Oposición Fuera del Régimen: Carlismo, Republicanismo y Nacionalismos
Los partidos republicanos, los regionalismos y los nacionalismos quedaron excluidos del sistema político de la Restauración, que, incapaz de integrarlos, no fue más allá de ofrecerles algunas tímidas concesiones.
Los Partidos Republicanos
El fracaso de la Primera República puso de manifiesto las profundas divisiones existentes en las filas republicanas, entre las cuales se podían distinguir cuatro grupos ideológicos. Esa misma diversidad existía en lo relativo a sus apoyos sociales. Unos u otros obtuvieron en todas las convocatorias electorales representación parlamentaria, aunque siempre escasa y en las ciudades, donde el caciquismo era más limitado y el fraude electoral resultaba más difícil.
No obstante, Ruiz Zorrilla, líder de los republicanos progresistas, alentó hasta 1886 algunos pronunciamientos militares para derrocar la monarquía e instaurar la República, pero ninguno de ellos tuvo éxito. Un caso particular fue el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), fundado en 1879 en la clandestinidad por un reducido grupo madrileño, con el tipógrafo Pablo Iglesias a la cabeza y cuyas aspiraciones eran mucho más radicales.
El Catalanismo
Ya desde los años treinta se había iniciado en Cataluña el movimiento literario y cultural conocido como Renaixença, cuyo nombre denotaba por sí mismo el espíritu de recuperación de la lengua y cultura catalanas que lo animaban. El momento culminante de lo que todavía era solo un movimiento de carácter cultural se alcanzó con la restauración de los Juegos Florales en 1859.
Sin embargo, aunque ya durante el Sexenio Democrático el sector intransigente de los republicanos federalistas había tratado de implantar un estado catalán, no se puede hablar de catalanismo político, propiamente dicho, hasta la Restauración. A partir de ese momento empezó a articularse en dos vertientes ideológicas:
- Una de carácter republicano y federal, más progresista.
- Otra de carácter conservador y tradicionalista, que acabó imponiéndose sobre la anterior.
El principal representante de los comienzos del catalanismo político fue el republicano federalista Valentí Almirall, al que se deben las primeras iniciativas para configurar el movimiento, como autor de Lo Catalanisme (1886), exposición sistemática de un catalanismo interclasista y aglutinador que debía luchar por la autonomía política y la defensa de las señas de identidad catalanas.
Posteriormente surgió, del grupo más conservador de este catalanismo inicial, la Unió Catalanista (1891), que era una agrupación de diversas asociaciones, periódicos y personalidades. En la primera asamblea se aprobaron las bases para la Constitución regional catalana, más conocidas como Bases de Manresa, consideradas como el acta de nacimiento del nacionalismo catalán de carácter conservador.
El más activo ideólogo de la Unió Catalanista fue Prat de la Riba. Partidario de la participación en el sistema político de la Restauración, fue uno de los impulsores de la creación en 1901 de la Lliga Regionalista Catalana, un partido político conservador que aspiraba a la autonomía de Cataluña.
El Nacionalismo Vasco
El nacionalismo vasco no podría tener su origen en la recuperación y defensa de una cultura y una lengua propias, ya que el euskera, limitado al ámbito rural, carecía por completo de tradición literaria. Su aparición en el último cuarto de siglo se debió a otras causas, principalmente dos:
- La rápida industrialización de Vizcaya como consecuencia del desarrollo de la industria siderometalúrgica, que estaba transformando radicalmente la economía, la estructura social y la cultura tradicionales, sobre todo por la llegada masiva de inmigrantes no vascos.
- La abolición de sus fueros históricos tras la última guerra carlista (1876), que había supuesto el final de la peculiaridad política vasca.
Con estos principios, Sabino Arana fundó en 1894 el Partido Nacionalista Vasco (PNV), de raíces carlistas y muy conservador, cuyo lema era “Dios y ley vieja”.
El Regionalismo Gallego
En Galicia, en 1846, aconteció el más temprano caso del levantamiento autonomista, con un marcado carácter progresista y revolucionario, pero fue ahogado en sangre.
El movimiento conocido como O Rexurdimento, de carácter cultural, aunque ya con unos tímidos planteamientos políticos.
No obstante, fue durante la Restauración cuando el galleguismo político inició su andadura: en 1889 Murguía, fundó la Asociación Regionalista Galega, de marcada tendencia tradicional. Pero el regionalismo gallego tuvo menor implantación social que el catalanismo y el nacionalismo vasco.
El Carlismo
La tercera guerra carlista se inició con el levantamiento en armas de los partidarios de Carlos VII, que años antes había hecho públicas sus pretensiones. Los principales escenarios de la guerra fueron el medio rural de las provincias vascas, Navarra y Cataluña; y con menor incidencia, Aragón, Valencia y Castilla. Esta nueva contienda fue un importante factor de desestabilización de la monarquía democrática de Amadeo y de la Primera República.
La tercera guerra carlista entró en su fase final por varios motivos:
- El propio desgaste militar de las tropas carlistas.
- La nueva situación política, que recuperó para el bando gubernamental a quienes habían apoyado el carlismo solo como actitud de rechazo a la orientación política del sexenio.
- La mayor capacidad militar de un nuevo régimen.
La guerra finalizó cuando el pretendiente al trono, Carlos VII, cruzó la frontera de Francia en febrero de 1876. El carlismo como amenaza militar desapareció definitivamente, después de casi medio siglo de luchas intermitentes, y con este nuevo logro se consolidó aún más el sistema político canovista.
Movimiento Obrero: Origen, Expansión y Tendencias
Las Primeras Actuaciones (Hasta la Revolución de 1868)
Hasta 1868 el movimiento obrero español se ciñó casi exclusivamente a Cataluña, con manifestaciones aisladas y violentas o la creación de mutualidades obreras para cubrir las necesidades básicas de sus asociados en caso de enfermedad o vejez, pero también en caso de huelgas.
Las agitaciones campesinas ocurrieron sobre todo en Andalucía y respondían casi siempre al mismo esquema: el hambre empujaba a la ocupación ilegal de tierras.
Precisamente para luchar contra estas precariedades y garantizar la propiedad de los terratenientes y el orden en el medio rural, se creó la Guardia Civil en 1844.
Las Primeras Organizaciones Españolas Vinculadas a la AIT
En España, el reconocimiento de la libertad de asociación desde el comienzo del Sexenio permitió a las organizaciones obreras salir a la luz y expandirse.
En 1868 Bakunin envió a Giuseppe Fanelli a España, para que organizara la sección española de la AIT, dentro de la corriente anarquista. Y se crearon dos secciones locales: una en Madrid y otra en Barcelona.
Tres años después, en 1871, llegó a Madrid Paul Lafargue, con la intención de reconducir hacia el marxismo a los internacionalistas españoles. Lo consiguió con un pequeño grupo de la sección madrileña, que constituyó la Nueva Federación Madrileña, en la que estaba el tipógrafo Pablo Iglesias.
Comenzaba así la escisión del movimiento obrero español entre socialistas y anarquistas. Cuando en 1872 se materializó de forma definitiva la separación entre ambas corrientes dentro de la Internacional, la Federación Regional Española de la AIT se adhirió a los planteamientos de Bakunin y rechazó los marxistas, consolidando así el predominio de la corriente anarquista en el movimiento obrero español.
La Federación Regional Española no quiso invertir en las elecciones de la recién instaurada República, por lo que desaprovechó la oportunidad de establecer un vínculo entre la clase obrera y el nuevo sistema político.
Por último, el apoyo a la insurrección cantonalista y su fracaso propició la muerte de la Federación. Tras el golpe del general Pavía, la dictadura del general Serrano decretó la ilegalidad de la AIT y de las asociaciones obreras, que pasaron a la clandestinidad.
El Movimiento Obrero y Campesino Durante la Restauración (1875-1902)
En los primeros años de la Restauración, las asociaciones obreras vivieron en la clandestinidad o camufladas bajo asociaciones con otros fines declarados.
Pero desde 1881, con el primer gobierno liberal de Sagasta, el clima se distendió y las organizaciones obreras empezaron a salir a la luz, hasta su legalización definitiva en 1887, con la ley de asociaciones de ese mismo año. Al mismo tiempo, con la progresiva industrialización y con la consolidación del capitalismo, la clase obrera fue aumentando en número y adquiriendo mayor peso social.
Por otra parte, en España se fueron configurando las organizaciones socialistas y anarquistas por separado. Y a partir de 1879, aparecieron también las organizaciones católicas, canalizadas por los jesuitas.
El Movimiento Anarquista Hasta Finales de Siglo
Los anarquistas constituían la corriente mayoritaria dentro del movimiento obrero y campesino español. Sus principales focos estaban en el campo andaluz y entre el proletariado urbano catalán.
Los anarquistas rechazaban toda acción política por vía parlamentaria, pero, además, empezó a ganar la táctica propuesta por Kropotkin, partidario de la violencia terrorista.
En los años noventa fue frecuente esta práctica, que se movió en un círculo vicioso: atentado, represión con fusilamientos, nuevo atentado como represalia anarquista y nueva represión.
Uno de los atentados anarquistas de mayor resonancia fue el que acabó con la vida del entonces jefe del gobierno, Cánovas del Castillo, en el verano de 1897, cuando pasaba sus vacaciones.
El Movimiento Socialista Hasta Finales de Siglo
En 1879 un reducido grupo madrileño encabezado por el tipógrafo Pablo Iglesias había fundado en la clandestinidad el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), de ideología marxista; y en 1888, se creó la Unión General de Trabajadores (UGT) como sindicato del partido. En julio de 1889, se fundó la Segunda Internacional, en la que predominaba la corriente marxista, y se estableció el primero de mayo como Día Internacional del Trabajador.
En 1890, el PSOE, convocó para el domingo siguiente al 1 de mayo mítines y manifestaciones, lo que provocó el despido de cinco mineros bilbaínos. Esto desencadenó una huelga general en Bilbao, donde las condiciones laborales eran especialmente duras, y supuso una importante victoria para los obreros: jornada de diez horas, libertad para residir o no en los barracones y supresión del truck system.
Guerras Coloniales y Crisis del 98. Consecuencias. Regeneracionismo
El Desastre Colonial y la Crisis del 98
En 1898 se produjo el fin del imperio colonial español, como consecuencia de la guerra mantenida entre España y Estados Unidos, que se desarrolló en dos escenarios: Cuba y Filipinas, donde previamente se habían originado movimientos independentistas.
De la Guerra de Cuba a la Guerra con Estados Unidos (1895-1898)
La mayoría de los políticos españoles eran contrarios a conceder ningún tipo de autonomía a Cuba, ya que para ellos autonomía e independencia eran equivalentes. Esta actitud fue la causa principal de que disminuyeran cada vez más las filas de los partidarios cubanos de la autonomía y aumentaran las de los independentistas.
Finalmente, estalló la revuelta en 1895, bajo la dirección de José Martí y los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo. Había comenzado la tercera guerra de Cuba contra España.
España envió de nuevo al general Martínez Campos, pero esta vez su política negociadora no funcionó y fue reemplazado al año siguiente por el general Weyler, cuyo objetivo era la victoria militar sin concesiones. Cuando, a finales de 1897, se destituyó al general Weyler y se intentó retomar la estrategia de la negociación, era ya demasiado tarde.
Pero la clave del conflicto fue la intervención de Estados Unidos. El detonante de la guerra fue la voladura del acorazado Maine en 1898. Enviado a la bahía de La Habana con el fin de proteger a los residentes estadounidenses en Cuba, explotó en extrañas circunstancias.
Con este pretexto Estados Unidos declaró la guerra a España, a la que responsabilizaba del suceso, a menos que renunciara a la soberanía sobre Cuba en el plazo de tres días. La flota española fue aniquilada en Santiago de Cuba, mientras tropas estadounidenses invadieron Cuba y Puerto Rico.
El otro escenario colonial de importancia para España eran las Islas Filipinas. Estas nunca habían despertado tanto interés como las colonias americanas. Pero tras la pérdida de la mayoría de éstas a comienzos del siglo XIX se dirigió de nuevo la atención hacia su riqueza en tabaco y azúcar. Sin embargo, desde hacía tiempo habían aparecido también en Filipinas movimientos de carácter nacionalista, y en 1896 estalló una revolución que aspiraba a la independencia.
El Tratado de París y la Liquidación de las Colonias
La Guerra de los Cien Días finalizó con la capitulación de España en agosto de 1898 y la firma del Tratado de París en diciembre de ese mismo año. En ese tratado, Estados Unidos impuso a España sus condiciones, utilizando como último argumento su superioridad militar.
Las estipulaciones principales fueron de carácter territorial:
- España perdió Cuba, que fue ocupada por Estados Unidos provisionalmente.
- Cedió, además, a Estados Unidos Puerto Rico, Guam y las Islas Filipinas, estas últimas a cambio de 20 millones de dólares.
El Tratado de París fue, por tanto, el primer capítulo del colonialismo norteamericano y el último del colonialismo español en América y el Pacífico. En conclusión, los políticos españoles desaprovecharon todas las oportunidades de implantar a tiempo reformas en las colonias, y esto condujo finalmente a la guerra.
Los Efectos de la Crisis del 98
España se había quedado sin pulso. Sin embargo, aunque el desastre colonial del 98 tuvo consecuencias de todo tipo, ni las económicas ni las políticas tuvieron la trascendencia que un hecho de tal envergadura pudiera hacer pensar:
- En el ámbito político, se criticó la torpeza de los gobernantes, pero el sistema político sobrevivió al desastre.
- En el ámbito económico, fue negativa la pérdida de los mercados coloniales, pero la industria nacional se recuperó pronto; en cambio, resultó positivo la repatriación a España de los capitales situados en América, ya que propiciaron un gran desarrollo de la banca española.
- En el ámbito ideológico, se produjo una auténtica crisis de la conciencia nacional, que se manifestó de forma muy especial en el regeneracionismo y en la actitud pesimista de los intelectuales y escritores de la Generación del 98.
El Regeneracionismo
Fue una corriente de pensamiento que se originó a raíz de la crisis del 98, como respuesta alternativa al sistema político de la Restauración, que se consideraba viciado. Desde un punto de vista social, expresaba la opinión de amplios sectores de las clases medias y de la pequeña y mediana burguesía, que no se identificaban con un régimen y una sociedad al servicio de una reducida oligarquía.
Sin embargo, no se trataba de una corriente de pensamiento unitaria y sistemática, sino más bien de un planteamiento ético ante la sociedad y la política, que se puede dividir en dos grandes corrientes:
- Un regeneracionismo desde dentro del sistema representado por Silvela o Maura, ministros del partido conservador, que limitaban su crítica solo a los aspectos más negativos del sistema político, pero aceptaban su validez general.
- Un regeneracionismo al margen del sistema, cuya figura más representativa fue Joaquín Costa, que criticaba el sistema político de la Restauración en su totalidad, como “organismo enfermo” y “degenerado”.
En todo caso, el espíritu regeneracionista estuvo presente de algún modo en todas las manifestaciones de la vida pública y cultural española de los primeros años del siglo XX.
El Reformismo Conservador, la Cuestión Marroquí y la Semana Trágica
La primera etapa del reinado de Alfonso XIII estuvo marcada por el espíritu regeneracionista y de cambio que, dentro y fuera del sistema, se había extendido tras la crisis del 98.
El Revisionismo Conservador: La “Revolución Desde Arriba” (1907-1909)
El primer programa amplio de reformas lo impulsó Antonio Maura durante el llamado “Gobierno largo”. El objetivo de Maura era hacer una “revolución desde arriba” para evitar la revolución desde abajo, reformando lo mínimo y sin alterar las bases fundamentales del sistema.
La Ley de Reforma Electoral (1907)
La medida que quizá mejor ilustra el espíritu y la realidad de esa “revolución desde arriba” conservadora fue la Ley de Reforma Electoral de 1907. Su intención declarada era aumentar la participación y garantizar unas elecciones limpias, pero la realidad fue muy distinta:
- Se introdujo el voto obligatorio.
- Se establecieron nuevas condiciones para ser candidato.
- Se implantó la proclamación directa de candidatos sin proceso electoral.
De esta forma, se redujo la necesidad de recurrir a algunas de las tradicionales prácticas fraudulentas en el día de las elecciones, pues se obstaculizaba la presentación de candidaturas no deseadas y en muchas circunscripciones bastaría con asegurarse de que solo se presentaban los candidatos que “debían salir”.
En definitiva, la reforma electoral fue en realidad una operación de maquillaje que mantuvo inalterado el carácter caciquil del sistema y el dominio de los dos partidos de turno.
Las Medidas de Carácter Social y Laboral
Tras la creación de la comisión de reformas sociales en 1883 se había iniciado desde principios del siglo una tímida legislación laboral. Pero fue durante el gobierno largo de Maura cuando se aprobaron dos medidas de mayor alcance:
- La creación del Instituto Nacional de Previsión (1908). Su cometido era promover y facilitar los seguros sociales colectivos, para resolver la lamentable situación en que se hallaban los trabajadores cuando, al llegar a la vejez, tenían que dejar de trabajar y carecían de medidas de subsistencia. Mediante un seguro conocido como retiro obrero, el trabajador podía jubilarse con derecho a una pequeña pensión.
- La Ley de Huelga (1909). Esta ley estaba más orientada a controlar las huelgas que a garantizar el derecho a ejercerlas.
La Cuestión de Marruecos y la Semana Trágica de Barcelona (1909)
España trató de participar en el reparto de África. Marruecos se convirtió así en un nuevo objetivo colonial de España. En 1904, una declaración franco-británica admitió los derechos españoles sobre el norte de Marruecos, que fueron finalmente reconocidos en la Conferencia Internacional de Algeciras de 1906.
En febrero de 1909, durante el “Gobierno largo”, comenzó la ocupación militar de la zona asignada, pero esta provocó el descontento popular que solo interesaba a dos grupos sociales minoritarios:
- Un sector del Ejército, que veía en ella la oportunidad de recuperar el prestigio profesional perdido tras el desastre de 1898 y un medio de ascenso en el escalafón y de protagonismo político.
- Los capitalistas interesados en la explotación de las minas de hierro del Rif.
El 9 de julio, los rifeños atacaron una línea de ferrocarril próxima a Melilla y mataron a cuatro trabajadores españoles, por lo que Maura decidió reforzar militarmente la zona.
Pero la movilización de reservistas agudizó el clima de tensión social. Hasta el establecimiento del servicio militar obligatorio en 1912, quienes tenían dinero se podían librar de la incorporación a filas mediante el pago de una cuota demasiado elevada.
Socialistas y anarquistas convocaron una huelga general y el gobierno respondió deteniendo a los cabecillas socialistas y prohibiendo su prensa. En Barcelona comenzaron la huelga y las manifestaciones que se extendieron a otras localidades catalanas.
La autoridad militar proclamó el estado de guerra y se desató una oleada de violencia callejera durante casi una semana conocida como Semana Trágica.
Los hechos de la Semana Trágica no se debieron a un movimiento organizado y con un objetivo definitivo, sino a la explosión de unas masas exasperadas por sus duras condiciones de vida y por ser manejadas en beneficio de unos pocos.
La insurrección fue finalmente sofocada y se emprendió una dura represión: más de mil detenciones, casi 200 penas de destierro, más de 50 cadenas perpetuas y 17 penas de muerte, de las cuales se ejecutaron cinco.
Consecuencias de la Semana Trágica: Caída de Maura y Fundación de la CNT
Uno de los cinco ejecutados tras los acontecimientos de la Semana Trágica fue Francesc Ferrer Guàrdia, anarquista y fundador de la escuela moderna.
Pero su proceso judicial estuvo plagado de irregularidades y falsas acusaciones sin pruebas. Por ello, su condena levantó una ola de protestas internacional.
El Partido Liberal se unió a los republicanos y socialistas en una campaña de desprestigio del Gobierno de Maura, que finalmente presentó su dimisión. Por primera vez, el partido dinástico en la oposición se había unido a los partidos antidinásticos para provocar la caída del partido en el gobierno.
Por otra parte, la experiencia de la Semana Trágica hizo ver a los anarquistas la necesidad de una organización sindical propia y pretendían combatir con mayor eficacia el poder del Estado y la patronal. Por ello, en 1910 se fundó la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), un sindicato anarquista que, a diferencia de la Unión General de Trabajadores socialista, propugnaba un sindicalismo apolítico.
El Reformismo Liberal y el Impacto de la Primera Guerra Mundial
Tras la caída de Maura, comenzó una nueva etapa de gobiernos del Partido Liberal. El primero de ellos estuvo presidido por Moret. Pero desde 1910 la presidencia del Gobierno la asumió Canalejas, hasta su asesinato en 1912.
Canalejas pretendió emprender una política de regeneración democrática que sería el equivalente a la “revolución desde arriba” del conservador Maura. Las reformas propuestas abarcaban un amplio abanico de cuestiones: desde los intentos de revisar las relaciones Iglesia-Estado y limitar el número de órdenes religiosas hasta ciertas concesiones al regionalismo mediante la una ley de mancomunidades, pasando por nuevas medidas de contenido social y una modificación del servicio militar.
Pero el asesinato de Canalejas en 1912 interrumpió el proceso de reformas en curso y marcó el final de los intentos de regeneración interna del sistema político de la Restauración.
Las Medidas de Contenido Social
Durante los gobiernos de Canalejas, el movimiento obrero desarrolló una gran actividad y se produjo un recrudecimiento de la agitación social y laboral. En este ámbito, la política de Canalejas fue ambivalente: respondió con contundencia a las alteraciones del orden público y buscó el apoyo popular mediante algunas medidas de contenido social, como el establecimiento de la jornada laboral de 9 horas en las minas o la regulación del trabajo de las mujeres. Pero la medida de mayor trascendencia fue la de supresión del impuesto de consumos.
El Servicio Militar Obligatorio
La medida que mejor reflejaba el carácter de la revolución liberal de Canalejas fue la Ley de Reclutamiento (1912), que establecía el servicio militar obligatorio y acababa parcialmente con la práctica clasista de la cuota.
La cuota no desapareció, pero en lo sucesivo solo serviría para reducir el periodo del servicio militar a cinco o diez meses, según la cuantía de la cuota, en vez de los tres años que debían cumplir quienes no la pagaban. Sin embargo, en caso de guerra, la incorporación a filas será obligatoria para todos. Por tanto, el revisionismo de los liberales tenía una proyección más social y popular que el de los conservadores, aunque tampoco llegaba muy lejos.
España Ante la Primera Guerra Mundial (1914-1918)
Con el comienzo de la Primera Guerra Mundial se inició una nueva etapa del reinado de Alfonso XIII, que alcanzó su punto más crítico en 1917. A partir de entonces, el sistema político experimentó un declive progresivo del que salió transitoriamente mediante la solución autoritaria de la dictadura.
Neutralidad y División de Opiniones Entre los Bandos
El Gobierno español decidió mantener la neutralidad en la contienda. Ahora bien, el consenso sobre la neutralidad no se correspondía en absoluto con un consenso semejante en el ámbito de las simpatías hacia los contendientes. La opinión pública española se dividió entre aliadófilos y germanófilos.
En especial, la mayoría de izquierdas engrosaban el sector de los aliadófilos. En cambio, los simpatizantes de derechas se inclinaron hacia los imperios centrales.
La Euforia Económica y Sus Consecuencias
La Primera Guerra Mundial convirtió a casi todos los países beligerantes en países importadores. Por ello, la neutralidad le supuso a España un crecimiento espectacular de la demanda exterior de los productos, pero el aumento de las exportaciones provocó un proceso inflacionista e incluso la escasez de algunos productos en el interior, muchos de ellos básicos.
Sin embargo, los grandes beneficios de las empresas no repercutieron en aumentos salariales equivalentes. Es más, por paradójico que parezca, el espectacular enriquecimiento empresarial comportó el empobrecimiento general de los trabajadores.
Colapso del Sistema Liberal (1917-1923): Crisis General de 1917 y Desastre de Annual
La Crisis General de 1917
La crisis general de 1917 tuvo diversas manifestaciones, pero todas ellas eran el reflejo de un descontento extendido entre una gran parte de la sociedad.
La Reivindicación de las Juntas Militares de Defensa
Las Juntas Militares de Defensa eran las asambleas de jefes y oficiales del cuerpo de Infantería, surgidas a partir de 1916 para defender los intereses de sus miembros.
No formaban parte de ellas ni los generales ni los suboficiales. Su creación se debió al malestar provocado por dos cuestiones de carácter profesional:
- La pérdida de poder adquisitivo de sus sueldos.
- La política de ascensos del Ministerio de la Guerra.
A estos motivos se añadió después el rechazo a la pretensión del Gobierno de exigir a los oficiales pruebas de aptitud para los ascensos, lo que se consideraba humillante.
En la primavera de 1917, el movimiento juntista se había extendido a todo el Ejército y a todo el país, y se desencadenó el conflicto:
- El gobierno intentó disolver las juntas, sin conseguirlo, y el presidente del Gobierno dimitió.
- Los principales cabecillas del movimiento fueron arrestados.
- El 1 de junio se inició la rebelión militar con la presentación al gobierno del Manifiesto de las Juntas.
El apoyo de Alfonso XIII a estas pretensiones fue determinante y el nuevo gobierno acabó por reconocerlas. La primacía del poder civil ya no era tan clara, pues el desenlace del conflicto demostraba dos hechos:
- La propensión del monarca a favorecer al Ejército.
- La revitalización del protagonismo militar.
El Estallido de la Huelga General
En los primeros meses de 1917, el sindicato socialista Unión General de Trabajadores y el anarquista Confederación Nacional del Trabajo habían mantenido contactos para preparar una huelga general contra el régimen político y contra el deterioro del nivel de vida de los trabajadores.
La huelga general se tuvo que convocar para el 3 de agosto ya que una huelga de ferroviarios de Valencia precipitó los acontecimientos. Pero la respuesta del Gobierno fue muy enérgica: detuvo al comité de huelga y sacó las tropas a la calle.
Un Nuevo Intento de Salvar el Sistema: Los Gobiernos de Concentración
El gobierno del conservador Eduardo Dato había conseguido desmantelar los diferentes movimientos del verano de 1917.
El último experimento político fue la formación de dos gobiernos de concentración consecutivos; es decir, gobiernos presididos por un miembro de los partidos del sistema, pero con ministros también de otras tendencias políticas, excepto republicanos y socialistas. Sin embargo, esta solución tampoco funcionó y al cabo de un año se retornó a la vieja práctica del turno.
La Quiebra Definitiva del Sistema (1918-1923)
Tras la finalización de la Primera Guerra Mundial, surgió una nueva configuración de Europa. Sin embargo, España seguirá anclada en el pasado. De hecho, el sistema político entró en un proceso de quiebra por diversos factores, tanto internos como externos. Entre los factores internos cabría señalar los siguientes:
- La incapacidad del sistema para integrar a las nuevas fuerzas sociales y políticas.
- La división de los viejos partidos dinásticos en múltiples facciones y su carencia de verdaderos programas políticos.
- La resistencia del Rey a la apertura democrática del régimen.
En cuanto a los factores externos:
- La agitación social provocada por las duras condiciones de vida de las clases trabajadoras.
- La creciente reivindicación de la autonomía de los nacionalismos periféricos.
- La revitalización del protagonismo militar.
El Desastre de Annual en Marruecos (1921)
El convenio entre España y Francia de 1912 había convertido las zonas de influencia de ambos países en Marruecos en un protectorado compartido.
La parte del protectorado español comprendía una zona mucho más pequeña y pobre, y presentaba más inconvenientes que ventajas:
- Era un territorio muy montañoso con vías de comunicación escasas y difíciles.
- La riqueza económica se limitaba a las minas de hierro de las montañas del Rif.
- La población local era muy belicosa y estaba dividida en tribus.
El territorio fue dividido en dos
comandancias militares, separadas por la bahía de alhucemas, por lo que el principal objetivo era dominar dicha bahía para unir ambas zonas.. A ello, se añadía la impopularidad de la guerra y la división existente dentro del propio ejército entre un sector africanista y un sector jurista. Por si eso no bastara, en junio de 1921, en general Fernández Silvestrecometió un error militar cuyo trágico desenlace provocó consecuencias imprevistas. Desde melilla emprendió una campaña para alcanzar a los demás y someter a las peligrosas tribus rifeñas, pero su imprudencia y sus errores tácticos, en contraste con la eficaz actuación del dirigente rifeño Abd el-Krim, condujeron a la derrota de Annual, que desencadenó un dramático desastre militar.. El desastre de Annual tuvo un efecto sobre la opinión pública semejante al de 1898. Socialistas y republicanos no desaprovecharon la ocasión de atacar al régimen apuntado directamente a la figura del rey como responsable directo, por su conocimiento y aprobación de los hechos..Se abrió una investigación, larga y accidentada, que concluyó en el Expediente Picasso, un informe instruido no por el general de ese nombre.. Pero días antes de que las cortes se reunieran en pleno para tomar una decisión sobre el asunto, el general Primo de Rivera dio un golpe de Estado en Cataluña e implantó la dictadura.
ESTANDAR 16: DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA Y “DICTABLANDA” DE BERENGUER (1923-1931). CONSIDERACIONES GENERALES.
EL GOLPE DE ESTADO Y LA COMPLICIDAD DEL REY. El 13 de septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado.. Dos días después, Alfonso XIII regresó a Madrid. Para dar apariencia de constitucionalidad a lo que realmente era una dictadura militar, lo nombró jefe de Gobierno y ministro único, asistido por un directorio militar. CAUSAS Y APOYOS DE LA DICTADURA.. La dictadura fue la solución autoritaria a una situación insostenible, cuyas causas principales eran: La crisis del sistema político. El fracaso de la política en Marruecos.. Pero si triunfo el golpe de Estado fue porque desde el comienzo contó con importantes apoyos: Alfonso XIII, que veía amenazada la propia monarquía. Un amplio sector del Ejército, partidario del restablecimiento del orden. El empresariado catalán..También fue importante la pasividad de socialistas y anarquistas, indiferentes en principio ante la caída de un gobierno constitucional que no los representaba..La dictadura suspendió la Constitución y se presentó como una solución transitoria. Y la actuación gubernamental fue el resultado de más de la improvisación que de la puesta en práctica de un verdadero programa político. No obstante, si la dictadura duró algo más de seis años, se debió principalmente a sus éxitos iniciales: El restablecimiento del orden público. La resolución del problema en Marruecos. Una favorable coyuntura económica internacional.
LA ETAPA INICIAL: EL DIRECTORIO MILITAR (1923-1925).LA IMPLANTACIÓN DEL ESTADO DE GUERRA Y EL RESTABLECIMIENTO DEL ORDEN. La crítica situación del conflictividad social que se vivía en el país justificó la implantación del estado de guerra durante dos años.. La política de represión se concretó en la limitación de las libertades y derechos, en especial los de reunión y asociación, una estricta censura de la prensa y la militarización del orden público. Este se restableció y el número de atentados que tan frecuentes habían sido desde 1917, disminuyó de forma notable..Respecto a las organizaciones obreras, la actuación de la dictadura no fue la misma con los anarquistas que con los socialistas: con los anarquistas, la persecución fue dura y constante. Con los socialistas, en cambio, se aplicó una política de tolerancia. LA CREACIÓN DE LA UNIÓN PATRIÓTICA (1924). Primo de Rivera fundó un partido propio, La Unión Patriótica, que pretendía unir y organizar a todos los españoles de buena voluntad en torno a un sencillo lema: religión, patria y monarquía.. Era un partido sin ideología definida, que integraba en sus filas una mezcolanza de conservadores, tradicionalistas, católicos de derechas, monárquicos e, incluso, simpatizantes del fascismo italiano contemporáneo. Lo único que todos ellos tenían en común era su antiparlamentarismo y su carácter autoritario de derechas.. De hecho, a pesar de las declaraciones regeneracionistas y contrarias al caciquismo de Primo de Rivera, La Unión patriótica integró a muchos antiguos caciques e,, incluso, sirvió de instrumento de blog promoción para convertirse en cacique o medrar con la dictadura.
EL ÉXITO EN MARRUECOS: EL DESEMBARCO DE ALHUCEMAS (1925). Tras el desastre de Annual, el problema marroquí se había convertido en uno de los asuntos de Estado más espinosos. Además de la impopularidad del conflicto, el propio Ejército estaba dividido entre los africanistas, partidarios de seguir la lucha, y los abandonistas, entre ellos el propio dictador, que se había pronunciado desde hacía tiempo en contra de continuar las operaciones en Marruecos..Pero la liquidación de la guerra se debió, finalmente a la iniciativa del dirigente rifeño Abd el-Krim, que cometió el error táctico de atacar a los franceses en 1925..Esto dio lugar en ese mismo año al desembarco en Alhucemas, en una decisiva operación militar hispano francesa que propició la rendición de Abd el-Krim en 1926 y despejó el camino para la finalización de la guerra de Marruecos en 1927. LA ETAPA DEL DIRECTORIO CIVIL (1925-1930).A finales de 1925, Primo de Rivera se propuso renovar su régimen mediante la sustitución del directorio militar por un nuevo directorio civil, cuyos titulares, tanto civiles como los militares, eran del partido Unión Patriótica.EL INTENTO DE PERPETUACIÓN EN UN NUEVO RÉGIMEN. Esta renovación del equipo de gobierno demostraba su intención de perpetuarse en el poder. Para ello necesitaba transformar la dictadura en un nuevo régimen a su medida, cuyas bases principalesserían: Un partido propio, la Unión Patriótica. Una Asamblea Nacional Consultiva con el cometido de preparar y presentar una legislación general y completa que habría de ser sometida a aprobación. Un anteproyecto de Constitución.
DESCRÉDITO Y FINAL DE LA DICTADURA. Los intentos de erigir un nuevo régimen no obtuvieron apenas apoyos políticos. Por una parte, la dictadura debió afrontar numerosas críticas, manifestaciones de oposición, e incluso pronunciamientos militares.. Cada vez no es aislado políticamente, primo de rivera decidió hacer una consulta a los capitanes generales para saber si contaba con su respaldo. Pero sus tibias respuestas le demostraron que estaba completamente solo, por lo que el 28 de enero de 1930 presentó su dimisión ante el rey. ESTANDAR 17: PLOCLAMACION DE LA II REPÚBLICA Y PERIODO CONSTITUYENTE. EL FINAL DE LA MONARQUÍA (1930-1931). Alfonso XIII decidió restablecer el viejo sistema parlamentario, pero los dos gobiernos que se sucedieron en poco más de un año fueron incapaces de resucitar lo que ya era un cadáver político.. Entre tanto, los partidos de la oposición establecieron el Pacto de San Sebastián (1930). Sus objetivos eran: instaurar la república y estudiar un estatuto de autonomía para Cataluña..Meses después, en diciembre de 1930, se produjo la sublevación de Jaca, liderada por los capitanes Galán y García, que pretendían derrocar la monarquía y proclamar la república, pero fracasaron en su intento y fueron ejecutados.. Finalmente, la monarquía cayó a raíz de las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, en las que los partidarios antimonárquicos obtuvieron la alcaldía en 41 de las 50 capitales de provincia y en la mayoría de los grandes municipios. Ante tales resultados, el 14 de abril de 1931 Alfonso XIII abandonó España y se proclamó la Segunda República.
EL BIENIO REFORMISTA (1931-1933). Este primer bienio de la República fue el de los grandes proyectos de reforma y Transformación Social. Pero dentro de él se pueden diferenciar dos etapas políticas: el periodo constituyente, en el que asumió el poder ejecutivo un gobierno provisional. Y el periodo constitucional que comenzó con el primer Gobierno ordinario formado tras la Constitución y finalizó con el triunfo de la derecha en las elecciones de 1930. UNA NUEVA CONSTITUCIÓN PARA LA REPÚBLICA. EL GOBIERNO PROVISIONAL. La proclamación de la República el 14 de abril de 1931 fue una auténtica fiesta popular en toda España. El comité revolucionario que se había formado en el Pacto de San Sebastián de 1930 se convirtió en un Gobierno provisional, presidido por Alcalá Zamora e integrado por representantes de un amplio espectro político..El primer cometido del Gobierno fue fijar la fecha del 28 de junio para la celebración de unas elecciones auténticamente democráticas a las Cortes Constituyentes, de las que saldrían los diputados encargados de elaborar una nueva Constitución para la República.. El decreto de convocatoria de las elecciones modificó la ley electoral de 1907, vigente hasta entonces: las Cortes tendrían una sola cámara, la edad mínima para votar se rebajó de 25 a 23 años y las mujeres podían ser candidatas, pero se mantuvo el sufragio masculino y se aplazó para su discusión en las futuras cortes el derecho al voto de las mujeres. LAS ELECCIONES DE JUNIO DE 1931: EL TRIUNFO DE LA IZQUIERDA. Las primeras elecciones republicanas fueron las más democráticas de las celebradas hasta entonces en toda la historia de España.
El partido que obtuvo más escaños fue el PSOE, seguido del Partido Radical de Lerroux, que desde sus orígenes populistas se habían ido desplazando hacia posiciones de centro hasta acabar prácticamente en una derecha moderada. La izquierda alcanzó una declarada mayoría.. Las nuevas Cortes resultantes de esta consulta tendrían carácter de constituyentes, ya que su primer cometido era la elaboración de un nuevo texto constitucional para la República. Entretanto, el poder ejecutivo lo seguía manteniendo el Gobierno provisional. LA CONSTITUCIÓN REPUBLICANA DE 1931. La composición de las Cortes explica el carácter democrático de esta Constitución, cuyos principales contenidos eran los siguientes: Se definía a España como una república democrática y de trabajadores. La declaración de derechos ciudadanos era muy amplia y superaba en gran medida las constituciones más progresistas del siglo XIX. El Estado era único, pero admitía posibles autonomías regionales. La propiedad privada de los medios de producción quedaba subordinada a los intereses de la economía nacional. Las Cortes adquirían un gran poder, tanto el legislativo como de control sobre el Gobierno, y constaban de una sola cámara elegida por sufragio universal, que por primera vez incluía a las mujeres. El gobierno era responsable ante las Cortes. En materia religiosa, el Estado se declaraba laico, pero se reconoció a la libertad de conciencia y la práctica de cualquier religión, aunque se prohibía la a la Iglesia a ejercer la industria, el comercio y la enseñanza. En relación con la enseñanza, la cultura aparecía como una función primordial del Estado.
especto a las mujeres, se reconocía la igualdad de ambos cónyuges en el matrimonio y en su posible disolución, y se rechazaba la distinción de sexo, no solo en derecho al voto, sino también en el derecho a ser elegible como diputado y en la admisión a empleos y cargos públicos. Los asuntos más polémicos fueron los relativos a la Iglesia y a las autonomías. También fue motivo de polémica el derecho al voto de la mujer. En los debates parlamentarios sobre la inclusión del sufragio femenino en la nueva Constitución, la más firme defensora fue la diputada Clara Campoamor, pero, curiosamente, entre quienes manifestaron una mayor oposición estaba otra mujer, y de izquierdas, Victoria Kent, no porque rechazara por principios el sufragio femenino, sino porque consideraba que las mujeres españolas estaban aún demasiado influenciadas por el clero. Finalmente, la Constitución fue aprobada en diciembre de 1931 y con ella España se asimilaba a una gran parte de países europeos en el reconocimiento del sufragio femenino.