Evolución de la Textualidad y Géneros Literarios en la Edad Media y el Siglo de Oro Español


La Edad Media: Oralidad y Transmisión Textual

Durante la Edad Media, la forma de transmisión y consumo de los textos estuvo fuertemente condicionada por las circunstancias sociológicas y culturales. La textualidad convivía con una marcada “auralidad”, derivada de un contexto caracterizado por un alto grado de analfabetismo, escasa habilidad lectora, la rareza de los libros manuscritos y prácticas como la prevención de daños oculares. En este escenario, la oralidad presentaba claras ventajas: fortalecía la memoria, la concentración y contribuía incluso a conservar el calor corporal. La difusión oral no solo era una necesidad, sino que influía en la estructura, estilo y contenido de los textos.

Géneros Poéticos Medievales

Esto es especialmente evidente en géneros como la lírica popular culta, que se caracteriza por su brevedad y el uso de la repetición, elementos que favorecen la memoria. Aunque la poesía cortesana también se difundía de forma oral, con el tiempo se fue consolidando la lectura individual y la escritura autógrafa, como muestran los cancioneros y diversas representaciones iconográficas. En este proceso, los juglares jugaron un papel clave como intérpretes y memoristas, utilizando múltiples recursos expresivos para representar los textos y garantizar su conservación.

El Villancico

En este contexto destacan los villancicos, con dos vertientes principales:

  • El villancico cortés, estructurado en estribillo inicial de 3 o 4 versos, seguido de mudanzas con repeticiones parciales o totales del estribillo.
  • El villancico rústico, de origen tradicional medieval, con influencias paganas e interpretado por coros femeninos. Estas composiciones, destinadas a momentos especiales, presentaban una estructura sencilla, uso reiterativo con función emotiva, escasez de verbos y adjetivos, y lenguaje intensificador con predominio de elementos nominales. Temática amorosa, con relatos sobre resistencias al convento o rechazos amorosos, junto con referencias íntimas (como las canciones del amanecer) y un simbolismo natural con connotaciones sexuales. Constaban de 2 partes: un estribillo repetido de 2 o 3 versos y glosas que desarrollaban su contenido. Aunque han sobrevivido pocos ejemplos, se sospecha que algunos poetas cultos compusieron estribillos adaptándose a esta tradición popular.

Las Jarchas y el Zejel

Las jarchas representan las primeras manifestaciones literarias en romance, datadas alrededor del 1100. Aparecen como versos en lengua vulgar al final de moaxajas árabes o hebreas, formadas por 5 estrofas divididas en 2 partes. Frente a estas, el zejel, aunque también utiliza versos de rima común, difiere por su estructura estrófica y el uso exclusivo de rima consonante. Las jarchas pertenecen al género de poesía amorosa femenina, donde una doncella expresa su dolor por la ausencia, infidelidad o regreso del amante.

La Épica Medieval

La épica medieval conjuga historia y ficción, diferenciándose entre una épica culta (de tradición grecolatina o renacentista) y otra tradicional, popular, en lengua romance. Esta última se transmitía oralmente a través de juglares, sin autoría reconocida, ya que se concebía como una creación colectiva. Los juglares eran artistas itinerantes con habilidades en canto, música, danza y otras artes escénicas. Los juglares épicos, dedicados exclusivamente a la recitación de gestas, destacaban por su memoria y por utilizar manuscritos de ayuda con anotaciones personales.

Composición y Difusión de Cantares de Gesta

La composición y difusión de los cantares de gesta seguía una secuencia: un hecho histórico, su transformación en leyenda, su literaturización y finalmente su fijación escrita. En cuanto a su origen, existen distintas teorías:

  • Tradicionalista (Gaston Paris): Nacen de la aglutinación de canciones breves populares.
  • Neotradicionalista (Menéndez Pidal): Existía un autor individual que, a partir de materiales populares, fue asumido colectivamente.
  • Individualista (Joseph Bédier): La obra es producto de un único autor culto, sin tradición previa.
  • Ecléctica (A. Deyermond): Conjuga elementos anteriores; un autor culto imita el estilo popular.

Características de la Épica Medieval

La épica medieval presenta características propias: fuerte influencia oral (fórmulas, motivos repetitivos, teatralidad), métrica de versos largos anisosilábicos (14-16 sílabas) divididos en hemistiquios, rima asonante sostenida por tiradas, estilo arcaico en tiempos verbales y construcciones, personajes arquetípicos sin evolución psicológica y con clara polarización moral.

Orígenes e Influencias de la Épica

Respecto a su origen, se barajan el modelo latino de la épica vulgar, el francés (hoy desestimado por la hipótesis de ósmosis cultural), el germánico (herencia de los godos) y el arábigo-andalusí (posible influencia formal y temática).

Rasgos de la Épica Castellana y Ciclos Épicos

Los rasgos propios de la épica castellana incluyen escasez de textos conservados, realismo, inclusión de personajes femeninos, fórmulas orales y métrica irregular. En cuanto a los ciclos épicos, se distinguen:

  • Ciclo de los Condes de Castilla: Cantar de Fernán González, La condesa traidora, Cantar de los siete infantes de Lara, Romanc del infant García.
  • Ciclo del Cid: Cantar de mio Cid, Mocedades de Rodrigo, Cantar de Sancho II, Cantar del rey Don Fernando.
  • Ciclo carolingio: Mainete, Cantar de Bernardo del Carpio, Cantar de Roncesvalles.

Cronología de la Épica

Cronológicamente, la épica tiene 4 etapas:

  • Formación (s. VIII–XI): Leyendas sobre los condes de Castilla.
  • Esplendor (s. XI–XIII): Cantar de Mio Cid, Roncesvalles, Bernardo del Carpio.
  • Prosificación (s. XIII–XIV): Adaptación de los cantares a prosa, como en Los siete infantes de Lara.
  • Decadencia (s. XIV–XV): Mocedades de Rodrigo, escrita por un clérigo culto de la abadía de Palencia, presenta un Cid soberbio y caprichoso, en contraste con la imagen heroica del Cantar de mio Cid.

Los Romances

Finalmente, los romances surgen en el siglo XIV, en un contexto de decadencia de la cuaderna vía y de la épica. Hacia 1400 se abandona el galaico-portugués en favor del castellano. El romance más antiguo conservado aparece en un cuaderno de apuntes de Jaume de Olesa (1421), lo que sugiere su circulación oral previa. Según Entwistle, los romances se clasifican en:

  • Históricos: Hechos reales, continuados por los romances fronterizos.
  • Literarios: Épica autóctona, crónicas o temas artúricos.
  • De aventuras: De temática universal, sin vínculo con hechos ni textos específicos.

El Siglo de Oro: Florecimiento Literario (S. XVI–XVII)

En España se produjo un extraordinario florecimiento de las letras, reflejo de los profundos cambios sociales, culturales y artísticos del periodo. La evolución de los géneros narrativos en el siglo XVII muestra una diversificación de formas y estilos, con la aparición de subgéneros narrativos.

Nuevos Géneros Narrativos

Uno de ellos es la novela corta, caracterizada por su brevedad y enfoque en tramas amorosas, con escenarios urbanos, aunque también pastoriles. Destacan las Novelas ejemplares de Cervantes, que se clasifican en idealistas, de influencia italiana (como La española inglesa o El amante liberal), y realistas, que ofrecen una visión crítica de la sociedad y los personajes (como La gitanilla o El coloquio de los perros). Otro género relevante es el relato lucianesco, una narración burlesca con elementos alegóricos y, aunque con cierta intención moral, no necesariamente didáctica. Un ejemplo moderno comparable, aunque posterior, sería Alicia en el país de las maravillas. La prosa costumbrista también se desarrolló, centrada en retratar la vida cotidiana y los tipos humanos, sin una trama definida, como forma de fijar arquetipos sociales o morales.

La Novela Picaresca y el Renacimiento

La novela picaresca se consolidó como uno de los géneros más representativos del siglo XVII. Obras como Guzmán de Alfarache (1599) de Mateo Alemán, con una fuerte carga moralizante, y El Buscón (1626) de Quevedo, que intensifica el humor y evita el sentimentalismo, son ejemplos clave. En total, se contabilizan cerca de 20 novelas picarescas durante el periodo. El Renacimiento, que precede y nutre en parte el Siglo de Oro, representó una revolución cultural profunda. A principios del siglo XVI, el humanista François Rabelais ya aludía al paso de la oscuridad medieval a la luz del Renacimiento. El escritor de esta época se aleja del mundo rural y se abre a la corte real itinerante entre ciudades europeas como Valladolid, Viena, Bruselas o Milán. La ciudad renacentista se convierte en un centro dinámico de relaciones impersonales, donde la apariencia y el poder económico (simbolizado por los ducados) adquieren gran importancia. En este contexto emergen nuevas figuras sociales, como el pícaro, que aspira a ascender socialmente, y múltiples actividades comerciales que reflejan una nueva estructura urbana.

El Prólogo del Lazarillo de Tormes

El prólogo del Lazarillo de Tormes sintetiza diversos rasgos renacentistas: protagonismo del ambiente urbano (Toledo y Salamanca), incitación al disfrute vital e intelectual, defensa de la libertad y de los derechos femeninos, lucha individual del protagonista, crítica a la corrupción eclesiástica, introducción del amor erótico, uso de un estilo culto con referencias grecolatinas (Plinio, Tulio), menciones a personajes históricos y un afán de conocimiento propio del humanismo.

Cronología del Renacimiento y Cambios Sociales

La cronología del Renacimiento se puede dividir en:

  • Antecedentes (1440–1490): Introducción de la imprenta (1440), los Sonetos hechos al itálico modo del Marqués de Santillana (1444), el descubrimiento de América y la toma de Granada (1492), y la publicación de La Celestina (1499).
  • Renacimiento (1490–1599): Garcilaso de la Vega adapta el petrarquismo a la poesía española; se publica su obra en 1543. Lazarillo de Tormes marca la aparición de la novela picaresca, desarrollada posteriormente por Guzmán de Alfarache (1599).

Entre los cambios sociales de esta época destaca el declive del feudalismo y el ascenso de la burguesía como clase dominante en las ciudades. Esta clase, con propiedades y poder económico, ya se había formado en la Edad Media con privilegios comerciales y artesanales. También surge la leyenda negra, una campaña propagandística de carácter hispanófobo y anticatólico contra España. Elementos clave del Renacimiento incluyen: el fin del feudalismo, la crítica a la corrupción eclesiástica, la idealización del amor y el protagonismo de las ciudades como nuevos centros de vida.

La Poesía Renacentista

La poesía renacentista reflejó una transformación influida por el humanismo y la admiración por la Antigüedad clásica. Se centró en el antropocentrismo, exaltando la razón, los sentimientos y la vida terrenal (carpe diem). La naturaleza se idealizó como escenario simbólico de perfección, mientras que la influencia clásica se manifestó en temas, formas y mitología grecolatina, adaptada al nuevo contexto. El Renacimiento español atraviesa 3 etapas:

  • Prerrenacimiento (s. XV): Primeras influencias humanistas, aunque aún inmaduras.
  • Reinado de Carlos V (1515–1556): Máxima apertura a Europa, auge de la lírica italianizante (endecasílabo, soneto) y del neoplatonismo.
  • Reinado de Felipe II (1556–1598): Se impuso la introspección y religiosidad (Contrarreforma). La literatura se aisló para preservar la unidad espiritual. Destaca Fray Luis de León como figura representativa.

Los temas principales son el amor (petrarquista, melancólico e idealizado), la naturaleza (armónica y simbólica) y la mitología clásica, que enriqueció las composiciones. Formalmente, se introdujeron innovaciones métricas como el verso endecasílabo, y estrofas italianas como el soneto, la lira y la octava real.

Prosa de Ficción Renacentista

La prosa de ficción mantuvo fuertes vínculos con estructuras y temas medievales. Muchos textos fueron traducidos o adaptados. Entre los géneros predominantes están:

  • Libros de caballerías, como Amadís de Gaula o Palmerín de Inglaterra, de corte heroico y fantasioso, que perpetuaron la tradición medieval.
  • Novela sentimental, como Cárcel de amor de Diego de San Pedro, que mezcló amor y análisis psicológico.
  • Narrativa caballeresca breve, con relatos más accesibles, simples y de tono popular.
  • Traducciones y adaptaciones de obras como el Decamerón o Historia de la linda Melosina.

En lo editorial, las imprentas (como las de los Cromberger o Burgos) respondían a intereses comerciales, publicando obras breves y repitiendo fórmulas exitosas. La producción estaba orientada a un público lector amplio, más que a la innovación artística. Las características de esta prosa incluyen un enfoque en la moralidad ejemplar, el anonimato de los autores y un tono popular.

Obras Emblemáticas

Aunque hubo progresos hacia el realismo e introspección (como en el Lazarillo), predominó el gusto fantástico. Dos obras emblemáticas son:

  • La Celestina de Rojas: Aunque de raíz medieval, introdujo un realismo psicológico que anticipó la novela moderna.
  • Lazarillo de Tormes: Representó un punto de inflexión hacia el realismo y la crítica social, y abrió camino a la novela picaresca.

El Teatro Renacentista

El teatro renacentista surgió dentro del marco humanista que recuperó modelos clásicos. Las obras se centraron en el ser humano, con mayor complejidad psicológica en los personajes. Estilísticamente se buscó orden, equilibrio y claridad, siguiendo el modelo grecolatino. Subgéneros: comedia, tragedia, tragicomedia, entremés y drama histórico, con temas variados: amor, mitología, religión, héroes históricos y crítica social. En España, el teatro renacentista no rompió totalmente con la tradición medieval ni con la influencia religiosa. Se distinguen 3 corrientes:

  • Teatro religioso: Autos sacramentales: obras breves sobre sacramentos y vidas de santos. Farsas: piezas cómicas con lección moral.
  • Teatro profano/clasicista: Adopta normas grecolatinas en tragedias, comedias y tragicomedias.
  • Teatro popular: Representado en corrales de comedias, con subgéneros como pasos y entremeses.

Obras destacadas: Auto de los cuatro tiempos (Gil Vicente), La elección de los alcaldes de Daganzo (Cervantes), Romeo y Julieta (Shakespeare), que evidencian la riqueza y diversidad del teatro europeo renacentista.

Contexto y Características del Renacimiento

1. Renacimiento: Contexto y características. Supuso el paso de una mentalidad teocéntrica a una visión humanista y antropocéntrica. Autores como Rabelais ya señalaban el cambio, reflejado en la expansión urbana, revalorización del conocimiento y vida terrenal, y una nueva estética y ética. Las ciudades renacentistas se convirtieron en núcleos de dinamismo económico y social, con mayor anonimato y complejidad en las relaciones. Este entorno propició el nacimiento del pícaro. En este contexto, obras como Lazarillo reflejaron lucha individual, crítica a la Iglesia, erotismo, humanismo y afán de conocimiento. Antecedentes: imprenta (1440), La Celestina (1499), descubrimiento de América y caída de Granada. La poesía renacentista española, influida por el petrarquismo y el neoplatonismo, evolucionó del prerrenacimiento a Felipe II, entre optimismo vital e introspección espiritual. La prosa de ficción se renovó con valores humanistas, pero persistieron temas y formas medievales: libro de caballerías (Amadís), novela sentimental (Cárcel de amor), narrativa caballeresca breve, y traducciones de clásicos (Decamerón). Editorialmente, predominaron intereses comerciales; muchas obras fueron didácticas y de entretenimiento. Destacan La Celestina (realismo psicológico) y Lazarillo (inaugura la novela picaresca). El teatro renacentista se desarrolló paralelo a la lírica y narrativa. En España no rompió del todo con la tradición medieval ni la influencia religiosa, pero se nutrió del humanismo y modelos clásicos. Formas dramáticas: teatro religioso (autos, farsas), clasicista (comedias, tragedias, tragicomedias), y popular (comedias en corrales). Autores: Cervantes, Gil Vicente. Obras: Romeo y Julieta, etc.

Evolución de la Novela en el Siglo XVII

2. Novela siglo XVII y evolución. La narrativa se diversificó y maduró. Nuevos géneros reflejaron las tensiones del Barroco.

  • Novela corta: Tramas amorosas en ciudades o escenarios pastoriles (Novelas ejemplares, Cervantes), que mezclan idealismo y crítica (La española inglesa, El coloquio de los perros).
  • Relato lucianesco: Sátira alegórica.
  • Prosa costumbrista: Tipos sociales, escenas cotidianas, sin trama definida.
  • Novela picaresca: Se consolidó con Guzmán de Alfarache (Alemán, 1599), El Buscón (Quevedo, 1626): crítica moral, humor, visión social descarnada. Narrativa episódica con antihéroes (unas 20 novelas similares).

El Barroco: Contexto y Expresión Literaria

3. Barroco: Contexto y expresión literaria. Tras Felipe II (1598), España entró en crisis política, económica y social. A pesar del esplendor cultural, sufrió bancarrotas, guerras (Treinta Años), desigualdad. La literatura reflejó la decadencia: visión pesimista, realidad ilusoria, desengaño central.

Lírica Barroca

3.1 Lírica barroca. Heredó formas renacentistas (soneto, canción), pero las recargó de ornamento y dificultad. Se distinguen dos corrientes principales:

  • Culteranismo (Góngora): Lenguaje oscuro, mitología (Soledades, Fábula de Polifemo y Galatea).
  • Conceptismo (Quevedo): Ideas, sátira, economía expresiva (Los sueños, El Buscón).

Temas: fugacidad, muerte, ruina, desengaño, religión, mitología, amor (idealizado y ridiculizado), soledad, tiempo, crítica social. Formas: letrilla, romance, soneto. También destaca Sor Juana Inés de la Cruz: sonetos y redondillas con ingenio y profundidad filosófica.

Novela Barroca

3.2 Novela barroca. La narrativa se volvió más sombría y compleja, caracterizada por el realismo crudo, el didactismo, la mezcla de géneros y protagonistas marginales o antihéroes. Subgéneros:

  • Picaresca: Continuación del Lazarillo, con obras como Buscón (Quevedo), sátira social y estilo ágil.
  • Novela ejemplar/corta: La gitanilla, Rinconete y Cortadillo.
  • Pastoril: Amor idealizado en el campo (La Galatea).
  • Bizantina/aventuras: Viajes, virtud (Persiles y Sigismunda).
  • Morisca: Idealiza al moro (El Abencerraje y la hermosa Jarifa).
  • Satírica: Crítica irónica (La pícara Justina).

La novela barroca muestra la tensión entre evasión e introspección, y ofrece una visión crítica de la España del Siglo de Oro.

De la Ilustración al Realismo-Naturalismo

La Ilustración: Principios, Arte y Literatura

La Ilustración: Fue una actitud vital orientada a promover una convivencia ordenada, civilizada y en constante progreso. Para pensadores como Kant, ilustrarse implicaba una forma de comportamiento individual, sostenido tanto en compromisos públicos como privados, y no simplemente en la aceptación pasiva de una doctrina. Este movimiento exigía abandonar la dependencia de los autores consagrados y fomentar la originalidad, adoptando un estilo claro, sencillo y elegante. Este nuevo enfoque contrastaba con el arte barroco, cuya estética recargada y excesiva fue duramente criticada por los ilustrados, quienes la veían como muestra de ignorancia o falta de sofisticación. Frente a ello, propusieron un arte más racional y estructurado, inspirado en los valores clásicos de Grecia y Roma. El clasicismo se convirtió así en el modelo artístico por excelencia. Los ilustrados europeos consideraban que el arte grecolatino representaba el «auténtico estilo», al ser estable, racional y universal. El redescubrimiento de Pompeya reforzó esta tendencia, permitiendo a los ilustrados españoles identificarse con los ideales humanistas del Renacimiento y aspirar a establecer un nuevo clasicismo. En el ámbito literario, se emplea habitualmente el término “literatura neoclásica” para referirse a las obras escritas bajo los ideales ilustrados, aunque esta etiqueta fue acuñada en el siglo XIX con una intención peyorativa. Críticos como Menéndez Pelayo la utilizaron para descalificar una literatura considerada afrancesada y con pretensiones clasicistas. También los románticos usaron el término «neoclásico» para marcar distancia frente a un estilo que rechazaban por su racionalismo y su contención expresiva.

El Siglo XVIII: Ilustración, Prosa, Lírica y Teatro

El siglo XVIII: La Ilustración supuso una transformación profunda en la cultura y la literatura europea. No fue un sistema cerrado de pensamiento, sino una actitud que promovía la razón, el progreso, la educación y la mejora de las costumbres. Según Kant, la Ilustración era una forma de autonomía del individuo sustentada en compromisos públicos y privados. En contraste con el arte barroco, los ilustrados defendieron la claridad, la elegancia y el orden. Rechazaron la exuberancia barroca, a la que asociaban con la ignorancia, y recuperaron los valores clásicos de Grecia y Roma. La literatura ilustrada se centró en la utilidad moral y el progreso social. Fue una literatura racional, didáctica y comprometida con la mejora del individuo y la sociedad.

Prosa en el Siglo XVIII

La prosa en el siglo XVIII abandonó las formas tradicionales y el género dominante pasó a ser el ensayo, para divulgar saberes, proponer reformas y corregir costumbres. Aunque existieron novelas, la ficción no fue el principal interés del periodo. Las novelas se publicaban en formatos breves o en prensa, adaptándose a un público lector más amplio. Este cambio coincidió con el proceso de secularización de la cultura. Frente a la visión trascendente del siglo anterior, la literatura del siglo XVIII adoptó un enfoque más pedagógico y racional. La novela se adaptó a los valores ilustrados, presentando temas como viajes, biografías o relaciones personales, pero con un enfoque realista y moralizante. Uno de los recursos narrativos más usados fue la epístola, que permitía una conexión íntima entre autor, personaje y lector.

Lírica en el Siglo XVIII

La lírica en el siglo XVIII fue un periodo de transición. La primera generación de poetas conservó modelos barrocos, influida por Góngora en Andalucía y por Quevedo en Castilla. Sus obras mostraban un estilo agotado, aunque introdujeron temas moralizantes. Autores como Torres de Villarroel, el Conde de Torre de Palma o Iriarte destacan. Con la llegada de Carlos III y el impulso de nuevos círculos literarios, surgió el neoclasicismo lírico, que buscaba una renovación formal y una orientación hacia contenidos útiles y morales. El máximo exponente fue Juan Meléndez Valdés, que combinó claridad expresiva con ideales ilustrados. Uno de los géneros más representativos de esta poesía fueron las fábulas, que tenían una clara intención didáctica y se utilizaban como herramienta de debate. Un ejemplo notable es la Fábula VIII de Iriarte, que critica el barroquismo anacrónico a través de la figura alegórica de un burro. En la última etapa, poetas como Manuel José Quintana, Moratín y Alberto Lista vivieron grandes convulsiones históricas como la Revolución Francesa o la Guerra de Independencia. En sus obras conviven el espíritu ilustrado con un tono patriótico y sentimental que anticipa el romanticismo.

Teatro en el Siglo XVIII

El teatro del siglo XVIII atravesó dificultades en los primeros años del siglo debido a la Guerra de Sucesión y otras restricciones. La censura eclesiástica y las limitaciones geográficas afectaron la vida escénica, que solo se mantuvo con regularidad en ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia. La ópera comenzó a introducirse desde Italia, aunque con precios elevados y cierta oposición moral. En cuanto a las corrientes teatrales, se enfrentaron dos posturas: Los partidarios del teatro barroco defendían la libertad creativa, el uso de lo fantástico y la tradición de la comedia clásica. Los ilustrados, influenciados por la preceptiva francesa, promovían un teatro racional, moralizante y estructurado. Durante el reinado de Carlos III, llegaron a prohibirse los autos sacramentales. Destaca el sainete, breve y de tono popular, con autores como Ramón de la Cruz. La tragedia ilustrada, centrada en ideales como la libertad, aunque no tuvo éxito. Ejemplo: Raquel de Vicente García de la Huerta. El teatro musical, influido por la ópera italiana. La comedia moratiniana, el género más representativo por su crítica social moderada, personajes idealizados, respeto por las 3 unidades (tiempo, lugar, acción) y lenguaje natural. Obras: El sí de las niñas o La comedia nueva de Leandro Fernández de Moratín.

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