La crisis definitiva de la monarquía española
La crisis definitiva de la monarquía española se produjo tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera en 1930. Durante siete años, Alfonso XIII había apoyado al dictador, y cuando este dimitió, el rey quedó muy desprestigiado. La mayoría de la población veía a Alfonso XIII como responsable del fracaso político y social del país, y ya no confiaba en él para dirigir una transición hacia un sistema democrático.
Para intentar recuperar la estabilidad, el rey nombró varios gobiernos, pero ninguno tuvo éxito. La oposición republicana estaba cada vez más unida y organizada. En agosto de 1930 se firmó el Pacto de San Sebastián, donde partidos republicanos, socialistas y nacionalistas acordaron colaborar para acabar con la monarquía y proclamar una república democrática. Además, se creó un Comité Revolucionario que sería clave meses después.
La situación empeoró con las elecciones municipales del 12 de abril de 1931. Aunque, en números totales, ganaron los monárquicos, en las ciudades donde el voto era más libre triunfaron claramente los republicanos. Esto fue interpretado como un rechazo al rey. La población celebró la victoria republicana y miles de personas salieron a la calle pidiendo la República. Alfonso XIII, viendo que no tenía apoyo suficiente para mantenerse en el poder, decidió abandonar España sin abdicar. Finalmente, el 14 de abril de 1931, se proclamó la Segunda República, lo que supuso el fin definitivo de la monarquía en ese momento.
El bienio republicano-socialista y las reformas (1931–1933)
El bienio republicano-socialista corresponde a los primeros años de la Segunda República, entre 1931 y 1933. Durante este periodo gobernaron principalmente partidos republicanos y socialistas, con Manuel Azaña como figura más destacada. Su objetivo era modernizar el país y resolver los graves problemas sociales que arrastraba España desde hacía décadas. Para ello, se aprobaron una serie de reformas muy amplias en distintos ámbitos:
- Ámbito educativo: El gobierno quiso crear una escuela pública, laica y gratuita. Se sustituyó a parte del profesorado religioso y se construyeron miles de nuevas escuelas para combatir el analfabetismo. Esta política generó enfrentamientos con sectores conservadores y con la Iglesia.
- Ámbito militar: Azaña intentó reducir el gran número de oficiales, modernizar el ejército y asegurar su lealtad a la República. Se permitió el retiro voluntario de militares y se cerró la Academia Militar de Zaragoza, dirigida por Franco.
- Reforma Agraria: Fue una de las medidas más importantes. Buscaba repartir tierras a campesinos pobres para mejorar sus condiciones de vida. Sin embargo, su aplicación fue lenta y provocó fuerte oposición de los terratenientes.
- Ámbito social: Se aprobaron leyes laborales, como la jornada de ocho horas y la creación de jurados mixtos para resolver conflictos entre obreros y empresarios.
El bienio republicano-socialista supuso un intento serio de cambio, pero también generó tensiones que dividirían aún más a la sociedad española.
La Constitución de 1931
La Constitución de 1931 fue la sexta constitución de la historia de España y una de las más avanzadas de su tiempo. Fue aprobada durante el primer año de la Segunda República, en un momento de gran ilusión política y deseo de modernización. Su elaboración estuvo a cargo de unas Cortes Constituyentes elegidas en junio de 1931, con mayoría republicano-socialista, lo que influyó en su carácter progresista.
Principios fundamentales del texto constitucional
El texto constitucional tenía 125 artículos y defendía claramente principios democráticos:
- Soberanía popular: La Constitución estableció que la soberanía residía en el pueblo, lo que significaba que el poder político debía depender de la voluntad de los ciudadanos.
- Sufragio universal: Reconocía el derecho al voto sin distinción de sexo, incluyendo el voto femenino, una gran novedad para la época.
- Laicismo del Estado: Se separaron Iglesia y Estado, se limitaron los privilegios de las órdenes religiosas y se defendió la libertad de conciencia. Esto generó tensiones con la Iglesia católica.
- Estado integral: Proclamaba a España como un Estado integral, permitiendo la creación de estatutos de autonomía para regiones con identidad propia, como Cataluña o el País Vasco.
- Derechos sociales: Defendía una amplia serie de derechos sociales, laborales y educativos.
Aunque fue un texto moderno y avanzado, también provocó conflictos con los sectores conservadores y católicos. Aun así, la Constitución de 1931 se considera una de las más importantes de la historia constitucional española.
El bienio radical-cedista y la Revolución de Octubre
El bienio radical-cedista (1933-1935) comenzó tras las elecciones de noviembre de 1933, en las que la derecha obtuvo un gran avance. El partido más votado fue la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), liderado por José María Gil Robles. Sin embargo, el presidente de la República encargó el gobierno a Alejandro Lerroux, del Partido Radical, aunque con el apoyo parlamentario de la CEDA.
Durante este periodo se frenaron e incluso se anularon muchas reformas del bienio anterior. La Reforma Agraria se paralizó, se redujeron derechos laborales y se reorganizó la vida política hacia posiciones más conservadoras. Esto generó un fuerte descontento en la izquierda, que veía a la CEDA como un partido cercano al fascismo europeo. La tensión social aumentó y se produjeron conflictos como los sucesos de Casas Viejas, que agravaron la situación.
El estallido de 1934
El momento decisivo llegó en octubre de 1934, cuando la CEDA entró por primera vez en el gobierno con tres ministros. Para la izquierda, esto significaba un peligro para la República. Como respuesta, los socialistas convocaron una huelga general:
- Asturias: La protesta tuvo especial intensidad, donde los mineros y obreros ocuparon localidades y se enfrentaron al ejército.
- Cataluña: El president Lluís Companys proclamó el “Estado Catalán” dentro de una supuesta “República Federal Española”.
El gobierno respondió con una dura represión, dirigida por el general Franco en Asturias. La Revolución de Octubre terminó con cientos de muertos y miles de detenidos, dejando a España aún más dividida y acercándola al estallido de la Guerra Civil.
La etapa del Frente Popular (1936)
La etapa del Frente Popular comenzó tras las elecciones de febrero de 1936, en las que ganó una coalición de partidos de izquierda formada por republicanos, socialistas y comunistas. Esta alianza se creó para frenar el avance de la derecha y para defender la República en un momento de gran tensión política.
Su programa se centraba en restaurar las reformas del primer bienio y en liberar a los presos encarcelados tras la Revolución de Octubre de 1934. Una de las primeras decisiones del nuevo gobierno fue aprobar una amnistía, lo que permitió la salida de prisión de miles de obreros y dirigentes políticos. También se intentó reactivar la Reforma Agraria para repartir tierras a campesinos sin recursos.
Hacia el conflicto armado
Sin embargo, la situación social era muy complicada: aumentaron las huelgas, los enfrentamientos entre trabajadores y patronos y los actos de violencia política entre grupos de extrema izquierda y extrema derecha. Al mismo tiempo, dentro del Ejército crecían las conspiraciones contra el gobierno. Muchos militares, entre ellos Franco, Mola y Sanjurjo, consideraban que la República estaba en peligro y que era necesario intervenir.
La tensión alcanzó su punto máximo cuando el diputado monárquico, José Calvo Sotelo, fue asesinado en julio de 1936. Finalmente, el 18 de julio de 1936, un sector del ejército se sublevó contra el gobierno del Frente Popular. Este golpe militar no triunfó de forma inmediata y dio lugar al inicio de la Guerra Civil Española, que marcaría un antes y un después en la historia del país.
