El Siglo XVII en la Monarquía Hispánica: Crisis, Rebeliones y Hegemonía Europea


Las Rebeliones de Cataluña y Portugal en 1640: Un Desafío a la Unión de Armas

Las rebeliones de Cataluña y Portugal en 1640 representaron un punto de inflexión crucial para la Monarquía Hispánica, manifestando una fuerte oposición al proyecto de la Unión de Armas impulsado por el conde-duque de Olivares.

La Rebelión Catalana: El Corpus de Sangre

  • En Cataluña, la tensión culminó en la conocida como Jornada del Corpus de Sangre (7 de junio de 1640), un levantamiento violento que marcó el inicio de la rebelión.
  • La entrada del ejército real en Cataluña, con el objetivo de sofocar la revuelta, exacerbó el conflicto.
  • Ante la presión de la Corona castellana, los catalanes buscaron el apoyo de la corona francesa, llegando a ofrecerse como vasallos de Luis XIII, lo que derivó en la Guerra dels Segadors.

La Restauración Portuguesa: Hacia la Independencia

  • El descontento en Portugal se fundamentaba en varios factores: la invasión de sus territorios de ultramar por parte de Holanda (enemiga de España, pero que afectaba directamente los intereses portugueses al estar bajo la misma corona), y la creciente ocupación de cargos políticos y administrativos por parte de españoles.
  • El 1 de diciembre de 1640, Portugal proclamó su independencia, un evento conocido como la Restauración Portuguesa, con el apoyo crucial de Inglaterra. La guerra por su independencia se prolongaría hasta 1668, cuando España finalmente reconoció su soberanía.

La Profunda Crisis del Siglo XVII en la Monarquía Hispánica: Factores y Consecuencias

El siglo XVII fue un periodo de severa crisis demográfica y económica para la Monarquía Hispánica, con repercusiones duraderas en su estructura social y política.

Crisis Demográfica: Epidemias, Guerras y Expulsiones

  • Esta crisis fue provocada por una serie de factores interconectados:
    • Epidemias recurrentes de peste: Se sucedieron a lo largo del siglo, diezmando la población.
    • Guerras constantes: Conflictos como la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), en la que participaron las principales potencias europeas, causaron miles de muertes y un gran descenso demográfico.
    • Malas cosechas y hambrunas: La escasez de alimentos debilitó a la población, haciéndola más vulnerable a enfermedades y epidemias, lo que a su vez incrementaba la mortalidad.
  • Un factor adicional y significativo fue la expulsión de los moriscos en 1609. Esta medida tuvo un impacto devastador, especialmente en la Corona de Aragón, donde la población morisca era numerosa y su partida dejó vastas extensiones de campos de labor abandonados y devastados, afectando gravemente la producción agrícola.

Crisis Económica: Recesión, Agotamiento de Recursos y Bancarrotas

  • La economía del siglo XVII sufrió un declive generalizado:
    • Caída de la producción agrícola: Las malas cosechas y el descenso demográfico llevaron a una disminución de la producción, lo que provocó un incremento drástico en los precios de productos de primera necesidad, como el pan.
    • Recesión generalizada: La caída del mercado afectó a todos los sectores, incluyendo la artesanía y el comercio.
    • Agotamiento de las minas americanas: A lo largo del siglo XVII, la producción de plata de las minas de Potosí (y otras) disminuyó drásticamente, reduciendo la cantidad de metales preciosos que llegaban a la península. Esto mermó la capacidad del Estado para financiar sus gastos, especialmente los militares.
    • Bancarrotas estatales: La escasez de ingresos llevó al Estado a depender cada vez más de préstamos extranjeros. La incapacidad para pagar estas deudas resultó en repetidas declaraciones de bancarrota, lo que a su vez afectó la credibilidad financiera de la Corona.
    • Desorden social: La falta de pago a los soldados del ejército real, consecuencia de la bancarrota, llevó a muchos a la deserción y, en algunos casos, a la delincuencia, contribuyendo al desorden social.
  • Frente a esta crisis, surgieron intelectuales conocidos como arbitristas (o mercantilistas), quienes propusieron diversas soluciones para la recuperación económica:
    • Devaluación de la moneda: Se buscó reducir el valor intrínseco (real) de la moneda (su contenido de metal precioso) manteniendo su valor nominal, con la esperanza de estimular la economía, aunque a menudo esto solo generaba inflación.
    • Reducción de gastos de la corte: Medidas de austeridad para aliviar la carga financiera del Estado.
    • Aumento de impuestos: Una vía directa para incrementar los ingresos de la Corona, aunque impopular y con riesgo de generar más descontento.
    • Promoción del desarrollo de la industria nacional: Fomentar la producción interna para reducir la dependencia de importaciones y fortalecer la economía.

Los Proyectos de Reforma del Conde-Duque de Olivares: Centralización y Eficiencia

Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV, gobernó la Monarquía Hispánica en un periodo de profunda crisis y desafíos. Su ambicioso programa de reformas buscaba fortalecer el poder real, centralizar la administración y mejorar la eficiencia económica y militar.

  • Creación de un sistema de Juntas: Olivares estableció diversas Juntas (comisiones especializadas) para agilizar la toma de decisiones y combatir la corrupción. La más destacada fue la Junta Grande de Reformación, que propuso medidas de corte mercantilista, aunque muchas de ellas encontraron fuerte resistencia tanto dentro como fuera de la Corte Real.
  • El Gran Memorial: Este documento, presentado al rey, delineaba los objetivos principales de Olivares:
    • Fortalecer el poder del rey: Reducir la influencia de los grandes señores y la autonomía de los reinos.
    • Igualar los reinos: Buscar una mayor uniformidad fiscal y administrativa entre los diferentes territorios de la Monarquía. Olivares percibía una desproporción en la carga impositiva, con Castilla soportando la mayor parte, mientras que otros reinos se quejaban de la preeminencia castellana en los altos cargos. Su objetivo era que todos los reinos contribuyeran de manera equitativa a los gastos de la Corona.
  • El Proyecto de la Unión de Armas: Fue la reforma más ambiciosa y controvertida. Pretendía crear un ejército permanente de 140.000 hombres, financiado y aportado proporcionalmente por todos los reinos de la Monarquía Hispánica, incluyendo los de la Corona de Aragón y Portugal, que hasta entonces habían contribuido menos que Castilla. Este proyecto generó una fuerte oposición, siendo una de las principales causas de las rebeliones en Cataluña y Portugal.

La Guerra de los Treinta Años y sus Consecuencias para Europa y la Monarquía Hispánica

La Guerra de los Treinta Años (1618-1648) fue el conflicto más devastador de la Europa del siglo XVII, con profundas implicaciones para la Monarquía Hispánica y el equilibrio de poder continental.

Causas y Desarrollo del Conflicto

  • Aunque inicialmente comenzó como un conflicto religioso y político en el Sacro Imperio Romano Germánico (entre el emperador Habsburgo y los príncipes protestantes), la Monarquía Hispánica se vio directamente implicada desde el principio debido a sus lazos dinásticos con los Habsburgo de Austria y sus propios intereses geopolíticos.
  • La reanudación de la guerra con los Países Bajos (Guerra de los Ochenta Años), tras el fin de la Tregua de los Doce Años en 1621, se integró en el contexto más amplio de la Guerra de los Treinta Años. Los enfrentamientos en este frente fueron particularmente duros, destacando la derrota de los Tercios españoles en la Batalla de Rocroi en 1643, un símbolo del declive militar español.

Las Consecuencias: Paz de Westfalia y Paz de los Pirineos

  • La Paz de Westfalia (1648): Este conjunto de tratados puso fin a la Guerra de los Treinta Años. Para la Monarquía Hispánica, significó el reconocimiento formal de la independencia de los Países Bajos. A nivel europeo, la Paz de Westfalia reconfiguró el mapa político y religioso, marcando el inicio de la hegemonía francesa en el continente y el declive de la influencia de los Habsburgo.
  • La Paz de los Pirineos (1659): Firmada once años después, esta paz puso fin a la guerra entre España y Francia, que había continuado tras Westfalia. España, debilitada por los conflictos internos y externos, se vio obligada a ceder territorios estratégicos a Francia (como el Rosellón y parte de la Cerdaña). Este tratado consolidó la frontera pirenaica y selló el ascenso de Francia como la principal potencia europea, simbolizado por el matrimonio concertado entre el rey francés Luis XIV y la infanta María Teresa de Austria, hija de Felipe IV, que sentaría las bases para futuras reclamaciones borbónicas al trono español.

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