La España de la Restauración
Tras el fallido intento de instaurar un régimen democrático durante el Sexenio Democrático (1868-1874), tiene lugar el proceso de Restauración de la Monarquía Borbónica y España volvió al liberalismo censitario. El nuevo sistema político, ideado por Cánovas del Castillo, impulsor de la Constitución de 1876, se fundamentó en el bipartidismo y la alternancia en el poder de dos grandes partidos dinásticos, el conservador y el liberal, conseguida mediante la corrupción electoral, el pucherazo y el caciquismo.
La Restauración duró más de 50 años, desde el pronunciamiento de Martínez Campos en 1874, hasta la proclamación de la Segunda República en 1931, pasando por el Desastre del 98. Durante este periodo, que abarca los reinados de Alfonso XII y Alfonso XIII (con la regencia de María Cristina), se consolidó un régimen constitucional y parlamentario. A pesar del establecimiento del sufragio universal masculino en 1890, el régimen político de la Restauración nunca llegó a ser plenamente democrático y estuvo dominado por una burguesía oligárquica apoyada en un capitalismo de base agraria.
La aparición de movimientos regionalistas o nacionalistas en regiones españolas como Cataluña, País Vasco, Galicia, Valencia, Aragón y Andalucía, y socialistas como el PSOE, debilitaron aún más el sistema de la Restauración.
Con el paso del tiempo, los dos partidos del turno se fueron descomponiendo y contaron con la oposición de nuevas fuerzas emergentes, como el obrerismo. En 1898, la pérdida en la guerra contra EE.UU. de Cuba y Filipinas, sumió a la Restauración en una crisis política y moral, conocida como el Desastre del 98 (en la cual aparece una serie de intelectuales, la Generación del 98, que se plantean el problema de España), que resquebrajó los fundamentos del sistema y planteó la necesidad de iniciar un proceso de reformas en la vida social y política del país (Regeneracionismo).
El Desastre del 98 produjo una conmoción general en el país. Durante el reinado de Alfonso XIII, una generación de políticos y movimientos sociales (republicanismo, obrerismo y nacionalismos) irrumpieron en la vida española. El sistema de la Restauración mantuvo siempre al margen dichas fuerzas, que dieron lugar a conflictos sociales y políticos. Entre 1898 y 1912 (TRIENIO BOLCHE), los partidos dinásticos, con sus dirigentes principales, Maura y Canalejas, intentaron una modernización del sistema. Pero a partir de 1912, la decadencia y fragmentación del régimen dio lugar al fortalecimiento de la oposición republicana, obrerista y nacionalista.
El clima de tensión, agravado por la guerra de Marruecos, estalló en la Semana Trágica en Barcelona (1909) y en 1917 se produjo una huelga general revolucionaria. La incapacidad del sistema para renovarse y democratizarse acabó propiciando un Golpe de Estado Militar en 1923, encabezado por Primo de Rivera, dando lugar a una dictadura, primero militar y más tarde civil, hasta 1930.
Alfonso XIII intentó volver al régimen constitucional existente hasta 1923, pero la oposición republicana estableció el Pacto de San Sebastián para derrocar la monarquía, y en 1931 se proclamó la Segunda República en España.
Contexto Socioeconómico de la Restauración
Durante el siglo XIX se asentaron en España las bases de la modernización demográfica, que sin embargo, se realizó con cierto retraso respecto a Europa occidental.
- El campo español presentaba una situación en la que contrastaba el dinamismo de la agricultura de tipo mediterráneo con la atrasada agricultura cerealista.
- La estructura económica española sufrió una importante transformación, el peso de la industria aumentó mientras disminuía la importancia del mundo rural.
- El crecimiento de la economía española comportó un aumento de las relaciones con el exterior y una mayor vinculación con el comercio internacional, favoreciendo la emigración y la expansión de nuevos productos como la radio y el teléfono.
- A pesar de la introducción de nuevas energías y sectores industriales a principios de la década de 1930, el sector secundario español presentaba una serie de problemas y limitaciones. La industria española era poco competitiva por los elevados costes de producción. Por ello, se recurrió al proteccionismo y al intervencionismo.
Dictadura, República y Guerra Civil
El resultado de las elecciones del 12 de abril de 1931 dio la victoria a las fuerzas republicanas en la mayoría de las ciudades. El rey Alfonso XIII renunció a la corona y abandonó España, proclamándose el 14 de abril de 1931 la II República.
Tras el periodo del gobierno provisional (republicano), en manos de Alcalá-Zamora, se aprobó la Constitución de 1931 bajo el gobierno de Manuel Azaña, que llevó a cabo reformas (socio-laborales, agrarias, militares, educativas, autonómicas…) que pretendían modernizar el país y contaron con la oposición de la derecha.
Sin embargo, la República se asentó en circunstancias difíciles. En el ámbito internacional, el mundo debía hacer frente a una cuestión capitalista. Además, en Europa, el fascismo ponía en peligro los sistemas democráticos. En España, el régimen republicano fue recibido con entusiasmo por las clases medias y populares, pero con temor por las élites sociales y económicas. Tuvo lugar un primer golpe de Estado contra la República conocido como la “Sanjurjada” en 1932.
La crisis del 29 y la falta y lentitud de las reformas, provocaron una gran conflictividad social, por lo que el sistema republicano-socialista entró en crisis. Así, las elecciones de 1933, las primeras en las que pudieron votar las mujeres, fueron ganadas por el centro-derecha, con Lerroux como jefe de gobierno, que paralizó las reformas del gobierno de izquierdas. La entrada de la CEDA se interpretó como una deriva hacia el fascismo, y los escándalos de corrupción provocaron la caída de Lerroux. En consecuencia, en las elecciones de 1936 el Frente Popular (izquierdas) obtuvo la victoria.
El nuevo gobierno quedó a cargo de Casares Quiroga, pero el reinicio de las reformas de izquierdas provocó graves enfrentamientos y un clima de violencia social, y se preparó un golpe de Estado en 1936. Fue una sublevación militar dirigida contra el Gobierno de la Segunda República. El enfrentamiento entre los grupos dominantes en España y las clases populares provocó la Guerra Civil, que comenzó en 1936 con el pronunciamiento militar en Marruecos.
En esta guerra se concentraron problemas que la sociedad española arrastraba desde el inicio de las revoluciones liberales del siglo XIX y fue también resultado de las tensiones europeas por el fascismo italiano y el nazismo alemán. Durante la Guerra Civil, sublevados y republicanos contaron con ayudas exteriores, alcanzó entonces una dimensión internacional y se temía que el conflicto se extendiera.
España se dividió en dos bandos: sublevados (conservadores, monárquicos de derechas, grupos católicos opuestos a la República). En su zona, la represión y el temor formaban parte de la política institucional y eliminaron físicamente a los enemigos; y por otro lado, los republicanos (obreros, socialistas, comunistas, todos los que habían dado apoyo al Frente Popular). En su zona faltaban alimentos y productos básicos, los reveses militares eran continuos y la población empezaba a cansarse de la situación. Italia y Alemania apoyaban a los sublevados y la URSS a los republicanos.
Entre 1936-1939 existieron dos gobiernos de un estado totalitario, cuyas fases militares más importantes son: el avance hacia Madrid, la ocupación del norte, las ofensivas de Teruel y llegada al Mediterráneo, y la batalla del Ebro y ocupación de Cataluña y Madrid, con el fin de la guerra en 1939.
Consecuencias de la Guerra Civil
Derrotada la República, se estableció la dictadura de Franco hasta 1975, fecha de su muerte. Las consecuencias para la población civil fueron una mayor miseria y menor natalidad, destrucción, refugiados y exiliados republicanos, y la división de dos Españas que dura hasta la actualidad.