Introducción al Método de Descartes
Este fragmento forma parte de la segunda sección del Discurso del Método, escrito en 1637. Es una de las obras más importantes de Descartes y también una base clave del pensamiento racionalista.
En este texto, el autor presenta las ideas principales de un nuevo método para alcanzar el conocimiento. Este método funciona como una introducción a otros escritos más científicos suyos, como El tratado del mundo, La dióptrica, Los meteoros y La geometría.
En esta segunda parte, Descartes resume en cuatro reglas lo que ya había planteado de forma más extensa en Reglas para la dirección del espíritu, escrita en 1629. Estas reglas son: Evidencia, Análisis, Síntesis y Enumeración.
Las Cuatro Reglas del Método Cartesiano
En este fragmento del Discurso del Método, René Descartes expone las cuatro reglas fundamentales de su método para alcanzar un conocimiento verdadero y seguro.
Básicamente, en este fragmento, Descartes defiende que pocas reglas bien aplicadas son más útiles que muchas, al igual que en un buen gobierno hay pocas leyes, pero bien cumplidas.
Estas reglas son:
La primera es la regla de la evidencia, que consiste en no aceptar como verdadero nada que no se presente con claridad y distinción, es decir, que no sea evidente por sí mismo y que no deje lugar a duda.
La segunda es la regla del análisis, que exige dividir cada dificultad en partes más pequeñas para poder comprenderla y resolverla mejor.
La tercera es la regla de la síntesis, la cual consiste en ordenar el pensamiento desde los objetos más simples hasta los más complejos, aunque no exista un orden natural entre ellos.
Y la cuarta es la regla de la enumeración, que obliga a hacer revisiones completas para no omitir ningún paso y asegurarse de que todo está bien razonado.
Este conjunto de reglas refleja la esencia del racionalismo cartesiano. Además, Descartes es justo en este momento donde rompe con el método tradicional.
La Duda Metódica y el Cogito
Estas reglas están relacionadas con su duda metódica, la cual es un procedimiento para llegar a certezas absolutas. Descartes duda de todo lo que pueda ser puesto en duda: primero de los sentidos (porque nos engañan), luego de la razón (porque a veces cometemos errores), después de la diferencia entre la vigilia y el sueño, y finalmente incluso de las verdades matemáticas, debido a la hipótesis del «genio maligno«, que podría engañarnos en todo.
Esta duda es voluntaria, universal y metódica, y tiene como finalidad encontrar algo que no pueda ser puesto en duda.
Es así como llega al principio de certeza o también denominado cogito: «Pienso, luego existo» (Cogito, ergo sum). Esta frase expresa que si estoy dudando, al menos sé que estoy pensando, y si pienso, existo.
A partir de esta verdad evidente, la cual se ve reflejada en la primera regla (no admitir nada sin haberlo comprobado), se muestra cómo Descartes reconstruye todo el conocimiento, y aquí es donde empieza su teoría de las sustancias.
La Teoría de las Sustancias y la Existencia de Dios
Según él, existen tres sustancias:
Res cogitans: la sustancia pensante, que es el alma o mente, cuya esencia es el pensamiento.
Res extensa: la sustancia corpórea o física, cuya esencia es la extensión.
Res infinita: Dios, una sustancia infinita, perfecta y creadora.
Otro tema abordado es la existencia de Dios, a la cual Descartes también define como Res Infinita. Es fundamental en su sistema porque sirve como garantía de la verdad.
Sostiene que si Dios, que es perfecto, existe, entonces no nos engañará, y por tanto, podemos confiar en que lo que percibimos con claridad y distinción es verdadero.
Se presentan varias pruebas de la existencia de Dios, entre las que se encuentran:
La prueba basada en la idea de infinito: como soy un ser finito, no puedo haber creado yo la idea de infinito, por tanto, esa idea solo puede venir de un ser infinito: Dios.
La prueba a partir del propio pensamiento: la causa de mi existencia como ser pensante debe tener al menos tanta perfección como yo tengo como pensamiento.
El argumento ontológico reformulado: si tengo en mi mente la idea de un ser perfecto, esa perfección debe incluir la existencia.
Dualismo Antropológico y Visión del Mundo Físico
A partir de aquí, aparece el dualismo antropológico, que sostiene que el ser humano está formado por alma (res cogitans) y cuerpo (res extensa), sustancias distintas.
El problema es cómo se comunican. Descartes plantea que esta relación se da a través de la glándula pineal, aunque este punto fue muy criticado.
Finalmente, su visión del mundo físico se basa en el mecanicismo, el determinismo y el reduccionismo. Es decir, el mundo funciona como una máquina, sigue leyes físicas, y todo lo que no puede ser medido no se considera verdadero (solo admite cualidades primarias, como forma, tamaño o movimiento).
Contraste Filosófico: Descartes vs. Hume
Un filósofo destacado que hace contraposición a la filosofía de Descartes es Hume.
Descartes y Hume representan dos formas opuestas de entender el conocimiento. Descartes es racionalista; cree que la razón es la base del saber. Mientras que Hume es empirista y defiende que todo lo que sabemos viene de la experiencia.
Descartes parte de la razón como base para construir todo el conocimiento. Por ello, en su obra Discurso del Método, usa la duda metódica para llegar a una verdad totalmente segura: Pienso, luego existo. A partir de ahí, demuestra que él es una sustancia pensante (*res cogitans*), algo fijo y esencial, y que Dios existe, lo cual le da seguridad en el conocimiento.
En cambio, Hume cree que no podemos estar seguros de nada con total certeza. Es en su obra Tratado de la naturaleza humana donde sostiene que todo lo que pensamos viene de impresiones sensibles, y nuestras ideas son solo copias más débiles de esas impresiones. Para él, el yo no es una sustancia fija, sino un conjunto de percepciones cambiantes. Además, niega la demostración racional de la existencia de Dios, sosteniendo que la religión se basa más en sentimientos y costumbres que en razones.