La Formación de la Europa Feudal: El Imperio Carolingio
Los Orígenes del Poder Carolingio
Los últimos reyes francos de la dinastía merovingia fueron conocidos como «los reyes holgazanes», ya que dejaron los asuntos de gobierno en manos de una especie de primer ministro, el major domus o mayordomo de palacio. Además, el reino estaba dividido por las herencias reales.
El más importante mayordomo será el hijo bastardo de Pipino de Heristal, Carlos Martel, vencedor de los musulmanes en la batalla de Poitiers (732). Será él quien dé nombre a la dinastía carolingia, que se inicia cuando su hijo Pipino el Breve reunifica los reinos de Austrasia, Neustria y Borgoña.
Pipino el Breve y la Alianza con la Iglesia
Pipino el Breve (751-768) derrocó a Childerico III con el beneplácito del Papa Esteban II y se hizo elegir rey por la asamblea de aristócratas. Además, recibió la unción religiosa de los obispos francos, confirmada poco después por el Papa en la basílica de Saint Denis. Este apoyo de la Iglesia era una alianza de intereses. Los obispos de Roma se consideraban vicarios de Cristo en la Tierra o Papas desde la época de Gregorio Magno, pero para poder hacer efectiva su supremacía y enfrentarse al cesaropapismo bizantino, necesitaban un aliado político y militar poderoso.
Pipino ayudó al Papa en su lucha contra los lombardos y otros pueblos bárbaros, a los que derrotó, entregando al Papa las tierras del Ducado de Roma y el Exarcado de Rávena, que se conocerán como los Estados Pontificios. Los Papas reclamaban el dominio sobre toda Italia en base a un documento falsificado atribuido al Emperador Constantino el Grande. Solo obtuvieron una parte. A cambio, Pipino obtendrá el pleno apoyo de la Iglesia romana a su usurpación del trono merovingio.
Pero Pipino no logró culminar su proyecto de reunificar el Imperio Romano de Occidente y hacerse coronar Emperador con el apoyo de la Iglesia. Sí lo logrará su hijo Carlos (768-814), que gobernaba en solitario tras la muerte de su hermano Carlomán en el 771.
Carlomagno: La Restauración Imperial
Desarrolló numerosas campañas militares contra sajones, bávaros, lombardos, ávaros y andalusíes hasta controlar un enorme territorio. Convertido en un rey poderoso, se hizo coronar Emperador en el año 800 en Roma por el Papa León III. Desde entonces se le conoce como Carlomagno.
La restauración del Imperio Romano de Occidente era sobre todo un desafío político a Bizancio, debilitado por la crisis iconoclasta, y gobernado por una mujer, la Emperatriz Irene. También fue un desafío religioso, pues el Papa de Roma contaba ahora con un poderoso aliado para afianzar su posición hegemónica frente al Patriarca de Constantinopla. También fue una afirmación frente al Islam, que se había extendido hacia Europa.
La Administración del Imperio Carolingio
La Corte y la Administración Central
Carlomagno desarrolló la corte heredada de los merovingios, creando una nueva administración que copiaba en parte a la bizantina. La administración central se llamaba «Pallatium», con dos elementos fundamentales. Uno era la «Cancillería» que se ocupaba del gobierno y las leyes, presidida por el canciller que era el principal encargado de la administración. Y el otro, el «Tribunal Palatino», que ejercía la justicia.
Otros cargos importantes que se reunían en el Pallatium eran el chambelán, que se ocupaba de las finanzas; el senescal y el copero, que se ocupaban de los asuntos de palacio; y el mariscal, encargado de los asuntos militares. Todos ellos constituían el grupo de personas de confianza del Emperador. Además, se reunía dos veces al año la asamblea de los principales vasallos del rey.
La Administración Territorial
La extensión de su imperio provocó un reforzamiento de la administración territorial. Se dividió en condados bajo el gobierno de condes que ejercían las funciones del rey. En algunos territorios, sobre todo en las ciudades, la autoridad la ejercían los obispos. En territorios históricos de tradición independiente gobernaban algunos duques. Y en las fronteras se crearon «marcas» defensivas bajo el gobierno de un marqués.
Para controlar a los gobernadores territoriales, especialmente a los laicos, Carlomagno nombró a varios funcionarios imperiales conocidos como «missi dominici», que iban por parejas de un territorio a otro controlando e inspeccionando lo que hacían aquellos y manteniendo siempre informado al Emperador.
El Renacimiento Carolingio
Carlomagno pretendió también convertir su Imperio en un centro de cultura, impulsando lo que se llamó el Renacimiento Carolingio. Estableció en 794 su capital en Aquisgrán, donde construyó su palacio y la Capilla Palatina, el edificio más emblemático de esta etapa. Se trata de un lugar de culto y, al mismo tiempo, sala del trono, que sigue el modelo bizantino de San Vital de Rávena, profusamente decorado con mármoles y mosaicos en su interior.
También creó la Escuela Palatina, dirigida por su asesor y colaborador Alcuino de York. En ella estuvieron los sabios más importantes de la época para formar a los funcionarios de la corte. Y a partir de ella se crearon las escuelas catedralicias y monásticas en las que se desarrolló una educación organizada en dos etapas:
- El trivium, en la que se estudiaban gramática, retórica y dialéctica.
- El quadrivium, en la que se estudiaban aritmética, geometría, astronomía y música.
La Importancia de la Iglesia en el Imperio Carolingio
La importancia de la Iglesia fue enorme, ya que el Imperio Carolingio es un imperio cristiano de base teocrática. Los monasterios se extendieron por todo el territorio con el apoyo del Emperador. En las nuevas tierras conquistadas se imponía inmediatamente el cristianismo.
Los edificios religiosos recuperaron las formas constructivas romanas, con arcos de medio punto, pilares y columnas con sus capiteles. En los monasterios se realizaron libros miniados excepcionales, pero la escultura y la pintura no tuvieron mucho desarrollo y se han conservado escasas obras.
La Disgregación del Imperio Carolingio y la Formación de los Estados Europeos (843-1000)
El Imperio Carolingio apenas duraría unido medio siglo. La debilidad de este imperio fragmentado explica la llegada de nuevas invasiones, como las de los magiares en el este y los normandos desde el norte. La inseguridad que se creó favoreció el auge de la aristocracia militar y el desarrollo del feudalismo. También la independencia de varios territorios que constituirán los embriones de los grandes estados europeos actuales.
Del Imperio Carolingio a Francia y el Sacro Imperio Romano Germánico
Ludovico Pío y la División del Imperio
El hijo de Carlomagno, Ludovico Pío, simplemente pudo mantener el imperio heredado. Carlomagno lo había coronado el año antes de su muerte para evitar problemas, aunque era su único hijo vivo. También fue un agravio y un acto de afirmación del poder imperial frente al Papa. Pero era un hombre tan religioso, sobrio y adusto, que no avanzó hacia el cesaropapismo.
Ludovico Pío intentó afianzar la sucesión hereditaria, pero sus hijos se enzarzaron en constantes guerras civiles para evitar la sucesión del mayor, Lotario. Finalmente tuvieron que negociar, y tres años después de la muerte de Ludovico Pío el Imperio se dividió entre sus tres hijos mediante el Tratado de Verdún (843):
- Carlos el Calvo se quedó con el territorio occidental, Neustria, la base de la actual Francia hasta el Ródano.
- Lotario se quedó con la parte central, un territorio conocido como la Tierra Media, desde Italia central a Frisia, siguiendo el valle del Rin y con el territorio de Austrasia y la capital. También se quedó con el título de Emperador.
- Luis el Germánico se quedó con la parte oriental, en territorio de las actuales Alemania y Austria.
Consolidación de los Reinos Franco y Germánico
Para empezar, en el centro del Imperio la desintegración se consolidó cuando Lotario dividió la Tierra Media entre sus tres hijos. Al final, ninguno de ellos pudo mantener su parte, que se repartieron sus tíos Carlos el Calvo y Luis el Germánico mediante el Tratado de Mersen (870). De esta manera se consolidan dos reinos: el franco o francés y el germánico o alemán.
En la parte germánica pronto se hizo con el poder una dinastía sajona, uno de cuyos miembros, Otón I, logrará ser investido como Emperador de lo que se llamará el Sacro Imperio Romano Germánico en el 962. Y en la parte francesa también se sustituirá a la dinastía carolingia en el 987 al elegir como rey al conde de París, Hugo Capeto. Con él se estableció definitivamente la costumbre de que el hijo mayor heredase el trono.
Las Islas Británicas y los «Hombres del Norte» (Vikingos)
Origen y Primeras Incursiones Vikingas
En el noroeste de Europa la situación fue muy complicada. Las Islas Británicas estaban divididas en múltiples reinos celtas, escotos, anglos y sajones, siendo los más importantes los de Wessex, Mercia y Northumbria. El único factor de unidad era la Iglesia a través de sus numerosos monasterios. En este territorio las invasiones vikingas desde el siglo IX complicaron aún más la situación.
Los vikingos u «hombres del norte» eran navegantes, comerciantes, piratas, saqueadores y exploradores a partes iguales. Procedían de las puertas del Mar Báltico, de las actuales Dinamarca, Noruega y Suecia. Los daneses y noruegos, también llamados normandos, fueron los responsables de las invasiones en Europa occidental.
Entraron en la historia en el 793 como «demonios sanguinarios» según las crónicas de los monjes. Atacaban sobre todo los monasterios de Gran Bretaña e Irlanda, donde encontraban un buen botín. En años sucesivos atacaron las costas francesas y gallegas, y en el 844 llegaron a asaltar la ciudad andalusí de Sevilla y a realizar incursiones por el Mediterráneo.
La Unificación Anglosajona y el Dominio Vikingo
Pero su objetivo principal fue siempre Gran Bretaña, atacada constantemente desde la segunda mitad del siglo IX. Esta situación propició la unidad de los anglosajones bajo el rey Alfredo el Grande, aunque sus sucesores no pudieron hacer frente a nuevas invasiones, estando la mayor parte del tiempo bajo dominio vikingo. A comienzos del siglo XI el vikingo Knut (Canuto el Grande) era rey de Inglaterra y Dinamarca.
El Establecimiento de Normandía y la Expansión Vikinga
En sus incursiones navales utilizaban los «drakkars», barcos rápidos, manejables y de escaso calado con los que remontaban los ríos. Luego ejecutaban ataques terrestres rápidos y letales. En ocasiones renunciaban a saquear a cambio de cobrar un sustancioso rescate. Muchas veces actuaban desde bases permanentes en las desembocaduras de los grandes ríos. Esto fue el origen del Ducado de Normandía.
En el año 911, cansados de las continuas incursiones y ataques, el conde de París ofreció al jefe normando Rollón que se asentase en los territorios de la desembocadura del Sena, que pasaban a ser de su señorío, comprometiéndose a defenderlos; también tenía que bautizarse. Rollón aceptó la oferta y se convirtió en el primer duque de Normandía. Un sucesor suyo conquistará Gran Bretaña en 1066 iniciando el Reino de Inglaterra.
Los vikingos también se cristianizaron a finales del siglo X y consolidaron reinos más o menos estables en sus territorios escandinavos, origen de los reinos actuales. Sven de Dinamarca fue el primero, al que siguieron los reyes suecos y noruegos. Por esa misma época desarrollaron sus principales viajes de exploración. Descubrieron y colonizaron Islandia y más tarde Groenlandia. En estas empresas destacó Erik el Rojo. Su hijo Leif Erikson llegó a América cinco siglos antes que Colón, al territorio que llamaron Vinland (Canadá).
Europa Oriental: Bizancio, los Eslavos y las Invasiones
Era un territorio muy amplio ocupado al sur por el mermado Imperio Bizantino, y al norte por los pueblos eslavos, aún paganos y sin escritura propia. En esta zona sufrirían también invasiones desde el norte y desde el este.
El Imperio Bizantino y su Resurgimiento
El Imperio Bizantino tuvo bastante influencia tras recuperarse de la crisis iconoclasta. La nueva Dinastía Macedonia inició una etapa que se conoce como el «Primer Renacimiento Bizantino». Fue un renacimiento religioso y cultural, pero sobre todo político, militar y territorial, aprovechando la disgregación del Imperio Carolingio y del Califato Abasí.
Basilio I logró frenar la decadencia en la segunda mitad del siglo IX. A mediados del siglo X Nicéforo II Focas reconquistó Antioquía y Alepo frente a los musulmanes. Y posteriormente Basilio II Bulgaróctono culminó las conquistas en la zona norte derrotando a los búlgaros. En cambio, en esta época se independizó Venecia con el nombre de República de San Marcos.
La Cristianización de los Eslavos
Los eslavos habitaban al norte del Imperio Bizantino. Habían empezado a cristianizarse en el 863 mediante la predicación de dos monjes hermanos bizantinos: Cirilo, creador de un alfabeto para escribir en lengua eslava, y Metodio. Para evitar la excesiva influencia de Bizancio, Roma también se implicó en la cristianización de los eslavos. Estos se dividieron según su opción religiosa y cultural:
- Los eslavos occidentales, como los moravos, bohemios, eslovacos y polacos, se vincularon a la Iglesia Romana y adoptaron el alfabeto latino.
- Los eslavos de los Balcanes, como los serbios, los búlgaros y los rusos, se vincularon a la Iglesia Bizantina y adoptaron el alfabeto cirílico hasta la actualidad.
Los Varegos y el Origen de Rusia
Otro pueblo importante en esta zona serán los varegos, vikingos suecos que penetraron en Europa oriental a través de los grandes ríos, llegando hasta el Mar Negro, e incluso alguna de sus expediciones llegó hasta Bagdad. Se les considera los creadores de Rusia, ya que los árabes los llamaban «rus». El príncipe varego Oleg fundó en 882 el Principado de Kiev.
Los Magiares: Invasiones y Asentamiento
Finalmente están los magiares, un pueblo de consumados jinetes nómadas y paganos procedente de las estepas del norte del Mar Negro. Ocuparon la llanura de Panonia en la actual Hungría desde el 896, partiendo en dos el mundo eslavo. Desde allí se dedicaron a saquear Europa occidental robando ganado, mujeres y todo tipo de objetos de valor. En el 955 fueron derrotados por el rey sajón Otón I, futuro Emperador, y tuvieron que retirarse hacia el este, asentándose en la actual Hungría. En torno al año 1000 su rey Esteban adoptó el cristianismo.
La Europa del Sur: Los Reinos Cristianos de la Península Ibérica
El Mediterráneo fue un territorio en continua disputa entre cristianos, tanto bizantinos como carolingios, y musulmanes. Los piratas sarracenos atacaban constantemente los territorios cristianos desde sus bases en el norte de África, creando un clima constante de inseguridad.
En el occidente, en la Península Ibérica, se van a desarrollar una serie de pequeños estados que darán origen a nuestro país. Se trata de pequeños estados acorralados por el poderío del estado andalusí en el norte montañoso, en la Cordillera Cantábrica, los Montes Vascos y los Pirineos.
El Reino Astur-Leonés
En la zona cantábrica, abandonada por los bereberes, surgió inmediatamente un reino en el que coincidieron los pobladores astures con visigodos huidos de la invasión musulmana, entre ellos muchos religiosos. El primer rey, Pelayo, tiene caracteres míticos, por lo que se considera a su yerno Alfonso I como el auténtico creador del Reino Astur, que extendió hacia Galicia y el territorio de los vascones. Alfonso II el Casto en la primera mitad del siglo IX estableció la capital en Oviedo, desarrolló el culto al Apóstol Santiago consolidando la colaboración con la Iglesia y fue un aliado de Carlomagno y Ludovico Pío.
Durante los siglos IX y X los reyes astures se dedicaron sobre todo a las razzias o aceifas contra los andalusíes, o a hacer frente a las de los andalusíes contra ellos. En 910 se estableció la capital en León y se empezó a dominar el valle del Duero hasta el Sistema Central, una tierra de frontera que lograron controlar con dificultades, ya que el Califato de Córdoba era demasiado poderoso y hubo que pagarle numerosos tributos. En la frontera oriental se creó el Condado de Castilla. El conde Fernán González se independizó en el 932.
Los Reinos Pirenaicos: Pamplona y la Marca Hispánica
En el Pirineo surgieron otros estados importantes. En la zona occidental surgió el Reino de Pamplona, creado por el llamado «príncipe de los vascones» Íñigo Arista en el 818, que se mantuvo independiente tanto de musulmanes como de carolingios y astures. Su primer rey importante fue Sancho I Garcés a comienzos del siglo X, y su máxima expansión se produjo desde el año 1000 con Sancho III el Mayor.
En el resto del Pirineo los carolingios crearon una serie de condados que formaban la Marca Hispánica, una tierra de frontera entre el Imperio Carolingio y al-Ándalus. Los condados aragoneses del Pirineo Central acabaron en poder del rey de Navarra Sancho III, que también dominaba el Condado de Castilla. A su muerte en 1035 sus hijos Fernando y Ramiro convertirán ambos condados en los Reinos de Castilla y Aragón.
Los condados catalanes en el Pirineo Oriental eran una frontera más importante, sobre todo tras la conquista de Barcelona por Ludovico Pío en el 801. Por el sur llegaban hasta el río Llobregat. En el año 890 el Conde de Barcelona, Wifredo el Velloso, se proclamó marqués y reunió bajo su autoridad todos los condados. Sus hijos heredaron el cargo, estableciendo una dinastía en la que el Condado de Barcelona tenía la hegemonía. En el año 988 Borrell II rompió definitivamente con la mo