El Gótico en España: De la Importación Francesa al Estilo Hispano-Flamenco


España: La importación del modelo francés

En España, el gótico se desarrolla desde finales del siglo XIII. Sus primeras formas estéticas fueron importadas de Francia, para luego pasar a formular características propias. Presenta tres épocas diferenciadas en su evolución que no coinciden con las del gótico francés, y una última etapa de gótico tardío.

En el siglo XIII, marcado por las estrechas relaciones de Castilla con Francia, se produce una importación directa del modelo constructivo francés: es la época de las grandes catedrales españolas. En el siglo XIV, este clasicismo evolucionado se funde con las formas italianas introducidas a través del reino de Aragón, y junto con la influencia germánica del gótico internacional se manifiesta en las grandes construcciones del reino de Aragón y Cataluña. En el siglo XV se introducen formas borgoñonas que más tarde serán sustituidas por flamencas (relación Castilla-Flandes), y que, unidas a las germánicas, darán como resultado el estilo hispano-flamenco, una arquitectura absolutamente independiente del modelo francés. Por último, vigente hasta bien entrado el siglo XVI se desarrolla una última época, una variante nacional, el denominado gótico isabelino o arquitectura de los Reyes Católicos.

Los elementos de la arquitectura gótica aparecen en diversas construcciones desde mediados del siglo XII, conviviendo con fórmulas y estructuras románicas (iglesia de San Vicente de Ávila). Sin embargo, no hay una transición entre ambos estilos o una evolución de uno a otro. Existen una serie de edificios proyectados como románicos donde se incorporan elementos del gótico siendo considerados como comienzo y origen de las formas góticas; sin embargo, habría que encuadrarlos dentro de la órbita de influencia de la arquitectura cisterciense. Esta, más cerca del espíritu y construcción románica, asentada en la austeridad ornamental y simplicidad constructiva, estaba muy alejada del artificioso espacio gótico, su luz coloreada y de su valor simbólico. En Castilla, la influencia cisterciense es concluyente. Así, hay una serie de notables edificios en los que se modifican las trazas originales románicas para incorporar arcos apuntados y bóvedas nervadas. La fusión de las últimas formas del románico con las formas cistercienses dará lugar, a finales del siglo XII y principios del XIII, a una serie de edificios como las catedrales de Lérida, Tudela, Tarragona o Sigüenza, interpretados como los primeros ensayos del arte gótico, aunque su concepción del espacio y el tratamiento de la luz son todavía románicos. Tras estos primeros intentos, en 1196 se inicia la construcción de la catedral de Cuenca, considerada la primera catedral gótica de la península. En ella se utilizan bóvedas sexpartitas propias del gótico primitivo francés.

España: Las grandes catedrales castellanas

Los primeros edificios góticos, como había ocurrido en el gótico francés, fueron obras impulsadas desde el poder, vinculadas a intereses políticos tanto de la monarquía como de las altas jerarquías eclesiásticas. El gótico pleno coincide con la construcción de tres significativas catedrales: Burgos, León y Toledo.

Catedral de Burgos

Sus obras comienzan en 1221 por iniciativa del obispo Mauricio que conocía las realizaciones europeas, y del rey Fernando VIII. Se proyecta un edificio que sigue las directrices de la arquitectura de Bourges o Reims. Las obras avanzaron con rapidez, ya que en 1238 el obispo Mauricio es enterrado bajo su ábside. La consagración tuvo lugar en 1260. Se desconoce el nombre del maestro que diseñó el edificio, pero se ha apuntado a que fuera un discípulo del maestro Ricardo, arquitecto de las Huelgas, ya que se advierten influencias normandas, o pudo ser un arquitecto francés traído por el obispo. El proyecto original presentaba una planta de tres naves con transepto resaltado en planta al que se abrían capillas laterales. Desde mediados del siglo XIII y hasta su muerte en 1277 se hace cargo de las obras el maestro Enrique, quien trabajó también en la catedral de León. A él corresponde la transformación de la cabecera, con un profundo presbiterio de tres tramos, rodeado de una amplia girola, a la que se abren cinco capillas poligonales precedidas por dos capillas rectangulares a cada lado, al igual que en Reims. La amplitud concedida al presbiterio planteará en el futuro un complejo problema respecto a la ubicación del coro, que se resolverá como en la catedral de Toledo: en la nave central entre el crucero y los tramos de los pies del templo (característica española). Tras el maestro Enrique trabaja Juan Pérez, con el que las obras llegan hasta la fachada, terminada en el siglo XV. La fachada principal se dispone con tres portadas y torres laterales, mientras que las fachadas del transepto lo hacen con una sola. El claustro se adosa al lado meridional, obligado por la topografía del terreno y la muralla de la ciudad. El aspecto original de la catedral no difería demasiado con el de las francesas, pero con la ampliación y otros trabajos realizados en el siglo XV su fisonomía cambió. Durante el siglo XIV las obras se ralentizaron, siendo en el XV cuando se le da un nuevo impulso en el estilo característico del gótico tardío.

Catedral de Toledo

Las obras fueron iniciativa del rey Fernando III y del arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada, iniciándose en 1226. Es mayor en sus dimensiones que Burgos y León, y más independiente de los patrones franceses que estas. Su traza – cabecera radial – se debe al maestro Martín, que trabaja desde 1227 hasta 1234 que trabaja la parte más puramente francesa de todo el edificio e inspirada en la catedral de Le Mans. Continuó el maestro Petrus Petri, a quien se le atribuye la construcción del triforio y algunas modificaciones de carácter más hispano como la decoración con arcos lobulados. La catedral es una estructura gótica salpicada con algunos elementos mudéjares aislados. Es a partir de la catedral de Toledo cuando el gótico francés es asimilado y acomodado al gusto y tradiciones del país. En origen, la planta tenía tres amplísimas naves que luego pasarían a cinco, con doble girola y crucero sin resalte en planta.

Catedral de León

Se concibe como una obra de nueva planta y en ella se reúnen todos los logros de la arquitectura francesa y se funden las influencias de Chartres, Amiens y Reims. La fecha de comienzo no es exacta, pero los trabajos fueron lentos hasta 1254 cuando, bajo el impulso del obispo Martín Fernández, se incorporó a las obras el maestro Enrique, y como en Burgos, sucedido por Juan Pérez. La catedral de León tiene una importante conexión con el poder regio ya que en 1230 se produjo la unión de los reinos castellano y leonés lo que dio lugar a que el rey Alfonso X iniciara una construcción igual de ostentosa que la de Burgos. La traza de la catedral permite suponer que el maestro Enrique era francés y que conocía en profundidad las de Reims y Amiens, aunque aquí las proporciones se reducen respecto a la primera. – León es de cinco tramos, Reims de nueve tramos -, con lo que resulta una catedral de amplísimo crucero de tres naves, cerrados sus brazos con fachada de tres portadas, con dos tramos ante la girola y esta con cinco capillas poligonales. Al interior presenta un alzado tripartito, con un estrecho triforio sobre el que se abren amplísimos ventanales con magníficas vidrieras. Los paramentos se hacen transparentes y la luz coloreada que se filtra por las vidrieras invade el espacio transformándolo, aligerándolo y acentuando las sensaciones de elevación e ingravidez. Esta ligera estructura es sostenida al exterior mediante gruesos contrafuertes y dobles arbotantes. La fachada principal se organiza siguiendo la disposición de la de Chartres, situando entre los amplios vanos de las puertas unos estrechos arcos lanceolados, con posibilidad para ubicar un amplio programa iconográfico. Presenta tres pórticos sobre los que se abre un hermoso rosetón y está flanqueada por dos torres: la de las Campanas al norte, y la del Reloj al sur. Su influencia fue escasa en Castilla debido a la complejidad de la técnica constructiva. La calidad de su piedra ha hecho que desde 1631 hasta hoy haya sufrido derrumbamientos, por lo que las intervenciones han sido constantes, sobre todo en los siglos XIX y XX. Uno de sus puntos de interés son las vidrieras, conservadas en su mayor parte desde el siglo XIII, pero también con intervenciones restauradoras. En el siglo XIII se pondrá en marcha la elevación de otras catedrales en las que no hay presencia de arquitectos franceses, sino que es la cantería de la catedral de Burgos la que expande el conocimiento de la nueva arquitectura. Se construyen la catedral de Burgo de Osma, por el maestro Lope, así como las de Oviedo, Palencia, Astorga o Bilbao; todas de menores dimensiones, menos luminosas y elegantes. Al mismo tiempo las conquistas de Córdoba y Sevilla permiten las construcciones góticas en estas ciudades. En el siglo XIV Castilla vive un periodo de inestabilidad que incide en la construcción de nuevos edificios, paralizándose los procesos constructivos, por lo que no se produce la recepción y asimilación del gótico en construcciones menores. No será hasta el reinado de los Reyes Católicos cuando el gótico arraigue como estilo popular ya que no fue un proceso de evolución y asimilación, sino que fue una imposición de personajes notables, además de debilidad constructiva del siglo XIV y la alta formación técnica que requería la artificiosidad del gótico clásico. Los nuevos proyectos se desplazan a la corona de Aragón que estaba viviendo un momento de expansión política y económica.

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