La Divina Comedia de Dante: Viaje, Estructura y Simbolismo de los Reinos del Más Allá


La Divina Comedia: Origen y Estructura

La obra fue escrita entre 1304 y 1321, año en que Dante Alighieri falleció. El epígrafe reza: «Incipit comoedia Dantis Alighieri, florentini natione non moribus» (Aquí comienza la comedia de Dante Alighieri, florentino de nacimiento, no de costumbres).

El título original de la obra es La Comedia. Dante la denominó así porque, en su época, la clasificación de una obra literaria se basaba más en su contenido que en su forma. Se consideraba ‘comedia’ a aquella narración que comenzaba en la desgracia y culminaba de manera feliz, a diferencia de las tragedias, que iniciaban en un estado de equilibrio y terminaban en la desdicha. La obra inicia en la desgracia, con Dante perdido en la ‘selva oscura’, símbolo del pecado y la confusión. Sin embargo, tras superar diversas pruebas y purificaciones, alcanza la felicidad más absoluta al unirse a Dios.

El adjetivo ‘Divina’ fue añadido posteriormente, en el siglo XVI, debido a la magnificencia de su estructura, la presencia de divinidades, su carácter sagrado y su innegable belleza estética. Giovanni Boccaccio, un profesor de literatura en Florencia, comenzó a referirse a ella como La Divina Comedia en sus enseñanzas, popularizando así el nombre.

La Divina Comedia es un extenso poema (14.333 versos) que narra el viaje de Dante (autor y personaje) a través de los tres reinos del más allá. Está escrita en estrofas de tres versos endecasílabos, conocidas como terza rima en toscano-florentino y tercetos encadenados en español. En la terza rima, el primer verso rima con el tercero, mientras que el segundo queda libre y establece la rima para el terceto subsiguiente. En las traducciones al español, a menudo se opta por la prosa para mantener el sentido, aunque la estructura original es en verso.

Su estructura externa se compone de tres cánticas, cada una correspondiente a un reino del más allá según la cosmovisión cristiana: el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. Cada cántica se divide en 33 cantos, pero la primera (el Infierno) incluye un canto introductorio que sirve de preámbulo a toda la obra. Así, el poema suma un total de 100 cantos (uno introductorio y 33 por cada cántica).

Simbolismo Numérico en la Obra

En la Edad Media, la numerología (o cabalística en un sentido más amplio) era una disciplina de gran importancia, que asignaba valores y significados simbólicos a los números. El número tres, símbolo de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo), es de suma importancia: hay tres cánticas (tres reinos), cada una con 33 cantos, y tres versos por estrofa. Además, los personajes principales son tres: Dante, Beatriz y Virgilio.

Otro número significativo es el nueve, múltiplo de tres y considerado sagrado por ser el tres ‘potenciado’ (3×3). El Infierno tiene forma de cono invertido, dividido en nueve círculos, cada uno destinado a un pecado diferente. Asimismo, el Purgatorio cuenta con nueve cornisas y el Paraíso con nueve esferas celestiales o cielos.

El número uno simboliza la unicidad de Dios, quien es un ser único y, a la vez, Padre, Hijo y Espíritu Santo. El uno se manifiesta en la cantidad total de cantos: 100. El cien, con sus dos ceros, representa la unicidad de Dios y su carácter de eternidad e infinitud.

Cosmografía Dantesca: Ubicación de los Reinos

El Infierno y el Purgatorio se sitúan en la Tierra, mientras que el Paraíso se encuentra en el cosmos. Claudio Ptolomeo (siglo II d.C.) estableció el sistema geocéntrico, que postulaba una Tierra esférica e inmóvil en el centro del universo, alrededor de la cual giraban los planetas, el Sol y las estrellas. Esta concepción fue adoptada por Dante.

Según la cosmografía dantesca, influenciada por su residencia en Florencia, al norte se ubicaba Jerusalén. Debajo de esta ciudad se extendía el gran abismo del Infierno, en forma de cono invertido, que llegaba hasta el centro de la Tierra, donde se encontraba Lucifer (Satanás) en su vértice más profundo. Al sur de Florencia, en una posición diametralmente opuesta, se alzaba la montaña del Purgatorio, ubicada en una isla del hemisferio austral. Al este se encontraba el río Ganges y al oeste, el estrecho de Gibraltar, conocido en la época como las Columnas de Hércules.

El Infierno de Dante: Características y Castigos

En el Infierno predomina la oscuridad. Es un cono invertido dividido en nueve círculos que se extienden hasta el centro de la Tierra. En cada círculo se castiga un pecado diferente, siguiendo las tendencias viciosas del alma humana según la clasificación aristotélica. Cuanto más profundo se desciende, menor es el espacio, más grave es el pecado y mayor es el castigo y la culpa.

Clasificación de los Pecados según Aristóteles

El criterio de gravedad del pecado depende del grado de conciencia con el que el pecador lo comete. Las tendencias viciosas, según Aristóteles, son la incontinencia, la bestialidad y la malicia.

Pecados de Incontinencia

En la incontinencia, el pecador se deja llevar por un impulso, siendo el pecado la incapacidad de ponerle fin. Ejemplos son la gula o la lujuria, donde no se controla el impulso carnal o sexual.

Pecados de Bestialidad

En la bestialidad, el grado de conciencia es mayor que en la incontinencia, pero menor que en la malicia (un nivel intermedio). Por ejemplo, la violencia implica una mayor consciencia, no es un mero dejarse llevar.

Pecados de Malicia

Los pecados de malicia son aquellos que se cometen con un altísimo grado de conciencia. El pecador suprime la emoción y pone su intelecto al servicio del mal, planeando deliberadamente cómo dañar a otros, a sabiendas de que sus acciones son incorrectas. Poseen un grado óptimo de conciencia.

Los Círculos del Infierno y sus Condenados

  • El Vestíbulo: Los Indiferentes

    En el Vestíbulo (que no es un círculo propiamente dicho) se encuentran los indiferentes, aquellos que en vida nunca se preocuparon por nada. Para Dante, ni siquiera merecían un lugar en el Infierno. Su castigo es ser picados eternamente por avispas y moscardones, mientras su sangre corre por sus cuerpos desnudos, y deben correr sin cesar detrás de una bandera blanca.

  • Primer Círculo: El Limbo (No Bautizados)

    En el primer círculo, el Limbo, se hallan los no bautizados: tanto niños que murieron antes de recibir el sacramento como aquellos que vivieron antes de Cristo. No son castigados, pero tampoco son premiados con la presencia de Dios.

  • Círculos de Incontinencia (2º al 5º)

    Del segundo al quinto círculo se castigan los pecados de incontinencia. En orden descendente, se encuentran: los lujuriosos, los glotones (gula, quienes comen sin hambre), los avaros y pródigos (avaricia, el ansia de retener y no dar, o quienes derrochan), y los iracundos (quienes se enojan con facilidad).

  • Círculos de Bestialidad (6º y 7º)

    En el sexto círculo se encuentran los herejes (aquellos que, siendo católicos, adoptaron otras creencias). En el séptimo círculo se castigan los pecados de violencia. Estos corresponden a los pecados de bestialidad.

  • Círculos de Malicia (8º y 9º)

    En los dos últimos círculos se castigan los pecados de malicia: en el octavo, los fraudulentos; y en el noveno, los traidores.

Tipos de Castigo: Similitud y Oposición

Las almas pecadoras son castigadas principalmente de dos formas, a menudo por similitud con el pecado cometido. Por ejemplo, los lujuriosos, que en vida no pudieron frenar su pasión y se dejaron arrastrar por ella, son en la muerte arrastrados sin cesar por un viento impetuoso, chocando contra las paredes del Infierno. Este castigo es por similitud: así como en vida se dejaron llevar por la pasión, en la muerte son arrastrados por un torbellino incontrolable.

La segunda forma de castigo es por oposición al pecado cometido. Un ejemplo es el castigo de los indiferentes en el Vestíbulo: en vida nunca se movieron por nada, y ahora corren sin propósito detrás de una bandera blanca, siendo aguijoneados por avispas y moscardones. Este castigo es por oposición: como en vida no se comprometieron con nada, en la muerte persiguen algo sin sentido. No son dignos de ser recibidos ni en el Cielo ni en el Infierno, precisamente por su inacción.

Atmósfera y Escenografía Infernal

En el Infierno predomina la oscuridad, reflejo de la condición moral del alma pecadora. Dado que el entorno está en penumbras, el sentido del oído adquiere un papel crucial: se escuchan gritos, aullidos, llantos, quejas e insultos a Dios.

Es el reino con la escenografía más rica, presentando tumbas, puertas, castillos, murallas, torres, entre otros elementos. También se encuentran animales como avispas, serpientes y gusanos, y seres mitológicos como Caronte (el barquero que cruza el río Aqueronte para llevar las almas al Infierno) y Minos (una criatura mitológica con una cola que, según el pecado cometido, enrolla para indicar el círculo al que debe ir el condenado). Lo más ‘terrible’ del Infierno es su carácter eterno: no hay esperanza. En la puerta del Infierno se lee la inscripción: «¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!», a diferencia del Purgatorio, donde sí existe la esperanza de redención.

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *