuro distingue dos fases: la primera, lo que se debe evitar; la segunda, lo que se debe procurar.
- Se deben evitar los miedos, fundamento último del dolor. Es necesario localizar esos miedos para neutralizarlos. Epicuro menciona el miedo provocado por la creencia en el destino y en los dioses, y el que causan realidades como la muerte, las enfermedades y la satisfacción de las necesidades corporales:
- No hay destino. Todo es azar.
- Los dioses no intervienen en los asuntos humanos.
- La muerte no es nada porque cuando existimos nosotros, no existe la muerte, y cuando existe la muerte, no existimos nosotros.
- Hay enfermedades curables. Si son incurables, carece de sentido preocuparse. El mismo criterio se sigue para las necesidades corporales.
- ¿Qué se debe procurar? El placer, solo los auténticos, aquellos que son necesarios y naturales. Son los placeres del alma los prioritarios:
- Un ejemplo de placer necesario y natural (del cuerpo) es comer cuando se tiene hambre. Ese placer se torna innecesario cuando, una vez satisfecho, se sigue comiendo.
- Un ejemplo de placer necesario y natural del alma es la amistad.
- La felicidad es consecuencia de evitar miedos y procurarse los placeres auténticos.
Iusnaturalismo
Lo encontramos en la propuesta ética de Tomás de Aquino. El ser humano se caracteriza por poseer una ley natural, un conjunto de inclinaciones que le constituyen como tal. Estas inclinaciones dirigen nuestras acciones para la adecuada realización y consecución de los bienes que nos son propios. Tomás de Aquino afirma que este conjunto de inclinaciones tiene su fundamento último en Dios. Dios entrega a todo lo creado un orden por el que todo tiende hacia Él. Esta recibe el nombre de ley eterna. La ley natural es la concreción de esa ley eterna en el ser humano. Tomás de Aquino explicita el contenido de dicha ley natural en función de cómo queda afectado el ser humano por ella y en cuanto que es sustancia, animal y ser racional. Esta última afectación es específica del ser humano.
- En cuanto sustancia: tendencia a conservar la existencia.
- En cuanto animal: tendencia a procrear.
- En cuanto ser racional: tendencia a conocer la verdad y vivir en sociedad.
La ley natural se constituye como ley moral en cuanto que establece aquello que debe hacerse y evitarse, proporcionando, al mismo tiempo, el criterio para tal juicio.
Utilitarismo
Es una corriente ética que sostiene que lo bueno es lo útil y que el valor moral de una conducta queda determinado por el carácter práctico de sus resultados. La formulación de John Stuart Mill (1806-1873) se fundamenta en el denominado “principio de utilidad”. Dicho principio queda formulado de la siguiente manera:
- Proporcionar el mayor bien posible al mayor número de personas posible.
- Una acción responde a ese principio de utilidad cuando la tendencia a aumentar la felicidad de la comunidad es mayor a la que tiende a disminuirla. Esto debe cumplirse en todos los casos e incluso si una hipotética acción pudiera no beneficiarme.
Ese bienestar colectivo debe estar presidido por todo aquello que prime tanto lo intelectual como ese tipo de sentimientos.
Emotivismo
Es no cognitivista, sostiene que el fundamento de los juicios morales no reside en la razón, sino en los sentimientos. La propuesta de David Hume, el “emotivismo moral”, representa una crítica a todo tipo de intelectualismo moral. ¿Por qué la razón no puede afirmar ni negar nada sobre el hecho moral? La respuesta se desprende de las propias tesis epistemológicas de Hume: Hume afirma que de los hechos (el ser) no se desprende ningún deber ser: la falacia naturalista. Por otra parte, la razón no puede proponer juicios morales universales. De ser así, deberíamos calificar como buenas o malas acciones propias de la naturaleza o de los animales. Solo queda encontrar el fundamento de los juicios morales en los sentimientos: agrado o desagrado que un hecho provoque en nosotros o en los demás. Dado que la naturaleza humana es igual en todos, el sentimiento humano estará regulado por unos mismos principios: el principio de utilidad y el principio de simpatía. La utilidad hace referencia a las expectativas de placer que una acción nos pueda proporcionar. La simpatía alude a la inclinación que tenemos para participar de los sentimientos de los demás.
Éticas Formales
La ética formal es un sistema ético que defiende que la bondad de una acción no puede depender de un fin ajeno a la propia acción. ¿Qué debo hacer? Aquello que pueda convertirse en ley universal y sin considerar el fin posible a alcanzar.
Formalismo Kantiano
La ética kantiana comienza con una crítica a las éticas materiales: Todos los sistemas éticos proponen juicios morales. Son imperativos, pues dictan lo que se debe hacer o lo que se debe evitar. Las éticas materiales proponen imperativos en función de un bien superior que hay que alcanzar. En la propuesta aristotélica, es bueno todo aquello que nos conduzca a la felicidad; en la ética tomista, todo aquello que nos lleve al cielo. Estos imperativos son hipotéticos dado que surgen de esa relación establecida entre el bien supremo y el modo de conseguirlo. La insuficiencia de las éticas materiales reside, según Kant, en ese tipo de imperativos: “si quieres ser feliz, entonces…”. Suprimido el fin, el imperativo queda vacío de contenido, y la acción, falta de juicio moral.
Propuesta Kantiana
Es deontológica. Se hace necesario fundamentar en imperativos categóricos que no hagan depender la posible bondad de una acción de un fin posterior. Esto plantea un inconveniente argumentativo: si no sometemos la moralidad de una acción a un fin, ¿en qué sustentamos entonces dicho juicio? Para Kant, en que la acción pueda convertirse en ley universal, válida para todos los seres humanos en todo tiempo y circunstancia. El imperativo categórico (propone tres enunciados) soluciona ese inconveniente:
- “Obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal”
- “Obra de tal modo que uses a la humanidad”. (Haz aquello que te parezca bien que todos hicieran en la misma situación).
- “Obra como si la máxima de tu acción pudiera tornarse, por tu voluntad, ley de la naturaleza”.
(Actúa como si lo que hicieses se convirtiera en ley natural, como la gravedad o que el fuego quema). El imperativo categórico nos provee del criterio para discernir si tales acciones son correctas o no. Por este motivo, la ética kantiana es formal, ya que prescinde de los contenidos e incide en ese criterio que se debe utilizar. La ética kantiana es una ética del deber: realizar lo correcto porque es lo correcto.
Ética del Discurso
Jürgen Habermas (1929) está considerado uno de los pensadores más influyentes del panorama filosófico actual. Propone un sistema ético (ética del discurso) que, al igual que el kantiano, se caracteriza por su carácter formal y universal.
- Es una ética formal porque no nos dice qué debemos hacer.
- Es una ética universal porque las normas morales deben ser válidas y aceptadas por toda la comunidad.
La gran diferencia entre ambas propuestas consiste en lo siguiente:
- Kant establece en el imperativo categórico el medio para determinar lo que se debe hacer.
- Habermas lo sitúa en el diálogo.
Ya que no se trata tanto de determinar lo moral a nivel individual (Kant), sino de establecer pautas dialógicas para solventar los posibles dilemas éticos que puedan plantearse en el seno de una comunidad. Este diálogo, para que sea fructífero, debe cumplir una serie de requisitos:
- Deben estar presentes todos a quienes afecte la cuestión que se va a debatir.
- Todos tienen las mismas oportunidades para participar y para argumentar libremente.
- El diálogo tiene que realizarse con el propósito de alcanzar el acuerdo.
- Todos deben asumir lo acordado.
Esta concepción dialógica de la ética se plasma en cualquier sociedad democrática.
Deliberación Moral (Fines y Medios)
Aristóteles distingue entre fines medios y fines últimos. Los primeros hacen alusión a aquellos fines que no se buscan por sí mismos, sino como medios para alcanzar otros fines. Los segundos, aquellos que se buscan por sí mismos. Para Aristóteles, todo nuestro obrar está encaminado a la consecución de la felicidad (fin último). Esta tesis teleológica aristotélica —propia no solo de la naturaleza en su conjunto, sino también del ser humano— nos brinda su marco reflexivo con respecto a la deliberación moral sobre los fines y sobre los medios.
- La felicidad es separable de la propia especificidad del ser humano.
- Dicha especificidad reside en su alma racional: entendimiento y voluntad.
- Entendimiento y voluntad nos remiten a sus virtudes específicas.
- Por tanto, la felicidad, para ser catalogada como tal, no puede separarse de una vida virtuosa: virtudes dianoéticas y éticas.
La propuesta aristotélica, pues, establece una simbiosis perfecta entre fines y medios:
- El fin nunca justifica los medios.
- Los medios no pueden alterar la racionalidad y la virtud.
- La felicidad no puede concebirse fuera de nuestra singularidad.
Aristóteles incide en la necesidad de vincular dicha deliberación a unas circunstancias concretas (las de cada uno) y en la necesidad de actuar en el momento oportuno. En cualquier caso, su tesis puede plantear el siguiente inconveniente: el de no aceptar su visión antropológica, lo que supone dejar desprovista de fundamento su propia propuesta deliberativa.
El Reino de los Fines
Kant, con su propuesta de “inviolabilidad de la persona”, sale al paso de este tipo de inconvenientes: “Obra de tal modo que te relaciones con la humanidad, siempre como un fin, y nunca solo como un medio”. Este principio constituye para Kant el denominado “reino de los fines”: cada persona es un fin en sí misma, tanto para ella como para los demás. El Estado debe defender también dicho principio. Este se constituye como herramienta para toda deliberación moral.