Sudamérica: Geografía y Características Generales
Sudamérica es un subcontinente de América con una extensión de 17.819.000 km², que abarca el 12% de la superficie terrestre. Atraviesa la línea ecuatorial y el trópico de Capricornio. Se une con Centroamérica, al norte, por el istmo de Panamá. Sudamérica tiene una longitud de 7.400 km, desde el mar Caribe, al norte, hasta el cabo de Hornos, al sur. En su punto más ancho abarca 4.830 km, entre el cabo de São Roque, en el extremo más oriental, en el océano Atlántico, y Punta Pariñas, en el océano Pacífico.
En 1990, Sudamérica tenía aproximadamente 304 millones de habitantes, lo que representaba menos del 6% de la población mundial. Comprende los siguientes países y territorios:
- Argentina
- Bolivia
- Brasil
- Chile
- Colombia
- Ecuador
- Paraguay
- Perú
- Uruguay
- Venezuela
- Guyana
- Surinam
- Guyana Francesa (departamento de ultramar de Francia)
Existen islas en la costa del Pacífico situadas a gran distancia del continente, como el archipiélago de Juan Fernández y la Isla de Pascua, que pertenecen a Chile, y las Islas Galápagos, que pertenecen a Ecuador. Próximo a la costa Atlántica está el archipiélago de Fernando de Noronha, perteneciente a Brasil y, mucho más al sur, las Islas Malvinas, bajo soberanía británica y reclamadas por Argentina, conocidas también como Islas Falkland. La línea costera de Sudamérica es bastante regular, excepto en el extremo sur, donde se fragmenta en numerosos fiordos.
Demografía y Población Sudamericana
Sudamérica tiene más de 300 millones de habitantes. Aunque el subcontinente representa poco más del 12% de la superficie terrestre, alberga menos del 6% de la población mundial. Sin embargo, en conjunto, la población ha ido aumentando de modo considerable, sobre todo en los países tropicales, y se ha registrado un alto índice de crecimiento, principalmente en la población urbana. Desde 1930, la inmigración a Sudamérica se ha reducido al mínimo. No obstante, la migración interna ha sido muy grande, lo que ha traído como consecuencia la concentración de importantes grupos humanos en la periferia de las ciudades, mientras que las regiones del interior quedaban escasamente pobladas. Aunque, en conjunto, la densidad de la población es de 17 hab./km², la mayoría de la población se concentra en torno a los centros urbanos. Más de la mitad de su territorio tiene una densidad de menos de 2 hab./km².
La población de Sudamérica se duplicó entre 1960 y 1990. Casi la mitad de la población del subcontinente vive en Brasil. El índice de crecimiento de la población se acercó al 2,4% anual entre 1960 y 1990. Aunque en Argentina y Uruguay el crecimiento fue más lento, el aumento de la población se debe principalmente al crecimiento natural. El índice de natalidad es mayor del 25%, y el índice de mortalidad, alrededor del 8%. En muchas regiones, la tasa de defunciones ha ido descendiendo significativamente durante décadas, mientras que los altos índices de natalidad muestran una tendencia a la baja solo desde fechas muy recientes. El descenso de la tasa de natalidad no reducirá apreciablemente el incremento de la población que va a aumentar en lo que resta del siglo XX, porque una gran parte de sus habitantes estará en edad reproductiva. En muchos países, alrededor de la mitad de la población es menor de 15 años; solo en Argentina, Uruguay y Chile, el 60% de la población tiene menos de 15 años.
El crecimiento natural y la inmigración desde las regiones han aumentado la población urbana por encima del 4% anual. En Argentina, Uruguay y Chile, el crecimiento ha sido más reducido, pero en los países tropicales las ciudades han crecido con gran rapidez. En los países más urbanizados –Argentina, Chile, Uruguay y Venezuela– el 80% de la población vive en centros urbanos, y en los menos urbanizados –Bolivia, Ecuador y Paraguay– menos del 60% de la población puede ser clasificada como urbana.
Etnografía y Diversidad Cultural
Aunque la población de Sudamérica posee distintas herencias étnicas, sus principales elementos los constituyen los indígenas y los descendientes de españoles, portugueses y africanos, así como la población con mezcla de dos o más de estos elementos. El espectro racial producido por la mezcla de varios grupos es amplio. Lo que más caracteriza a Sudamérica son los mestizos (mezcla de población hispana y portuguesa con la de ascendencia indígena); son menos numerosos los mulatos (hispanos y portugueses con población afrodescendiente) y aún lo son menos los de origen indígena con africano. La población indígena es mayoritaria en los países andinos.
La población descendiente de españoles y otros europeos es más numerosa en Argentina y Uruguay. En Brasil, el portugués es el elemento predominante, y los grupos afrodescendientes y mulatos son más numerosos en esta región que en el resto de Sudamérica. La población afrodescendiente es también importante en las Guayanas y en la costa de Colombia y Ecuador.
Flujos Migratorios en Sudamérica
El continuo flujo de españoles y portugueses a Sudamérica durante la época colonial aumentó en el siglo y medio que siguió a la independencia, sobre todo en el periodo comprendido entre finales del siglo XIX y la década de 1930, con la llegada de millones de italianos, que se establecieron principalmente en Argentina, Brasil y Uruguay. También llegaron pequeños grupos de otras nacionalidades europeas, como alemanes y polacos. Muchos de estos inmigrantes europeos fueron contratados principalmente para realizar trabajos rurales, o como arrendatarios agrícolas en regiones poco pobladas de Argentina y Brasil. Algunos grupos de estos inmigrantes, como alemanes, italianos y otros, formaron colonias agrícolas. Los colonos alemanes establecieron importantes colonias en el sur y en el centro de Chile. Otros inmigrantes se dirigieron hacia las ciudades del país que los acogió, y engrosaron la mano de obra o se dedicaron a actividades en sectores empresariales.
También se establecieron en gran número muchos grupos de origen no europeo, como sirios y libaneses. Los grupos más numerosos de inmigrantes asiáticos que llegaron a finales del siglo XIX provenían de la India, Indonesia y China; la mayoría se estableció en la Guayana Británica (actual Guyana) y en la Guayana Holandesa (actual Surinam), ligados a contratos de trabajo después de la abolición de la esclavitud. Desde 1990, importantes grupos de japoneses se establecieron en el sur, norte y noreste de Brasil. En Perú, desde finales del siglo XIX, se asentaron también grandes grupos de chinos y japoneses.
Aunque existe una conciencia de la identidad en términos de color de piel y de origen étnico, no se han originado antagonismos raciales tan evidentes como en otros lugares del mundo. Los sudamericanos, en general, atribuyen más importancia a las diferencias de carácter económico y a los desfases en los niveles culturales y educativos.
Religión en Sudamérica
Casi el 90% de la población sudamericana profesa la religión católica. De los 11 millones de protestantes, la mayor parte se concentra en Brasil y Chile, y el resto está muy repartido en los demás países, principalmente en centros urbanos. Los 750.000 judíos de Sudamérica también tienden a establecerse en centros urbanos y se encuentran muy repartidos: cerca de las tres cuartas partes en Argentina y Brasil, y más del 10% en Uruguay y Chile. Entre Guyana y Surinam están distribuidos 550.000 hindúes, 400.000 musulmanes y 375.000 budistas. La religión católica fue establecida y difundida por los españoles y portugueses al comienzo de la conquista. El protestantismo es un reflejo de la inmigración europea posterior y de la actividad misionera iniciada en el siglo XIX. Las sectas evangélicas estadounidenses han sido especialmente activas en el siglo XX.
Historia de Sudamérica: Descubrimiento y Colonización
En 1453, cuando los turcos completaron la conquista del Imperio Bizantino y con ello el control del Mediterráneo oriental, las naciones occidentales, principalmente Portugal y España, se vieron obligadas a buscar una nueva ruta a Oriente. Los portugueses, que habían sido pioneros al realizar varios viajes por el océano Atlántico, buscaron hacia el sur la nueva ruta siguiendo la costa de África, y en 1486 llegaron al cabo de Buena Esperanza. En 1492, Cristóbal Colón intentó llegar a la India navegando hacia Occidente y cruzando el océano Atlántico, pero tocó tierra en las actuales Antillas. Abrió así las puertas del Nuevo Mundo a la civilización y al comercio europeos.
Con el regreso de Colón a Europa, España y Portugal se vieron implicados en la controversia relacionada con los derechos sobre las tierras del Nuevo Mundo. La disputa fue resuelta por el papa Alejandro VI, que adjudicó a Portugal todos los nuevos territorios al este de una línea que discurría unas 100 leguas (483 km), de norte a sur, al oeste de las islas Azores y de las islas de Cabo Verde; y a España todos los territorios al oeste de esa línea de demarcación. Esta línea demarcadora se modificó más tarde en el Tratado de Tordesillas, por el cual Portugal adquiría la soberanía sobre el territorio oriental de Sudamérica. Esta región se convertiría posteriormente en el actual Brasil.
El 1 de agosto de 1498, durante su tercer viaje, Colón arribó a un punto de la desembocadura del río Orinoco y divisó las costas de Sudamérica. Al recorrer la costa durante varios días, distinguió el carácter continental de la tierra explorada.