Evolución del Trabajo Social en España: Consolidación Profesional y Servicios Sociales en Democracia


El Trabajo Social en España: Profesión para la Democracia

1. El Trabajo Social en Crisis: Búsqueda de Alternativas (1975-1981)

El 20 de noviembre de 1975 marcó el fallecimiento de Franco, iniciando el principio del fin de la dictadura y el comienzo de la Transición española. La sociedad española se inclinaba mayoritariamente por un cambio profundo que, aunque comenzó con dificultades y reticencias por parte de algunos sectores significativos e importantes, vio prevalecer el deseo de alcanzar acuerdos y buscar alternativas compartidas para mejorar la situación. Fue el tiempo del consenso, de encontrar caminos comunes para asumir la realidad de construir una sociedad de ciudadanos capaces de afrontar su presente y su futuro.

Los primeros años estuvieron marcados por grandes problemas económicos, políticos y sociales, pero también por el deseo mayoritario de superarlos. Se impuso la búsqueda de soluciones compartidas, y los frutos fueron, entre otros, los Pactos de la Moncloa en 1977 y la Constitución de 1978. Los primeros supusieron un gran impulso en la inversión pública, con una clara mejora de los equipamientos sociales. Con la segunda, nos dotamos del marco jurídico que nos permitía considerarnos una sociedad democrática, pasando a ser ciudadanos con derechos.

Sin embargo, la situación era muy inestable. Así, en 1981 se produjo el intento de golpe de Estado que, al fracasar, produjo todo lo contrario de lo que pretendía, ya que el rechazo fue abrumador. Durante gran parte de los seis años de esta etapa, la tarea legislativa estuvo orientada de manera prioritaria a establecer y desarrollar el marco general de actuación y a derogar unas normas y promulgar otras que se ajustaran al Estado Social y de Derecho que se proclamaba. Por ello, no es de extrañar que los poderes públicos esperaran al final del período para ocuparse del marco organizativo de las cuestiones sociales y que tuviéramos que esperar a los años siguientes para ver cómo el dinamismo de los gobiernos autonómicos se plasmaba en Leyes de Servicios Sociales, ya que desde la administración central no se asumió esta tarea legislativa.

El Papel de los Profesionales del Trabajo Social

Fueron años con una actividad importante de los profesionales del Trabajo Social. Sus asociaciones trataron de superar la losa de invisibilidad de la etapa anterior y participaron en todas las modificaciones sociales. Hay que poner de relieve el papel jugado desde FEDASS para que no apareciese la palabra beneficencia en la Constitución Española y el esfuerzo realizado por las diversas asociaciones para la creación de un sistema público de Servicios Sociales.

Se vivía una situación profesional con la que no se estaba de acuerdo; se denunciaba una formación inadecuada que llevaba a intervenciones insatisfactorias. A pesar de la regulación oficial de los estudios, existían graves problemas en la formación que se mantuvieron durante todos los años de esta etapa. No se reconocía la formación como universitaria, y la mayoría de las escuelas seguían dependiendo de la Iglesia Católica y de la Falange. La crisis se manifestó en un progresivo cierre de las primeras y la desaparición de las segundas. Los esfuerzos se centraron en tratar de conseguir el reconocimiento universitario y en mejorar la intervención, y también se trabajó por crear un marco adecuado para que se pudiese hablar en España del Estado del Bienestar, compartiendo parte del análisis crítico de la realidad y la necesidad de buscar respuestas institucionales y organizativas que permitieran actuaciones cualitativamente distintas.

Hitos y Debates Profesionales

La importancia de la búsqueda de planteamientos comunes ayudó a comprender que el sector más activo del colectivo profesional consiguiera que sus planteamientos fueran discutidos y aceptados. En el III Congreso Profesional, celebrado en Sevilla en 1976, se aceptó el cambio de denominación de asistente social por el de trabajador/a social. Este cambio no tuvo repercusiones inmediatas, lo que de alguna manera nos muestra las limitaciones del impacto de las organizaciones profesionales, pero también que, aunque no haya causalidad inmediata, los cambios se producen si quien los quiere producir se mantiene en su empeño. Lo propuesto en este Congreso tuvo efectos retardados pero sólidos.

Las Jornadas de Pamplona en 1977 tuvieron una gran influencia entre los asistentes sociales, ya que en ellas se trató de centrar la profesión considerando las funciones y matizando la importancia de la ideología. Es también en estas jornadas cuando se afirma que en la base de toda actuación profesional, ya sea a nivel individual, de grupo o comunitario, encontramos un denominador común que se concreta en la relación necesidades-recursos, al que podemos considerar como objetivación del campo donde opera el asistente social. La interpretación literal de esta afirmación tuvo grandes repercusiones porque fue interpretada como que se limitaba a los asistentes sociales a ser meros gestores de recursos.

También en 1977 se creó el Cuerpo Nacional Especial de Asistentes Sociales, en el que se produjo el reconocimiento explícito y específico de la profesión por parte de la administración y no bajo denominaciones ambiguas como se venía produciendo.

En 1980 se celebró en Valladolid el IV Congreso Profesional bajo el significativo título “Por unos Servicios Sociales para todos”. Las organizaciones profesionales prestaron una atención especial al marco organizativo, de manera que se abandonaron ámbitos de reflexión y se llegó a producir una confusión entre Trabajo Social y Servicios Sociales que perjudicó al primero. Es loable el trabajo realizado para la construcción de un sistema público de Servicios Sociales, pero la preeminencia de temas organizacionales limitó y sesgó las intervenciones, hipertrofiando la importancia de la gestión.

Producción Bibliográfica y Reflexión

Entre 1975 y 1981, siguió siendo una constante la pobreza bibliográfica y la preeminencia de autores extranjeros. La única revista que seguía existiendo era Treball Social, y se mantenía el GITS, que desaparecería antes de que terminara la década. Por ello, se valora de manera singular la obra de personas procedentes de la FEDASS: Patrocinio de las Heras y Elvira Cortajarena escribieron Introducción al Bienestar Social, que se configuró como un libro de casi obligada lectura para profesionales y estudiantes, en el que se volvió a afirmar que el binomio necesidades-recursos es el que objetiva el campo de intervención del Trabajo Social. Esta visión ha sido valorada por muchos autores como reduccionista, porque limita el Trabajo Social a la mera gestión de recursos sin ir más allá, olvidando que el principal y primer recurso es la persona. Pero se realizó una gran aportación en la medida en que se abrió el debate sobre el objeto del Trabajo Social, que se mantiene actualmente.

En definitiva, estos años fueron difíciles, de crisis, pero también de riqueza; se reflexionó sobre la propia realidad. Se estudió, se discutió y se fue capaz de buscar salidas comunes que afectaban tanto al colectivo como a la sociedad. Se demandó una mejor formación para mejorar la actuación y crear un nuevo marco institucional que fuera reflejo de la España democrática que se estaba creando. Todos los esfuerzos tuvieron como reconocimiento la promulgación del R.D. 1850/1981, en el que los estudios de asistente social se incorporaron a la universidad como Diplomatura de Trabajo Social, iniciándose con ello una nueva etapa de reivindicaciones para llegar a ser Licenciatura.

2. Crecimiento y Consolidación (1981 en adelante)

Poco tiempo después del intento de golpe de Estado en 1981, el PSOE accedió al gobierno, comenzando una andadura cualitativamente distinta. 1981 es señalado por muchos historiadores como el último año de la Transición. A partir de esta fecha, se consolida la democracia, se organiza definitivamente el Estado en Comunidades Autónomas (CCAA) y España comienza a participar plenamente en Europa.

Durante estos años, se realizó una tarea legislativa notable para el desarrollo de los derechos sociales. Las CCAA asumieron el liderazgo de la organización de los Servicios Sociales, promulgando las pertinentes leyes. La administración central no haría previamente una ley marco para todo el Estado ni armonizaría las existentes con una ley posterior. Se creó así un nuevo sistema público sin la homogeneidad ni la armonía necesarias para garantizar a todos los ciudadanos españoles la igualdad de derechos, sea cual sea su lugar de residencia.

Se produjeron cambios profundos, pero también es cierto que muchos de ellos tuvieron lugar porque la población los reivindicó con amplias y numerosas movilizaciones. Se partía de unos niveles de cobertura de las necesidades sociales tan bajos que hubiese sido necesario un esfuerzo mucho mayor para incrementar el gasto social. Al fin de la década, seguíamos estando a la cola de los países en cuanto al porcentaje de gasto social. A ello hay que añadir que se consolidó una política de subvenciones que lastró las inversiones públicas y que, en materia de Servicios Sociales, se delegó en las administraciones locales, sin la dotación económica suficiente. En muchos casos, se legislaba proclamando grandes principios y objetivos que no se dotaban de partidas económicas adecuadas.

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