David Hume: El Empirismo Radical
David Hume es el representante más radical del Empirismo Inglés. Critica el racionalismo, aunque comparte con él la importancia que otorga al tema del conocimiento y el subjetivismo.
Principios Fundamentales del Empirismo Humeano
Las principales tesis del empirismo, según Hume, son:
- El origen del conocimiento es la experiencia; no existen las ideas innatas.
- El conocimiento no es ilimitado, ya que aquello de lo que no tenemos experiencia no puede ser conocido.
- De esto deriva la postura escéptica y antimetafísica de Hume.
- Todo conocimiento se basa en ideas que se asocian entre sí, dando lugar a ideas más complejas.
De todo ello se desprende un concepto de Razón dependiente y limitada por la experiencia, lo que lleva a Hume a criticar la causalidad y la ciencia, y a defender el emotivismo moral.
Otros pensadores como Locke, Berkeley y Newton también pertenecen a la corriente empirista.
La Teoría del Conocimiento de Hume
Las Percepciones: Contenido del Conocimiento
Hume aborda el tema del conocimiento afirmando que su contenido son las Percepciones. Estas son de dos clases:
Impresiones
El conocimiento humano comienza en la experiencia sensorial, que crea en nosotros las impresiones. Son simples, vivaces e inmediatas.
Ideas
Las impresiones se retienen en nuestra mente bajo la forma de Ideas. Son menos vivaces que las impresiones y existe una relación de dependencia entre ellas, ya que las ideas se derivan de las impresiones. Pueden ser simples y complejas.
Principio Fundamental del Empirismo y Criterio de Certeza
De la relación entre impresiones e ideas, Hume deduce el Principio Fundamental de su empirismo: nuestras ideas serán verdaderas solo si podemos señalar de qué impresión se han derivado. Este es su “criterio de certeza”, que le permite distinguir entre:
- Ideas Lícitas: Aquellas que se derivan de la experiencia (impresiones).
- Ideas Ilícitas: Aquellas sin referente empírico, consideradas vacías o sin fundamento real.
Asociación de Ideas y Tipos de Conocimiento
Las ideas se relacionan en la mente por medio de la imaginación, siguiendo Tres Leyes de Asociación:
- Semejanza
- Contigüidad (en tiempo o espacio)
- Causa-Efecto
Estas asociaciones dan lugar a Dos Tipos de Conocimiento:
- Relaciones de Ideas: Conocimiento demostrativo, propio de las matemáticas y la lógica. Su verdad depende de la coherencia interna, no de la experiencia.
- Cuestiones de Hecho: Conocimiento sobre el mundo empírico. Es solo probable y requiere ser confirmado por la experiencia.
La Crítica de la Causalidad
Las cuestiones de hecho se basan fundamentalmente en el razonamiento causa-efecto. Mediante este razonamiento, la mente establece una relación entre una percepción presente (que consideramos la causa) y la que esperamos que le siga (el efecto). Aprendemos que ha habido una conjunción constante entre dos sucesos percibidos, lo que nos lleva a esperar que se produzcan efectos semejantes cuando observamos objetos similares. A esto se le llama inferencias causales.
Sin embargo, Hume argumenta que esta relación de causa-efecto no se deriva de una impresión sensorial directa de la «conexión necesaria» entre los eventos, sino que es un hábito o una creencia creada por la mente, basada en la costumbre de observar la conjunción repetida de los sucesos. No se fundamenta en una seguridad empírica o racional.
Por lo tanto, Hume negará la posibilidad de un conocimiento seguro sobre:
- La idea de sustancia
- El mundo o realidad exterior independiente de nuestras percepciones
- El yo como entidad permanente
- La existencia de Dios
Crítica a las Ideas Metafísicas Tradicionales
La Idea de Sustancia
Para Hume, no podemos tener certeza sobre la Idea de Sustancia. La sustancia, entendida tradicionalmente como aquello que existe por sí mismo y subyace a las cualidades, no es una idea lícita según su criterio de certeza, ya que no deriva de ninguna impresión sensorial única y simple. Hume considera que la «sustancia» es simplemente el nombre que damos a una colección de ideas simples que nuestra imaginación une por hábito o asociación.
La Realidad Exterior
Respecto a la Realidad Exterior, Hume argumenta que cuando afirmamos la existencia de algo fuera de nuestra impresión, solo tenemos la justificación del efecto (nuestra impresión), pero no de la causa que supuestamente lo produce (la realidad exterior en sí misma). Por tanto, la creencia en una realidad exterior independiente de nuestras percepciones es solo eso: una creencia, un producto de la imaginación y el hábito. Solo podemos conocer los objetos a través de nuestras impresiones, por lo que no podemos afirmar con certeza su existencia continua e independiente de nuestro acto de percibirlos.
El Yo (Self)
Sobre el concepto del Yo, Hume afirma que tampoco es una idea verdadera que corresponda a una impresión simple y constante. Lo que llamamos yo se reduce, según él, a un «haz» o conjunto de impresiones e ideas que se suceden rápidamente en nuestra mente. La memoria nos permite recordar impresiones pasadas y la imaginación las encadena, creando la ilusión de una identidad personal continua. El yo es, en realidad, esa sucesión o «cadena» de percepciones, no una sustancia inmutable subyacente.
La Existencia de Dios
Respecto a la Existencia de Dios, Hume aplica el mismo criterio empirista. Dado que no tenemos ninguna impresión sensorial de Dios, no podemos afirmar su existencia como una cuestión de hecho basada en la experiencia. La idea de Dios, al no derivar de una impresión, es metafísica y, por tanto, carece de fundamento empírico según su filosofía.
Conclusión sobre los Límites del Conocimiento
En consecuencia, Hume concluye que el límite de nuestro conocimiento lo establecen las impresiones. Más allá de ellas, nada puede ser conocido con seguridad. Nuestro conocimiento se restringe al mundo de los fenómenos (aquello que aparece a nuestros sentidos), lo que define su postura como fenomenista y escéptica.
Ética: El Emotivismo Moral de Hume
En el ámbito de la Ética, Hume considera que la razón por sí sola es incapaz de motivar la acción humana. La razón solo nos informa sobre los hechos («lo que es»), pero no sobre los valores o deberes («lo que debe ser»). Es la pasión o el sentimiento lo que realmente impulsa al hombre a actuar.
Confundir el plano descriptivo («es») con el prescriptivo («debe ser») es lo que Hume identifica como la falacia naturalista.
Hume introduce el concepto de Simpatía (entendida como la capacidad de compartir o resonar con los sentimientos ajenos) como un sentimiento clave que nos permite ponernos en el lugar del otro. A partir de los sentimientos de placer o dolor que nos producen las acciones (tanto propias como ajenas, a través de la simpatía), juzgamos lo que es moralmente bueno (aquello que produce aprobación o placer) o malo (aquello que produce desaprobación o dolor), y lo que es más útil o beneficioso para la sociedad.
Religión
En cuanto a la Religión, Hume sostiene que la razón tampoco puede proporcionarnos conocimiento sobre Dios. Aplicando su criterio empirista, la idea de Dios no se deriva de ninguna impresión. En este sentido, mantuvo un escepticismo moderado respecto a las afirmaciones teológicas basadas en la razón o la experiencia.
Política
En el tema de la Política, Hume se distancia de las teorías contractualistas (como las de Hobbes, Rousseau o Locke). Considera que la vida social y la organización política no se basan en un contrato original, sino que se mantienen porque proporcionan beneficios prácticos a los individuos y grupos sociales, como fuerza, seguridad y habilidad para cooperar. El propósito fundamental del gobierno, según Hume, es proporcionar paz y seguridad, buscando el bien general de los ciudadanos basado en la utilidad social.