La Comedia Romana: Plauto y Terencio
El pueblo romano de la primera época encontró en el ingenio y agilidad de Plauto la horma de su zapato. Partiendo de temas o ambientación griegos, Plauto y Terencio lograron que los romanos se sintieran identificados con el género, tomaran parte en el espectáculo y disfrutaran con él.
Plauto (254-184 a.C.)
Nacido en Umbría, de origen humilde, Plauto tuvo la voluntad de vencer las limitaciones del aislamiento para trasladarse a Roma y conseguir un conocimiento más notable de las letras griegas. Aunque se dedicó a actividades como el teatro y el comercio, no funcionó en este último campo, pero triunfó en el escenario.
Obra
La obra de Plauto es muy extensa. Se le atribuyen más de un centenar de obras, de las cuales se conocen 21. Son pallitae (comedias de tema griego) como Asinaria, Aulularia, Curculio, Vidularia, entre otras. Estos títulos son los que se consideran la obra genuina y auténtica de Plauto. Sus obras hacen referencia a personas (pueden ser adjetivas, etiquetando al personaje de forma mucho más concreta), animales y cosas. Tras los títulos relacionados con objetos se esconde una trama de intriga, mientras que los relacionados con personas o personajes suelen albergar comedias de enredo que, en ocasiones, rozan el melodrama.
Tanto la intriga como el enredo hunden sus raíces en la comedia de Menandro en Grecia, la llamada Comedia Nueva, que se había despojado de su fuerte carga política para pasar a ser una especie de espejo de una sociedad, no en su dimensión colectiva, sino en su vertiente privada. Los argumentos se repiten, al igual que los personajes tipo, en todas y cada una de sus comedias. El amor y el dinero están presentes en toda la obra plautina.
Temas Recurrentes
- Bodas entre personas de clases sociales diferentes.
- Viajes que acaban en naufragios con supervivientes.
- Promesas de fanfarrones a jóvenes incautas que se dejan deslumbrar.
- Hallazgos inesperados que dan un vuelco a su situación dramática.
- Gemelos.
- Reencuentros de padres e hijos al cabo de los años.
- Ancianos que encuentran el amor.
Es comprensible que los equívocos sean frecuentes y, en consecuencia, que la sorpresa y la risa estén garantizadas. La mayoría de las obras presentan una trama compleja, donde dos o más temas y dos o más acciones se entremezclan.
Personajes Tipo
Los personajes de Plauto dan vida a esas acciones dramáticas y responden a unos rasgos determinados, estereotipos, que los hacen reconocibles e identificables a los ojos del público. Plauto supo adaptar esos personajes de la Grecia anterior a Alejandro a la Roma de su época. Aunque los personajes parecen griegos, son latinos. La galería es amplia e incluye:
- El joven enamorado, alocado e irreflexivo.
- La joven doncella, tontorrona o espabilada.
- El viejo verde, gruñón o avaro.
- Y muchos otros.
Terencio (185-159 a.C.)
Más tarde, un joven esclavo manumitido por su amo en Cartago, al norte de África, tomó el relevo: Terencio. Llegó a entrar en contacto con el círculo aristócrata y culto de los Escipiones, lo que dejaría una huella profunda en él. Conoció y sintió predilección por los comediógrafos griegos, plasmando en sus propias comedias esa atmósfera y ese lenguaje refinado y sutil, alejado del pueblo llano.
Obras y Estilo
Seis de sus comedias han llegado hasta nosotros: Adelphoe, Andria, Eunuchus, entre otras. Se observa que los propios títulos recogen la pasión del autor por el mundo helénico: Adelphoe (Los Hermanos), Hecyra (La Suegra). Los argumentos de estas obras están al servicio de los personajes. Se trata de comedias psicológicas o de caracteres, donde interesan más los propios protagonistas que la acción que puedan desarrollar y la reacción que puedan producir en el público.
Terencio es consciente de su finalidad al escribir y aprovecha el escenario para defenderse de quienes le critican. Antes de comenzar sus comedias, el autor, en un prólogo, se mantiene firme en sus teorías y rechaza los ataques de quienes lo acusan de plagio, falta de autenticidad y de fuerza cómica. Insiste en que sus comedias son sosegadas y tranquilas, a diferencia de las de Plauto, que son más movidas y ágiles (aunque no lo expresa con esas palabras). No busca la risa fácil, sino la reflexión a partir de una trama compleja y entretenida.
Su estilo entronca más con la filosofía de Menandro, comediógrafo griego, que pretendía ante todo entretener al auditorio y no provocar la risa tan fácil. Al haberse formado en el círculo culto de los Escipiones, su lenguaje es refinado, carente de colorido, sin registros, uniforme, lo que a veces da una impresión de monotonía que roza la pesadez. A esto contribuye la poca variedad en los esquemas métricos empleados.
Mientras la obra de Plauto se acerca a lo que hoy conocemos como farsa, la obra de Terencio roza el melodrama. Son fronteras que toca la auténtica comedia.