Constitucion del ferrocarril en el gobierno liberal


Surgen dos corrientes del liberalismo:
Moderados, pretenden un estado unitario y seguro, tenían sobre todo intereses económicos, la monarquía es un elemento clave, imponen una gran limitación del sufragio.
Progresistas, eran clases medias urbanas, la soberanía reside en la nación, las cortes tienen el poder legislativo, el rey reina pero no gobierna, amplían el derecho de sufragio.
Ante la rebelión Carlista, la regente se apoya en los liberales moderados. Elaboran el
Estatuto Real para gobernar, es una carta otorgada, concedida por la autoridad real. Supuso el reconocimiento de que el absolutismo total ya no era realizable ni deseable.
Las limitaciones del Estatuto Real provocan revueltas entre los progresistas, y obligan a la regente a firmar y aceptar la Constitución de 1812 y a entregarles la dirección del gobierno. Tras el ascenso de los progresistas elaboraron la Constitución de 1837 que adaptada a las nuevas realidades que la de 1812, con la desaparición del régimen señorial, de los diezmos y los mayorazgos, restablecimiento de libertad de imprenta y de la Milicia Nacional. Otra de las medidas que tomaron fue la desamortización de los bienes eclesiásticos, la denominada desamortización de Mendizábal.
En 1837, los moderados ganan las elecciones y vuelven a tomar la dirección del gobierno. Se ven obligados a aplicar una constitución elaborada por los progresistas, pero consiguen limitar algunas decisiones anteriores: la libertad de prensa e imprenta, la participación de electores se reduce, la ley de ayuntamientos, que finalmente provoca la revuelta de los progresistas en las ciudades que apoyan a Espartero. En este contexto la regente entrega el gobierno a Espartero, abdica y se exilia.
La primera Guerra Carlista (1833 – 1840)
-Entre Carlistas (Maroto) y Liberales (Espartero).
– El asedio fallido a Bilbao por Zumalakarregi.
– Finaliza con el Abrazo de Vergara.
Después de la primera guerra carlista se intenta desarrollar el encaje constitucional de los fueros pero al final son abolidos en 1841 en Navarra y el PV, Navarra y el PV no se pusieron de acuerdo.
Durante la
Regencia de Espartero continua la labor de consolidar la legislación liberal económica, el centralismo y la unificación legal. Por su estilo de gobierno personalista, los moderados y progresistas se le oponen. Y finalmente varias revueltas provocan su exilio.
El gobierno provisional constituido por el general Narváez decidió proclamar la mayoría de edad de Isabel II. Narváez encargó a las Cortes la elaboración de una nueva Constitución.
La Constitución de 1845 es una revisión de la de 1837, que contempla nuevos criterios de los moderados. Los principales cambios son: la soberanía no reside en el pueblo sino en el rey y en las Cortes; los miembros del Senado son nombrados por el rey, no elegidos; se restringe el sufragio censitario; la religión católica vuelve a definirse como religión de la nación; para el mantenimiento del orden público se instaura la censura de prensa, se disuelve la Milicia Nacional y se crea la Guardia Civil; en el PV se restaura las diputaciones forales y la exención parcial de impuestos, pero se mantienen las aduanas en la costa, los tribunales de justicia y la supresión del pase foral.


En la segunda guerra carlista (1846 – 1849), el general Cabrera se subleva en Cataluña y Aragón pero su extrema crueldad facilitó la victoria del gobierno liberal. En el PV no hubo levantamiento por el acuerdo sobre los fueros.
La tendencia a una práctica política cada vez más autoritaria unió en contra del gobierno a grupos moderados progresistas. La situación se tradujo en la revolución de 1854 (la Vicalvarada), protagonizada por Leopoldo O’Donnell (1809?1867), que se levantó con el ejército en Vicálvaro (Madrid).
Estos sucesos obligaron a Isabel II a encargar la formación de un nuevo gobierno al progresista Espartero. Así comenzó el breve
bienio progresista, que intentó llevar a la práctica sus objetivos políticos en una nueva Constitución (la constitución de 1856) que no llegó a promulgarse. Con el mismo sentido progresista se reanudaron las desamortizaciones, dirigidas por Pascual Madoz (Ley de Desamortización General, mayo de 1855), que provocaron una nueva ruptura con la Santa Sede.
La vida del bienio progresista fue difícil, por la oposición de las fuerzas conservadoras (la Iglesia, la burguesía y el liberalismo más moderado) y por la falta de entendimiento político entre los dos protagonistas de la vida política los generales Espartero y O’Donnell, líder de un nuevo partido, la Unión Liberal, situado entre el progresismo y el moderantismo; en el PV la burguesía se fue acercando a los dos grupos liberales para mantener los fueros puesto que la etapa anterior había sido de gran estabilidad. En el verano de 1856 Espartero abandonó el gobierno.
Tras la retirada de Espartero, los moderados vuelven al gobierno por un golpe de Estado, dirigido por el general O´Donnell, y se organizan en torno a un nuevo partido: La unión Liberal. Fue un largo periodo de gobierno (1856 – 1868) primero lo dirigía O´Donnell pero los conflictos internos favorecieron la vuelta de Narváez. Fue una etapa de crecimiento de la economía, se amplió la construcción de ferrocarriles mientras seguía la desamortización, también aumento la corrupción. En el PV la gestión del fuerismo era beneficiosa para todos los grupos dirigentes.
En 1866, O’Donnell abandonó España, por haber perdido la confianza de la reina tras varios fracasos de guerra en el extranjero; en abril de
1866 murió Narváez. Isabel II se quedaba sin sus dos más importantes apoyos. Al mismo tiempo la crisis económica europea afectaba al desarrollo industrial. También fue una crisis de bienes de consumo, escasez de alimentos y aumento de precios, que genera hambre en la mayoría de población. Como los moderados eran los únicos que apoyaban a la reina Isabel II (contra los carlistas), al verse afectados por la crisis negaron la confianza al gobierno.
Sexenio Democrático (1868 – 1874)
El 19 de septiembre de 1868 los revolucionarios Topete, Prim y Serrano hicieron un llamamiento de apoyo a la población civil, formando las Juntas Revolucionarias por todo el país. El Manifiesto de la Junta Revolucionaria de Cádiz triunfó sin apenas violencia y la reina Isabel, en vista de que no tenía ningún apoyo en su enfrentamiento contra los revolucionarios, se exilió en Francia. El principal objetivo de los revolucionarios fue elaborar una Constitución que trazara las líneas generales de un nuevo régimen. Apoyaban unas ideas puramente liberales, amantes de los principios de la libertad, de igualdad y de propiedad. Establecen, inicialmente, la libertad de imprenta, de reunión y asociación, de enseñanza, el sufragio universal (masculino) y convocan Cortes constituyentes. Se imponen los progresistas y demócratas, que preparan la Constitución de 1869.

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