Sociedades Mercantiles
La Revolución Industrial dio lugar a la concentración de grandes industrias porque necesitaba grandes capitales. Hoy es muy frecuente que el titular de la empresa mercantil no sea una sola persona física, sino varias las que acuerdan llevar a cabo la actividad mercantil. Si los socios quieren que esa sociedad posea personalidad jurídica (sujeto de derechos y obligaciones con independencia de los individuales), deberán adoptar una forma social de las que están descritas y tasadas en el ordenamiento jurídico. La ley no obliga a ello, pero en el caso de que no adopten una forma social establecida por la legislación, se estará ante una sociedad irregular, cuyo tratamiento ante la Administración del Estado será como el de un particular. La sociedad es un contrato que tiene como finalidad ejercer en común una actividad económica para obtener un lucro repartible entre los socios. La sociedad que adoptemos o que se cree debe tener una denominación y un domicilio social, que deben figurar desde el principio en sus estatutos sociales o en la escritura de constitución. La concentración de grandes esfuerzos económicos y de todo orden en una sociedad mercantil podía llevar a cada uno de los socios a asumir riesgos y responsabilidades muy altas en proporción a su participación y su patrimonio. Para ello, se diseñó una forma social con dos importantes características: por un lado, como sociedad abierta donde los pequeños inversores pudieran transmitir su parte a sus descendientes de una manera libre; y, por otro, una segunda forma que limitara la responsabilidad de manera que cada socio no arriesgara todo su patrimonio personal, solo el capital aportado a la sociedad (Sociedad Anónima). Más tarde aparece la responsabilidad limitada, prevista para sociedades de menor tamaño, que, aunque pueden tener un menor grado de transmisibilidad de sus participaciones, sí tienen la limitación de responsabilidad de sus socios. Para constituir una sociedad anónima o limitada, los socios ponen en común dinero o bienes, que forman lo que se conoce como capital social fundacional, que con posterioridad puede ampliarse con nuevas aportaciones. La totalidad del capital social más los beneficios no repartidos constituyen la responsabilidad patrimonial de los socios. El valor nominal de las participaciones está representado por el capital suscrito, mientras que el valor real indica la parte o porcentaje de patrimonio que corresponde a cada acción o participación. Las relaciones entre socios y los pactos de organización, decisión y administración de la sociedad se rigen por dos clases de normas:
- Normas legales aprobadas e impuestas a cada tipo de sociedades por el poder legislativo.
- Pactos permitidos por la ley que han de ser objeto de acuerdo con los propios socios y de plasmación en sus estatutos y escritura fundacional.
Para la constitución y la puesta en marcha de determinados acuerdos sociales, se exige por la ley el cumplimiento de formalidades y la elevación a público y registro.
Organización y Administración de la Empresa
Fines de la Empresa
La finalidad de la empresa mercantil atiende al propósito de pertenecer al mundo del comercio. Se ha dicho que esa finalidad genérica de toda empresa mercantil es generar ganancias económicas, y esta es una afirmación parcial e incompleta. Es verdad que toda empresa aspira a beneficiarse de las ganancias que espera obtener, pero hay empresas públicas que, dentro del ámbito del comercio, dedican esfuerzos sin esperar beneficios. El empresario tiene confianza en un proyecto, en definitiva, en una idea productiva que va a generar riqueza social. Para ello, se va a enfrentar a una serie de dificultades, que, junto a la competencia existente, le harán arriesgar su dinero, su esfuerzo y su ilusión (el beneficio es la primera). Esa capacidad de riesgo incluye una vocación por la creación de riqueza y por la transformación y creación de productos o servicios que sean útiles y que hagan progresar a la comunidad (compromiso social del empresario). A partir de este punto de esa finalidad genérica de toda empresa, cada una tiene unos fines específicos que deben servir para alcanzarla. La finalidad de cada una es la creación de un producto en concreto, que tenga interés para los consumidores, y a cambio obtener unos ingresos que compensen todas las inversiones y gastos realizados. Cuando hablamos de producto, nos referimos al resultado material del proceso de elaboración, fabricación y comercialización que realiza la empresa. El servicio es el resultado de un proceso, en este caso inmaterial, que se realiza para satisfacer necesidades de otras personas y que también es objeto de comercio. La diferencia entre producto y servicio está en la materialidad o inmaterialidad del bien que se ofrece a terceros y que se intercambia y es objeto de comercio. La creación y puesta en marcha de una empresa se dirige a coronar con éxito un proyecto y obtener un beneficio. El riesgo se basa en la incertidumbre de que vaya a ser exitoso, y ello va a depender de factores previsibles y que se pueden predecir. El primer requisito para el éxito será conseguir un producto que satisfaga las necesidades de los consumidores y que resista la competencia en precio, calidad y servicio de productos similares en el mercado.
Organización
Es fundamental en la empresa. Una empresa sin organización puede tener éxitos concretos en algunos momentos, pero a largo plazo está condenada al fracaso. La situación se complica mucho más en estos tiempos cuando es preciso competir con complejas organizaciones. La empresa, a través de sus órganos de administración y dirección, deberá señalar desde su constitución los objetivos que pretende alcanzar, darlos a conocer a la totalidad de las personas que integran la organización, de forma que se impliquen en ellos, y determinará los objetivos y la viabilidad del producto que se va a ofrecer.
La Junta General y el Consejo de Administración
La empresa necesita de unos órganos que controlen la buena marcha de la misma. Por lo tanto, hay que alumbrar una organización en la que estén perfectamente articulados los distintos elementos que la componen. Es verdad que algunos de estos elementos están constituidos por recursos materiales, pero la organización es fruto de la mente, de la imaginación y del esfuerzo humano. En una palabra: de emprendedores. Son las personas las que tienen la capacidad de constituir y mantener una organización eficiente para los fines previstos. La empresa comenzará por adoptar una forma jurídica, la que más le interese. El primer nivel orgánico o de decisión de una empresa es su propiedad. Un empresario individual tiene la máxima decisión en la empresa. En el caso de varios propietarios, porque tengan participaciones, hay que configurar una sociedad, y forman lo que se conoce como la Junta de Accionistas, órgano más alto de decisión de la empresa. Cuando hay muchos accionistas, tomar decisiones concretas es muy complicado, ya que exige adoptar posturas en la marcha diaria de la actividad. Para evitar esto, la Junta nombra uno o varios administradores, dependientes de la Junta General, y serán los responsables ante ella de la dirección y administración de la empresa. La Junta mantendrá la potestad de su nombramiento o cese y el de la aprobación periódica (anual) de su gestión. Cuando los administradores son varios, suelen constituirse en lo que se llama Consejo de Administración, cuya misión es administrar la empresa, pero siempre dando cuenta de su gestión a la empresa. Pero el Consejo tampoco es el órgano idóneo para la gestión diaria de la actividad empresarial. Sus miembros representan a la propiedad y a los accionistas, y normalmente forman parte de ellos. Son personas conocedoras de la actividad empresarial, no tienen por qué ser accionistas. Se les nombra por sus conocimientos cualificados. El Consejo de Administración es un segundo orden de decisión de la empresa donde se responsabilizan del buen orden de la organización, y con mayor periodicidad que se reúne la Junta General. Las comisiones delegadas actúan en representación y por cuenta del Consejo por la facilidad para reunirse con mayor frecuencia y tomar decisiones con mayor rapidez, por el menor número de miembros. En ocasiones, estas comisiones delegadas tienen la misión de ocuparse en nombre del Consejo de uno o varios asuntos que requieren cierta especialización. Pero, como es lógico, las decisiones deben tomarlas una sola persona en la actividad diaria. El Consejo de Administración puede nombrar a una sola persona del mismo Consejo para que en nombre de todos tome decisiones y asuma esta responsabilidad. Si la decisión recae sobre la persona que lo preside, estamos hablando de un Presidente Ejecutivo. Si es otro miembro del Consejo de Administración, toma el nombre de Consejero Delegado.
La Dirección de la Empresa
La misión principal de la dirección es conseguir un equipo de dirección adecuado para conseguir los fines propuestos y llevar a buen puerto una compleja organización. En la empresa mercantil, hay que distinguir entre dirección y administración. Cuando hablamos de administración, no nos referimos al concepto jurídico, sino al de administrar. La primera y principal tarea del equipo directivo es la de realizar una planificación estratégica. ¿Qué es una planificación estratégica? Pues son todas las acciones y medidas que hay que tomar a corto, medio y largo plazo, ante situaciones complejas o por la implicación de factores imprevistos y también previstos, tendentes a obtener un resultado favorable. En definitiva, conseguir el/los objetivos propuestos. Los administradores y la dirección deben determinar el capital necesario y los recursos financieros convenientes para realizar las inversiones y atender las necesidades de la empresa, así como perseguir una eficaz organización de la fabricación del producto. Un capítulo importante son las inversiones que se vayan a hacer, teniendo en cuenta su cuantioso costo, vida útil e importancia para la fabricación del producto. Deben elegirse estratégicamente en orden a la calidad y precio final. La organización de la empresa, en general, se distribuye en tres áreas: financiera-administrativa, comercial y técnica, dependiendo todas ellas de la Dirección General. La técnica, también llamada de producción, es la responsable de la fabricación del producto y de todos los medios técnicos. El área comercial se encarga de la puesta en el mercado, promoción, venta del producto y comercialización. Cada vez tiene más peso el departamento de marketing, que se encarga de conocer las necesidades del mercado y de diseñar el producto. El departamento financiero se encarga de promover los medios económicos, propios o ajenos, realizar el presupuesto, la contabilidad, facturación, etc. Tradicionalmente, dentro del departamento administrativo y financiero se incluía la administración de personal, pero en los últimos años ha adquirido tal importancia que ya no se habla de administración de personal, sino de su gestión. Ello ha dado lugar a que a estas tres áreas se añada la Dirección de Recursos Humanos.
Estructura Económica y Financiera de la Empresa
La Financiación de la Empresa: Capital Fijo y Capital Circulante
Poner en marcha un proceso productivo requiere algo más que un plan viable para poner en el mercado algunos bienes, obteniendo como contrapartida un precio que compense todos los costes y gastos y mantenga una expectativa de beneficio. Por lo tanto, se hace necesario un esfuerzo económico capaz de financiar todos los bienes productivos necesarios para el proceso. Pero hasta que el primer ciclo productivo no se haya cerrado, es decir, puesto en el mercado, vendido y cobrado, es necesario financiar todos los costes que para ello se produzcan, entre otros y de forma prioritaria: las materias primas necesarias, costes energéticos, mano de obra, etc. Es primordial que el empresario ponga los fondos suficientes para iniciar el proceso de producción y completar el ciclo hasta que la empresa ingrese la parte correspondiente al precio de venta de sus productos o servicios e integrarla de nuevo en el siguiente y siguientes ciclos. Ese primer esfuerzo económico es lo que constituye el llamado capital fijo, es decir, la totalidad de los recursos financieros aportados que sirven para financiar los gastos determinados por el ciclo de producción, al que denominamos capital circulante, que es aquel destinado a la adquisición de factores de producción que solo se utilizan una sola vez, ya que son consumidos o transformados para la obtención del producto final.
Capital Propio y Ajeno
La financiación de todos los bienes y recursos necesarios para el funcionamiento de la empresa se puede hacer con capital propio o ajeno. El empresario separará, de acuerdo con las necesidades de su propio patrimonio, una cantidad de dinero o bienes que quedan adscritos al patrimonio empresarial. Se trata de la primera aportación de capital a la empresa; luego pueden seguir otras. Esto se conoce como capital propio. En los capitales ajenos, se trata de aportar a la empresa unos recursos dinerarios de terceros, creándose unas obligaciones, por un lado jurídicas, y pagar un precio por la disposición de ese efectivo que conocemos como interés. Las vías para la obtención y disposición de recursos ajenos son varias: la más usual son las de contrato de préstamo o crédito, así como la emisión de obligaciones, contemplado por la ley siempre que las empresas reúnan una serie de condiciones. La determinación de una u otra financiación hay que preverla muy bien, ya que un capital menor del necesario traerá tensiones financieras. No hay que olvidar que el exceso de financiación ajena traerá consigo mayor costo financiero por el pago de intereses. De cualquier forma, los mayores costes financieros disminuyen la competitividad de la empresa, ya que encarecen los costes totales del producto.
Recursos Propios
Son recursos o fondos propios de la empresa, y por tanto financiación propia, así como el capital social aportado, el fondo de reserva y cualquier tipo de reservas que tenga la empresa. También se incluyen algunas clases de subvenciones. En general, la estructura fija de la empresa debe financiarse con los recursos propios, ya sean procedentes del capital aportado por los socios o generado por los beneficios no repartidos, o en todo caso con créditos a largo plazo.
La Inversión
La inversión es parte del capital fijo. Son bienes que no se consumirán ni transformarán en el proceso productivo. Son utilizados para llegar al producto final. El empresario, para la fabricación, necesita bienes de equipo adecuados para la producción y unas instalaciones para la comercialización del producto que, salvo que sea en alquiler, debe adquirir e integrar en el patrimonio de la empresa. La inversión debe ser proporcionada y adecuada a las necesidades de la empresa, no solo por su carestía, sino también por el tiempo en que se tarda en poner en marcha. Siempre hay que tener presente la fabricación, coste y calidad del producto. La elección de bienes de inversión constituidos por terrenos y edificios suele ser de vital importancia para las empresas de servicios en general. Los bienes de equipo y las instalaciones complejas, como sucede donde se ubican los medios de comunicación que utilizan medios técnicos, pierden su considerable valor inmediatamente después de su instalación.