Líneas Principales del Pensamiento Aristotélico
Aristóteles defiende que todo el conocimiento parte de la experiencia. Los sentidos ofrecen datos y el entendimiento, prescindiendo de lo particular en el proceso de abstracción, establece conceptos universales. Su pensamiento abarca desde la naturaleza de la realidad hasta la organización de la sociedad, sentando las bases de gran parte de la filosofía occidental.
El Problema de la Realidad: La Metafísica
Aristóteles utiliza la expresión “filosofía primera” para referirse a la que posteriormente se conocerá como metafísica. Su objeto de estudio es el más universal que existe: “el ser en cuanto ser y sus atributos esenciales”. Mientras que las demás ciencias adoptan un punto de vista particular y reciben el nombre de “ciencias particulares”, la filosofía primera aspira al conocimiento de todo lo que es. La metafísica es la ciencia suprema, el saber por el saber en estado puro. En palabras del propio Aristóteles: “Todas las demás ciencias serán más necesarias para el hombre, pero no habrá ninguna superior a la metafísica”.
Esta ciencia indaga sobre lo más general: el Ser, sus causas y los primeros principios. Ahora bien, el ser “se dice de muchas formas”:
- Como categorías: Las definiciones supremas de todo lo que hay. La principal es la sustancia (aquello que un ser es), a la que se aplican todas las demás (cualidad, cantidad, etc.), que son los accidentes (atributos que pueden cambiar sin afectar a la sustancia).
- Como acto y potencia: Todo lo que “es” se encuentra en acto (realizado aquí y ahora), pero en potencia será otra cosa, pues está sujeto al cambio.
- Como accidente: Aquello que acompaña a los entes (las sustancias) sin ser su forma, esencia o definición.
- Como verdadero: El tipo de ser característico de la mente humana, de la razón, que es capaz de formular juicios acerca de la realidad, lo cual es el campo de la lógica.
Hilemorfismo: Materia y Forma
Según la teoría del hilemorfismo, todos los seres individuales se componen de materia (aquello de lo que están hechos) y forma (aquello que hace que algo sea lo que es).
El Cambio: Acto y Potencia
Los seres también se componen de acto y potencia, principios que explican cómo las sustancias cambian para adquirir la perfección que les falta. Aristóteles define el cambio como “el paso del ser en potencia al ser en acto”.
- Potencia: Es la capacidad de poder llegar a ser aquello que algo es por naturaleza.
- Acto: Es ser actualmente, estar realizado; la realización de las potencialidades específicas de un ser.
Las Cuatro Causas del Ser
Toda sustancia o ser tiene causas. Aristóteles distingue cuatro:
- Causas intrínsecas (interiores al sujeto):
- Causa material: Aquello de lo que está hecho algo (ejemplo: el bronce de una estatua).
- Causa formal: La esencia o forma que define al ser (ejemplo: la forma de la estatua del dios Zeus).
- Causas extrínsecas (exteriores al sujeto):
- Causa eficiente: El agente que produce el ser (ejemplo: el escultor que crea la estatua).
- Causa final: El objetivo o fin para el que algo está constituido (ejemplo: decorar la ciudad con la estatua).
En resumen, para conocer el ser (la sustancia), debemos entender su materia, su forma y sus accidentes. Lo conocemos a través de la causalidad y los primeros principios de la lógica, que nos permiten formular juicios científicos sobre ello.
El Problema de Dios: La Teología
La metafísica también es llamada por Aristóteles teología. Él plantea el problema lógico de la necesidad de un principio que explique los seres y el mundo. Dado que todas las sustancias son corruptibles y contingentes (pueden ser o no ser), no es lógicamente aceptable que su origen sea igualmente contingente. La solución más lógica es que lo contingente tiene su razón de ser en una primera sustancia necesaria que existió siempre y no puede dejar de existir. Aristóteles se refiere a ella como divina o, simplemente, dios.
Para explicar el movimiento eterno del cosmos, expone un argumento conocido como la “prueba por el movimiento” (antecedente de las vías de Santo Tomás de Aquino). Todo lo que se mueve es movido por otro, pero no podemos prolongar esta serie de motores hasta el infinito. Por lo tanto, debe existir un primer motor inmóvil que mueva sin ser movido por otro. Este ser es acto puro, causa final de todo movimiento. Curiosamente, en obras posteriores, Aristóteles sugiere que podría haber más de un dios y prefiere utilizar el término Vida para referirse al mundo en sí mismo.
El Problema del Ser Humano: Antropología
Para Aristóteles, el hombre es una sustancia como las demás, compuesta de materia y forma. El cuerpo funciona como la materia y el alma como la forma. El hombre es, por tanto, una unión sustancial. El alma no es una entidad que pueda subsistir por sí misma, al contrario de lo que pensaba Platón. No tiene preexistencia, sino que existe junto con el cuerpo y desaparece con él, de la misma manera que la visión desaparece con el ojo.
El Alma y sus Facultades
Al ser el alma el principio vital, todos los seres vivos tienen alma, cada una con funciones específicas. El alma humana, que es la más elevada, posee las funciones de las almas inferiores además de las suyas propias. Las facultades del alma son:
- Vegetativa: Responsable de la nutrición y la reproducción. Presente en plantas, animales y humanos.
- Sensitiva: Incluye la sensación, la locomoción y el deseo. Presente en animales y humanos.
- Racional: La capacidad de conocer y pensar. Es la función propia y exclusiva del ser humano.
El Problema del Conocimiento: Epistemología
A diferencia de la teoría de la reminiscencia de Platón, para Aristóteles el hombre nace sin conocimiento alguno (como una tabula rasa) y lo obtiene a partir de la experiencia. Conocemos el mundo físico mediante los sentidos, que captan al individuo concreto (la sustancia primera, con su materia y su forma). Sin embargo, el conocimiento válido para la ciencia es el de la esencia o forma (la sustancia segunda).
Por ejemplo, vemos tres perros individuales, pero el verdadero conocimiento consiste en abstraer su definición universal: el concepto “perro”. Este es el conocimiento intelectual, que se logra en dos fases: el intelecto paciente recibe la imagen sensible, y el intelecto agente abstrae la forma y obtiene el concepto universal. Una vez que obtenemos conceptos, podemos formular juicios sobre el mundo, una capacidad que solo posee el hombre, el único animal dotado de logos (razón y lenguaje).
La Búsqueda de la Felicidad: La Ética
La ética es una de las ciencias prácticas más importantes y se ocupa del sentido de la acción humana. En su obra Ética a Nicómaco, Aristóteles observa que todas las acciones humanas tienden a un fin último: la felicidad (eudaimonia). Para él, la felicidad consiste en la realización de la actividad más propia y específica de la naturaleza humana: la actividad intelectual, la sabiduría. Una vida virtuosa es, necesariamente, una vida feliz.
Sin embargo, para ser feliz, el ser humano necesita sobre todo la posesión de las virtudes, que define como hábitos que perfeccionan el alma. Distingue dos tipos:
- Virtudes éticas (o morales): Perfeccionan el carácter y corresponden a la dimensión sensitiva del alma. Se adquieren mediante la práctica y el hábito. La virtud moral es “un hábito selectivo, consistente en un término medio relativo a nosotros, determinado por la razón y por aquello que decidiría el hombre prudente”.
- Virtudes dianoéticas (o intelectuales): Perfeccionan el conocimiento. Son aprendidas y representan la forma más sublime de conocimiento: la contemplación desinteresada.
El Hombre como Animal Político: La Política
El hombre, para ser feliz y realizarse plenamente, necesita vivir en sociedad, ya que es por naturaleza un ser social (zoon politikon). Solo se es plenamente humano en sociedad, compartiendo la vida con otros individuos dotados de logos. La primera forma de asociación es la familia, luego la aldea y, finalmente, el Estado (la polis), que es la comunidad perfecta y autosuficiente.
La polis es anterior y superior al individuo, y su auténtica tarea es crear las condiciones para una vida buena y feliz, haciendo viable la moralidad mediante un marco adecuado de leyes e instituciones. Una polis injusta va contra la esencia del hombre. Así, la vida en comunidad garantiza:
- La subsistencia individual, al proporcionar los recursos básicos.
- El desarrollo de las capacidades humanas necesarias para alcanzar la felicidad.
La Justicia en la Polis
El Estado debe asegurar la justicia, que está por encima de los deseos particulares, de dos formas:
- Justicia correctiva: Dar a todos la misma parte o los mismos derechos para que puedan llevar una buena vida.
- Justicia distributiva: Dar a cada cual según sus méritos. Aquel que más bien haga a la ciudad debe ser recompensado, pues es justo.
