Concepcion del ser humano hombre y mujer del mundo




I. Significado y unidad“Los principios permanentes de la doctrina social de la Iglesia constituyen los verdaderos y propios puntos de apoyo de la enseñanza social católica: se trata del principio de la  dignidad humana, del  bien común, de la  subsidiariedad y de la solidaridad. Estos principios, expresión de la verdad íntegra sobre el hombre conocida a través de la razón y de la fe, brotan  del encuentro del mensaje evangélico y sus exigencias con los problemas que surgen en la vida de la sociedad”. “Estos principios tienen un carácter general y fundamental, ya que se refieren a la realidad social en su conjunto: …desde las relaciones entre comunidades o grupos hasta las relaciones entre los pueblos y las naciones. Por su permanencia en el tiempo y la universalidad de su significado, la Iglesia los señala como el primer y fundamental parámetro de referencia para la interpretación y la valoración de los fenómenos sociales”. Es importante tener en cuenta que “los principios de la doctrina social deben ser apreciados por su unidad, conexión y articulación”, dado el significado que la Iglesia misma da a la propia doctrina social “de corpus doctrinal unitario que interpreta las realidades de modo orgánico”. Es decir, los principios de la doctrina social debe entenderse como parte de un todo. Por otro lado, los principios de la doctrina social “tienen un significado profundamente moral porque remiten a los fundamentos últimos y ordenadores de la vida social.”Esta exigencia moral presente en los principios  sociales concierne tanto el actuar personal de los individuos como el de las instituciones, “a causa de su capacidad de influir y de condicionar las opciones de muchos y por mucho tiempo.”





II. El principio del bien común a) Significado y aplicaciones principales“De la dignidad, unidad e igualdad de todas las personas deriva, en primer lugar, el principio del bien común, al que debe referirse todo aspecto de la vida social para encontrar plenitud de sentido…por bien común se entiende el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección”.Por otro lado, “El bien común no consiste en la simple suma de los bienes particulares de cada sujeto del cuerpo social. Siendo de todos y de cada uno es y permanece común, porque es indivisible y porque sólo juntos es posible alcanzarlo, acrecentarlo y custodiarlo, también en vistas al futuro…El bien común se puede considerar como la dimensión social y comunitaria del bien moral.”Es importante destacar que una sociedad que quiere “estar al servicio del ser humano es aquella que se propone como meta prioritaria el bien común…la persona no puede encontrar realización sólo en sí misma”. El bien común es  la razón de ser de toda comunidad.

B) La responsabilidad de todos por el bien común

Las exigencias del bien común derivan de las condiciones sociales de cada época y están estrechamente vinculadas al respeto y a la promoción integral de la persona y de sus derechos fundamentales.“Tales exigencias atañen, ante todo, al compromiso por la paz, a la correcta organización de los poderes del Estado, a un sólido ordenamiento jurídico, a la salvaguardia del ambiente…a los derechos del hombre: alimentación, habitación, trabajo, educación y acceso a la cultura, transporte, salud, libre circulación de informaciones y tutela de la libertad religiosa…- sin olvidar la – cooperación internacional en vistas del bien común de la humanidad entera”.“El bien común es un deber de todos los miembros de la sociedad” y “todos tienen también derecho a gozar de las condiciones de vida social que resultan de la búsqueda del bien común” c) Las tareas de la comunidad política

La responsabilidad de edificar el bien común compete, además de las personas particulares, también al Estado, porque el bien común es la razón de ser de la autoridad política.“La persona concreta, la familia, los cuerpos intermedios, no están en condiciones de alcanzar por sí mismos su pleno desarrollo” y “de ahí deriva la necesidad de las instituciones políticas”.Además, “para asegurar el bien común, el gobierno de cada país tiene el deber específico de armonizar con justicia los diversos intereses sectoriales”.Esta es una de las funciones más delicadas del poder público, ya que las decisiones deben tomarse “no sólo según las orientaciones de la mayoría, sino en la perspectiva del bien efectivo de todos los miembros de la comunidad civil, incluidas las minorías”.“Es importante notar que “Dios es el fin último de sus criaturas y por ningún motivo puede privarse al bien común de su dimensión trascendente, que excede y, al mismo tiempo, da cumplimiento a la dimensión histórica. Esta perspectiva alcanza su plenitud en la Pascua de Jesús, que ilumina  en plenitud la realización del verdadero bien común de la humanidad…una visión puramente histórica y materialista terminaría por transformar el bien común en un simple bienestar socioeconómico, carente de finalidad trascendente, es decir, de su más profunda razón de ser”.





III. El destino universal de los bienes a) Origen y significado “Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno.” “El principio del destino universal de los bienes de la tierra está en la base del derecho universal al uso de los bienes. Todo hombre debe tener la posibilidad de gozar del bienestar necesario para su desarrollo: es un derecho natural  – inscrito en la naturaleza del hombre  -…, un derecho originario – inherente a toda persona –… y es prioritario respecto a cualquier intervención humana sobre los bienes”, ya que todos los demás derechos respecto al destino de los bienes deben estar subordinados a éste. Sin embargo, este derecho “implica una precisa definición de los modos, de los límites, de los objetos: Destino y uso universal no significan que todo esté a disposición de cada uno o de todos, ni tampoco que la misma cosa sirva o pertenezca a cada uno o a todos.” “El principio del  destino universal de los bienes invita a cultivar una visión de la economía inspirada en valores morales que permitan tener siempre presente el origen y la finalidad de tales bienes, para así realizar un mundo justo y solidario, en el que la creación de la riqueza pueda asumir una función positiva”. Asimismo, “el destino universal de los bienes comporta un esfuerzo común dirigido a obtener para cada persona y para todos los pueblos las condiciones necesarias de un desarrollo integral, de manera que todos puedan contribuir a la promoción de un mundo más humano”. b) Destino universal de los bienes y propiedad privada La propiedad privada, conquistada por el hombre mediante su trabajo, asegura a cada cual una zona absolutamente necesaria para la autonomía personal y familiar. La doctrina social  postula que la propiedad de los bienes sea accesible a todos por igual. Cabe destacar que la Iglesia siempre ha entendido “el derecho a la propiedad privada como subordinada al derecho al uso común”y sólo como un instrumento para el respeto del principio del destino universal de los bienes, y por tanto, en último análisis, un medio y no un fin”.  El hombre no debe tener las cosas exteriores que legítimamente posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás. “El destino universal de los bienes comparte vínculos sobre su uso por parte de los legítimos propietarios…de ahí deriva el deber por parte de los propietarios de no tener inoperantes los bienes poseídos y de destinarlos a la actividad productiva”.  “Los nuevos conocimientos teóricos y científicos deben ponerse al servicio de las necesidades primarias del hombre, para que pueda aumentarse gradualmente el patrimonio común de la humanidad”: hay que romper las barreras y los monopolios que dejan a tantos pueblos al margen del desarrollo, y asegurar a todos – individuos y Naciones – las condiciones básicas que permitan participar en dicho desarrollo.



También, “sigue siendo vital, especialmente en los países en vías de desarrollo o que han salido de sistemas colectivistas o de colonización, la justa distribución de la tierra, condición necesaria para el acceso a los demás bienes y servicios”. “De la propiedad deriva para el sujeto poseedor, sea éste un individuo o una comunidad, una serie de ventajas objetivas. – Pero -,  por otro lado, puede procedre también una serie de promesas ilusorias y tentadoras. El hombre o la sociedad que llegan al punto de absolutizar el derecho de propiedad, terminan por experimentar la esclavitud más radical…Sólo reconociéndoles la dependencia de Dios creador y, consecuentemente, orientándolos al bien común, es posible conferir a los bienes materiales la función de instrumentos útiles para el  crecimiento de los hombres y de los pueblos”. c) Destino universal de los bienes y opción preferencial por los pobres “El principio del destino universal de los bienes exige que se vele con particular solicitud por los pobres, por aquellos que se encuentran en situaciones de marginación y, en cualquier caso, por las personas cuyas condiciones de vida les impiden un crecimiento adecuado. A este propósito se debe reafirmar, con toda su fuerza,  la opción preferencial por los pobres:es una forma especial de primacía en el ejercicio de la caridad cristiana, de la cual da como testimonio toda la tradición de la Iglesia”. “La miseria humana es el signo evidente de la condición de debilidad del hombre y de su necesidad de salvación…El realismo cristiano, mientras por una parte aprecia los esfuerzos laudables que se realizan para erradicar la pobreza, por otra parte pone en guardia frente a posiciones ideológicas y mesianismos que alimentan la ilusión de que se pueda eliminar totalmente de este mundo el problema de la pobreza. Esto sucederá sólo a su regreso, cuando Él estará de nuevo con nosotros para siempre. Mientras tanto, los pobres  quedan confiados a nosotros y en base a esta responsabilidad seremos juzgados al final”. “El amor de la Iglesia por los pobres se inspira en el Evangelio de las bienaventuranzas, en la pobreza de Jesús y en su atención por los pobres. Este amor se refiere a la pobreza material y también a numerosas formas de pobreza cultural y religiosa”.  Es importante destacar la relación que existe entre caridad y justicia: Cuando damos a los pobres las cosas indispensables no les hacemos liberalidades personales, sino que les devolvemos lo que es suyo. Más que realizar un acto de caridad, lo que hacemos es cumplir un deber de justicia”.





IV. El principio de subsidiaridad a) Origen y significado“La subsidiaridad está entre las directrices más constantes y características de la doctrina social de la Iglesia… la sociedad civil, entendida como el conjunto de las relaciones entre individuos y entre sociedades intermedias, que se realizan en forma originaria y gracias a la subjetividad creativa del ciudadano -…- constituye  la base de una verdadera comunidad de personas, haciendo posible el reconocimiento de formas más elevadas de sociabilidad. La exigencia de tutelar y de promover las expresiones originarias de la sociabilidad es subrayada por la Iglesia”, estableciendo el principio de subsidiariedad “como principio importantísimo de la filosofía social: todas las sociedades de orden superior deben ponerse en una actitud de ayuda (subsidium) –por tanto de apoyo, promoción, desarrollo – respecto a las menores.”“De este modo, los cuerpos sociales intermedios pueden desarrollar adecuadamente las funciones que les competen” y mantener “su dignidad propia y su espacio vital”. Sin embargo, a una subsidiariedad entendida en sentido positivo “corresponde una serie de implicancias en negativo, que imponen al Estado abstenerse de cuanto restringiría, de hecho, el espacio vital de las células menores…su iniciativa, libertad y responsabilidad no deben ser suplantadas”.

b) Indicaciones concretas “El principio de subsidiariedad protege a las personas de los abusos de las instancias sociales superiores e insta a estas últimas a ayudar a los particulares y a los cuerpos intermedios a desarrollar sus tareas. Este principio se impone porque toda persona, familia y cuerpo intermedio tiene algo de original que ofrecer a la comunidad”. La negación de la subsidiariedad “limita, y a veces también anula, el espíritu de libertad y de iniciativa:  al intervenir directamente y quitar responsabilidad a la sociedad, el Estado asistencial provoca la pérdida de energías humanas y el aumento exagerado de los aparatos públicos”A la actuación del principio de subsidiaridad corresponden: el respeto y la promoción efectiva del primado de la persona y de la familia, la valoración de las asociaciones y de las organizaciones intermedias, el impulso a la iniciativa privada, la articulación pluralista de la sociedad y la representación de sus fuerzas vitales, la salvaguardia de los derechos de los hombres y de las minorías, la descentralización burocrática y administrativa, el equilibrio entre la esfera pública y la privada y una adecuada responsabilización del ciudadano para ser parte activa de la realidad política y social del país.“Diversas circunstancias pueden aconsejar que el Estado ejercite una función de suplencia…a causa de la imposibilidad de que la sociedad civil asuma autónomamente la iniciativa…A la luz del principio de subsidiaridad, sin embargo, esta suplencia institucional no debe prolongarse y extenderse más allá de lo estrictamente necesario”.





V. La participación a) Significado y valor“Consecuencia característica de la subsidiaridad es la participación, que se expresa, esencialmente, en una serie de actividades mediante las cuales el ciudadano – … – contribuye a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenece. La participación es un deber que todos han de cumplir conscientemente, en modo responsable y con vistas al bien común”.Es importante notar que “la participación no puede ser delimitada o restringida a algún contenido particular de la vida social” y que además debe representar a todos: “se hace imprescindible la exigencia de favorecer la participación, sobre todo, de los más débiles”. Asimismo, es necesario “un fuerte empeño moral, para que la gestión de la vida pública sea el fruto de la corresponsabilidad de cada uno con respecto al bien común”.

B) Participación y democracia

La participación en la vida comunitaria es “uno de los pilares de todos los ordenamientos democráticos, además de una de las mejores garantías de permanencia de la democracia”: podríamos decir que  toda democracia debe ser participativa, lo cual implica “que los diversos sujetos de la comunidad civil, en cualquiera de sus niveles, sean informados, escuchados e implicados en el ejercicio de las funciones que ésta desarrolla”.“La participación puede lograrse en todas las relaciones posibles entre el ciudadano y las instituciones: para ello, se debe prestar particular atención a los contextos históricos y sociales en los que la participación debería actuarse verdaderamente. La superación de los obstáculos culturales, jurídicos y sociales, que con frecuencia se interponen, como verdaderas barreras, a la participación solidaria de los ciudadanos en los destinos de la propia comunidad, requiere una obra informativa y educativa. En el ámbito de la participación, una ulterior fuente de preocupación proviene de aquellos países con un régimen totalitario o dictatorial y de los países donde este derecho es enunciado sin que se pueda ejercer concretamente”.





VI. El principio de solidaridad a) Significado y valor“La solidaridad confiere particular relieve a la intrínseca sociabilidad de la persona humana, a la igualdad de todos en dignidad y derechos, al camino común de los hombres y de los pueblos hacia una unidad cada vez más convencida. Nunca como hoy ha existido una conciencia tan difundida del vínculo de interdependencia entre los hombres y entre los pueblos, que se manifiesta en todos los niveles”.

b) La solidaridad como principio social y como virtud moral “Las nuevas relaciones de interdependencia entre hombres y pueblos, que son, de hecho, formas de solidaridad, deben transformarse en relaciones que tiendan hacia una verdadera y propia solidaridad ético-social”, que es la exigencia moral inherente a todas las relaciones humanas. La solidaridad se presenta bajo dos aspectos complementarios: como principio social y como virtud moral.“La solidaridad debe captarse, ante todo, en su valor de principio social ordenador de las instituciones, según el cual las estructuras de pecado, que dominan las relaciones entre los hombres y los pueblos, deben ser superadas y transformadas en estructuras de solidaridad”, mediante la creación y modificación de leyes u ordenamientos”.“La solidaridad es también una verdadera y propia virtud moral”, una “determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común…La solidaridad se eleva al rango de virtud social fundamental, ya que se coloca en la dimensión de la justicia” y en la entrega por el bien del prójimo, que nos dispone a servirlo.



c) Solidaridad y crecimiento común de los hombres “El mensaje de la doctrina social acerca de la solidaridad pone en evidencia el hecho de que existen vínculos estrechos entre solidaridad y bien común, solidaridad y destino universal de los bienes, solidaridad e igualdad entre los hombres y los pueblos, solidaridad y paz en el mundo”.“El principio de solidaridad implica que los hombres de nuestro tiempo cultiven aún más la conciencia de la deuda que tienen con la sociedad en la cual están insertos…Semejante deuda se salda con las diversas manifestaciones de la acción social, de manera que el camino de los hombres no se interrumpa, sino que permanezca abierto para las generaciones presentes y futuras, llamadas unas y otras a compartir, en la solidaridad, el mismo don”.

d) La solidaridad en la vida y en el mensaje de Jesucristo “La cumbre insuperable de la perspectiva indicada es la vida de Jesús de Nazaret, el Hombre nuevo, solidario con la humanidad hasta la  muerte de cruz Jesús de Nazaret hace resplandecer ante los ojos de todos los hombres el nexo entre solidaridad y caridad, iluminando todo su significado: A la luz de la fe, la solidaridad tiende a superarse a sí misma, al revestirse de las dimensiones específicamente cristianas de gratuidad total, perdón y reconciliación. Entonces el prójimo no es solamente un ser humano con sus derechos y su igualdad fundamental con todos, sino que se convierte en la imagen viva de Dios Padre, rescatada por la sangre de Jesucristo y puesta bajo la acción permanente del Espíritu Santo. Por tanto, debe ser amado, aunque sea enemigo, con el mismo amor con que le ama el Señor, y por él se debe estar dispuesto al sacrificio, incluso extremo: >.”







VII. Los valores fundamentales de la vida social a) Relación entre principios y valores


La doctrina social, además de los principios que deben presidir la edificación de una sociedad digna del hombre, indica también valores fundamentales”. Principios y valores son recíprocos, en cuanto los valores sociales indican el aprecio que se debe atribuir  a  determinados aspectos del bien moral que los principios se proponen conseguir, sirviendo “de referencia para la estructuración oportuna y la conducción ordenada de la vida social”; y en cuanto los valores requieren “tanto la práctica de los principios fundamentales de la vida social, como el ejercicio personal de las virtudes”.“Todos los valores sociales son inherentes a la dignidad de la persona humana, cuyo auténtico desarrollo favorecen; son esencialmente: la verdad, la libertad, la justicia, el amor.Su práctica es el camino seguro y necesario para alcanzar la perfección personal y una convivencia social más humana; constituyen una referencia imprescindible para los responsables de la vida pública…El respeto de la legítima autonomía de las realidades terrenas lleva a la Iglesia a no asumir competencias específicas de orden técnico y temporal, pero no le impide intervenir para mostrar –cómo – estos valores son afirmados…o negados.” b) La verdad

Los hombres tienen una especial obligación de tender continuamente hacia la verdad, respetarla y atestiguarla responsablemente. >.“Nuestro tiempo requiere una intensa actividad educativa y un compromiso correspondiente por parte de todos, para que la búsqueda de la verdad  – …  – sea promovida en todos los ámbitos”.  Esto “afecta particularmente al mundo de la comunicación pública y al de la economía…que remiten necesariamente a una exigencia de transparencia y de honestidad en la actuación personal y social”.

C) La libertad

El derecho al ejercicio de la libertad es una exigencia inseparable de la dignidad de la persona humana.“No se debe restringir el significado de la libertad, considerándola desde una perspectiva puramente individualista y reduciéndola a un ejercicio arbitrario e incontrolado de la propia autonomía personal: Lejos de perfeccionarse en una total autarquía del yo y en la ausencia de relaciones, la libertad existe verdaderamente sólo cuando los lazos recíprocos, regulados por la verdad y la justicia, unen a las personas”.“El valor de la libertad, como expresión de la singularidad de cada persona humana, es respetado cuando a cada miembro de la sociedad le es permitido realizar su propia vocación personal”, es decir, expresar “sus propias ideas religiosas, culturales y políticas”y asumir sus propias iniciativas. La libertad, por otra parte, debe ejercerse también como capacidad de rechazar lo que es moralmente negativo, cualquiera sea la forma en que se presente.



D) La justicia

La justicia consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido.Desde el punto de vista subjetivo, la justicia se traduce en la actitud determinada por la voluntad de reconocer al otro como persona, mientras que desde el punto de vista objetivo, constituye el criterio determinante de la voluntad en el ámbito inter-subjetivo y social.“El Magisterio social invoca el respeto de las formas clásicas de la justicia: la conmutativa, la distributiva y la legal. Un relieve cada vez mayor ha adquirido en el Magisterio la justicia social” la cual es una “exigencia vinculada con la cuestión social” y que concierne “a los aspectos sociales, políticos y económicos y, sobre todo, a la dimensión estructural de los problemas y las soluciones correspondientes”.“La justicia resulta particularmente importante en el contexto actual, en el que le valor de la persona, de su dignidad y de sus derechos, a pesar de las proclamaciones de propósitos, está seriamente amenazado por la difundida tendencia a recurrir exclusivamente a los criterios de la utilidad y del tener…La plena verdad sobre el hombre permite superar la visión contractual de la justicia, que es una visión limitada, y abrirla al horizonte de la solidaridad y del amor: Por sí sola, la justicia no basta. Más aún, puede negarse a sí misma,  si no se abre a la fuerza más profunda que es el amor”.





VIII. La vía de la caridad

Entre las virtudes en su conjunto y, especialmente entre las virtudes, los valores sociales y la caridad existe un vínculo profundo que debe ser reconocido cada vez más profundamente…- la caridad – debe ser reconsiderada en su auténtico valor de criterio supremo y universal de toda la ética social. De todas las vías, incluidas las que se buscan y recorren para afrontar las formas siempre nuevas de la actual cuestión social, la más excelente es la vía trazada por la caridad”.“Los valores de la verdad, de la justicia y de la libertad, nacen y se desarrollan de la fuente interior de la caridad” Entre ellos, especial relación existe entre caridad y justicia, dado que “la caridad trasciende a la justicia” y que ésta ha de complementarse con la caridad! “No se pueden regular las relaciones humanas únicamente con la medida de la justicia: La experiencia del pasado y de nuestros tiempos demuestra que la justicia por sí sola no es suficiente y que, más aún puede conducir a la negación y al aniquilamiento de sí misma…” “Ninguna legislación, ningún sistema de reglas o de estipulaciones lograrán persuadir a hombres y pueblos a vivir en la unidad, en la fraternidad y en la paz;  ningún argumento podrá superar el apelo de la caridad”: La caridad es inspiradora de la acción individual y social, convirtiéndose en “caridad social y política, que nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar efectivamente el bien de todas las personas”. Por otro lado, debemos tener en cuenta que “la caridad social y política no se agota en las relaciones entre las personas, sino que se despliega en la red en la que estas relaciones se insertan, que es precisamente la comunidad social y política, e interviene sobre ésta, procurando el bien posible para la comunidad en su conjunto”. Socorrer al necesitado o al indigente significa amarlo en el plano social, para “según las situaciones servirse de las mediaciones sociales para mejorar su vida, o bien eliminar los factores sociales que causan su indigencia. La obra de misericordia con que se responde aquí y ahora a una necesidad real y urgente del prójimo es, indudablemente, un acto de caridad; pero es un acto de caridad igualmente indispensable el esfuerzo dirigido a organizar y estructurar la sociedad de modo que el prójimo no tenga que padecer la miseria”.

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