Introducción: Cambios Sociales y Nuevas Realidades
Estamos asistiendo a una época de importantes cambios y transformaciones sociales. La crisis del Estado de Bienestar, la globalización y las nuevas tecnologías, sobre todo, serían en gran medida las causas de estos cambios tanto a nivel económico como social o cultural. Por otro lado, estos cambios se están llevando a cabo de manera excesivamente rápida, casi sin que nos demos cuenta y con grandes dificultades de asimilación por parte de una gran mayoría de personas; las relaciones sociales han cambiado considerablemente, volviéndose cada vez más complejas, puesto que hay que enmarcarlas dentro de una realidad también muy compleja.
Redefiniendo Pobreza y Desigualdad
De la Perspectiva Unidimensional a la Multidimensional
Ante este panorama, los conceptos de pobreza y desigualdad se tienen que redefinir, porque, o bien ya no abarcan las nuevas realidades, o bien hay que buscar otros conceptos que abarquen dichas realidades más complejas y extensas. En el marco de la sociedad industrial, las desigualdades guardaban una estrecha relación con la situación económica que existía entre los diferentes grupos de personas; así pues, podíamos hablar de una sociedad clasista. En este marco socioeconómico, dichas desigualdades se podían tratar de forma unidimensional, desde una perspectiva económica, como ya se ha comentado. Pero hoy día, en una sociedad tan compleja, las desigualdades vienen de la mano de múltiples factores y se activan a través de diversos mecanismos, como pueden ser las discapacidades y las dependencias, la precariedad laboral, los déficits de aprendizaje o el debilitamiento de los valores comunitarios.
La Exclusión Social: Un Nuevo Paradigma
En este contexto, el término de pobreza, anteriormente causa directa de las desigualdades sociales y definido como una situación de acceso insuficiente a una renta que garantice un nivel de vida digno, se hace insuficiente para abarcar todas esas realidades que conllevan a nuevas desigualdades; y es en este sentido que aparece un nuevo término que sí abarca esas realidades: la exclusión social.
La pobreza, a pesar de ser un factor que activa mecanismos de exclusión social, ya no es el único; ser pobre no significa estar excluido socialmente. Hace unos años, muchas personas se podían considerar pobres, pero a pesar de ello, los lazos comunitarios funcionaban como ayuda y apoyo, de tal manera que era más difícil quedar fuera de dicha comunidad. La exclusión social significa romper con esos lazos y quedar fuera de las relaciones sociales, entrar en un círculo difícil de salir y pasar a “ser invisible” para el resto de la sociedad. Ya no solo se trata de un aspecto meramente económico, sino de saber cuáles son los factores que ponen en marcha procesos de exclusión social, teniendo en cuenta diferentes ámbitos, esferas, ejes, etc., como la edad, el sexo, la etnia, la procedencia, etc.
Factores y Mecanismos de Exclusión
Las Nuevas Bases de las Desigualdades Sociales
- La inmigración es un claro ejemplo de personas vulnerables a dinámicas de exclusión social.
Abordar la exclusión social significa desenmascarar esos factores para poder crear otros procesos de inclusión social, teniendo en cuenta esta nueva perspectiva multidimensional. Parece ser que dichos factores no actúan de manera aislada, sino que más bien guardan cierta correlación, por ejemplo: fracaso escolar, precariedad laboral, desprotección social, monoparentalidad y género. Pero a pesar de ello, también hay que tener bien claro que las fronteras de la exclusión son móviles y fluidas, y que entrar en un proceso o dinámica excluyente puede desencadenarse por cualquier factor que nos imposibilite seguir el ritmo de los procesos de inclusión, por ejemplo, la pérdida del trabajo, una separación… o el simple hecho de no poder seguir el ritmo de las clases en la escuela (estamos en una sociedad muy competitiva en la que no nos podemos parar a esperar al otro para no quedar rezagados y, por ende, fuera del grupo mayoritario).
La escuela de hoy no ayuda en absoluto a mejorar los procesos de inclusión, sino todo lo contrario; el que no sigue el ritmo impuesto por la propia sociedad queda fuera del ámbito educativo, como tampoco hay espacio en el laboral, o si lo hay, es de forma precaria. Es realmente fácil entrar en una dinámica excluyente, de dentro hacia fuera.
La Sociedad de Consumo y la Exclusión
De esta manera, nuestra conciencia queda tranquila, pudiendo pasear tranquilamente entre personas que malviven en las calles. Estamos ante estampas ciertamente surrealistas.
Como anteriormente indicaba, explicaba el concepto de exclusión social diferenciándolo del de pobreza. Por un lado, la pobreza pasaba a ser un factor entre otros tantos que podía generar procesos de exclusión, pero no el único; y por otro lado, el término de exclusión social hace referencia a personas o grupos de personas heterogéneas que, por un motivo u otro, quedaban fuera del grupo, con el agravante de producirse una ruptura de los lazos sociales, circunstancia esta que hace prácticamente imposible el retorno al grupo.
Este nuevo concepto, la exclusión social, se está dando en un momento histórico y social concreto, un momento en el que estamos inmersos en una serie de cambios y transformaciones socioeconómicas que están cambiando por completo las estructuras de nuestra sociedad. Si antaño la sociedad de los países capitalistas se convirtió en una sociedad de productores debido a las necesidades de las grandes industrias y, tras un largo proceso de interiorización de la norma social basada en la ética del trabajo, hoy día, teniendo en cuenta que las necesidades de las grandes industrias ya no son ni mucho menos los productores o mano de obra, han encontrado en el consumo esa norma social que las personas de bien y normales deben en todo momento cumplir. Por eso, como dice Zygmunt Bauman, el consumismo es una economía de engaño, de excesos y desperdicios.
Del Productor al Consumidor: La Identidad en el Mercado
El mercado ha llegado a todas partes y a todos los ámbitos sociales, mejor dicho, las leyes del mercado; todo tiene un precio y todo se puede comprar, y si no tienes medios para entrar en este juego, simplemente te quedas fuera de él. Si anteriormente una de las principales herramientas de identificación social fue el trabajo, hoy día lo es el consumo, convirtiéndose nuestra identidad en un conjunto de cosas que también se pueden comprar y que, como cualquier otro objeto, en muy poco tiempo quedará obsoleto y habrá que desecharlo y tirarlo a la basura. El “síndrome del consumidor”, como comenta Bauman, construye y reconstruye continuamente nuestra identidad.
La Invisibilidad de los Excluidos
A pesar de ello, las desigualdades siguen aumentando y la exclusión social comienza a ser un punto de preocupación, sobre todo para las personas de a pie que vemos cómo, mientras los beneficios de las grandes empresas y de ciertas personas aumentan hasta lo inimaginable (existen personas más ricas que países enteros), cualquiera de nosotros puede encontrarse en cualquier momento fuera de este gran mercado en el que se ha transformado la sociedad. Aquel que no puede consumir es un elemento inútil, molesto, un elemento que no debería existir, pues no tiene sitio ni función. A la vista de los normales, quisiéramos que fueran invisibles (en Barcelona ya se está intentando que esto sea una realidad… por supuesto, por ley).
Ante esta situación, todos los recursos que se empleen en ellos (marginados, vagos, maleantes, inadaptados, etc.) serán unos recursos desperdiciados que fomentarán ese tipo de comportamientos y formas de vivir, algo que no es justo para aquellas personas «normales» que sí se esfuerzan y que, aunque no lo digan, son necesarias para que el sistema consumista siga adelante y los poderosos sigan asegurándose esos puestos privilegiados en la sociedad, aumentando día a día sus fortunas (empresarios, políticos, personajes de organizaciones como el Banco Mundial, etc.).