Locke, Hume y Descartes: Ideas Clave del Empirismo y Racionalismo


Locke cree que no conocemos el mundo tal como es, sino que todo lo que sabemos son ideas que están en nuestra mente y que obtenemos a través de la experiencia. Para él, no existen ideas con las que nacemos (ideas innatas), sino que todo conocimiento viene de lo que percibimos. Llama «ideas» a todo lo que sentimos, recordamos o imaginamos, y las divide en simples (cuando no pueden descomponerse en otras) y complejas (cuando combinan varias ideas simples). También distingue entre ideas de sensación, que provienen de nuestros sentidos (como el color o el sonido), y de reflexión, que surgen de nuestro mundo interior (como el amor o la tristeza).

Hume, por su parte, no está de acuerdo con la forma en que Locke usa el término «idea». Él diferencia entre impresiones e ideas. Las impresiones son las percepciones más intensas y directas, como ver a alguien o escuchar un sonido. Las ideas, en cambio, son recuerdos o copias de esas impresiones y, por lo tanto, son más débiles. Por ejemplo, ver a un profesor en clase es una impresión, mientras que recordarlo después es una idea.

Conocimiento según Hume

Todo conocimiento surge de las impresiones, y si una idea no puede relacionarse con una impresión real, entonces es solo una invención. Además, explica que las ideas se organizan en nuestra mente siguiendo tres principios:

  • Semejanza: agrupamos cosas que se parecen (por ejemplo, al ver a diferentes personas, entendemos la idea de «ser humano»).
  • Contigüidad: asociamos ideas que ocurren juntas en el tiempo o el espacio (por ejemplo, al ver una mesa, unimos mentalmente su color, forma y patas en una sola idea).
  • Causalidad: si un evento ocurre seguido de otro muchas veces, creemos que el primero causa el segundo (por ejemplo, cuando una bola de billar golpea otra y esta se mueve).

Hume también distingue entre dos tipos de conocimiento:

  • Relaciones entre ideas: verdades lógicas que no dependen de la experiencia, como en matemáticas.
  • Conocimiento de hechos: se basa en la observación y la experiencia, por lo que siempre puede cambiar (ejemplo: si digo que «esta tarde hará frío», solo lo sabré con certeza cuando llegue la tarde).

Por último, Hume critica el método deductivo de Descartes, que se basa en ideas innatas, ya que él no cree que estas existan y por ello no se puede demostrar la existencia de Dios. También pone en duda el método inductivo, que saca conclusiones generales a partir de casos concretos, porque no siempre es fiable.

Hume desafía la idea de que todo lo que ocurre tiene necesariamente una causa. Según él, cuando vemos que un evento siempre sigue a otro, como cuando encendemos el fuego y el agua se calienta, no significa que haya una conexión real entre ambos. Simplemente hemos adquirido el hábito de asociarlos porque siempre han ocurrido juntos. Pero esto no garantiza que en el futuro vaya a suceder lo mismo. También critica el concepto de sustancia. Locke decía que la sustancia es lo que sostiene las cualidades de los objetos, pero Hume responde que en realidad nunca percibimos la sustancia, solo vemos sus características. Por ejemplo, cuando identificamos una rosa, lo que realmente percibimos son su color, su olor y su textura, pero nunca la «sustancia» de la rosa en sí. Para Hume, la idea de sustancia es solo una forma que tiene nuestra mente de agrupar percepciones que solemos encontrar juntas, sin que eso pruebe que exista algo más allá de ellas.

Dios, Ética y Moral en Hume

David Hume tenía una visión muy crítica sobre las pruebas tradicionales de la existencia de Dios. Según él, estas pruebas se basan en el principio de causalidad, pero este principio no es una verdad absoluta, sino simplemente una costumbre de nuestra mente. Por eso, argumenta que no podemos partir de nuestras experiencias y llegar a la conclusión de que Dios existe, porque Dios no es algo que podamos percibir directamente.

Hume también rechaza el argumento de Descartes, quien decía que la idea de perfección en nuestra mente debía haber sido puesta allí por un ser perfecto, es decir, Dios. Para Hume, las ideas no son innatas, sino que provienen de la experiencia, por lo que este argumento no tiene validez. Del mismo modo, rechaza el argumento de San Anselmo, que decía que si podemos imaginar un ser cuya existencia sea necesaria, entonces ese ser debe existir. Para Hume, todo lo que podemos imaginar como existente, también podemos imaginarlo como inexistente, lo que demuestra que no hay nada que exista necesariamente.

Otro punto clave en su pensamiento es su visión sobre la religión. Hume cree que las primeras religiones surgieron por miedo a lo desconocido y que, con el tiempo, el politeísmo (creencia en varios dioses) evolucionó hacia el monoteísmo (creencia en un solo Dios). Sin embargo, ve un problema en el monoteísmo, ya que considera que fomenta el fanatismo y la intolerancia, porque al creer que solo hay un dios verdadero, las personas pueden sentirse con derecho a imponer sus creencias a los demás.

En cuanto a la moral, Hume se opone a la idea de que la diferencia entre el bien y el mal se basa en la razón. Para él, los juicios morales no son conocimientos como los matemáticos ni hechos que podamos comprobar científicamente. En realidad, nuestras decisiones morales dependen de lo que sentimos. Si vemos a alguien ayudar a otra persona, sentimos agrado y pensamos que es bueno. Si vemos a alguien golpear a otra persona, sentimos rechazo y pensamos que es malo. Así nace su teoría del emotivismo moral, que afirma que nuestras emociones y sentimientos son la base de la moralidad. Además, Hume destaca la importancia de la simpatía, es decir, nuestra capacidad de ponernos en el lugar del otro. Cuando vemos sufrir a alguien, imaginamos su dolor y eso nos mueve a actuar de manera moral. En definitiva, para Hume no es la razón, sino los sentimientos y la empatía, lo que nos guía a la hora de distinguir entre el bien y el mal.

El Método de la Duda de Descartes

Descartes tenía una misión: encontrar algo que fuera completamente cierto, algo de lo que no pudiera dudar de ninguna manera. Para hacer esto, ideó un proceso que consistía en poner en duda todo lo que creía saber hasta llegar a algo que fuera tan indiscutible que no pudiera haber duda. Este proceso lo llamó el método de la duda.

Dudar de los sentidos

Descartes se dio cuenta de que nuestros sentidos, a veces, nos engañan. Por ejemplo, cuando vemos un palo en el agua y parece doblado, pero no lo está. Así que, para encontrar algo cierto, primero tenía que dudar de todo lo que percibimos con los sentidos, porque estos a veces nos fallan.

Dudar de la realidad

Otro paso importante fue dudar de la realidad misma. A veces, cuando soñamos, las cosas parecen tan reales que no podemos distinguir si estamos soñando o despiertos. Descartes pensó que tal vez todo lo que vemos y sentimos en nuestra vida diaria podría ser solo un sueño. Si eso fuera cierto, nada sería verdaderamente real.

Dudar del entendimiento

Después, Descartes fue aún más lejos. Pensó que tal vez había un ser poderoso, como un «genio maligno», que nos engaña constantemente, incluso en las cosas más ciertas, como las matemáticas. Si eso fuera cierto, no podríamos estar seguros de nada, ni siquiera de lo que creemos que son verdades matemáticas.

Certezas de Descartes

Después de dudar de todo, Descartes llegó a una verdad indiscutible: si está dudando, es porque está pensando, y si está pensando, entonces existe. Es decir, «Pienso, luego existo». Esa es la primera certeza que encontró: él, como ser pensante, existe. No sabía si el mundo exterior existía, ni si su cuerpo existía, pero al menos sabía que él, como pensante, estaba allí.

A partir de esta certeza, Descartes fue más allá y llegó a tres certezas importantes:

  • La existencia del yo: Sabía que, como pensante, él existía.
  • La existencia de Dios: Descartes pensó que dentro de él había una idea del infinito, algo que no podía haber creado por sí mismo, porque él es finito. La única manera de tener esa idea del infinito es que haya un ser infinito que le haya dado esa idea: Dios.
  • La existencia del mundo exterior: Finalmente, Descartes razonó que si Dios existe y es perfecto, entonces no podría engañarlo haciéndole creer que el mundo exterior no existe. Así que, si Dios no lo engaña, entonces el mundo físico sí existe.

Sustancias según Descartes

Descartes creía que todo lo que existe se puede clasificar en tres tipos de sustancias o realidades:

  • Sustancia pensante (res cogitans): Es el yo o alma, cuya característica principal es el pensamiento.
  • Sustancia infinita (res infinita): Es Dios, cuya característica principal es la infinitud o perfección.
  • Sustancia extensa (res extensa): Es el mundo físico, y su característica principal es la extensión: ocupa espacio.

Física Cartesiana

Descartes pensaba que el universo funcionaba como una gran máquina. Para él, todo en el mundo podía explicarse en términos de movimiento y leyes que lo rigen. No creía en el azar ni en la libertad en el mundo físico. Según él, todo en el universo está determinado por las leyes del movimiento. Él mismo formuló tres principios básicos sobre el movimiento de los cuerpos:

  • Principio de inercia: Un objeto sigue en el mismo estado (en movimiento o en reposo) hasta que algo lo cambie.
  • Movimiento en línea recta: Todo tiende a moverse en línea recta.
  • Conservación del movimiento: El movimiento no se pierde, solo se transfiere de un cuerpo a otro.

Además, Descartes pensaba que no existe el vacío. Para él, todo el espacio está lleno de materia: hay materia densa que forma los objetos, éter que llena el espacio, y partículas de luz que son las más finas.

Dios en la Filosofía de Descartes

Descartes toma la idea de perfección absoluta que tiene en su mente y argumenta que tal perfección no puede ser solo una idea, sino que debe reflejar algo real, algo que efectivamente exista. Si Dios es la perfección misma, entonces su existencia es inevitable, porque la perfección no puede existir solo como un pensamiento.

Descartes se da cuenta de que dentro de sí tiene una idea de lo infinito, algo que no puede haber surgido de su propia experiencia, ya que él es un ser finito, limitado. Entonces, se plantea: si no puede ser algo que haya creado, ni puede venir de su experiencia directa, la única explicación es que esa idea debe provenir de algo que sí sea infinito, es decir, de Dios. Según Descartes, el hecho de tener esta idea innata de lo infinito es prueba de la existencia de un ser infinito que, en su caso, es Dios.

Descartes también reflexiona sobre su propia existencia. Si todo lo que existe tiene una causa, y él mismo no se ha creado (ya que no es perfecto), entonces la causa de su existencia debe ser algo más perfecto que él. Y eso es, para Descartes, Dios. No podría haberse creado a sí mismo porque, al dudar y no saberlo todo, reconoce que es finito y que la causa de su ser debe estar fuera de él, en algo o alguien más perfecto: Dios.

Para Descartes, Dios no solo es el creador del ser humano, sino también quien lo mantiene en existencia en cada momento. La existencia no es algo que dependa solo de la creación inicial, sino de una voluntad constante de Dios para sostenernos. Así, la idea de que seguimos existiendo cada día se debe a que Dios sigue eligiendo mantenernos vivos.

El Ser Humano según Descartes

En cuanto a la naturaleza humana, Descartes establece que el ser humano está compuesto de dos sustancias distintas: el cuerpo y el alma. Para él, el cuerpo es como una máquina, que funciona de acuerdo a principios físicos, mientras que el alma es la sustancia pensante, asociada con el pensamiento y la conciencia. Aunque estas dos sustancias son separadas, Descartes cree que pueden interactuar. Esta interacción se produce en la glándula pineal, en el cerebro, donde el cuerpo y el alma se conectan y se influencian mutuamente.

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