Las Desamortizaciones en España: Mendizábal y Madoz
La Desamortización de Mendizábal (1835-1837) tuvo lugar en plena Primera Guerra Carlista, durante la regencia de María Cristina de Borbón, en un gobierno progresista. Su objetivo principal era obtener recursos para financiar la guerra, reducir la Deuda Pública y crear una nueva clase de propietarios liberales. Se centró en la venta de bienes eclesiásticos, principalmente tierras de la Iglesia.
En cambio, la Desamortización de Madoz (1855-1867) se desarrolló durante el Bienio Progresista, en un contexto más estable, con la finalidad de reducir la deuda y financiar infraestructuras como el ferrocarril. Esta segunda desamortización afectó tanto a bienes eclesiásticos como civiles, incluyendo las tierras comunales y de propios de los ayuntamientos.
En ambos casos, los bienes fueron nacionalizados y subastados públicamente, permitiendo el pago con títulos de Deuda Pública, lo que benefició principalmente a las élites económicas, propietarias de estos títulos. Aunque el número de propietarios aumentó, la mayor parte de las tierras fueron adquiridas por la burguesía y la aristocracia, consolidando una estructura de grandes latifundios en detrimento de los campesinos.
La Desamortización de Mendizábal supuso un fuerte golpe para la Iglesia, con la disolución de conventos y monasterios, aunque en 1844 los moderados paralizaron las ventas y en 1851 el Concordato con la Santa Sede permitió la devolución de los bienes no vendidos. En términos económicos, ambas medidas lograron recursos para el Estado, pero no una verdadera reforma agraria, y la pérdida de tierras comunales perjudicó a los pequeños campesinos, que dependían de ellas para su subsistencia.
El Sexenio Democrático (1868-1874) y la Restauración Borbónica (1874-1902)
1. El Sexenio Democrático (1868-1874)
1.1. Introducción: La Revolución de 1868
La Revolución de 1868 fue el resultado de la crisis del sistema moderado y la monarquía de Isabel II, que se habían vuelto impopulares. A ello se sumó una grave crisis económica que afectó a la industria, la agricultura y las finanzas. La conjunción de estos factores llevó a un levantamiento apoyado por diversas fuerzas políticas y sociales que buscaban un cambio de gobierno.
1.2. La «Gloriosa» Revolución
Causas de la Revolución de 1868
- Crisis de la monarquía: Isabel II estaba cada vez más identificada con sectores reaccionarios, y los gobiernos moderados gobernaban de forma autoritaria, cerrando las Cortes y evitando reformas.
- Expansión de las ideas democráticas: Aumentó el apoyo al sufragio universal, la libertad política y la secularización del Estado.
- Crisis económica: Desde 1866, España sufrió una crisis financiera causada por la caída del valor de las acciones ferroviarias, lo que afectó a la deuda pública y al sistema bancario. La crisis industrial golpeó especialmente a Cataluña, donde la escasez de algodón por la Guerra de Secesión en EE.UU. paralizó muchas fábricas. La crisis agrícola también agravó la situación, con malas cosechas que encarecieron el trigo y otros alimentos básicos.
- Conspiraciones políticas: Oposición de carlistas, republicanos, progresistas y unionistas, incluso con sectores de la familia real. En 1866, el Pacto de Ostende unió a progresistas y demócratas contra Isabel II, sumándose luego los unionistas liderados por Serrano. Se acordó derrocar a la monarquía isabelina y convocar Cortes Constituyentes mediante sufragio universal masculino.
Desarrollo de la Revolución
El 19 de septiembre de 1868, la flota en Cádiz, liderada por el brigadier Topete, se sublevó con el lema “¡Viva España con honra!”. El general Prim se sumó a la revuelta, que triunfó en Málaga, Almería y Cartagena. Se crearon Juntas Revolucionarias en diversas ciudades, organizando la rebelión sin apenas resistencia. El gobierno y la corona quedaron aislados. Las tropas leales fueron derrotadas en la Batalla de Alcolea (20 de septiembre de 1868), lo que obligó al gobierno a dimitir y a la reina Isabel II a exiliarse en Francia. Se estableció un Gobierno Provisional, compuesto por los firmantes del Pacto de Ostende, que disolvió las Juntas y desarmó a la Milicia Nacional.
1.3. Constitución de 1869 y Regencia de Serrano
La Revolución amplió la oferta política y marginó a los antiguos moderados, permitiendo una mayor participación ciudadana.
La Constitución de 1869
En las elecciones constituyentes de enero de 1869, triunfaron los partidos unionistas, progresistas y demócratas monárquicos. Se aprobó la primera Constitución democrática de España, con tres características clave:
- Derechos y libertades: Sufragio universal masculino, libertad de expresión, culto, reunión, asociación, enseñanza y residencia.
- Soberanía nacional y división de poderes: Se limitó el poder de la Corona y se fortaleció la independencia del poder judicial.
- Monarquía democrática: Se estableció que “el rey reina, pero no gobierna”.
La Regencia de Serrano y las Reformas
Hasta la elección de un nuevo monarca, Serrano asumió la regencia y Prim dirigió el gobierno, impulsando reformas:
- Reformas políticas: Separación Iglesia-Estado, fortalecimiento del poder civil y cambios en las leyes electorales.
- Medidas económicas: Se instauró la peseta como moneda única y se aprobaron leyes para fomentar el comercio y la minería.
Para la elección del nuevo rey, se consideraron varias candidaturas, descartándose la de Fernando de Coburgo. Finalmente, en 1870 fue elegido Amadeo I de Saboya.
1.4. Monarquía de Amadeo I (1871-1873)
El reinado de Amadeo I estuvo marcado por inestabilidad constante debido a:
- El asesinato de Prim, su principal valedor, antes de su llegada a España.
- Falta de apoyo político: División de la coalición monárquica en el Partido Constitucionalista (Sagasta) y el Partido Radical (Zorrilla), mientras que los moderados creaban el Partido Alfonsino en torno a Cánovas del Castillo.
- Crisis social y guerras: Crecimiento del movimiento obrero, la Tercera Guerra Carlista (1872) y la Guerra de los Diez Años en Cuba.
- Insurrecciones federalistas: En varias ciudades, con influencia anarquista.
Ante esta situación, Amadeo abdicó en febrero de 1873, y las Cortes proclamaron la Primera República.
1.5. La Primera República (1873-1874)
La República nació sin mayoría parlamentaria, ya que la mayoría de diputados eran monárquicos. Sin embargo, fue recibida con entusiasmo popular, formándose Juntas Revolucionarias.
Desarrollo del Gobierno Republicano
Se aprobaron elecciones a Cortes Constituyentes (con un 60% de abstención), y se proclamó la República Federal, con 17 estados, incluyendo Cuba y Puerto Rico. Pi y Margall, primer presidente, intentó establecer el federalismo de forma ordenada, pero el movimiento cantonalista (Cartagena, Cádiz, Sevilla, etc.) se radicalizó. Salmerón, su sucesor, emprendió la represión militar contra los cantonalistas, pero dimitió por no firmar penas de muerte. Castelar, del ala conservadora, gobernó autoritariamente para mantener el orden, pero perdió apoyo parlamentario en enero de 1874. El golpe de Pavía disolvió las Cortes, instaurando la República Unitaria de 1874, con el general Serrano gobernando con poderes dictatoriales. En diciembre de 1874, el general Martínez Campos proclamó en Sagunto a Alfonso XII como rey, restaurando la monarquía borbónica.
1.6. Conclusión del Sexenio Democrático
La Revolución de 1868 representó un esfuerzo por establecer una democracia en España, combinando monarquía parlamentaria y república. Sin embargo, la inestabilidad política, la fragmentación de los partidos y las crisis económicas y sociales impidieron su consolidación.
2. El Régimen de la Restauración (1874-1902)
2.1. Introducción a la Restauración Borbónica
La Restauración Borbónica fue un periodo de estabilidad política en España, liderado por Antonio Cánovas del Castillo, que buscaba poner fin a la inestabilidad del Sexenio Democrático y restaurar la monarquía en la figura de Alfonso XII.
2.2. La caída de la I República y el regreso de la monarquía
La Revolución de 1868 expulsó a Isabel II y dio inicio a una etapa de cambios en España. Se intentó instaurar una monarquía constitucional con Amadeo de Saboya (1870-1873), pero su reinado fracasó por la falta de apoyos y la crisis política. En 1873, se proclamó la I República, que se vio debilitada por divisiones internas, conflictos cantonales y la oposición de las fuerzas monárquicas. Mientras tanto, Cánovas del Castillo lideraba la preparación del regreso de los Borbones. Isabel II abdicó en su hijo, el príncipe Alfonso, quien en 1874 firmó el Manifiesto de Sandhurst, donde prometía un régimen monárquico constitucional y liberal. En diciembre de ese mismo año, el pronunciamiento militar de Martínez Campos aceleró los acontecimientos, restaurando la monarquía en Alfonso XII. El nuevo rey falleció en 1885, dejando a su esposa, María Cristina de Habsburgo, embarazada de Alfonso XIII. Hasta la mayoría de edad de este, María Cristina asumió la regencia, garantizando la continuidad del sistema canovista.
2.3. La Constitución de 1876 y el sistema político de la Restauración
La Constitución de 1876 estableció las bases del sistema político de la Restauración. Fue una carta moderada y flexible, lo que permitió su vigencia hasta 1931. Sus principales características fueron:
- Monarquía parlamentaria, con el rey como figura central del sistema.
- Parlamento bicameral: un Senado compuesto por miembros designados por el rey y un Congreso elegido mediante sufragio censitario (hasta 1890).
- Estado confesional, con el catolicismo como religión oficial, aunque se permitía el culto privado de otras religiones.
- Limitación de derechos individuales, en contraste con la Constitución de 1869.
El monarca tenía amplios poderes, como el nombramiento del jefe de gobierno y la disolución de las Cortes. Aunque el sistema aparentaba ser liberal, en la práctica el poder real recaía en un reducido grupo de políticos que controlaban el acceso al gobierno.
2.4. Bipartidismo y turnismo: el sistema político oficial
El modelo político de la Restauración se basó en la alternancia pacífica en el poder de dos grandes partidos:
- Partido Conservador, liderado por Antonio Cánovas del Castillo, que representaba a los sectores más tradicionales y defendía el orden social, la Iglesia y el centralismo.
- Partido Liberal, dirigido por Práxedes Mateo Sagasta, que agrupaba a antiguos progresistas y republicanos moderados, con una orientación más reformista.
Ambos partidos compartían principios fundamentales: monarquía, Constitución, propiedad privada y Estado unitario. La alternancia en el poder se realizaba mediante el turno pacífico, un acuerdo por el cual, cuando el gobierno sufría desgaste, el monarca llamaba al líder opositor para formar gobierno y convocar elecciones manipuladas que garantizaban su victoria. Este sistema aseguraba estabilidad, pero era una democracia ficticia, ya que las elecciones no reflejaban la voluntad popular. Las principales reformas de este periodo fueron impulsadas por los liberales, como la abolición de la esclavitud (1888) y la instauración del sufragio universal masculino (1890).
2.5. Caciquismo y fraude electoral: el sistema político real
La estabilidad del sistema no habría sido posible sin un control absoluto de los procesos electorales mediante prácticas corruptas:
- Caciquismo: los caciques, personas influyentes con poder económico y social, dominaban la política local y garantizaban la obediencia de los votantes mediante favores y presiones.
- Encasillado: el ministro de Gobernación confeccionaba listas con los candidatos que debían ganar en cada distrito.
- Pucherazo: manipulación de los resultados mediante la falsificación del censo, compra de votos y coacción sobre los electores.
El sufragio universal masculino de 1890 no cambió esta realidad, ya que el control caciquil aseguraba que los resultados siempre favorecieran al gobierno de turno. Como resultado, la participación electoral fue baja (en torno al 20%), y los partidos opositores, como republicanos, socialistas y nacionalistas, quedaban excluidos del sistema.
2.6. Conclusión del Régimen de la Restauración
El sistema de la Restauración logró estabilidad gracias al control político ejercido por los dos partidos dinásticos, pero excluyó a amplios sectores de la sociedad. Con el tiempo, el descontento creció, alimentado por la corrupción, la falta de representatividad y el auge de movimientos nacionalistas y obreros. El gran golpe para el sistema llegó en 1898, cuando España perdió sus últimas colonias en América y Asia (Cuba, Puerto Rico y Filipinas), lo que llevó a una profunda crisis de identidad nacional y cuestionamiento del régimen.