Filosofía de Nietzsche: Influencias y Crítica Inicial
La obra de Nietzsche es una crítica radical y demoledora a la cultura occidental y es una propuesta para pensar la realidad de un modo diferente. Nietzsche elabora un pensamiento de la sospecha con el que intenta desenmascarar los motivos ocultos que explican el afán racionalista y nuestras convicciones morales. El pensamiento de Nietzsche se enfrenta al racionalismo e idealismo del siglo XIX, pero también puede interpretarse como afirmación del vitalismo y el valor único del individuo. Arthur Schopenhauer y el músico Richard Wagner ejercieron una gran influencia en el pensamiento de Nietzsche. Schopenhauer no creía que lo real pudiera ser racional, sino una fuerza irracional a la que llamó voluntad. En su obra El mundo como voluntad y representación, afirma que existe una voluntad en todos los seres vivos e inanimados, una fuerza cósmica que los impulsa a continuar existiendo. En los seres humanos, no solo se manifiesta como aspiración a seguir existiendo, sino que se presenta en forma de deseos concretos que continuamente tratamos de alcanzar. El sufrimiento es una dimensión inevitable de la realidad humana. Podemos mitigar el dolor mediante dos caminos: la entrega al arte y la práctica del ascetismo. Sin embargo, la única forma de escapar al dolor definitivamente es mediante la muerte. Wagner, admirador de Schopenhauer, desarrolló un género de ópera alemana en el que unía música, poesía y artes visuales, recurriendo a la mitología y leyendas germánicas donde se reflejaba ese mismo pesimismo.
Lo Apolíneo y lo Dionisíaco
Nietzsche estudió filología y se dedicó al análisis de la cultura griega antigua, sintiendo admiración por figuras como Homero, Esquilo y Heráclito, especialmente por su filosofía del devenir. Consideraba que la tragedia griega reflejaba una forma profunda de entender la vida, combinando dos fuerzas opuestas: lo dionisíaco, asociado a la pasión, el exceso, lo irracional y caótico (representado por Dioniso), y lo apolíneo, vinculado a la armonía, el orden y la claridad (relacionado con Apolo). Estas fuerzas se manifestaban en el arte, con lo apolíneo predominando en la pintura y escultura, y lo dionisíaco en la música. Nietzsche afirmaba que los griegos supieron integrar ambas dimensiones en la tragedia clásica, logrando un equilibrio entre razón e instinto. Sin embargo, esta síntesis se rompió en el siglo V a.C., cuando la cultura griega comenzó a priorizar la racionalidad apolínea, proceso al que contribuyó Sócrates con su énfasis en la razón y el pensamiento lógico. En su tiempo, Nietzsche creyó que Richard Wagner podría recuperar esta unión de lo dionisíaco y lo apolíneo en su música, pero con el tiempo se desilusionó, considerando que Wagner solo buscaba el éxito comercial y se inclinaba hacia valores cristianos, lo que lo alejaba de la visión trágica de la vida que Nietzsche admiraba en la antigua Grecia.
Crítica del Conocimiento y la Metafísica
El pensamiento de Nietzsche es una filosofía vitalista que enfatiza el valor de una vida plena e intensa. Admira a los héroes griegos, como Aquiles, y a figuras históricas como Napoleón y Alejandro Magno, quienes vivieron con pasión y desafío, lejos de la mediocridad. Sin embargo, la mayoría de las personas no se atreven a vivir con tal energía.
Critica a la cultura occidental por rechazar los valores vitales, especialmente en la metafísica, la gnoseología y la religión (en particular el cristianismo), por negar la vida en favor de una realidad trascendente. Desde Platón, la filosofía occidental ha distinguido entre un mundo sensible y otro inteligible, considerando este último como la verdadera realidad. Nietzsche rechaza esta visión y afirma que solo existe el mundo sensible, múltiple y cambiante, como sostenía Heráclito. Para él, la intuición es más importante que la razón para percibir la realidad.
También critica la ciencia y la filosofía por el uso del lenguaje, argumentando que los conceptos son metáforas fosilizadas que se han tomado como verdades inmutables. Frente al positivismo, que ve la ciencia como el único medio para alcanzar la verdad, Nietzsche sostiene que el arte y la música ofrecen formas más directas e intuitivas de conocer la realidad en su constante devenir.
Defiende el perspectivismo gnoseológico, según el cual no existe una verdad absoluta, ya que el conocimiento depende del punto de vista. Así, rechaza el dualismo platónico y la idea de un mundo trascendente, afirmando que la única realidad es la que captamos con los sentidos.
El Ataque a la Religión y a la Moral
Contra el Cristianismo
Nietzsche critica la metafísica occidental por su vínculo con la religión católica, que considera el mundo imperfecto y marcado por el pecado. La aspiración cristiana a la unión con Dios implica el rechazo del cuerpo, las pasiones e instintos, lo que para Nietzsche representa un desprecio por los valores vitales. Por esta razón, acusa al cristianismo de ser responsable de la decadencia de Occidente y de atentar contra la afirmación de la vida.
Moral de Señores y Moral de Esclavos
Nietzsche se pregunta cómo la moral cristiana, que desprecia la vida, ha dominado Europa durante siglos. Para responder, usa el método genealógico y expone sus conclusiones en La genealogía de la moral. Explica que la noción de bien y mal ha cambiado desde la antigua Grecia, donde se valoraban la fuerza, el valor y la vida apasionada de los héroes, aunque estuviera llena de desafíos y tragedias, como en el caso de Aquiles. Llama “moral de señores” a esta visión, donde lo bueno es lo noble y fuerte, reservado a unos pocos, mientras que lo malo es lo débil, mediocre y cobarde, características de la mayoría.
Crítica a la Democracia
Nietzsche distingue entre una minoría de individuos superiores y una mayoría mediocre, afirmando que no todos los seres humanos son iguales. Los grandes genios del arte, la política o el pensamiento se elevan por encima de la vulgaridad. Considera que la democracia es una herencia del cristianismo, ya que trata a todos por igual, lo que para él es un sistema nivelador que convierte a las personas en “animales de rebaño”, borrando las diferencias entre los fuertes y los débiles. Por esta razón, también rechaza el socialismo. Nietzsche ve la democracia como antinatural, pues iguala a quienes se atreven a vivir intensamente con aquellos demasiado débiles para hacerlo.
El Resentimiento de los Débiles
Según Nietzsche, los débiles, resentidos con la minoría de individuos fuertes que vivían según sus propios valores, intentaron cambiar la escala de valores. Esto comenzó con Sócrates, quien priorizó la prudencia, la moderación y el control de las pasiones. Platón reforzó esta visión, rechazando lo corporal y exaltando lo intelectual. El cristianismo llevó esta inversión de valores al extremo, exaltando la humildad, la resignación y el sufrimiento, mientras condenaba la pasión y el placer. Jesús prometió a los débiles y oprimidos un lugar privilegiado en el Reino de los Cielos, consolidando el dominio de los débiles sobre los fuertes.
Nietzsche combatió esta moral decadente con su “transvaloración de los valores”, proponiendo que lo bueno es aquello que impulsa, intensifica y fortalece la vida, mientras que lo malo es lo que la debilita y frena.
La Muerte de Dios
La moral cristiana ha dominado Occidente durante siglos, pero muchos intelectuales y artistas han comenzado a cuestionarla. Cada vez más personas buscan liberarse y vivir de manera más plena. Nietzsche lo expresa con su famosa frase: “Dios ha muerto porque los seres humanos lo hemos matado”.
La muerte de Dios tiene profundas consecuencias. Al principio, genera desorientación y nihilismo, pues desaparecen las bases tradicionales de nuestros valores y la vida parece perder sentido. Sin embargo, también abre la oportunidad de crear nuevos valores y redefinir el rumbo de la existencia.
La Voluntad de Poder
El pensamiento de Nietzsche es una crítica radical a los valores de la cultura occidental, incluyendo la racionalidad ilustrada, pues desenmascara las fuerzas que la han sustentado en contra de la vida. Sin embargo, su filosofía no es solo destructiva, sino también una propuesta vitalista que invita a adoptar nuevos valores y formas de vivir.
Tras la muerte de Dios y la superación del nihilismo, Nietzsche cree que los seres humanos pueden reinventar su futuro con mayor plenitud. A diferencia del pesimismo de Schopenhauer, redefine la voluntad como voluntad de poder, un impulso para vivir intensamente, asumir riesgos y perseguir la excelencia.
Para Nietzsche, lo bueno es aquello que fortalece la voluntad de poder, mientras que lo malo es lo que la obstaculiza. Afirmar plenamente la vida implica aceptar tanto la alegría como el sufrimiento, lo que él llama amor fati (amor al destino).
El Eterno Retorno
El eterno retorno de Nietzsche es una idea que nos plantea si seríamos capaces de aceptar que nuestra vida se repitiera eternamente con cada decisión, error y momento vivido. Esto implica que cada instante tiene un valor extraordinario, ya que una vida plena sería deseable de repetir, mientras que una vida mediocre resultaría insoportable. En Así habló Zaratustra, Nietzsche vincula esta idea con la voluntad de poder y la superación del ser humano hacia el superhombre, quien es el único capaz de aceptar el eterno retorno. Con esta teoría, Nietzsche rompe con la visión cristiana del tiempo como algo lineal, con un inicio en la creación y un final en el juicio final. En su lugar, retoma la concepción cíclica del tiempo propia de los griegos y algunas culturas orientales, donde los acontecimientos se repiten indefinidamente.
El Superhombre
Nietzsche afirma que ningún ser humano ha sido capaz de soportar el vértigo del eterno retorno, ya que vivir plenamente cada instante, sabiendo que se repetirá eternamente, requiere una fuerza sobrehumana. Aquel que pudiera hacerlo sería el Superhombre, un ser aún inexistente que superaría las limitaciones humanas actuales. Este concepto no se refiere a una evolución biológica, como en la teoría de Darwin, sino a una transformación interior que permite a la persona tomar el control total de su vida con conciencia y decisión.
En Así habló Zaratustra, Nietzsche describe este proceso de transformación mediante tres metamorfosis simbólicas:
- El camello representa el espíritu sometido por los valores impuestos por el cristianismo y la tradición, cargando con una moral que lo debilita y le impide vivir con plenitud.
- El león simboliza la rebeldía y la ruptura con los valores impuestos. En esta etapa, el individuo se libera de las cargas externas y cambia el “tú debes” por el “yo quiero”, pero aún no es capaz de crear nuevos valores.
- El niño encarna la última transformación, representando la inocencia, la creatividad y la afirmación total de la vida. Libre de ataduras y del concepto de bien y mal, el niño es capaz de vivir cada instante con autenticidad, como un juego, y decir “sí” a la existencia.
A través de este proceso, Nietzsche propone un camino hacia el Superhombre, quien no solo rompe con los valores tradicionales, sino que también es capaz de crear los suyos propios y aceptar la vida en su totalidad.