La Prehistoria en la Península Ibérica
El Paleolítico Peninsular: Economía y Sociedad
El Paleolítico es el periodo que comprende desde la aparición de los primeros homínidos hasta el descubrimiento de la agricultura, alrededor del 7000 a.C.
Los Primeros Homínidos
En la Península Ibérica, el primer homínido en poblarla fue el Homo antecessor, cuyos restos, que datan de hace aproximadamente un millón de años, han sido hallados en el yacimiento de Atapuerca. Eran altos y fuertes, con rasgos similares a los del hombre actual, pero su cerebro era más pequeño. Eran nómadas y vivían de la caza, organizados en grupos de unos 30 o 40 individuos, con una estructura social clara. No practicaban el canibalismo.
Les sucedieron el Homo neanderthalensis y el Homo sapiens. Del primero sabemos que formaban grupos organizados en torno a un líder y que ya poseían un lenguaje articulado. No se sabe el porqué de su extinción; sus restos aparecen en un gran número de yacimientos de la península.
El Homo sapiens apareció hace unos 40.000 años y sus rasgos físicos eran muy similares a los nuestros. Se organizaban en tribus, presentaban rituales de entierro, usaban ropa y se adornaban. Sus habilidades técnicas les permitían trabajar la piedra, la madera y el hueso.
Formas de Vida y Economía
Los grupos del Paleolítico eran depredadores, viviendo de la caza y la recolección. Cazaban en grupo y fabricaban objetos de madera, piedra y hueso que les permitían cazar. Dominaban el fuego. Eran omnívoros, consumiendo vegetales y animales; también pescaban y comían moluscos. Habitaban en abrigos al aire libre o en cuevas. Vivían en tribus de unos 30 o 40 individuos, pudiendo llegar a vivir unos veinte años como máximo. La muerte solía ser causada por enfermedades comunes o como consecuencia de la caza, y las mujeres, a menudo, por los sobrepartos.
Arte Rupestre Paleolítico
En las cuevas aparecen las pinturas rupestres. En el Paleolítico Superior están datadas las pinturas de estilo cantábrico. Sobresalen las de Altamira. En ellas aparecen animales de forma individual, policromados y remarcados en negro. Utilizaban los salientes de la roca para darles mayor realismo. Los animales aparecen representados a menudo como si estuvieran muertos, lo que lleva a pensar que se trata de algún tipo de ritual de caza.
En época posterior, se datan las pinturas de estilo levantino. Aparecen en el área del sur de Tarragona, Castellón, Valencia, etc. Se trata de pinturas monocromas que representan escenas de danzas, caza y actividades colectivas.
El Neolítico y la Edad de los Metales
El Neolítico es el periodo que comprende desde el descubrimiento de la agricultura y la ganadería hasta la aparición de la escritura. En la Península Ibérica, este periodo comienza en torno al 5000 a.C., tanto por la llegada de las técnicas desde el Mediterráneo oriental como por la evolución de los pueblos indígenas.
Características del Neolítico
- Los pueblos pasan a ser sedentarios, creándose los primeros poblados.
- Se convierten en productores, con el cultivo de cereales principalmente y la cría de animales (ovejas y cabras).
- Empiezan a dominar la cerámica y la elaboración de tejidos.
En el Neolítico inicial, todavía vivían en cuevas, fabricando utensilios agrícolas de piedra y cerámica cardial. En el Neolítico pleno (5000-3000 a.C.), aparecen restos por toda la península; ya existen poblados con necrópolis organizadas y primeros indicios de minería y comercio por trueque. Estos pueblos estaban organizados jerárquicamente y con una división del trabajo.
La Edad de los Metales y el Megalitismo
En la Edad de los Metales, aparece el megalitismo con poblados rodeados de murallas construidas con grandes piedras y grandes enterramientos colectivos. Así encontramos las grandes tumbas de Menga y Los Millares.
En estos yacimientos, además de utensilios de piedra y hueso, aparece el vaso campaniforme. En la Edad del Bronce, el vaso campaniforme se generaliza, lo que sugiere un comercio más desarrollado. Su utilidad estaba marcada para guardar las cosechas y las cenizas de los difuntos.
De este período destaca el yacimiento de El Argar en Almería. Aquí aparece el primer urbanismo del que hay constancia en la península, con calles estrechas y viviendas rectangulares. Figuras como el Indalo son de este período, así como pequeñas estatuillas con forma animal (toros, ovejas).
Cultura Talayótica
En las islas Baleares destaca la cultura talayótica, caracterizada por grandes construcciones ciclópeas de marcado carácter defensivo y funerario. Aparecen:
- Taulas (estructuras en forma de T).
- Navetas (construcciones con forma de nave invertida para enterramiento).
- Talayots (torres defensivas).
Estos pueblos estuvieron en contacto con los fenicios, lo que se refleja en su influencia artística en la escultura (como la diosa Tanit).
Pueblos Prerromanos Autóctonos: Íberos y Celtas
En vísperas de la conquista romana, la Península Ibérica estaba ocupada por un heterogéneo conjunto de pueblos. Nuestro conocimiento de estas culturas es limitado, basándose principalmente en fuentes arqueológicas, complementadas por los escasos datos aportados por autores antiguos griegos y romanos, y las inscripciones en las lenguas locales. Los distintos pueblos autóctonos compartían rasgos culturales y/o lingüísticos, pero no constituían entidades políticas homogéneas. A grandes rasgos, podemos distinguir dos grandes grupos: los pueblos íberos y los celtas.
Los Íberos
Los íberos ocuparon (siglos VI a II a.C.) un amplio territorio que iba del sur de Francia hasta el alto Guadalquivir, abarcando aproximadamente la actual Cataluña, la parte oriental de Aragón, la Comunidad Valenciana, Murcia, Albacete, Jaén, Almería y Granada, así como los Pirineos Orientales franceses.
Organización y Economía Íbera
Desarrollaron una rica y compleja cultura de tipo mediterráneo organizada en torno a ciudades-estado aristocráticas, semejantes a sus homólogas italianas y griegas coetáneas. Algunas de ellas alcanzaron una notable importancia, como Cástulo (Linares), Ilerda (Lérida) o Arse-Saguntum (Sagunto). La sociedad era tribal y estaba muy jerarquizada en función del poder económico y militar.
- Base económica: Agricultura y ganadería.
- Actividades secundarias: Minería, artesanía (tejidos, cerámica, joyas) y metalurgia (hierro).
Comerciaron intensamente con los pueblos colonizadores, lo que propició la acuñación de moneda propia, el desarrollo del urbanismo y un arte funerario o religioso distintivo (como la Dama de Elche). Uno de sus rasgos culturales más distintivos fue el amplio desarrollo de la cultura escrita. De hecho, conservamos numerosas inscripciones ibéricas, aunque su lengua continúa, por el momento, intraducible.
Los Celtas y Celtíberos
Los pueblos celtas ocuparon el interior de la Península Ibérica (La Meseta), la cornisa cantábrica y la fachada atlántica en la parte central del actual Portugal entre los siglos V y I a.C. Su grado de desarrollo económico, político y cultural era muy inferior al de los pueblos íberos de la costa mediterránea.
Economía y Sociedad Celta
Fueron un pueblo predominantemente ganadero, aunque también practicaban la agricultura. Trabajaban el bronce y el hierro para fabricar herramientas y armas. La explotación minera de estaño y oro fue muy importante para los pueblos del norte, lo que favoreció el comercio con fenicios y cartagineses.
Los mejor conocidos de los pueblos celtas del interior peninsular son los celtíberos, que ocupaban el territorio correspondiente a las actuales provincias de Soria, Guadalajara, Zaragoza y Teruel. Su violenta oposición a la dominación romana en el siglo II a.C. (las llamadas «Guerras Celtibéricas») hizo que los autores antiguos les prestaran mucha atención, convirtiendo en famosas algunas de sus ciudades como Segeda (Mara-Belmonte de Gracián) y, especialmente, Numantia (Numancia).
También conservamos un importante número de inscripciones en lengua celtibérica, las más importantes de las cuales proceden de Contrebia Belaisca (Botorrita) y La Caridad (Caminreal), y se conservan respectivamente en los Museos de Zaragoza y Teruel.
Los Colonizadores Mediterráneos: Fenicios, Griegos y Cartagineses
Antes de la llegada de los romanos en el siglo III a.C., durante la Segunda Guerra Púnica, fenicios y griegos arribaron a las costas mediterráneas, conviviendo con los pueblos autóctonos y con los indoeuropeos que se asentaron en el norte peninsular.
Los Fenicios (Púnicos)
Los fenicios llegaron desde el Mediterráneo oriental en torno al siglo XI a.C. y fundaron ciudades con un claro fin comercial. No tuvieron ninguna intención de conquista territorial, sino que aspiraban a comerciar con productos de la minería peninsular.
Aportaciones Fenicias
- Introdujeron cultivos como la vid y el olivo.
- Trajeron técnicas avanzadas como la metalurgia del hierro.
- Fomentaron el uso del arado en la agricultura y el torno cerámico.
- Desde un punto de vista cultural, introdujeron el alfabeto y nuevas formas artísticas.
Crearon importantes ciudades como Gadir (Cádiz), Malaka (Málaga) e Ebussus (Ibiza). Actuaban como *ciudades-estado*, independientes las unas de las otras y estando en contacto con los pueblos aborígenes.
Los Griegos
Los griegos llegaron a la península en el siglo VIII a.C., durante la llamada Época Arcaica. Los pueblos que se asentaron procedían de las *polis* griegas. En este caso, actuaban como colonias dependientes de sus metrópolis.
Tuvieron un carácter meramente comercial; buscaban el intercambio con los íberos y con los productos de minería que procedían de las islas británicas. Las ciudades más importantes creadas por ellos fueron Emporion (Girona), Mainake (Málaga) y Hemeroskopeion (Alicante).
Los Cartagineses
Posteriormente, los cartagineses (herederos de los fenicios) llegaron en los siglos VI-V a.C., asentándose en el sureste peninsular. De esta época destaca la creación de la ciudad de Cartago Nova (Cartagena) y su relación con los pueblos de las islas Baleares. A diferencia de los fenicios, los cartagineses sí desarrollaron una intención de conquista territorial, lo que finalmente los llevó al conflicto directo con Roma.