Provincias que quedaron divididas por la Guerra Civil espanola


Tiempo 

La acción se reparte entre dos períodos cronológicos. El primero ocupa las tres primeras partes de la novela y se extiende desde 1947 hasta 1949. El segundo se distribuye por el epílogo de la obra y comprende los momentos cercanos a las elecciones de 1977. El tiempo externo de la novela coincide con un período en la posguerra española conocido como el Trienio del Terror. Tras la derrota republicana, las milicias leales a la causa (en su mayoría ligadas a grupos anarquistas y comunistas) se acantonaron en los montes y, al amparo de su intrincada orografía, llevaron a cabo una guerra de guerrillas que tenía por objeto desestabilizar al régimen hasta que los aliados consiguieran acabar con las potencias del Eje. No obstante, la caída de Hitler y Mussolini en Europa no arrastró a Franco, y las milicias fueron duramente hostigadas por el ejército y la Guardia Civil. A esta represión se suma la que sufrieron los familiares de los guerrilleros, que seguían viviendo en los pueblos. Los “maquis” —así se conocía a la guerrilla antifranquista— se fueron quedando aislados y perdieron sus principales apoyos (entre ellos el del Partido Comunista, que acabó refiriéndose a la guerrilla como “un grave error estratégico”) hasta que su último dirigente, José Castro, fue abatido en Galicia en 1965. 

El oficialismo franquista solía denominar a estos guerrilleros “bandidos” para contrarrestar el Romanticismo del término “guerrillero”, lo cual se refleja también en la novela. Con respecto al tiempo interno de la novela, este articula entre los dos presentes antes referidos (el de la narración y el de la historia). Nino rememora desde su madurez —en fecha algo posterior a las elecciones del 15 de Junio de 1977— los hechos que marcaron su infancia, cuarenta años después de acaecidos. El protagonista tiene, por lo tanto, alrededor de 49 años de edad cuando se produce el reencuentro con Pepe el Portugués, el cual da origen a la narración. 

En cuanto al ritmo del relato, este discurre linealmente desde 1947 hasta 1949. No obstante, las analepsis o flashbacks son frecuentes, especialmente en la primera parte, y sirven para completar el sentido de algunos episodios o para describir mejor a los personajes. Por ejemplo, gracias a una te procedimiento el lector conoce la llegada de Pepe el Portugués al pueblo, la muerte de Crispín y Cencerro, el enfrentamiento de Elías el Regalito con el maestro, y el engaño que Elías y Pepe perpetran contra la Guardia Civil para que sus agentes liquiden a los delatores de Cencerro. En las dos últimas partes las analepsis son menos frecuentes y menos extensas, pero dan cuenta de algunos episodios fundamentales como la historia de doña Elena y las Rubias, los antecedentes del padre de Antonino, la muerte del Pesetilla y el pasado de Sanchís y Pastora. 

Espacio 

En relación al espacio es preciso distinguir también entre dos planos: el espacio real o empírico y el espacio referido o evocado
. El primero es aquel en el que se desarrolla la acción, es decir, el entorno de la Sierra Sur de Jaén, fundamentalmente, Fuensanta de Martos y algunos otros pueblos y lugares. Como espacios evocados, o lo que es lo mismo, aquellos a los que se refieren los personajes sin que se traslade a ellos la acción, se encuentran otros lugares de Andalucía como Almería, Jaén, Granada, Oviedo, Madrid, Carmona, etc. 

También en relación al espacio, ya se ha mencionado la dicotomía que se establece entre la sierra y el llano, ambos espacios exteriores. Las zonas montañosas son escenario de las actividades de la guerrilla, mientras que las zonas bajas sirven de tablado a la brutal represión de la Guardia Civil. Entre unas zonas y otras se establecen contactos furtivos, no exentos de peligro, como las visitas de Elías a Filomena. Atrapados entre ambos ejes se encuentran algunos personajes que sirven de enlace entre los dos mundos, como Sanchís y el Portugués. El clima extremo de la sierra, con inviernos gélidos y veranos sofocantes, acrecienta todavía más las tensiones y fuerza los límites de los personajes. Además, ambos espacios mantienen entre sí una brutal relación de causa-efecto, pues las acciones de los maquis en la sierra desencadenan un recrudecimiento de la represión en el llano y viceversa. La comunicación entre los de arriba y los de abajo, a pesar de los esfuerzos de la Guardia Civil por interrumpirla, es fluida y se lleva a cabo por medio de canales de diversos, como las ropas tendidas, el humo, las anotaciones en los libros, etc. Por otra parte, la sierra proporciona cobijo y abundantes recursos a los maquis, al tiempo que frustra los esfuerzos de la Guardia Civil y el ejército, que desconocen el terreno y carecen de medios, convirtiéndose así en el único lugar donde la resistencia es posible. Las leyendas que circulan por los pueblos del llano en torno a los maquis y su proverbial astucia acrecientan el miedo de las fuerzas del orden, que suben al monte convencidos de su derrota. Antonino y Romero llegan incluso a esconderse en sus habitaciones mientras hacen creer a sus superiores que están de servicio. Por su parte, el teniente Michelín se acobarda cuando le llega el momento de exponerse para evitar la huida de los guerrilleros y envía en su lugar a Nino, que es solo un niño. 

Con respecto a los espacios interiores, la casa cuartel es quizá el más importante. En torno a ella gira la vida en Fuensanta de Martos, pues todos sus habitantes mantienen algún tipo de contacto con ella. O bien viven allí hacinados (caso de los guardias y sus familias), o desfilan por sus instalaciones para que se les tome declaración, incluso para ser torturados. Se trata, además, de un espacio simbólico, imagen de la ominosa represión del régimen. Por su parte, la taberna de Cuelloduro es un interesante espacio liminal, es decir, de contacto entre la sierra y el llano. En ella se celebran los éxitos de la guerrilla y se perpetran burlas a la Guardia Civil, como el canto a coro de La vaca lechera. Liminales son también los cortijos, situados a las afueras del pueblo y, por lo tanto, más a desmano para la Guardia Civil. El contacto entre ambos mundos se intensifica en ellos, puesto que constituyen la puerta de entrada al monte (no es casualidad que Pepe el Portugués hubiera escogido aquel apartado molino para establecer su residencia). Por eso Nino, que pasa mucho tiempo en el cortijo de las Rubias, acaba haciéndose partidario de los de arriba sin necesidad de salir del pueblo, mientras que sus amigos Paquito y Alfredo siguen siendo de los del llano. Cuando los niños se hacen adultos se ve a las claras el antagonismo que separa ambas formas de entender la vida. El aura de la sierra impregna, por lo tanto, el llano. Todos sus habitantes respiran el mismo aire y todos están obligados a tomar partido.

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *