Cúpula de florencia la catedral



La cúpula tiene 114 metros de alto y 41 metros de diámetro interior y está hecha de ladrillo, piedra y mármol.
La cúpula está integrada por dos cascarones, uno interior de forma semiesférica, y otro exterior, de sección octogonal, formado por ocho lunetos triangulares que se curvan sobre aristas de mármol.
Aunque, posiblemente, la intención de Brunelleschi era construir una cúpula semiesférica, el hecho de que conociese los problemas que el muro presentaría para soportar los empujes, le llevó a realizar una segunda cúpula, exterior a la semiesférica, de sección poligonal de ocho lados y apuntada que se encargase de neutralizarlos.
Para su construcción se utilizaron ladrillos huecos dispuestos en opus spicatum, un aparejo empleado ya por los romanos en que la manera en que se colocan los ladrillos recuerda a las espinas de un pescado.
Este conjunto está culminado por una linterna, decorada con volutas, por la que penetra una luz blanca, limpia, que nos remite más al Panteón de Roma que a la luz de los edificios góticos, coloreada e irreal.
El artista las concebía como círculos perfectos colocados sucesivamente unos sobre otros, situando a tramos regulares series de ladrillos verticales para que soportaran a los horizontales dispuestos entre ellos.
La cúpula se levanta sobre un tambor octogonal y subdivide su peso, para dar menos empuje, con una cúpula interior más baja y una cúpula externa que, peraltándose en arco apuntado, sirve de contrafuerte a la cúpula interior.
Al combinar ambas, Brunelleschi pudo contrarrestar el empuje horizontal de la cúpula semiesférica con el peso, en sentido contrario, de la cúpula exterior de perfil apuntado.
La idea de las dos cúpulas permite dejar un espacio libre entre ambas, con lo que se resuelve asimismo el problema de la accesibilidad a la parte alta de la construcción y al trasdós de la cúpula interior.
Brunelleschi hubiese podido intentar recuperar la técnica olvidada, utilizada en el Trecento, pero optó por inventar una nueva técnica, pero no para construir cimbras sino para autosostener la cúpula durante su construcción: la cúpula se iba cerrando a medida que iba subiendo.

El autor es Filippo Brunelleschi (1377-1446), orfebre, escultor y arquitecto, considerado el iniciador de la arquitectura renacentista italiana.
Fue construida entre 1420 y 1436, pertenece por tanto al Quattrocento, aunque las pinturas de la cúpula, que representan el tema del Juicio Final, fueron realizadas en el siglo XVI dentro del Manierismo.
La cúpula cubre el crucero de la Catedral de Santa María de las Flores, esta catedral es de estilo gótico y se empezó a construir en 1296, siendo su arquitecto Arnolfo di Cambio.
El comitente de la obra fue la Corporación del Arte de la Lana que en 1418 convocó un concurso para elegir el proyecto de cúpula para cubrir el crucero de la iglesia gótica de Santa María de las Flores.
Brunelleschi presentó una maqueta, en la cual colaboraron los escultores Donatello y Nanni di Banco, tan innovadora que aún antes de acabarla ya fue elegida.
El resto de los concursantes realizaron maquetas con versiones a escala de carísimos y casi imposibles andamiajes que debían sustentar la cúpula desde el suelo.

La dificultad inicial para cubrir el crucero radicaba en la magnitud de la cúpula y su empuje colosal.
El problema de cubrir aquel amplio espacio con una gran cúpula o cimborrio se planteaba fundamentalmente en torno a la necesidad de construir una gran cimbra y los andamiajes, lo que supónía un elevado coste.
Este conjunto, y especialmente la cúpula que se erige orgullosa en el cielo florentino, se convierten en emblema inigualable de esta ciudad, en un momento en que existían fuertes rivalidades entre los distintos Estados que conformaban la península Itálica.
Hay que subrayar la importancia que tuvo Brunelleschi en la configuración del nuevo papel del arquitecto, más intelectual que artesano, pues toda la realización de la obra estuvo bajo su dirección, enfrentándose incluso a una huelga.
Aunque la cúpula es de estilo renacentista, la catedral sobre la que se coloca es de estilo gótico con la genuina decoración bicroma de la arquitectura ROMánica toscana.
Esta obra es una de las joyas arquitectónicas del Renacimiento, considerada como perfecta ya desde su construcción, y porque con esta cúpula, que tendrá una gran trascendencia, no se limitó a concluir un edificio de otra época, sino que lo redefiníó, lo adoptó, transformando su significación.
Al mismo tiempo, logra sintetizar los logros de la arquitectura romana, la cúpula, con los de la arquitectura gótica, darle forma apuntada.

Antecedentes: Aunque esta cúpula no tiene un precedente inmediato, está inspirada en los sistemas deconstrucción romanos, siendo su antecedente la cúpula del Panteón de Agripa en Roma.
La técnica del aparejo de espina de pez u era una técnica usada por los antiguos romanos y que Brunelleschi va a utilizar en la cúpula de Santa María de las Flores.

consecuentes

Durante casi cinco siglos los arquitectos, tanto de Europa como de América, reprodujeron las soluciones propuestas por Brunelleschi y su concepción espacial de las iglesias.


Este movimiento aparece en el inicio de la Edad Moderna, retoma los principios de la cultura de la antigüedad clásica, actualizándola a través del humanismo, sustituyendo la visión religiosa del mundo medieval por una afirmación de los valores del mundo y del hombre.
La belleza no va a ser un reflejo de la divinidad, como en el arte medieval, sino la expresión de un orden intelectual y profano basado en la medida, el número y la proporción.
La naturaleza será estudiada en sí misma, al margen de lo divino y encontrará en la perspectiva, el modo adecuado de su representación.
La aplicación de la perspectiva, una representación tridimensional, pudiendo conseguirse a través de la perspectiva lineal o geométrica y la perspectiva aérea.
El cambio desde el arte medieval al renacentista no fue brusco, tiene un periodo de evolución en el Siglo XIV o Trecento italiano, que si bien no se incluye dentro del Renacimiento, es un puente hacia el nuevo estilo.
Comprende los años finales del Siglo XV y llega hasta 1527 en que se produce el Saco de Roma por las tropas de Carlos V y se inicia una decadencia del papado con la consiguiente diáspora de artistas.
Su público es la aristocracia que busca obras en las que destaque la elegancia formal, el virtuosismo en la ejecución y la búsqueda de una belleza artificiosa.

Cuenta entre sus fuentes de inspiración con, por un lado, las ruinas romanas, poco a poco redescubiertas y valoradas, y por otra con textos y documentos de la antigua Roma, esenciales en la formación de los arquitectos renacentistas.
Se recuperan muchos elementos constructivos del mundo clásico: arcos de medio punto, columnas y pilastras rematadas con los órdenes clásicos, cúpulas y bóvedas de cañón decoradas con casetones.
Su propuestas se dirigieron a la organización de ciudades ideales o utópicas, mientras que en el ámbito privado se tendíó a la organización de los espacios abiertos, el jardín, en lo que se denomina urbanismo de paisajes.

a) Quattrocento (Siglo XV): El Renacimiento rompíó con el estilo gótico, tomó como modelo el arte de la antigua Roma.
b) Cinquecento: (primer tercio del Siglo XVI): Para decorar las edificaciones los artistas crearon monstruos, mitad animal y mitad humanos, así como también vegetales, a los que dieron el nombre de grutescos, en alusión al descubrimiento de unas pinturas con las mismas carácterísticas en la Domus Áurea de Nerón, un palacio cuyos salones parecían grutas.
c) manierismo: partir del 1530 se abandona el equilibrio del clasicismo y se realiza una arquitectura experimental.
El primer arquitecto en romper el lenguaje clásico será Miguel Ángel y su obra destacada es la “Basílica de San Pedro” del Vaticano donde transforma el proyecto inicial de Bramante y construye la cúpula que cubre el crucero.

Se apoya en los modelos clásicos de proporción y simetría, con un detallado estudio anatómico que se fundamenta en un gusto por el desnudo.
a) Quattrocento (Siglo XV): Ghiberti tiene como obra destacada “Las puertas del paraíso” realizadas en bronce.
b) Cinquecento (Siglo XVI): Miguel Ángel es el máximo exponente del clasicismo y, al mismo tiempo, el iniciador del lenguaje manierista.
Destacan su “Piedad” obra maestra de equilibrio, el “David” donde refleja al héroe con fuerza, vigor y tensión.

Hay una búsqueda de la belleza basada en la medida, el número y la proporción.
Por ello aporta un nuevo sistema visual: la perspectiva tridimensional, lineal y aérea que hace posible la representación de lo real.
Leonardo propondrá un nuevo sistema de perspectiva, la perspectiva aérea, representando la atmósfera que envuelve los objetos, de perfiles difuminados es el esfumato que recrea el aire entre los objetos.
Miguel Ángel en su pintura se ve la influencia de la escultura y le da una especial importancia al tratamiento anatómico y al volumen.
Los cuerpos se alejan del concepto de belleza clásica y quiere representar la fuerza que emana de las figuras.


La caída de Constantinopla en manos de los turcos en 1453 provoca la llegada a Florencia de pensadores y científicos huidos de Constantinopla que supone una aportación cultural importante del conocimiento de la antigüedad clásica.
La brújula permite la apertura de nuevas rutas, así los portugueses bordearán el continente africano para llegar a la India y los castellanos harán la ruta occidental atravesando el Atlántico y descubriendo en 1492 América.
El humanismo es un movimiento intelectual, filosófico y cultural que tiene su origen en el Siglo XIV en la península Itálica en personalidades como Dante y Petrarca que buscan la antigüedad clásica y retoman el antiguo humanismo griego.
El papado se convierte en el gran mecenas de los artistas italianos pero el “Saco de Roma” de 1527 por las tropas imperiales de Carlos I marca el final de esta segunda fase del Renacimiento y la dispersión de muchos artistas por otras ciudades europeas

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