Geografía y Clima de España
Clima y Relieve
- Más de la tercera parte de la superficie del país (210.000 km² de un total de 506.000 km²) corresponde a la Meseta Central.
- Dos sistemas montañosos interiores: la Cordillera Central y los Montes de Toledo.
- Delimitada por el Macizo Galaico al noroeste, la Cordillera Cantábrica al norte, el Sistema Ibérico al noreste y Sierra Morena al sur.
Fuera de la Meseta quedan los Pirineos (pico Aneto, 3.404 m) y la Cordillera Bética (pico Mulhacén, 3.479 m), que continúa bajo el mar hasta las Islas Baleares.
- Islas Canarias (pico del Teide, 3.718 m, en la isla de Tenerife, el punto más alto de España).
La geografía costera española incluye cabos como el de Creus, Touriñán, Finisterre (Fisterra), Estaca de Bares y Punta de Tarifa. España limita con Francia, Andorra, Portugal, Gibraltar (Reino Unido) y Marruecos (Ceuta y Melilla). La Península Ibérica (4/5 de su superficie), las Islas Baleares y las Islas Canarias suman un total de 506.000 km².
- Dos influencias atmosféricas principales:
- Vientos del oeste, de procedencia atlántica, húmedos y relativamente templados. Provocan lluvias continuas en la costa atlántica y la Cornisa Cantábrica.
- Los anticiclones subtropicales, provenientes de latitudes más meridionales (el típico anticiclón de las Azores). Desvían hacia el norte las borrascas atlánticas (sobre todo en la mitad cálida del año).
- A las costas atlánticas del norte llegan los últimos soplos de la Corriente del Golfo, originada en el Golfo de México, gracias a la cual la temperatura media peninsular es más elevada que la de los territorios atlánticos de América del Norte.
Nueva York (40º43’ N) está en la misma latitud que Madrid (40º25’ N) y más al sur que Barcelona (41º23’N).
- Tres zonas climáticas: España lluviosa, España seca, España árida.
Ríos
Por lo general, poco caudalosos, con estiajes acusados y grandes crecidas. Los principales ríos son:
- El Duero
- El Tajo
- El Guadiana
- El Guadalquivir (navegable hasta Sevilla)
- El Ebro
Primeros Pobladores: El Período Prehistórico
Paleolítico
El período que empieza con las primeras manifestaciones de actividad que podría calificarse de humana (fabricación de herramientas) hasta el momento en que los grupos de *Homo sapiens* se convirtieron en productores de alimentos (agricultura y ganadería).
Paleolítico Superior (30.000 – 9.000 a. C.): Último período glacial. Grupos de cazadores-recolectores que practicaban un nomadismo cíclico.
Hasta alrededor de 35.000 a. C., en la Península Ibérica, las comunidades de *Homo sapiens* convivieron con los últimos grupos de neandertales en Europa, siendo su último reducto la zona meridional (Gibraltar).
Caza de Megafauna
Las especies predominantes en la Península durante el Paleolítico eran elefantes, hipopótamos, rinocerontes, caballos, toros, bisontes, ciervos, cabras, felinos, cánidos y roedores.
Matriarcado
La permanencia de las mujeres en los campamentos y lugares de habitación para el cuidado de los niños hizo que su influencia fuera muy grande y, en muchos casos, superior a la de los hombres.
Arte Paleolítico en España
Foco principal: la Cornisa Cantábrica. Se habla de arte paleolítico franco-cantábrico o hispano-francés, por estar concentrado en el norte de España (Asturias, Cantabria, País Vasco) y el sudoeste de Francia.
Arte Rupestre (Parietal)
Representaciones figurativas de animales en los muros y techos de cuevas y refugios rocosos.
- La Cueva de Altamira (Santillana del Mar, Cantabria): la más famosa, junto con la Cueva de Lascaux (Francia).
- El techo de bisontes policromos fue descubierto en 1879 por Marcelino Sanz de Sautuola y su hija María.
Animales representados: bisontes, caballos, bóvidos, jabalíes, un mamut, un alce…
Revolución Neolítica
El paso de una organización social basada en una economía de caza y recolección a otra, en la que la producción de alimentos por medio de la agricultura y la ganadería juega un papel predominante.
La sedentarización llevó al descubrimiento de la metalurgia y la artesanía, transformando profundamente la sociedad.
Arte Rupestre Neolítico
Concentrado en la zona levantina. Representaciones de escenas de la vida cotidiana y animales. Tendencia a la esquematización y la abstracción. Representación de figuras humanas estilizadas. Faltan los grandes animales del Paleolítico (megafauna).
Pueblos Protohistóricos
Protohistoria
Fenicios
Un pueblo de comerciantes procedente del Mediterráneo oriental (el actual Líbano). Llegan a las costas de la Península alrededor del siglo XII a. C. en busca de metales (cobre, estaño, oro y, sobre todo, plata). Fundan varias colonias, de las que la más importante en tierras ibéricas será Gadir (actual Cádiz). Fueron inventores del primer alfabeto.
Rasgos comunes de sus asentamientos:
- Situadas preferentemente en penínsulas o islotes cómodos para construir puertos y fáciles de defender.
- Cerca de desembocaduras de ríos y otras vías principales para desarrollar una actividad comercial.
- Acceso a agua potable.
Según la leyenda, el emplazamiento de Gadir fue elegido por indicación del dios Melqart, a quien los fenicios edificaron un templo en la nueva ciudad. Más tarde, Melqart fue asimilado a la deidad grecorromana de Heracles.
Situación estratégica: Control de las rutas comerciales al interior (los ríos Odiel, Tinto, Guadalquivir y Guadalete), y del tráfico por el Estrecho de Gibraltar.
La conquista de las costas fenicias en Oriente por el rey babilonio Nabucodonosor II (caída de la ciudad de Tiro: 573 a. C.) desplazó el centro de gravedad del mundo fenicio a Cartago.
Griegos
Las riquezas de la Península Ibérica atrajeron también a los griegos. Los primeros (foceos) llegaron en el siglo VII a. C. procedentes de Massalia (Marsella). Por la hostilidad fenicia, se establecieron en la costa norte (Rhode y Emporion, actual provincia de Girona). En estas áreas de comercio (emporion) se establecieron relaciones con los pueblos nativos.
Nombres de la Península
- Hispania: Nombre de origen fenicio que los romanos daban a la Península. Dos interpretaciones de su significado: 1) “isla de los conejos” (teoría discutida); 2) “isla del norte” o “isla de los forjadores”.
- Iberia: Un nombre utilizado por los griegos. Es de origen autóctono (probablemente de *iber*: ‘río’), aplicado a un río importante que podría ser el Ebro, el Odiel, el Tinto u otro. El nombre del Ebro se deriva precisamente de la forma latinizada (*Hiberus*).
Pueblos Protohistóricos: La llegada de los primeros pueblos indoeuropeos (siglos XIII–XII a. C.) trajo avances urbanísticos (planificación de los poblados, empleo del adobe); la masificación del trabajo del hierro; y la expansión de la práctica de la agricultura (valle del Ebro), mientras las zonas altas (la Meseta) desarrollaron una ganadería trashumante.
Tartessos
El comercio activo de metales hizo posible la aparición de la cultura tartesia. La circulación de objetos de lujo de origen oriental provocó un avance técnico y artístico de la producción local. Las comunidades primitivas, tribales, se transformaron en una sociedad compleja, jerarquizada y urbana.
Apogeo de la cultura tartesia: entre el siglo VIII y el VI a. C.
Ámbito cultural: Las provincias de Huelva, Sevilla y Córdoba.
El comercio con los fenicios fue la principal fuerza que promovió la uniformidad cultural.
Incorporación del torno alfarero e influencia de los modelos de cerámica fenicios.
El comercio con el interior de la Península fue configurando lo que los romanos más tarde denominarían la Vía de la Plata, por la que la cultura tartesia se fue expandiendo por Extremadura y todo el Occidente peninsular.
Los Íberos
El substrato indígena que sufrió las influencias fenicia y griega.
La cultura Íbera cristalizó definitivamente en los siglos VI – V a. C.
Según algunas teorías, provenían de Mesopotamia, a través del norte de África.
Carecían de sentimiento de unidad cultural.
Algunos pueblos íberos desarrollaron sistemas de escritura (por influencia griega y fenicia).
Sociedad jerarquizada: Un régulo gobernaba una urbe (raras veces territorios más vastos), después venían los artesanos y comerciantes, seguidos por los campesinos y, al final, los siervos y los esclavos.
Los autores latinos destacan su vigor, tenacidad, sentido de independencia, pero también su falta de disciplina y su incapacidad de unirse contra un enemigo común.
Tras las invasiones celtas en el interior, se formaron tribus de carácter mixto (celtíberos).
Cartago contra Roma: La Lucha por Hispania
La Crisis del Mundo Fenicio
Tras la conquista de la ciudad fenicia de Tiro por el rey babilonio Nabucodonosor II en 573 a. C., la ciudad de Cartago tomó el relevo como fuerza dominante en el Mediterráneo central y occidental.
La presencia cartaginesa en Hispania comienza en Ibiza (654 a. C.), consolidándose en el siglo VI a. C.
El principal objetivo: restaurar las antiguas rutas comerciales y la defensa de los antiguos centros comerciales fenicios (Gadir). La empresa debió de tener éxito, porque a partir del siglo V a. C. la calidad del bronce cartaginés mejoró considerablemente, mientras que la economía de la ciudad griega de Massalia (Marsella) entró en crisis.
La Presencia Cartaginesa en Hispania
Cádiz fue la ciudad más beneficiada de la presencia púnica en el sur de la Península (monopolio de la plata andaluza y del estaño de las islas británicas). Se crearon una serie de pequeñas factorías de salazones de pescado y elaboración de *garum*.
Fundación de Qart Hadasht (‘ciudad nueva’), la futura *Carthago Nova* romana (actual Cartagena). Pronto esta ciudad se convirtió en la capital industrial púnica de la Península por su minería, sus fábricas de armamento, astilleros (construcción naval), almacenes agrícolas y fundiciones metalúrgicas.
El Choque de Dos Imperios en Expansión
En 348 a. C. un tratado romano-cartaginés delimitó las áreas de influencia de las dos potencias mediterráneas (la frontera en Hispania fue el río Ebro). Durante el siglo IV a. C., se mantuvo una política de «guerra fría» entre Roma y Cartago.
Primera Guerra Púnica (264 – 241 a. C.): Derrota de Cartago y pérdida de Sicilia y Cerdeña. La Península Ibérica cobró una importancia crucial para la supervivencia de Cartago como potencia mediterránea.
Segunda Guerra Púnica (218 – 201 a. C.): En 219 a. C. el general cartaginés Aníbal Barca conquistó y arrasó la ciudad de Saguntum, cuya élite mantenía estrechos lazos con Roma. Este acontecimiento desencadenó la Segunda Guerra Púnica. En 218 a. C. tuvo lugar la primera incursión militar romana en Hispania. Tras la derrota final cartaginesa, la Península Ibérica entró en la órbita romana.
La Conquista Romana de Hispania
La victoria de Escipión sobre Cartago no significó la romanización inmediata de Hispania: durante más de un siglo se mantuvo el sistema de producción cartaginés.
Las dos regiones más explotadas y colonizadas fueron Andalucía y Levante. En el resto del territorio, la penetración romana fue lenta y desigual hasta el inicio de la era cristiana.
Resistencia Indígena
Los excesivos impuestos exigidos por los romanos provocaron frecuentes sublevaciones entre la población autóctona de la Meseta y el valle del Ebro. La exigencia de desarme de las tribus conquistadas llevó a nuevos levantamientos y suicidios colectivos. Durante la toma de Numancia tuvo lugar el suicidio colectivo más famoso. Esta ciudad, junto con Sagunto, se convirtió en símbolo de la resistencia hispana contra los invasores extranjeros.
Guerras Civiles Romanas (Siglo I a. C.)
El escenario principal: la Península Ibérica.
Tuvieron efectos negativos sobre la sociedad hispana (considerables pérdidas humanas y materiales, aumento de la presión fiscal).
Beneficios para el bando vencedor (Julio César): Fundación de las primeras colonias de veteranos (Emerita Augusta, 25 a. C.).
Hispania Romana: Sociedad, Economía y Cultura
La Urbe Romana
En la época romana, la ciudad se convirtió en el centro de la vida política y económica de Hispania. Las calzadas romanas fueron vías de comunicación fluida entre las ciudades. El latín fue la lengua oficial del imperio. Se introdujo el derecho romano. El imperio impuso un modelo de organización social: comenzó una lenta nivelación sociocultural, superando la tradicional fragmentación tribal hispánica.
En la época prerromana, ciudades propiamente dichas existían solo en las zonas costeras culturalmente desarrolladas (Gadir, Carthago Nova, Sagunto, Emporiae, Rodas).
En tiempos de Julio César (100 a. C. – 44 a. C.) comenzó la política sistemática de colonización romana: se fundaron Tarragona, Calahorra, Córdoba, Valencia, Pamplona, Itálica, Mérida, Zaragoza, Lugo, Astorga…
Distinto ritmo en la colonización: Las zonas más romanizadas fueron Andalucía, la costa levantina y el valle del Ebro. En la Meseta y el norte, se establecieron ciudades en puntos estratégicos para mantener el orden (León, Lugo) o el control sobre yacimientos mineros (Astorga).
Heterogeneidad Cultural
A pesar de la tendencia general uniformadora de la presencia romana, entre el río Tajo y el mar Cantábrico, hasta una época muy tardía, sobrevivieron las estructuras sociales autóctonas, así como algunas lenguas (el euskera).
División Administrativa
Finalizadas las Guerras Cántabras (siglo I a. C.), Augusto dividió Hispania en tres provincias: Bética, Lusitania y Tarraconense. Cada una se subdividía en unidades territoriales más pequeñas (*conventus*), que delimitaban las áreas de cobro de impuestos, reclutamiento de tropas, ejercicio de la justicia, etc.
Organización Administrativa
A partir del siglo I, el número de soldados hispanos enrolados en el ejército fue en aumento, acelerando el proceso de romanización de la población autóctona. En el siglo III, el emperador Diocleciano realizó una nueva división provincial de Hispania (7 provincias). Durante todo el período de dominación romana, Hispania fue explotada como una colonia: exportadora de materias primas y productos semielaborados, e importadora de mercancías de lujo.
Economía
- Minería: plata, oro, estaño, plomo, cobre, hierro.
- Agricultura: producción de vino (para el consumo local, solo el gaditano se exportaba a la metrópoli), aceite de oliva (Bética, costa levantina, la cuenca del Tajo, Mérida), hortalizas.
- Ganadería: la Meseta.
- Pesca: Salazones de pescado (producción del tradicional *garum*).
En la Meseta y el norte: pocas ciudades, el comercio se concentraba en las guarniciones militares y núcleos administrativos; predominaba una economía autosuficiente.
Estructura Social
La sociedad hispanorromana era fuertemente jerarquizada, dividida en dos grandes grupos: la clase privilegiada (*honestiores* o patricios) y el pueblo llano (*humiliores* o plebeyos).
- En la cúspide de la clase dominante: el orden senatorial (los Balbo gaditanos, los Trajano y los Ulpii de Itálica).
- El orden ecuestre (los *équites*): en su mayoría, descendientes de las oligarquías autóctonas, mestizadas con colonizadores itálicos.
- Los decuriones: pequeña burguesía encargada del gobierno municipal.
Plebeyos: artesanos, agricultores, trabajadores asalariados en las minas. Libertos.
Religión
La religión romana era politeísta. A medida que el imperio crecía, al panteón romano se fueron incorporando deidades locales (Mitra), o se las asociaba a los dioses itálicos, como el fenicio Melqart con Hércules, o la diosa cartaginesa Tanit/Astarté con Juno en Bética (su culto evolucionó luego en el de la Virgen María).
Culto al Emperador: Introducido por Augusto y regulado por Tiberio en el año 15 d. C.
Cristianismo: Penetró en la Península a través del norte de África, llevado por comerciantes y soldados (primeras comunidades: Astorga, León, Mérida).
Edicto de Milán (313 d. C.): Constantino legalizó el cristianismo.
Teodosio I (emperador 379 – 395 d. C.): Proclamó el cristianismo religión oficial del imperio (Edicto de Tesalónica, 380 d. C.).
Apogeo del Imperio Romano
El Imperio llegó a su máxima extensión y mayor esplendor en el siglo II con dos emperadores hispanos:
- Trajano (emperador 98 – 117 d. C.): el conquistador de Dacia.
- Adriano (emperador 117 – 138 d. C.): uno de los emperadores más cultos (seguidor de la corriente filosófica del estoicismo).
Fue la época en que la economía hispana prosperó, las ciudades se modernizaron (construcción del Acueducto de Segovia).
La Peste Antonina (165 – 180 d. C.): la primera pandemia (probablemente viruela), durante el gobierno de Marco Aurelio (emperador 161 – 180 d. C.).
Decadencia Imperial
Siglo III: el centro económico del imperio se fue desplazando hacia las zonas orientales, lo cual conllevó la descapitalización de todo el Occidente, con los consiguientes problemas sociales y políticos: luchas por el poder, falta de control en algunas fronteras estratégicas, y el comienzo de la penetración de tribus germánicas por el norte.
En Hispania: las ciudades empezaron a perder población y peso económico, mientras que los latifundios se hicieron cada vez más fuertes (su proliferación, sin embargo, actuó como factor de romanización: Galicia se romanizó precisamente en la época de descomposición del imperio). Las rutas comerciales se hicieron cada vez más peligrosas. Desaparecieron los monocultivos (cereales, olivares, viñedos o ganadería), para dar paso a una mayor variedad de cultivos en busca del autoabastecimiento regional (economía autosuficiente, reducción drástica del comercio con el exterior).
Disminución de la mano de obra: Adscripción forzosa y hereditaria de los campesinos a la tierra (muchos esclavos recibieron la libertad jurídica, pero quedaron adscritos a una parcela de tierra con la obligación de pagar renta).
Siglo IV: Para defender las fronteras de las invasiones germánicas, en 293 d. C. el emperador Diocleciano instauró la tetrarquía (gobierno de 4 personas: dos augustos y dos césares), pero la medida provocó guerras civiles y luchas sucesorias.
Con mayor frecuencia se buscaron los servicios de mercenarios germánicos (suevos, vándalos).
Caída del Imperio Romano de Occidente
La llegada de Constantino (emperador 306 – 337 d. C.) estabilizó temporalmente el imperio.
Traslado de la capital al Este (Constantinopla, 330 d. C.).
Invasiones de Tribus Germánicas en Occidente: En Hispania, desde 411 d. C., solo la Tarraconense siguió fiel al imperio. Los suevos se instalaron en Galicia, los vándalos en Bética, y los alanos en Lusitania. La resistencia hispana frente a la conquista romana contrastó con la facilidad con que los bárbaros se apoderaron de la Península.
Los visigodos entraron en Galia y suscribieron un acuerdo con Roma: expulsaron a los vándalos, instalándose en Toulouse.
476 d. C.: Caída del Imperio Romano de Occidente.
Figuras Destacadas
El filósofo Séneca, el poeta Lucano, el poeta Marcial, el geógrafo Pomponio Mela, y el retórico y pedagogo Quintiliano.
Reinos Cristianos y la Reconquista
La Reconquista: Orígenes y Avance
El Origen de los Núcleos Políticos del Norte
Durante la invasión árabe, las zonas del norte de la Península (los antiguos territorios de los galaicos, astures, cántabros, vascones y los hispanorromanos de los Pirineos) quedaron al margen de un control efectivo por parte de los musulmanes. Desde mediados del siglo VIII, en esas zonas fueron surgiendo una serie de núcleos políticos que, con el tiempo, se convertirían en reinos cristianos.
Entre los siglos VIII y X, existió un contraste espectacular entre las zonas cristianas y las musulmanas: a diferencia de Al-Ándalus, la Hispania cristiana era una zona predominantemente rural, sin apenas núcleos urbanos y con escasa circulación monetaria (el comercio funcionaba mayoritariamente a base del trueque). En el ámbito cultural, el contraste era aún mayor.
El Reino de Asturias
El primer núcleo político cristiano, surgido tras la victoria en la Batalla de Covadonga (722 d. C.) de las tropas cristianas bajo el mando de Pelayo. Poco después, al frente de esa entidad política se puso un monarca: Alfonso I (739–757 d. C.).
Alfonso II (791–842 d. C.) estableció la corte en Oviedo y se proclamó heredero del reino visigodo. Durante su reinado se descubrieron en Galicia los supuestos restos del apóstol Santiago. Se inició la actividad repobladora de la ‘tierra de nadie’ en la cuenca del Duero.
Bajo el reinado de Alfonso III (866–910 d. C.), los cristianos llegaron hasta la línea del Duero: Oporto, Zamora, Simancas.
Siglo X: Estancamiento del avance cristiano; el centro político se trasladó a León: el reino pasó a denominarse asturleonés/leonés.
El Condado de Castilla
En el siglo X, el reino Asturleonés se extendía desde el Cantábrico hasta el Duero y desde Galicia hasta el alto Ebro. Por la distancia del centro del poder, en las comarcas orientales aparecieron ciertas tendencias centrífugas que se tradujeron en la formación del Condado de Castilla (la primera mención: en un documento del año 800 d. C.). Fue un territorio fuertemente fortificado (de allí el nombre) y regido por el derecho consuetudinario, no por el *Fuero Juzgo*.
Fernán González (927–970 d. C.): Unificó los condados castellanos en uno, aprovechando las discordias en el reino de León. Es considerado “el padre de la patria castellana”. Logró amplio margen de autonomía política, pero sin independizarse de los reyes leoneses. Pudo transmitir el gobierno del condado a sus herederos.
El Reino de Pamplona (Navarra)
Surgió en tierras pobladas por vascones: pueblos que mantenían fuertes lazos tribales, tenían una larga tradición de autonomía política y vivían básicamente de la ganadería. En la segunda mitad del siglo VIII, este territorio estaba bajo la doble influencia de los francos y de los musulmanes.
A principios del siglo IX, Íñigo Íñiguez instauró una monarquía en aquella zona, con capital en Pamplona.
Sancho Garcés I (905 – 925 d. C.): Incorporó a su reino varios territorios del Alto Ebro (parte de La Rioja).
García Sánchez I (925 – 970 d. C.): Se casó con la heredera del Condado de Aragón: Navarra y Aragón estuvieron unidos durante más de un siglo.
Sancho Garcés III (Sancho el Mayor, 1000 – 1035 d. C.): Convirtió a su reino en el núcleo más importante de la España cristiana de principios del siglo XI.
El Condado de Aragón
Se formó en la zona pirenaica y debe su nombre al río homónimo (afluente del Ebro). Al principio dependía del reino carolingio. Capital: Jaca (la ciudad de Zaragoza todavía estaba bajo dominio musulmán).
- La primera dinastía condal aragonesa comenzó en 828 d. C. con Aznar Galíndez. Con sus herederos –Galindo Aznárez I (844–867 d. C.), Aznar Galíndez II (867–893 d. C.) y Galindo Aznárez II (893–922 d. C.)– el condado extendió sus territorios, reduciendo su dependencia del reino franco.
En 801 d. C., un ejército conjunto de población visigoda y los francos al mando de Luis el Piadoso (hijo de Carlomagno) conquistó Barcelona, que se convirtió en el centro de un condado. Paralelamente, surgieron otros condados en el ámbito catalán (Gerona, Urgel, Cerdaña, Besalú y Ampurias) que formaron parte de la Marca Hispánica del reino franco.
La autoridad máxima la ejercían los condes, representantes de los reyes francos. La relación con el reino franco facilitó la penetración de instituciones feudales europeas.
La Cultura (Siglos VIII – X)
El desarrollo cultural de las zonas cristianas era muy pobre en comparación con Al-Ándalus.
Los principales focos de la cultura eran los monasterios, como el de San Millán de la Cogolla (La Rioja), donde, en el siglo X, en dos manuscritos, aparecieron las llamadas Glosas Emilianenses: los testimonios más antiguos de la naciente lengua castellana.
Avance Cristiano (Siglo XI)
Tras la disolución del Califato de Córdoba (1031 d. C.) y su desintegración en reinos de taifas, el balance de fuerzas en la Península cambió a favor de los cristianos: comenzó su avance hacia el sur (más rápido en la Meseta).
Fernando I ocupó el trono de Castilla con el título de rey. En su enfrentamiento con el rey de León, salió victorioso, proclamándose rey de Castilla y León. Conquistó plazas importantes como Viseo o Coímbra, en el actual Portugal.
El acontecimiento más importante del siglo XI para los cristianos hispánicos: la toma de Toledo (1085 d. C.), que provocó la llegada de los almorávides a la Península: el avance cristiano se estancó temporalmente.
Navarra, Aragón y Cataluña (Siglo XI)
Los progresos de los Estados cristianos orientales en el siglo XI fueron más modestos, sobre todo el de Pamplona. Aragón, convertido en reino durante el reinado de Ramiro I (1035–1063 d. C.), realizó la mayor expansión: incorporó los condados pirenaicos de Ribagorza y Sobrarbe, así como tierras de la cuenca del Ebro.
Cataluña: Realizó ciertos avances (el campo de Tarragona), pero las luchas internas impidieron un progreso más considerable.
El Siglo XII: Equilibrio de Fuerzas
La llegada de los almohades a Al-Ándalus restableció el equilibrio, aunque los cristianos siguieron teniendo la iniciativa.
- 1118 d. C.: Alfonso I de Aragón conquistó Zaragoza.
- El Condado de Portugal se independizó de León (1139–1143 d. C.), convirtiéndose en reino.
- Un matrimonio dinástico entre el conde de Barcelona y la heredera del trono aragonés puso el inicio de la Corona de Aragón.
- Con los tratados de Tudillén (1151 d. C.) y Cazorla (1179 d. C.) entre Castilla y León y la Corona de Aragón, se pactó el reparto de los territorios musulmanes pendientes de conquista.
- Las lenguas vernáculas fueron ganando terreno (surgió literatura en lenguas romances populares).
Siglo XII: Las Ciudades
El desarrollo de las ciudades cristianas fue una de las características fundamentales de este siglo. Creció su número, su población y su importancia en la vida política y económica. Se les otorgaron fueros especiales para atraer nuevos habitantes, aumentó el intercambio monetario y el comercio. En el año 1188 d. C., el monarca leonés Alfonso IX convocó una *Curia Regia* extraordinaria, a la cual, por vez primera, asistieron delegados de algunas ciudades y villas de su reino (burgueses): nacieron las Cortes (el embrión de los futuros parlamentos).
Siglo XIII
La victoria cristiana en la Batalla de las Navas de Tolosa (1212 d. C.) puso fin al dominio de los almohades y selló el destino de las tierras musulmanas peninsulares.
- Terminó la Reconquista para Portugal (1249 d. C.).
- La Corona de Aragón comenzó una rápida expansión: las Baleares (1229 – 1235 d. C., excepto Menorca), Valencia (1238 d. C.), Alcira (1245 d. C.). A partir de ese momento, se puede decir que había acabado la Reconquista también para Aragón que, en adelante, realizaría una expansión mediterránea: Sicilia, Cerdeña, el Reino de Nápoles.
- Castilla y León se unieron definitivamente y pasaron a denominarse Corona de Castilla.
- Fernando III de Castilla, ‘el Santo’ (1217–1252 d. C.), protagonizó la mayor expansión cristiana de esta centuria: Córdoba (1236 d. C.), Jaén (1246 d. C.), Sevilla (1248 d. C.), Murcia (1243 d. C.).
- Se fundaron en Castilla las primeras universidades: el Estudio General de Palencia (1212 d. C.) y el de Salamanca (1218 d. C.).
Alfonso X el Sabio (1252 – 1284 d. C.)
Un monarca culto que sobresalió en todos los ámbitos: la política, la economía, el derecho y, de forma muy especial, como patrocinador de las ciencias y las artes.
Reformador del derecho: Compuso el tratado llamado *Las Siete Partidas* (una enciclopedia jurídica que pretendía reintroducir el derecho romano). Impulsó el empleo del castellano en el ámbito jurídico.
Fundó el Honrado Concejo de la Mesta: un sindicato de pastores de la oveja merina (uno de los pilares de la economía castellana durante los próximos cinco siglos).
Bajo su dirección se compusieron: *Grande e General Estoria* y la *Primera Crónica General de España*. En la poesía, propulsó el uso de la lengua gallega: *Cantigas de Santa María*.
Su interés por las ciencias y las artes le hizo uno de los máximos patrocinadores de la célebre Escuela de Traductores de Toledo.
La Escuela de Traductores de Toledo
Fundada en el siglo XII por el obispo Raimundo.
Reunió a intelectuales de las tres religiones monoteístas que traducían obras del árabe al latín (Avicena, Algazel, o clásicos griegos como Euclides, Hipócrates, Ptolomeo, Aristóteles). A esa escuela acudieron intelectuales de toda Europa occidental. Fue una de las puertas de entrada del álgebra y la trigonometría a Europa occidental, así como de la numeración arábiga.
En la época de Alfonso X el Sabio, las traducciones pasaron a hacerse al castellano. Se tradujeron muchas obras científicas, pero también literarias de origen oriental (*Calila e Dimna*).
Tiempos de Crisis: El Siglo XIV
La decimocuarta centuria en toda Europa fue marcada por la epidemia de Peste Negra de 1348, en combinación con una serie de malos años para la agricultura, con la consiguiente crisis demográfica y económica.
Todos esos problemas permitieron la supervivencia del último reducto musulmán en tierras ibéricas: Granada.
Se rompió la convivencia pacífica con los judíos: se los culpó, entre muchos otros pecados, de haber provocado la epidemia de Peste Negra. La culminación llegó en 1391 d. C., cuando se les dio la posibilidad de elegir entre convertirse al cristianismo o morir.
En el campo de la literatura destacan dos figuras: Don Juan Manuel (*El Conde Lucanor*) y Juan Ruiz, Arcipreste de Hita (*Libro de Buen Amor*).
Siglo XV: Fin de la Reconquista
Un siglo de recuperación demográfica y económica para Castilla (la población llegó a los 4 millones de habitantes). En este siglo se buscó un centro estable del poder regio: la ciudad de Valladolid llegó a desempeñar *de facto* este papel. Fue la época en que, según algunos historiadores, apareció un sentimiento de carácter protonacional.
En la Corona de Aragón, llegó al poder la dinastía de los Trastámara, de origen castellano. Siguió la expansión mediterránea: se incorporó el Reino de Nápoles (1443 d. C.). Los dominios italianos propiciaron la penetración de las ideas del humanismo en el campo de la cultura, primero en la Corona de Aragón y, poco después, en Castilla.
En 1492 d. C., terminó la Reconquista para Castilla. La Península entró en la época moderna.
Al-Ándalus: Esplendor y Ocaso Musulmán
(711 – 1492 d. C. / Expulsión de los moriscos en 1609 d. C.)
La Expansión Árabe en el Siglo VII
Inmediatamente después de la muerte del profeta Mahoma en 632 d. C., comenzó la expansión vertiginosa de los árabes musulmanes por la Península Arábiga y fuera de ella. Un factor determinante para su éxito fulminante fue la coyuntura internacional: las dos grandes potencias del momento –Bizancio y Persia– se habían desangrado mutuamente en la guerra a principios del siglo VII. Los árabes conquistaron sin mucho esfuerzo Siria, Palestina, Persia y Egipto. En menos de un siglo crearon un imperio desde la India y Afganistán al este hasta Marruecos y la Península Ibérica al oeste.
La dinastía de los Omeya: fundada en 661 d. C. en Damasco por Muawia.
La expansión por el norte de África: Alejandría (642 d. C.), Cartago (698 d. C.), Hispania (a partir de 711 d. C.).
Las tribus bereberes islamizadas del norte de África desempeñaron un papel crucial en la conquista de la Península Ibérica.
- *Ŷazirat al-Andalus* (‘la isla de Al-Andalus’): el nombre con que los árabes designaron la Península.
El término *Andalus* no es una palabra árabe. Podría derivarse de: 1) vándalo (*Portus Vandalus*: la actual ciudad de Tarifa); 2) corrupción del nombre *Atlantis* (la Atlántida); 3) de una palabra copta que significaría ‘occidente’.
En la época andalusí, sirvió para referirse a toda la Península, no solo a los dominios musulmanes.
La Conquista
Los judíos recibieron a los invasores con los brazos abiertos, por las persecuciones que habían sufrido en los últimos años del reino visigodo. La población local hispanovisigoda también los recibió como salvadores, por las presiones fiscales de las que habían sido objeto bajo el régimen visigodo. Las nuevas autoridades se comprometieron a respetar las propiedades de los que se sometieron voluntariamente al dominio musulmán. La huida de los grandes terratenientes visigodos al norte dejó en manos musulmanas importantes propiedades que fueron distribuidas de acuerdo con criterios políticos y étnicos.
La Sociedad Andalusí
Desde los primeros años de la conquista se formó un complejo mosaico de etnias y castas:
- Árabes: la minoría dominante y privilegiada.
- Bereberes: la mayoría de la población musulmana que se iría arabizando con el transcurso del tiempo.
- Muladíes: población local islamizada; por lo general, la islamización fue voluntaria (sobre todo por las ventajas fiscales que este acto comportaba).
- Mozárabes: cristianos que permanecieron en tierras musulmanas.
- Judíos (sefardíes).
- Esclavos de la más variada procedencia (africanos, cristianos europeos, eslavos de Europa central…).
Emirato Omeya Dependiente de Damasco (714 – 756 d. C.)
La etapa final de la expansión al norte: los cristianos detuvieron el avance musulmán en las montañas de Asturias (Covadonga, 722 d. C.) y en Galia (Poitiers, 732 d. C.).
Córdoba: la capital del emirato de Al-Ándalus, dependiente de los Omeyas de Damasco.
La minoría árabe ocupó las zonas fértiles (los valles del Guadalquivir y el Ebro, Extremadura), mientras los bereberes se instalaron en las áreas menos productivas de la Meseta.
Creación de una zona despoblada entre las zonas cristianas y el emirato: el valle del Duero (conocida como «tierra de nadie»).
El Emirato Independiente (756 – 929 d. C.)
En 750 d. C., un golpe de Estado en Damasco: los Abbasíes derrocaron a los Omeya, los eliminaron físicamente y trasladaron la capital del Califato a Bagdad.
Un superviviente de la familia Omeya llegó a Al-Ándalus y consiguió hacerse con el poder, proclamándose emir independiente de Bagdad bajo el nombre de Abd al-Rahman I (gobernó 756 – 788 d. C.).
En este período se construyó la Mezquita de Córdoba.
Abd al-Rahman I (Abderramán I) organizó administrativa y militarmente el emirato, estableciendo tres marcas (regiones fronterizas): Superior (Zaragoza), Media (Toledo) e Inferior (Mérida).
Inicios de la Reconquista Cristiana
Caótico en el principio, el proceso de recuperación de los territorios perdidos por los cristianos, conocido como la Reconquista, despegó con fuerza tras el descubrimiento, alrededor de 813 d. C., de la supuesta tumba del Apóstol Santiago en Galicia.
Los cristianos utilizaron las luchas internas entre los musulmanes para ir avanzando lentamente hacia el sur.
Política cristiana de repoblación de las tierras de nadie, concediendo privilegios a los habitantes dispuestos a asentarse en zonas fronterizas.
El Califato de Córdoba (929 – 1031 d. C.)
El Siglo X: el momento de esplendor de Al-Ándalus (el Estado más fuerte de todo el Occidente europeo).
Abd al-Rahman III (Abderramán III) (gobernó 912 – 961 d. C.): se proclamó califa (929 d. C.). Gobernó desde su palacio en *Madinat al-Zahra* (Medina Azahara), cerca de Córdoba.
Las ciudades andalusíes volvieron a florecer, por reintegrarse otra vez en el comercio mediterráneo. Se observó un gusto andalusí por la vida urbana, a diferencia de las zonas cristianas (rurales). Se recuperó y desarrolló la red de calzadas romanas que propiciaron el comercio.
Auge Cultural en Tiempos del Califato
La prosperidad económica se tradujo en florecimiento de la cultura (libre circulación de mercancías, libros e ideas).
El segundo califa –Al-Hakam II (Alaquén II) (gobernó 961–976 d. C.)– reunió una impresionante biblioteca (más de 400.000 volúmenes).
Florecieron las ciencias: las matemáticas (álgebra, trigonometría), la física (especialmente la óptica), la astronomía, la química, la náutica, la filosofía. Nació la poesía hispanomusulmana: el *zéjel* y la *moaxaja* (que suele terminar con una estrofa en mozárabe llamada *jarcha*).
El Fin del Califato: Los Primeros Reinos de Taifas
Tras la muerte de Al-Hakam II (976 d. C.), el califato entró en crisis política. En 978 d. C., Al-Mansur (Almanzor) dio un golpe de Estado, reduciendo al califa Hisham a una figura simbólica. Emprendió campañas militares contra los reinos cristianos, llegando a destruir Santiago de Compostela. Siguió una guerra civil, en la que cada provincia buscó su independencia. En 1031 d. C., una asamblea de notables disolvió el califato. Se formaron los reinos de taifas. Durante un tiempo, las taifas más militarizadas de Zaragoza, Toledo y Mérida sirvieron de escudo contra los reinos cristianos. Continuó la época dorada de la cultura.
El Imperio Almorávide
En 1085 d. C., el rey Alfonso VI de León y Castilla ocupó Toledo.
Al año siguiente, del norte de África llegaron los almorávides: bereberes nómadas del desierto que habían creado un imperio islámico extremadamente rigorista, con capital en Marrakech (fundada por ellos en 1062 d. C.).
Consiguieron reunificar Al-Ándalus bajo su poder, pero no lograron su principal objetivo: recuperar la ciudad de Toledo.
Primeras persecuciones de las minorías mozárabe y hebrea. La vida cultural experimentó un considerable retroceso.
Ruy Díaz de Vivar (el Cid) conquistó Valencia en 1094 d. C. y gobernó allí hasta su muerte en 1099 d. C.
1118 d. C.: Alfonso I de Aragón conquistó Zaragoza.
1144 y 1145 d. C.: Rebeliones populares pusieron fin al dominio almorávide en Al-Ándalus.
Los Almohades (Siglo XII)
Otro imperio norteafricano, pero de bereberes de montaña (el Atlas). En su origen fueron un movimiento religioso rigorista (*al-Muwahhidun*: ‘defensores de la unidad’).
1147 d. C.: Ocuparon Marrakech, poniendo fin al Estado almorávide.
1163 – 1184 d. C.: El dirigente almohade unificó lo que quedaba de Al-Ándalus musulmán. Pusieron sitio a Toledo, pero no consiguieron conquistarlo.
1212 d. C.: Batalla de las Navas de Tolosa, donde el ejército unido de León, Castilla, Navarra y Aragón derrotó a los almohades.
Terceros Reinos de Taifas: El Ocaso de Al-Ándalus
Tras la conquista de Sevilla (1248 d. C.) por el rey Fernando III de Castilla (el Santo), la mayor parte de Andalucía pasó a manos cristianas. Solo la taifa de Granada sobreviviría dos siglos más (hasta que fue conquistada por los Reyes Católicos en 1492 d. C.). La presencia musulmana en la Península continuó hasta la expulsión definitiva de los moriscos en 1609 d. C.