Historiografía: Género narrativo en prosa


HISTORIOGRAFÍA

Género narrativo en prosa. Las obras historiográficas relatan acontecimientos (bélicos, sociales, políticos) del pasado más o menos remoto, que se consideran dignos de ser recordados, siguen un orden cronológico y son susceptibles de tratamiento literario. También conlleva una visión del mundo racionalista: el historiador debe tratar de justificar el por qué de los hechos ocurridos. Inicialmente, para los griegos el término historia designaba en general el conocimiento adquirido por descubrimiento personal y en particular la búsqueda o investigación de un escritor sobre algo que sucedió como consecuencia de la intervención del hombre. Pero esto no implicaba una referencia a hechos acontecidos en el pasado más o menos próximo. La idea de que la historiografía se ocupa de los acontecimientos ordenados con un criterio cronológico es posterior. En los territorios griegos de Jonia, en el siglo VI a.C., surgió el interés por describir lugares, costumbres y tradiciones de otros lugares en relatos escritos en prosa. Los escritores de estos relatos intentaban narrar los acontecimientos con cierta pretensión de veracidad. En esta primera etapa no podemos hablar todavía de obras rigurosamente históricas; pero sí sabemos que se abrió el camino hacia una manera de escribir Historia en consonancia con el espíritu racionalista griego que desde Jonia se extendía a otros ámbitos de la actividad intelectual, como la Filosofía. Se rompía con todo ello una tradición en la que el relato de acontecimientos referidos al pasado era privativo de la poesía épica que no distinguía bien entre los episodios legendarios y los acontecimientos realmente ocurridos. El paso hacia una historia que intenta dar una descripción global de las transformaciones de una sociedad y de sus causas se debió de producir en Grecia. Heródoto y Tucídides fueron los primeros historiadores de la antigüedad y sería también un griego, Polibio, quien introduciría la literatura historiográfica de cuño griego en Roma.

Características

Se observa un gran contraste entre la importancia que se da a los elementos míticos en la obra de Heródoto, más apegado a la tradición, y los autores posteriores, más racionalistas. En general, los historiadores griegos intentan dar una descripción global de las transformaciones sociales y de sus causas, comparten la misma pretensión de objetividad y el deseo de extraer lecciones morales del estudio de los grandes acontecimientos. Los historiadores tienen conciencia de que cuentan con un público lector al que dirigen su obra; para agradarle, ponen al servicio de su obra todos los elementos que la retórica proporcionaba a los oradores.

Heródoto

(484-425 a.C.) está considerado como el Padre de la Historia. Nació en Halicarnaso, en Asia Menor, pero fue un viajero infatigable. Hacia el 447 a.C. vivió en Atenas, centro cultural del mundo griego; allí conoció a los autores más importantes de su tiempo y a Pericles. En el 443 a.C. se instaló en la colonia griega de Turios, fundada en el sur de Italia. Se dedicó el resto de su vida a completar su gran obra, conocida como Historias, escrita en 9 libros que iba leyendo en público según los iba redactando. El tema central de su obra son las guerras entre persas y griegos, las Guerras Médicas que tuvieron lugar en la primera mitad del siglo V a.C. Pero antes narra las historias de los países cercanos a Grecia y que tuvieron cierto papel en la contienda y cuenta infinidad de noticias y anécdotas; son dignos de mención los relatos sobre Egipto. Escribió en dialecto jonio, con un lenguaje claro y sencillo y un estilo ameno. Su pensamiento es contemporáneo y racional, aunque en su obra el elemento mítico es todavía muy importante (por ejemplo, afirma que las causas del conflicto entre Grecia y Asia son los míticos raptos de mujeres, llevados a cabo por dioses y héroes). Heródoto creía que el Universo estaba regido por el destino y el azar y que nada en los asuntos humanos es estable. Para Heródoto, la elección moral era importante ya que los dioses con frecuencia castigan la arrogancia. Esta tendencia a buscar lecciones morales en los acontecimientos del pasado es la base de la historiografía griega y más tarde de la romana.

Tucídides

(490-395 a.C.) nació en Atenas y vivió los acontecimientos de las Guerras del Peloponeso entre Atenas y Esparta. Fue general y sufrió un destierro de 20 años por llegar tarde a la defensa de una fortaleza. Durante su destierro se dedicó a escribir sobre estos hechos contemporáneos porque reconoció su importancia histórica y quiso analizar su desarrollo y sus consecuencias. Regresó a Atenas al final de la guerra (404 a.C.). No llegó a terminar su obra, llamada Historia de las Guerras del Peloponeso, pero sin duda es el primer ejemplo de historia realizada de forma científica y rigurosa, con un exhaustivo análisis de las causas que provocaron los distintos acontecimientos. Tucídides muestra en su obra un conocimiento práctico de la ciencia política y militar. Se interesó principalmente por el aspecto militar de la contienda, que presentó en un estilo conciso, lúcido y a veces difícil, con sintaxis compleja, ya que escribió para un público de elevada cultura. Escribió en dialecto ático con influencia del jónico. Se observa una constante búsqueda de objetividad. Se basó en sus propias observaciones y en las declaraciones hechas por otras personas, testigos de los sucesos, cuyas declaraciones no duda en contrastar. Para dar mayor intensidad a su historia, puso en boca de los protagonistas de la guerra discursos retóricos y dramáticos que permiten analizar los sentimientos públicos y valorar los asuntos que estaban en juego. Su preocupación por la objetividad ejerció gran influencia sobre los historiadores grecorromanos posteriores, como Polibio y Dión Casio.

Jenofonte

(430-354 a.C.) ateniense; formó parte del círculo de jóvenes que siguieron las enseñanzas de Sócrates. Vivió el declive de Atenas, se sintió defraudado por la democracia y fue un gran admirador de Esparta. Su obra histórica Helénicas es una especie de continuación de la obra de Tucídides, aunque no tiene el rigor de su predecesor. Omite acontecimientos que no le interesa mostrar y es claramente favorable a los espartanos; pero su estilo es más sencillo y es un gran maestro en la descripción clara de escenas y personajes. Escribió otras obras más personales, como Anábasis, un relato de su experiencia como soldado mercenario del príncipe persa Ciro en la llamada Expedición de Los Diez Mil en la que cuenta la retirada de los soldados griegos cuando sus oficiales fueron asesinados por el sátrapa persa Tisafernes. Las fuertes tendencias proespartanas y la exageración de los hechos rebajan el valor de sus obras históricas.

Oratoria

Es el arte de hablar en público, práctica ya presente en los poemas homéricos. Estaba enriquecida por las especulaciones filosóficas. Los primeros oradores sentaron los principios de la oratoria política y judicial, fueron Corax y Tisias que con ellos aparece la retórica como arte que establece los principios teóricos en que se basa la oratoria. Cultivan también la doctrina del fundamento de la credibilidad y estructuraron el discurso en tres partes: introducción, debate y conclusiones. La entrada oficial de la retórica siciliana en Atenas tuvo lugar en 427; en definitiva, hubo una elocuencia solo hablada y en gran parte improvisada, después se organiza la oratoria como arte y por ello con carácter literario, confiada a la escritura tras su ejecución oral. Esta primera retórica se nutría de los materiales que tenía a mano (poesía, filosofía) y al mismo tiempo influía sobre ellos. Hasta cierto punto, la retórica griega es la evolución de la vieja poesía hímnica que hasta entonces se encargaba de elogiar a dioses y hombres en distintos y variados géneros. Por esta razón, los antiguos consideraban a determinados héroes y dioses como los primeros oradores griegos y a Homero como el inventor de la retórica. Los sofistas fueron el núcleo de este grupo que llevaron a cabo una verdadera revolución cultural, la cual se ha denominado la Ilustración griega. El sofista era capaz de sostener un debate sobre cualquier tema y en cualquier situación. Es a partir de la sofística cuando la gramática entra en la educación. Tanto Gorgias como Protágoras crearon modelos oratorios muy acabados que sirvieron de pauta para discursos posteriores. En los discursos de Gorgias se encuentran ya los principales elementos que después aparecerán en discursos fúnebres y laudatorios. De la teoría retórica de Gorgias destaca la sistematización de lo que él mismo llamó ‘figuras gorgianas’. Además del colorido general poético de su estilo por el empleo de palabras seleccionadas, las principales figuras por él usadas eran la antítesis, la isocolia y el homoteleuton. Al convertirse la oratoria en un producto artístico, toda la prosa quedó impregnada de elementos retóricos y también la poesía se vio influenciada especialmente en el teatro. Precisamente, la influencia retórica fue una de las causas decisivas en la decadencia de la tragedia y de otros géneros poéticos. Aristóteles clasificó la oratoria en tres géneros: Política, Judicial y Demostrativa.

Oratoria Judicial

Los discursos forenses eran escritos por profesionales para que los pronunciaran los propios interesados. A estos profesionales se les llamó logógrafos. El primero en iniciar esta actividad fue Antifonte de Ramnunte. De él nos quedan las Tetralogías. Las partes del discurso son: Introducción (exordium), Narración con las circunstancias y exposición de los hechos (narratio), Establecimiento del tema (constitutio causae), Presentación de los argumentos (confirmatio), Refutación de los argumentos del adversario (refutatio), Ampliación y digresión (amplificatio), Peroración o discurso conclusivo (peroratio). La oratoria forense alcanza con Lisias su cumbre. La elocuencia de Lisias se basa en hechos. Se expresa con sencillez, sin adornos y confía su propio valor a la impresión de una naturalidad inmediata y espontánea: pureza de la lengua ática.

Oratoria Política

El máximo representante fue Demóstenes. Tuvo que ganarse la vida con el oficio de logógrafo. A sus 30 años publicó su primer discurso político conservado ‘Sobre las simmorías’. Desde el 351 y durante una década, Demóstenes fue el alma de la oposición a Filipo. En estos años escribió 4 violentas y ardientes arengas, conocidas por el nombre de ‘Filípicas’, con las que los atenienses despertaron de su letargo y concertaron alianzas con los tebanos para enfrentarse a Filipo. El estilo de Demóstenes sintoniza muy bien con lo que dice. A pesar de la impresión de sinceridad y de espontaneidad que deja en el oyente, revela un atento estudio y un gran esmero en evitar el hiato. Es un estilo vigoroso y severo.

Oratoria de Aparato

El mayor cultivador fue Isócrates, que ejerció la logografía durante la primera década del siglo IV. Creó una escuela de retórica de donde surgieron toda una pléyade de grandes personalidades no solo literarias sino también políticas. Fue quizá el pensador político más influyente del siglo IV, pero sobre todo fue un gran artista de la prosa griega a la que llevó al más alto grado de perfección siguiendo la tradición de su maestro Gorgias y dotó de una estructura con ritmo propio, mezcla de poesía y prosa.

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *