El Legado de la Dinastía XVIII: Akhenatón, el Valle de los Reyes y el Descubrimiento de Tutankamón


La Dinastía XVIII: El Cenit Faraónico y la Revolución de Akhenatón

Nos centraremos en la Dinastía XVIII, considerada en el siglo XX como el cenit de las dinastías faraónicas. Esta época dio vida al Valle de los Reyes y al Valle de las Reinas, y fue testigo del surgimiento de una nueva religión y del reinado de Tutankamón (el último faraón de esta dinastía).

Akhenatón: El Faraón Hereje y la Ciudad de Amarna

Uno de los faraones más importantes de esta dinastía fue Amenhotep IV, conocido posteriormente como Akhenatón. Él desechó el politeísmo religioso tradicional e instauró el culto al dios único Atón (el dios sol). Por ello, cambió su nombre a Akhenatón, que significa «Resplandor de Atón», y fundó una nueva ciudad llamada Akhetatón (Horizonte de Atón), conocida actualmente como Tell el-Amarna.

En el séptimo año de su reinado, trasladó la corte de Tebas a esta nueva ciudad, constituyéndola como su nueva capital. Akhetatón presentaba un trazado octogonal con líneas tangentes que formaban una cuadrícula. La ciudad contaba con un gran templo dedicado a Atón, una vasta explanada y un gran palacio con más zonas exteriores que interiores, áreas de administración, casas de nobles y dos necrópolis. Además, cerca de la ciudad, se construyó un asentamiento para los trabajadores.

La ciudad de Akhetatón fue abandonada apenas 15 años después, por orden de Tutankamón, quien restauró la religión centrada en Amón y devolvió la corte a Tebas. Tras él, Horemheb ascendió al poder y destruyó gran parte de la ciudad. Aunque la ciudad ya había sido estudiada por Napoleón, fue en el siglo XX cuando los arqueólogos alemanes descubrieron el famoso busto de Nefertiti en sus ruinas.

El Valle de los Reyes: Necrópolis de Faraones

El Valle de los Reyes también experimentó un auge en el siglo XX. En él se encuentran las grandes tumbas del Imperio Nuevo (dinastías XVIII, XIX y XX), y los antiguos egipcios lo conocían como «El Gran Campo».

Tutmosis I fue el primero en decidir enterrarse en este lugar, alrededor del 1500 a.C. Ineni, su arquitecto real, fue quien decidió la ubicación, enfatizando el secretismo de la obra faraónica. En su tumba, Ineni dejó escrito: «Supervisé la excavación de la tumba del acantilado de Su Majestad solo; nadie me vio, nadie me oyó». Esto se debía a que los faraones estaban hartos de los saqueos de las tumbas, que ocurrían horas después de su enterramiento y violaban el descanso del faraón con todas las consecuencias religiosas.

Inicialmente, el Valle de los Reyes comenzó como una necrópolis familiar, pero tras la creación del Valle de las Reinas, se destinó exclusivamente a los faraones. Con el paso de los años, el secretismo y la magnificencia de las tumbas decayeron, y estas fueron saqueadas. Además, los constructores de las tumbas decidieron paralizar las obras hasta que se mejoraran sus condiciones laborales, exigiendo un salario mejor y más comida. Unos años más tarde, el reino terminó por colapsar y el Valle de los Reyes fue abandonado por completo.

Deir el-Medina: La Aldea de los Constructores de Tumbas

Estos trabajadores vivían en Deir el-Medina, un asentamiento tan importante como el Valle de los Reyes. Cuando se eligió este emplazamiento, se fundó este asentamiento de forma permanente para los obreros y artesanos de la construcción de las tumbas. A medida que los faraones continuaron enterrándose en el mismo lugar, el poblado se mantuvo y creció, llegando a tener 50 viviendas intramuros y otras 70 casas en sus alrededores.

La investigación de Deir el-Medina aportó valiosa información sobre las clases bajas y medias de la población egipcia, revelando cómo se firmaban contratos, cómo eran pagados en especie y cómo, durante los periodos de trabajo en el Valle de los Reyes, se instalaban temporalmente en dicho lugar. Además, contaban con un complejo sistema judicial que incluía su propia policía, médicos y «médicos mágicos» o curanderos.

El Descubrimiento de la Tumba de Tutankamón

Lord Carnarvon y Howard Carter: Una Alianza Histórica

La historia del descubrimiento de Tutankamón está ligada a dos figuras clave: Lord Carnarvon y Howard Carter.

  • Lord Carnarvon era un entusiasta de las carreras, pero sufrió un grave accidente que lo alejó del mundo del motor. Los médicos le aconsejaron pasar los inviernos en un lugar más cálido, lo que lo llevó a Egipto.
  • Howard Carter llegó a Egipto como dibujante y, en 1899, fue nombrado inspector de monumentos del Alto Egipto. La administración comenzó a financiar sus propias excavaciones, pero en 1905 ocurrió un problema con el «accidente de Saqqara», lo que lo llevó a dimitir de su puesto.

Estando en el museo, Carter conoció a Lord Carnarvon y juntos comenzaron a excavar, iniciando sus trabajos en 1907 en Deir el-Bahari.

La Búsqueda y el Hallazgo en el Valle de los Reyes

En 1914, recibieron la concesión para excavar en el Valle de los Reyes. En ese momento, esta concesión era única para un solo equipo. La excavación duró poco debido a la Primera Guerra Mundial, y no la retomaron hasta 1917. Tras cinco años sin mucho éxito, decidieron que 1922 sería el último año de excavación. Fue en este año cuando encontraron la tumba de Tutankamón.

El descubrimiento se produjo porque Carter excavó una zona que había descartado previamente, donde se encontraban cabañas temporales de trabajadores, y allí descubrieron que debajo estaba la tumba de Tutankamón. La tumba había sido profanada al menos un par de veces poco después del entierro. Sin embargo, al encontrar el sello intacto, supieron que el contenido principal debía estarlo, lo que sugiere que los sacerdotes sorprendieron a los saqueadores antes de que pudieran llevarse algo de valor.

La Meticulosa Excavación y el Legado de Tutankamón

Tras el descubrimiento, Carter decidió cerrar la tumba y formar un equipo para realizar la mejor excavación posible, trayendo a Arthur Mace, Harry Burton (fotógrafo) y al químico Alfred Lucas, con el fin de conservar los objetos.

La excavación no se retomó hasta febrero de 1923, y aún no sabían exactamente qué había dentro. Un problema surgió en abril, cuando Lord Carnarvon falleció. La concesión fue heredada por su esposa, pero el plan continuó, y se tardaron casi 10 años en extraer todos los objetos de la tumba, que sumaban más de 5.000 piezas.

Tutankamón accedió al trono con 8 o 9 años y falleció entre los 18 y 19 años. Padecía numerosas enfermedades, como pies planos y varias ocasiones de malaria, probablemente debido al incesto faraónico. A pesar de ello, es el único faraón cuya tumba ha llegado intacta hasta la actualidad, ofreciendo una ventana invaluable a la vida y costumbres del antiguo Egipto.

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