Santo Tomás de Aquino: las cinco vías y la demostración racional de la existencia de Dios


Análisis

El problema filosófico que plantea Santo Tomás en la tercera vía es el de la existencia de Dios a partir de la distinción entre lo contingente y lo necesario. El autor se pregunta si todos los seres que existen pueden ser contingentes, es decir, si pueden existir o no existir, o si es imprescindible admitir la existencia de un ser que exista necesariamente y que explique el origen último de la realidad.

La tesis defendida es que existe un ser absolutamente necesario, al que llamamos Dios. Santo Tomás observa que en el mundo hay seres contingentes, que «pueden existir o no existir». Si todos los seres fueran contingentes, habría habido un momento en que nada existiera, y entonces nada existiría ahora, pues «lo que no existe no empieza a existir más que por algo que ya existe». Dado que el mundo existe, esta posibilidad queda descartada y se concluye que no todos los seres son mera posibilidad.

Esta argumentación se inscribe en la metafísica tomista, heredera del pensamiento de Aristóteles, y se relaciona con su concepción de Dios como fundamento del ser y causa primera. Santo Tomás aplica el principio de causalidad al ámbito de la existencia y distingue entre seres contingentes, seres necesarios pero causados (como las verdades científicas) y un ser absolutamente necesario, que no recibe su necesidad de otro y es causa de la necesidad de los demás.

El término clave del texto es «ser necesario». Un ser necesario es aquel que no puede no existir y cuya esencia implica su existencia. En el fragmento, Santo Tomás afirma que todo ser necesario o recibe su necesidad de otro o la posee por sí mismo, lo que permite concluir que existe un ser cuya necesidad no depende de nada. Este ser es Dios, que no comparte el mismo origen que los seres contingentes y constituye la explicación racional de que algo exista en lugar de nada.

Tema

La filosofía de Santo Tomás de Aquino se sitúa dentro de la idea de una filosofía cristiana, cuyo objetivo es armonizar el uso de la razón filosófica con las verdades reveladas del cristianismo. En este contexto distingue entre teología racional o natural y teología revelada. La teología racional se apoya exclusivamente en la «luz de la razón» y pretende conocer a Dios a partir del estudio del mundo y de las criaturas, sin recurrir a la fe, como ocurre en las cinco vías. La teología revelada, en cambio, se apoya en la «luz de la fe» y acepta como verdades indiscutibles los misterios transmitidos por la revelación bíblica. Santo Tomás retoma la concepción aristotélica de Dios como Acto Puro, pero, a diferencia de Aristóteles, afirma que Dios es creador del mundo y mantiene una relación directa con él.

En cuanto a los precedentes en la demostración de la existencia de Dios, destaca el argumento ontológico de San Anselmo de Canterbury, que pretende demostrar la existencia de Dios a priori, partiendo únicamente del concepto de Dios como «aquello mayor que lo cual nada puede pensarse». Santo Tomás rechaza este tipo de demostración, ya que considera que el ser humano no conoce la esencia de Dios. Por ello distingue entre dos tipos de demostraciones: la a priori o propter quid, que parte de la causa a los efectos, y la a posteriori o quia, que parte de los efectos para llegar a la causa. Según Tomás, sólo este segundo tipo es válido para demostrar racionalmente la existencia de Dios, ya que «todo conocimiento empieza por los sentidos».

Relación entre razón y fe

La relación entre razón y fe es para Santo Tomás de estricta complementariedad. No existe contradicción entre ambas porque proceden de Dios y, por tanto, la verdad no puede contradecir a la verdad. La razón puede demostrar la existencia de Dios y aclarar los preámbulos de la fe, mientras que la fe guía y perfecciona a la razón, evitando sus errores. La razón sin fe puede extraviarse, y la fe sin razón queda incompleta. Así, ambas son dos caminos distintos pero convergentes hacia Dios, pues la razón puede llegar a demostrar la existencia de Dios pero no a conocer su esencia.

Las cinco vías

Las cinco vías presentan una misma estructura lógica: parten de un hecho observable del mundo sensible, aplican el principio de causalidad, rechazan una regresión infinita de causas y concluyen en la existencia de una Causa Primera a la que llamamos Dios.

Primera vía: la vía del movimiento

La primera vía es la vía del movimiento y se inspira directamente en la física y la metafísica aristotélicas. Santo Tomás observa que en el mundo todo se mueve, entendiendo por movimiento cualquier cambio. El movimiento se define como el paso de la potencia al acto: la potencia es la capacidad real de llegar a ser algo (por ejemplo, la madera es potencialmente caliente), mientras que el acto es la realización efectiva de esa capacidad (la madera caliente en acto). Nada puede pasar de la potencia al acto por sí mismo, pues para actualizarse necesita de algo que ya esté en acto. Por eso, «todo lo que se mueve es movido por otro». No es posible una cadena infinita de motores, ya que entonces no habría un primer motor y, en consecuencia, no habría movimiento alguno. Por ello, es necesario admitir un Primer Motor Inmóvil, que no necesita ser movido por otro porque es Acto Puro, sin potencia alguna. Este ser es Dios.

Segunda vía: la vía de la causa eficiente

La segunda vía es la vía de la causa eficiente. En el mundo sensible encontramos un orden de causas eficientes, es decir, causas que producen la existencia de algo. Nada puede ser causa eficiente de sí mismo, porque para causarse tendría que existir antes de existir, lo cual es imposible. Tampoco es posible una serie infinita de causas eficientes, ya que, si no existiera una causa primera, no existirían las causas intermedias ni los efectos. Por ello, es necesario admitir una Causa Eficiente Primera, que no es causada por otra y que da el ser a todas las demás. Esta causa primera es Dios, creador del mundo ex nihilo. En Él se identifican esencia y existencia, mientras que en los seres creados están realmente distintas.

Tercera vía: la vía de la contingencia y la necesidad

La tercera vía parte de la distinción entre lo posible (contingente) y lo necesario. Los seres contingentes son aquellos que «pueden existir o no existir», ya que nacen y mueren. Santo Tomás afirma que lo que tiene en sí la posibilidad de no existir, en algún momento no existió. Si todos los seres fueran contingentes, habría habido un tiempo en que nada existiera. Pero «lo que no existe no empieza a existir más que por algo que ya existe», de modo que, si alguna vez no existió nada, nada existiría ahora, lo cual es falso. Por ello, es necesario admitir la existencia de un ser necesario. Además, algunos seres necesarios reciben su necesidad de otro, pero no es posible proceder al infinito. Por tanto, debe existir un ser absolutamente necesario, cuya necesidad no dependa de otro y que sea causa de la necesidad de los demás. Este ser es Dios.

Cuarta vía: la vía de los grados de perfección

La cuarta vía tiene influencia platónica y parte de los grados de perfección que observamos en los seres. En la realidad encontramos cosas más o menos buenas, verdaderas o nobles. Estos grados suponen la referencia a un máximo en cada género, que es causa de todo lo que posee esa perfección de manera limitada. Así como el fuego es causa de la mayor o menor calidez de los cuerpos, debe existir un ser que sea la perfección máxima y la causa de toda perfección en los demás. Este ser sumamente perfecto es Dios.

Quinta vía: la vía del gobierno del mundo o de la finalidad

La quinta vía es la vía del gobierno del mundo o de la finalidad. Santo Tomás observa que los seres naturales, aun careciendo de conocimiento, actúan de manera regular y ordenada para alcanzar un fin, lo que no puede explicarse por el azar. Actuar en orden a un fin implica ser dirigido por una inteligencia, del mismo modo que una flecha necesita un arquero. Por ello, debe existir un ser inteligente que ordene todas las cosas naturales hacia su fin. Este ser es Dios, causa final del orden del mundo y último fin de todo cuanto existe.

Conclusión

En conclusión, la filosofía de Santo Tomás de Aquino constituye una síntesis ejemplar entre el pensamiento clásico y el cristianismo. Mediante el uso riguroso de la razón y partiendo siempre de la experiencia sensible, Tomás demuestra que es posible alcanzar racionalmente la existencia de Dios sin recurrir a la fe, aunque reconoce que la fe perfecciona y completa el conocimiento humano. Sus cinco vías muestran que el orden, el movimiento, la causalidad, la contingencia y la finalidad del mundo remiten necesariamente a un fundamento último, que es Dios: ser absolutamente necesario, causa primera y fin supremo de toda la realidad. De este modo, Santo Tomás establece un modelo de filosofía cristiana en el que razón y fe no se oponen, sino que se complementan armónicamente en la búsqueda de la verdad.

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