Descubrimiento y Colonización Inicial (Siglo XV)
Desde la conquista de las Islas Canarias en 1402, los castellanos comenzaron a explorar rutas en el Atlántico, aunque los portugueses dominaban las vías marítimas. Cristóbal Colón presentó su propuesta primero a la corte portuguesa y luego a los Reyes Católicos, basada en la esfericidad de la Tierra. Colón sugirió una nueva ruta hacia el oeste para llegar a Asia, en busca de oro y especias, sin necesidad de rodear África. En 1492, tras firmar las Capitulaciones de Santa Fe, Colón zarpó de Palos de la Frontera con tres naves:
- La Pinta
- La Niña
- La Santa María
El 12 de octubre alcanzaron tierra, en lo que hoy se conoce como las islas del Caribe. Realizó tres expediciones más, llegando a diferentes puntos del continente americano, sin saber que había descubierto un nuevo continente. En 1494, se firmó el Tratado de Tordesillas entre Castilla y Portugal, definiendo áreas de colonización. El tratado trazó una línea imaginaria a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, dividiendo las zonas de influencia. En 1511, las grandes islas del Caribe ya estaban bajo el control de la monarquía española. Sin embargo, las riquezas esperadas no fueron tan grandes como se anticipaba. La población era escasa y el clima no favorecía el desarrollo de la agricultura, lo que limitó el crecimiento económico.
El Imperio de los Austrias Mayores (Siglo XVI)
El siglo XVI coincide con el reinado de los dos primeros monarcas de la dinastía Austria. Carlos I, hijo de Juana I de Castilla y Felipe de Habsburgo, heredó la Corona de Castilla y Aragón, con territorios americanos e italianos, el reino de Navarra, y territorios alemanes y Países Bajos. En 1516, asumió el trono de Castilla y Aragón rodeado de consejeros flamencos. Convocó las Cortes castellanas para obtener dinero y coronarse emperador como Carlos V. Entre 1520 y 1521, estallaron las revueltas comuneras en Castilla, donde la nobleza y campesinos se alzaron contra el rey. En Valencia y Mallorca, surgió el levantamiento de las Germanías (1519-1523), protagonizado por campesinos y artesanos, que buscaban mayor participación en cargos municipales. Carlos I cedió el reino de Portugal a su hijo Felipe II y centralizó el poder en Castilla. La persecución de moriscos provocó la sublevación de las Alpujarras (1568), y una dispersión por la península. Felipe II centró su política en la defensa de la unidad religiosa, la contrarreforma, y la hegemonía de los Habsburgo, participando en guerras como la lucha con Francia por Milán, la batalla de Pavía (1525), y la batalla de Lepanto (1571).
Crisis y Decadencia de los Austrias Menores (Siglo XVII)
El siglo XVII fue época de crisis para los Austrias, con la pérdida progresiva de la hegemonía política, decadencia económica y grave crisis social en Castilla. Los reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II se caracterizaron por la delegación de poder en validos, quienes dirigían el gobierno y controlaban los consejos, incurriendo en prácticas corruptas. Felipe III (1598-1621) tuvo como valido al duque de Lerma, quien expulsó a los moriscos y trasladó la corte a Valladolid. Firmó la paz con Inglaterra en 1604 y la Tregua de los Doce Años en 1609. Participó en la Guerra de los Treinta Años. Felipe IV (1621-1665) tuvo como valido al conde-duque de Olivares, quien implementó la Unión de Armas para crear un gran ejército y unificar leyes e instituciones. Esto llevó a la crisis de 1640, con la sublevación de Cataluña. En la Guerra de los Treinta Años, España apoyó al emperador de los Habsburgo. En 1648, la Paz de Westfalia reconoció la independencia de los Países Bajos, y en 1659, la Paz de los Pirineos cedió territorios a Francia. La dinastía de los Austrias terminó con la muerte sin descendencia de Carlos II en 1700.
Sociedad y Economía en los Siglos XVI y XVII
El siglo XVI se caracterizó por un aumento de la población en Castilla, alrededor de un 15%. La conquista del Nuevo Mundo tuvo efectos demográficos devastadores para los pueblos indígenas, casi aniquilándolos, lo que impulsó el tráfico de esclavos africanos. El crecimiento de la población y la demanda de productos desde América favorecieron un aumento en la agricultura y la expansión de la industria artesanal, dirigida principalmente al mercado americano. Sin embargo, el mercado interior y americano quedaron en manos de competidores extranjeros. El siglo XVII fue un periodo de crisis demográfica, marcado por malas cosechas, hambrunas, enfermedades y emigraciones hacia América, además de la expulsión de los moriscos. Los gastos de las guerras y la participación en conflictos internacionales produjeron un colapso financiero, agravado por la disminución de las remesas de oro y plata. La Corona aumentó impuestos y deuda pública. A los nuevos cristianos se les excluía de cargos importantes, y la decadencia económica alimentó la vida picaresca. En América, surgieron criollos, mestizos y mulatos, y la influencia cultural castellana fue significativa, integrando a las poblaciones indígenas a la cultura americana.
La Guerra de Sucesión y el Cambio de Dinastía (Principios Siglo XVIII)
Carlos II fue el último rey de la dinastía de los Austrias. Su muerte sin descendencia en 1700 desató un conflicto entre Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, y Carlos de Habsburgo. Ambos reclamaban derechos al trono, pero en su testamento, Carlos II nombró heredero a Felipe, con la condición de mantener separadas las coronas de Francia y España. Luis XIV apoyó a su nieto, mientras que Carlos de Habsburgo no aceptó y comenzó la Guerra de Sucesión en 1701. La guerra tuvo dos vertientes: un conflicto internacional entre Felipe V y Francia contra la Alianza de la Haya (Inglaterra, Holanda, Portugal, Saboya y el Imperio austriaco), preocupados por la unión de las coronas. También fue una guerra civil en la que los territorios de Aragón temían perder sus derechos forales y apoyaron a Carlos. Tras algunas victorias borbónicas, Gibraltar fue ocupado en 1704 por los británicos. En 1711, tras la muerte del emperador José I, el trono recayó en Carlos de Habsburgo. La Paz de Utrecht en 1713 reconoció a Felipe V como rey de España, renunciando a la unión con Francia. Austria y Gran Bretaña obtuvieron grandes concesiones territoriales, y España sufrió el exilio austracista. Felipe V firmó los Pactos de Familia con Francia y recuperó Nápoles, Sicilia y Parma.
El Absolutismo Borbónico y las Reformas (Siglo XVIII)
El reinado de Felipe V (1700-1746) marcó el inicio de la dinastía Borbón en España y la implantación de un modelo de Estado absolutista basado en el francés. Estableció los Decretos de Nueva Planta, que suprimieron los fueros e instituciones en Aragón, Valencia, Mallorca y Cataluña. En la administración central, los secretarios pasaron a llamarse «ministros» y reorganizó América. Se sustituyó a los virreyes por capitanes generales, y se crearon los intendentes para controlar los impuestos. La Ley Sálica (1713) establecía la sucesión masculina al trono. Durante el reinado de Fernando VI, se cerraron frentes bélicos y se promovieron reformas fiscales y la mejora de la marina. Carlos III (1759-1788) destacó por su despotismo ilustrado y por un gobierno reformista encabezado por italianos como el marqués de Esquilache. En 1766, el Motín de Esquilache surgió como reacción a la crisis económica, lo que llevó a la expulsión de los jesuitas en 1767. Promovió la colonización de nuevas tierras en Sierra Morena y la liberalización del comercio con América. Campomanes impulsó las Sociedades Económicas de Amigos del País para fomentar la agricultura, el comercio y la industria.
América en el Siglo XVIII: Administración y Economía
Las posesiones de España en América durante el siglo XVIII fueron: cuatro virreinatos, Nueva España (actual México), Perú (actual Chile y Perú), y dos nuevos virreinatos, Nueva Granada (actual Venezuela a Ecuador) y Río de la Plata (actual Uruguay, Paraguay, Argentina y Bolivia). Otras posesiones fueron Puerto Rico, Cuba, la Isla de Fernando Po y las Filipinas. España controlaba estos territorios política, económica y religiosamente, y creó intendencias para centralizar el poder. Los Borbones tenían una economía esclavista de plantación (azúcar, tabaco, cacao), principalmente en Cuba y Santo Domingo, fomentada por rutas comerciales como el Galeón de Manila. Con el Decreto de Libre Comercio de 1778, se permitió el comercio directo entre puertos españoles y americanos, lo que incrementó el flujo de mercancías, aunque predominaban las manufacturas extranjeras y persistía el contrabando, controlado por los intendentes para maximizar el control económico. Estas reformas también aumentaron la presión fiscal y los impuestos, lo que derivó en revueltas indígenas y criollas.
Sociedad, Economía y Cultura en la España Ilustrada (Siglo XVIII)
En el siglo XVIII, la sociedad española seguía organizada de forma estamental. Se dividía en privilegiados (nobleza y clero) y no privilegiados, con la burguesía en la cúspide. Fue una época de crecimiento (hasta 10.5 millones de habitantes), con una población sujeta al antiguo régimen demográfico, donde aumentaban tanto la natalidad como la mortalidad y había baja esperanza de vida. Hubo emigración a América y repoblación de la Carolina por alemanes. La economía era agrícola, ocupando al 85% de la población, con bajo rendimiento y poca tecnología. Los grandes latifundios eran la triada mediterránea (vid, olivo y cereal), en manos de la iglesia y mayorazgos nobiliarios. Los ilustrados propusieron el Expediente de Ley Agraria. Surgió un sistema de producción conocido como el trabajo a domicilio y se crearon manufacturas reales. En Cataluña, los gremios no obstaculizaron el desarrollo de la industria textil. En comercio, se eliminaron monopolios, se fundaron Juntas de Comercio y se mejoraron las comunicaciones. La cultura estuvo marcada por la Ilustración, que promovía la educación y el progreso. A finales de siglo, con el pánico por la Revolución Francesa, el pensamiento ilustrado entró en decadencia.