A partir del siglo X, la hegemonía musulmana comenzó a ser cuestionada por los reinos cristianos. Las Coronas de Castilla y Aragón lideraron este proceso. El objetivo de la expansión era expulsar a los musulmanes y adentrarse en el Mediterráneo Occidental y en el norte de África. Ambas coronas intentaron, de distinta manera, consolidar el poder real frente al de la nobleza, cuyo poder iba aumentando.
En cuanto al mapa político del siglo XIII, en la zona occidental se encontraban tres núcleos políticos: Portugal (con su propia historia), Castilla y León (que se unieron y desunieron durante los siglos XI y XII). En la zona oriental, se encontraba la Corona de Aragón, formada por Aragón, Valencia, Cataluña y Baleares. En el siglo XIII, la Reconquista casi había terminado. Durante el siglo XIV, el avance se ralentizó y se centraron en conquistar el Estrecho de Gibraltar.
Desarrollo
1. Estructura Política de Castilla
Su organización territorial era muy compleja. La Corona de Castilla estaba formada por el Reino de Granada, el Señorío de Vizcaya, los territorios de Álava y Guipúzcoa, y los territorios conquistados a los musulmanes. Durante el reinado de Fernando III, se produjo la unificación definitiva de Castilla y León, lo cual permitió la conquista de Extremadura, Murcia y el Valle del Guadalquivir.
Alfonso X «el Sabio» fue el gran impulsor de la transición del feudalismo al Estado moderno, en el que el poder del clero y la nobleza se sometía al poder real. El final de su reinado se vio complicado por una cuestión sucesoria que hizo que la nobleza se opusiera al reforzamiento de la autoridad real. En cuanto a la política, hubo varias crisis durante los siglos XIV y XV. Castilla fracasó en su intento de anexión con Portugal en la Batalla de Aljubarrota (1385).
Hubo una guerra civil entre Pedro I y Enrique de Trastámara a finales del siglo XIV, que llevó a la dinastía Trastámara al trono. Esta dinastía intentó reforzar el poder, lo cual causó enfrentamientos con la nobleza. En el siglo XV, Juan II y Enrique IV tuvieron conflictos tras los que la nobleza reforzó su poder. Su política exterior se centró en la conquista de las costas africanas y las Islas Canarias, compitiendo con Portugal por las líneas de expansión.
Instituciones de Gobierno en Castilla
- El Consejo Real: asesoraba al rey en su gobierno.
- La Audiencia Real: impartía justicia.
- La Hacienda Real: administraba los impuestos.
- Las Cortes: creadas en 1188, estaban formadas por la nobleza, el clero y los representantes de las ciudades. Eran subordinadas al rey y aprobaban sus propuestas, aunque también podían hacerle peticiones. Tuvieron su auge en el siglo XIV, pero perdieron poder en el siglo XV; el rey solo las convocaba para tomar juramento al heredero y aprobar los impuestos, y la nobleza y el clero dejaron de acudir.
- Los Concejos: ayuntamientos formados por regidores y representantes del rey, encargados de la administración local.
- Los Corregidores: creados en el siglo XIV, representaban al rey en las ciudades y tenían funciones judiciales y militares.
Para fortalecer el poder real, se crearon el Fuero Real y las Siete Partidas. Estos eran textos jurídicos basados en el derecho romano que defendían la supremacía real absoluta, lo cual causó enfrentamientos con la nobleza. También se intentó crear un ejército de mercenarios y una burguesía formada por expertos y letrados.
2. Estructura Política de Aragón
Respecto a su expansión exterior, Jaime I conquistó Valencia. Al no poder seguir hacia el sur debido a pactos con Castilla, se adentró en el Mediterráneo. Conquistó Baleares, Sicilia y Cerdeña (1284). Intervino en la creación del Ducado de Atenas y Neopatria, donde se mantuvo hasta 1390. Esta política de expansión chocó con los intereses de Francia y el Papado, comenzando así una lucha con Francia por los territorios italianos. Como último impulso imperialista, Alfonso V «el Magnánimo» anexionó Nápoles a la Corona en 1443.
La Corona de Aragón se caracteriza por los enfrentamientos entre la monarquía, que quería aumentar su poder, y la nobleza, que quería mantener sus privilegios. Debido al alto coste económico de las expediciones por el Mediterráneo, la monarquía se vio obligada a pedir ayuda al clero y la nobleza, convirtiéndose así en una monarquía pactista. Tuvo que aceptar la creación de la Generalitat Catalana.
Hubo una gran crisis tras la muerte de Martín «el Humano» (1410), que se solucionó con el Compromiso de Caspe (1412), por el cual se le otorgaba la corona a Fernando I de Antequera (de la Casa de Trastámara), quien intentó reforzar la autoridad real, lo cual ocasionó enfrentamientos entre la monarquía y el clero. La guerra entre Juan II y la nobleza y el clero, así como el conflicto de los remensas del campo y el de la Busca y la Biga, dejaron el principado destrozado.
Instituciones de Gobierno en Aragón
En cuanto a las instituciones, cada reino mantenía las suyas propias. La monarquía, por tanto, debía pactar con la nobleza, el clero y las ciudades para tomar decisiones.
- El Consejo Real: asesoraba al gobierno.
- La Audiencia Real: impartía justicia y limitaba el poder del rey.
- La Hacienda Real: administraba los impuestos y estaba controlada por las Generalidades y Diputaciones.
- Las Cortes: creadas en el siglo XIV en Cataluña, Aragón y Valencia. Eran asambleas estatales formadas por representantes de los estamentos privilegiados y patriciados urbanos. Eran temporales y se convocaban cuando era necesario. Aprobaban impuestos y propuestas del rey, y podían hacerle peticiones. Estaban controladas por la nobleza y el clero, quienes limitaban y controlaban el poder real y velaban por sus intereses. Más tarde se convertirían en la Generalitat de Cataluña, la Generalitat de Valencia y la Diputación del Reino de Aragón.
- El Lugarteniente General: representaba al rey en las ciudades.
- El Justicia de Aragón: un juez noble que velaba por los intereses de la nobleza.
- Los Municipios: órganos de poder con dos modelos: el aragonés, presidido por un alcalde nombrado por el rey, y el catalán, cuyos miembros del consell estaban formados por la Busca y la Biga.
Conclusión
Al final de la Baja Edad Media, Castilla y Aragón se vieron inmersas en tensiones debido a los enfrentamientos entre la monarquía, la nobleza y las ciudades. Castilla, pese al reforzamiento del poder real y la administración, no pudo evitar las sublevaciones y enfrentamientos con la nobleza. En su política exterior se centró en conquistar el Reino Nazarí de Granada y las rutas marítimas del Atlántico.
Aragón intentó reforzar el poder real, lo cual causó problemas con la oligarquía urbana y la nobleza barcelonesa. Estos conflictos no se superarían hasta la llegada de los Reyes Católicos, quienes unificarían el territorio y establecerían una monarquía autoritaria.